Sergio Rodríguez 18-IV-2008
Las evidencias de los
últimos desarrollos en neurobiología presentan la novedad de explicarnos las
bases neurales que desvelaron a Freud, y que ahora fundamentan al psicoanálisis,
no sólo desde la experiencia de las curas sino también desde la arquitectura y
funcionamiento somato cerebral
Un siglo de aprês coup nos permite decir hoy que la
obstinación de los psicoanalistas en defender su práctica como útil para la
cura de las neurosis, está justificada también por el develamiento de la
arquitectura y el funcionamiento del complejo, somato cerebro neural. Los
resultados de las investigaciones y conjeturas de numerosos neurobiólogos
incluso de algunos neuropsicólogos brillantes,
lo sepan o no dichos actores, dan el panorama del funcionamiento somato
neural sobre el que opera el psicoanálisis y porque. No sólo como tratamiento a
través de las palabras, sino también de la modalidad específica de utilizar la
asociación libre del afectado en
combinación con la atención libremente
flotante del psicoanalista o de cualquier otro tipo de terapeuta suplementario,
y operando a través de interpretaciones y otras intervenciones sobre letras e
inconsistencias lógicas que transportan saberes inconcientes sobre deseos y
modalidades de goce de aquel. Es muy interesante en este sentido las
observaciones de Damasio sobre la función de la vecindad en la memorización fuera
de la conciencia de percepciones que fueron vecinas y desapercibidas a la
conciencia, de aquellas en estaba fija centralmente la atención (recordemos los
restos diurnos descriptos por Freud) Esas
novedades, no sólo tranquilizan aún más de lo que ya lo estaban nuestras almas,
sino que también dan elementos de inteligencia que pueden facilitarnos afinar
más nuestros actos y explicarnos la incidencia suplementaria de muchas otras
actividades humanas que mejoran las psiquis, algunas enumeradas en el boceto de
programa para 2º año.
A la vez,
nuestra intervención inteligente y no desafiante ni sobradora, puede facilitarle
información a los neurobiólogos y algunos neuropsicólogos, para afinar sus
investigaciones a la búsqueda de cuales son las vías que ordenan la actividad
somato cerebral. De la investigación de ellos, se aclara: 1º que las neuronas,
las neuroglías de sostén y las rutas neurales, son modificables (plasticidad
neuronal). Que dicha modificación puede provenir de tratamientos con sustancias
químicas, con más eficacia y cuidado de tratamientos por las palabras de otro,
de tratamientos sobre el cuerpo (por ejemplo: aerobismo y endorfinas) y de
manipulaciones genéticas. 2º que hay grupos neuronales que son regenerables
(además de las perspectivas que abren las manipulaciones gen´ñeticas con
células madre), además de que todos son sustituibles por otros que se
encontraban en estado de latencia. 3º que tratamientos diversos pueden
reconfigurar grupos neuronales y neurogliales. Todo esto fundamenta, la articulación
entre generalidades cerebrales y la singularidad ineludible de cada complejo
somato cerebral.
Donde la neurobiología no llegó
Lo que no han
podido determinar, son dos cuestiones fundamentales, en las cual el
psicoanálisis lleva una larga experiencia y teorización. Esta son: ¿cual son
las rutas principales, en función de las que se ordenan las neurosis, o sea la
normalidad humana y por qué lo hacen así? En algunos puntos se acercan y hasta
nos ofrecen informaciones altamente favorables para el progreso del
psicoanálisis. El principal de esos puntos, es la teoría fuertemente
fundamentada por Antonio Damasio,
sobre la función de los marcadores somáticos. Advierte y demuestra Damasio que
el pensamiento se ha originado en las emociones corporales y que aún
actualmente, con el importante desarrollo de la estructura del lenguaje como
sostén del mismo, el razonamiento supone siempre una cuota de participación
corporal. Luego diferencia con precisión, emoción y sentimiento. Se puede estar
emocionado sin saberlo, o suponiendo que se siente otra cosa, típico de algunas
neurosis de carácter. Sentir la emoción implica, valga la redundancia, un
sentimiento. Coloca en el centro de las emociones sentidas al miedo, que como él
dice, puede resultar útil o contraproducente. Para su utilidad le da, al igual
que Freud a cierto montante de angustia, la función de señal. Por el mismo
camino va a analizar la función de muchos otros sentimientos, odio, asco
desprecio, amor, etc. Y fundamentadamente nos muestra como, tanto las
sensaciones exteroceptivas como interoceptivas, juegan dichas funciones.
Lo que a los neurobiólogos les falta.
Pero los
neurobiólogos no llegaron a captar la función de las zonas erógenas para
ordenar la topografía topológica de las emociones, los sentimientos, el uso del
lenguaje y la formación de las neurosis y el carácter. A la vez debo decir, que
Damasio le da más fundamento a las afirmaciones freudianas sobre las pulsiones,
que a las restricciones que planteó Lacan sobre ellas. Damasio incluye la piel,
la sensibilidad artromuscular propioceptiva, la interoceptiva que se aplica a
las sensaciones causadas por estímulos iniciados en los órganos internos y viscerales.
Y ni que decir las exteroceptivas, una de cuyas misiones más importantes es enviar al cerebro, las
señales procedentes de los sentidos, las
sensaciones. Pero
no capta en toda su dimensión, las funciones pulsionales ordenadoras y
desordenadoras, expresadas en el uso de la lalengua, la formación del carácter
y la estructuración de las neurosis. Y tampoco dispone de la topología del nudo
Borromeo que ofrece el registro, de cómo se presentan dichas sensaciones.
Tampoco disponen
de la formalización de la estructura edípica, la que apartándonos del cuentito,
oferta las siguientes invariantes funcionales y singulares: lugar del cuerpo materno, lugar del cuerpo
del bebé, lugar del falo, lugar del tercero o Nombre del Padre, lugar del
objeto a.
La articulación
entre pulsiones e invariantes de la estructura edípica, pueden servirles de
referencias a los neurobiólogos para investigar en la arquitectura y
funcionalidad somato neuro cerebral, cómo se ordenan las rutas principales a
partir de las cuales se organiza el comercio entre las representaciones
disposicionales y sus disparos.
Las terapias
cognitivas surgen de reconocer que el psicoanálisis estuvo acertado en advertir
el valor curativo de las palabras. Pero se quedaron a mitad de camino, al no
lograr entender que dicho valor proviene de los caminos de contacto corporal
con quien haya funcionado como madre, del lugar jerárquico, tercero y
tercerizador, que haya o no ocupado quien funcionó como padre y la
precipitación de estos acontecimientos en las formas del lenguaje y de la lengua que estructuraron al ser
hablante y con las que éste se tratará de hacer representar. Esta es la razón
de la asociación libre, humus exquisito para facilitar la germinación y
florecimiento de las verdades del inconsciente reprimido, en el lazo social con
las del analista. Analista obligado por
su ética a operar dejándose tomar en su atención flotante por aquellas verdades
del analizante, para que en ese vínculo social, en ese, entre el Inconsciente
produzca una nueva verdad más adecuada a las posibilidades – imposibilidades
del hablante en cuestión. Al dejar de lado estas complejidades, los
cognitivismos se ven reducidos a una función más o menos sofisticada de
educadores. Y lo sabemos, la educación rinde sus frutos a través de abarcar con
generalizaciones, pero al precio de fracasar con las mayorías en tanto no puede
por estructura del principio generalizador, apelar a la singularidad del objeto
de sus pasiones reformadoras.
Los
neurobiólogos parten del principio de la supervivencia, al igual que Freud
cuando lo hizo del principio del placer. Pero la clínica y la observación de la
1ª guerra mundial de 1914, llevó a éste a plantearse la hipótesis de la pulsión
de muerte. La disquisición de Lacan a partir de situar el tour de la pulsión y
su posibilidad de satisfacerse en su propio borde, articulada a aquellos tipos
de narcisismo que en vez de funcionar moebianamente lo hacen circularmente
encerrando a sus sujetados en una topología esférica, le dio explicación esta
pulsión y hasta lo llevó a decir que no
hay dos modalidades pulsionales, -de vida y de muerte-, sino solamente una, la pulsión
de muerte. Los neurobiólogos ni se plantean el problema, pues no les surge el
interrogante desde la arquitectura y funcionamiento neuro cerebral. Y el
psicoanálisis que ellos conocen rechaza el concepto de pulsión de muerte
(norteamericano) o lo sostienen mitificado (kleinianos) Nosotros tenemos que
acercarles el planteo de Freud y la fundamentación de Lacan en una lalengua transmisible para generarles la
incógnita que los lleve a investigar, si eso resultara viable, cómo se soporta
en la arquitectura y funcionalidad somato neuro cerebral, dicho fenómeno. No
olvidemos que una de las pocas fundamentaciones que dio Freud para el mismo, se
apoyaba en la tendencia universal de los seres no mono celulares, a volver a lo
inanimado, a lo no vivo.
Si introducimos
en quienes investigan neurobiología en estas cuestiones, estaremos informándoles
sobre la verdad de la castración, útil a ser investigada también en ese
terreno. Damasio diciéndolo de otra manera, pero tiene ciertas intuiciones
sobre la misma. Dicha verdad es útil no sólo para investigar lo que pueda haber
de soporte neural para ella, sino también para afinar la metodología de
investigación de los neurobiólogos.
Finalmente. El
trabajo de investigación en que nos estamos metiendo puede terminar resultando
muy útil para pensar colaboraciones, en patologías que no son las neurosis y
que hasta ahora nos resultan imposibles, como autismos, Downs, perversiones debilidades
mentales, y otras que son un poco más abordables para el psicoanálisis pero fuertemente
resistentes a sus accionares más inteligentemente llevados, como melancolías
(no depresiones), esquizofrenias y paranoias.
Queridos compañeros de aventura, creo que el
esfuerzo, verdaderamente valdrá la pena.
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