1)
El hablante ser normalmente neurótico, está
instalado en una paradoja. Ella consiste en que, los significantes ordenadores
fundamentales para el sujeto: = lengua materna como cuna en la que es
representado, el en Nombre del padre que lo priva del acceso al cuerpo de la
madre –por la Ley de prohibición del incesto- y que a la vez que le dona los
rasgos de identificación (significantes) que ya post púber le permitirán
acceder al cuerpo de otro, están alojados en el lugar del Otro, mientras que él
se constituirá ordenándose a partir del rasgo unario, de algún S1 fundante,
devenido de aquel lugar del Otro pero que en tanto la diferencia entre el
gozaser y el Otro es radical, ese S1
pasará a ser ajeno en su sin sentido al Otro del cual partió. Gráfico de la
alienación. Dicho de otro modo, gozamos a partir de significantes que nos
vienen de Otro lugar que el nuestro y que de nuestro goce, el que nos los “vendió”,
no sabe nada. Por eso, significantes que pasarán a representarnos, le
resultarán ajenos a quien “nos lo vendió”. Pero así se nos instala la
errónea y fructífera creencia de que tenemos significantes que nos representan,
lo que nos hace sentir nuestra realidad consistente.
2)
En el esquizofrénico, la ambigüedad del Otro, su
mensaje de doble vínculo, no han generado condiciones para que caiga algún S1
del cual aquel pueda apropiarse, representarse y gozar, con independencia del
goce del Otro “que no debería haber”.
3)
En las mejores situaciones, que dependen de la reacción
del ser hablante ante la ambigüedad del Otro y también de que otros, además del
ambiguo, hayan participado de la constitución de su Otro primordial; el
viviente responderá estructurando vía “mimesis” seudo identificaciones imaginarias,
que le permitirán tejer un yo. Es lo que nos relata Helen Deutsch en su trabajo
sobre esquizofrenias. Eso funcionará así, hasta que algún encuentro fallido con
un objeto de amor o con Un padre, desencadenen su disgregación a la que
llamamos esquizofrenia y que al devolver la fragmentación al cuerpo causa su
agresividad que puede resultar auto o heteroagresividad (recordar los pródromos en el espejo). Los
neuróticos ante esos encuentros fallidos nos recomponemos sin que se nos
disgregue el yo, por más afectado que quede, en tanto vía espejo creemos
tenerlo más o menos bueno.
4)
Esto nos exige desplegar el concepto de yo. 4.1) En
Freud: a) de constitución a través de la identificación por proyección al
complejo del semejante. = identificación a la imagen. b) en Lacan por
identificación (si ella es mirada con “buenos ojos” por el Otro que debería
sostener a la criatura) a la imagen unificada, invertida y perimetral que
aparece en el espejo, lo que origina la función de desconocimiento del yo y del
registro imaginario y la báscula entre fascinación y agresividad. En el Proyecto:
A partir de la atracción ejercida o conminada por el deseo y la represión, el
yo queda estructurado por una red de neuronas psi con un complejo
estable y uno movible. Neuronas con barreras de resistencia y de facilitaciones
en sus límites. “El yo debe ser definido, pues, como la totalidad de
las investiduras psi existentes en un momento dado, siendo necesario distinguir
en ellas una porción permanente y otra variable. Resulta fácil comprender que
las facilitaciones entre neuronas psi también forman parte del dominio del yo,
ya que representan otras tantas posibilidades de determinar la extensión que de
momento en momento habrá de tener el yo cambiante.” Introduce la
palabra traducida al castellano como catexia o carga en Lopez Ballesteros y
como investidura por los franceses y Etcheverry, pero que en todo caso está
referida a la emisión de energía hacia el archivo de Representaciones en la
búsqueda de la percepción no encontrada. En el neurótico la porción constante
podemos suponerla como anclada al rasgo unario devenido de la experiencia
especular. El yo debe librarse de sus investiduras, de lo contrario quedaría
paralizado sin capacidad para establecer nuevas. A esa liberación lo ayuda la
característica del significante de ser sin sentido único y potencialmente
abierto a nuevas combinatorias que lo lleven a producir nuevos sentidos, y en
consecuencia a desalinear al sujeto de servidumbres imaginarias. Es lo
que se observa perdido en las parejas materno filiales sincréticas y aún en las
simbióticas. El yo, la búsqueda de la satisfacción sólo puede
hacerla por repetición, lo que no ocurre sin dolores y afectos soportados por
la capacidad de inhibición de la que el yo dispone. Se propaga
por facilitaciones (sin sentido) y en proporción inversa a las resistencias
(sentidos, significados fijos). Facilitaciones = libre de sentidos demasiados
consistentes. Resistencias = sentidos demasiado consistentes. Freud, sin haber
conocido a Ferdinand de Saussure imaginó
un sistema neuronal a la medida del signo lingüístico saussuriano.
5)
Lo que explica por Qn, podemos
seguirlo por su puesta en juego de Representaciones Objeto, Representaciones Cosa,
Representaciones Palabra y en Saussure aunque no sobrepuesto línea e
idénticamente, por signo, significante y significado. Los descubrimientos
producidos en el siglo XX sobre las neuronas, la trasmisión neuronal, las
sinapsis, sobre la función de asiento de diferentes zonas del cerebro a
funciones diversas de la vida anímica, plantea la necesidad de investigaciones
y colaboraciones transdisciplinarias (entre psicoanalistas e investigadores en
neurobiología) Pero la idea sobre el funcionamiento del yo en “El proyecto...”
adelanta en un solo texto, insoportable para el propio autor, el entrecruce
entre las funciones de los significantes y las de las neuronas en sus
estructuras más íntimas.
6)
El rasgo unario, en tanto sin sentido, tiene la
misma ineficiente pero fundamental función que tenían los troncos con el bando
fundador para la fundación de ciudades por parte de los conquistadores
españoles o el obelisco para los porteños. Sólo indica (nada menos), que
tomándolo como referencia, una población se irá construyendo y una ciudad y sus
ciudadanos encontrarán su orientación para desplazarse por ella. Antes era nada
más que una extensión de tierra, como población era nada más que un 0. Luego,
el primer 1 que aquel 0 prefiguraba, en tanto la serie indica, 0=1°, 1 = 2°, 2
= 3°… etc hacia el infinito, como lugar posible para que eche raíces una
población, para que se inscriba. Pero sólo será
escrito, tomará existencia como tal, a partir del enclavamiento del
tronco. En él se clavarían los futuros significantes escritos en el bando de
fundación. A partir de entonces, se iniciaba la serie que el bando y el devenir
posterior significarían.
7)
Al carecer el esquizofrénico de dicho S1, el resto
de los significantes no encuentran referencia para abrocharse, tienden a volar
como papeles echados al viento. Mientras no hay viento, pueden quedar ordenados
según como fueron amontonándose en el suelo en que cayeron. Pero si se
encuentran con algún viento (objeto o Un Padre), pueden echar a volar,
arremolinarse, mezclarse, incomprensibles para su dueño y para los demás. El
dueño podrá quedar perplejo, paralizado, desesperadamente agarrado a alguno que
haya quedado cerca. Y los demás no entenderán nada.
8)
La mayoría de los esquizofrénicos de lo que no
carecen, es de la lengua en la que se criaron sin dejar de pasar por “lalengua
parental” que los habitó desde los tiempos fundacionales: ambigua,
paradojal y de doble vínculo. Pulida por la mayor o menor entrada que pudieron
hacer en su niñez a otros lazos sociales. A partir de eso adquirieron el
lenguaje, pero habitados por esa “lalengua” que no fijaba un
lugar preciso para plantar el tronco fundacional, el rasgo unario fundante.
9)
De ahí las observaciones de Helen Deustch. De ahí
partimos para presentar el tratamiento diferencial de la esquizofrenia,
diferencial con respecto a “las curas tipo” de las que Lacan se burló,
pero que con su primer planteo en el III y en la cuestión preliminar a todo
tratamiento de las psicosis y mucho más avanzado en su elaboración sus
conjeturas en El sinthôme, nos permite diferenciar el análisis de
las neurosis del tratamiento de las esquizofrenias. Mientras en las neurosis
nos proponemos para acompañar al neurótico en su trabajo por desnudar su rasgo
unario y encontrarse libre de combinarlo a otros S2, socavar un yo, por débil,
excesivamente fuerte. En la esquizofrenia no podemos plantearnos desnudar lo
que no está. Suelen contarlo, también los paranoicos, como una terrible
sensación de vacío interior. En la esquizofrenia nos proponemos
ortopédicamente, pero teniendo en cuenta
lo que se vaya manifestando como anhelo (no digo deseo) y hábitos de
goce más soportables, ir fortaleciendo al yo (red de signos saussurianos) para
que supla, aunque sea limitadamente y en redes imaginarias con otros, a lo que
no está.
10)
¿Cómo hacerlo? No es sencillo. Hay que apoyarse
principal, pero no solamente en el registro imaginario. No solamente, (porque
especialmente en las menos graves contamos con un elemento importante de los
simbólico, aunque no sea el significante de la lingüistería) que es el
significante saussuriano. Apoyaremos las fascinaciones que les resulten útiles.
Buscaremos como hacer caer, nunca por enfrentamiento, las contraproducentes.
Debemos estar muy atentos a las posibles tensiones agresivas para capearlas, ya
que si no, resultan fuente de splitting. Estar atento
por lo tanto a las relaciones de estas personas con imágenes, sentidos,
significados y calibrar cuando se le presentan como reales. Trabajar puede
resultarles favorable en algunos momentos o épocas y en otros desfavorable. Hay
que observar y conjeturar sobre causas y razones de dichas variabilidades. El
analista tiene que estar muy atento a que esté ocurriendo en el terreno de las
relaciones de objeto, ya que este tipo de pacientes no las puede sostener a
través del discurso como lazo social, sino a través de uno de sus efectos, el
de masa, que es justamente de lo que tratamos de desligar a los neuróticos a la
inversa que en ellos que buscamos fortalecerlo. Podemos hacer símil
interpretaciones, pero no tales, ya que no hay rasgo unario que les haga de
punto de basta y en el que puedan terminar anclando. Debemos ayudarlos a que se
vean siempre del buen lado del espejo. No se pueden reconstituir más o menos
fácilmente, como si lo logra el neurótico, si se quedan sin espejo o del mal
lado del mismo.
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