martes, 15 de mayo de 2012

Funciones y paradojas del yo, en el tratamiento de las esquizofrenias


1)    El hablante ser normalmente neurótico, está instalado en una paradoja. Ella consiste en que, los significantes ordenadores fundamentales para el sujeto: = lengua materna como cuna en la que es representado, el en Nombre del padre que lo priva del acceso al cuerpo de la madre –por la Ley de prohibición del incesto- y que a la vez que le dona los rasgos de identificación (significantes) que ya post púber le permitirán acceder al cuerpo de otro, están alojados en el lugar del Otro, mientras que él se constituirá ordenándose a partir del rasgo unario, de algún S1 fundante, devenido de aquel lugar del Otro pero que en tanto la diferencia entre el gozaser  y el Otro es radical, ese S1 pasará a ser ajeno en su sin sentido al Otro del cual partió. Gráfico de la alienación. Dicho de otro modo, gozamos a partir de significantes que nos vienen de Otro lugar que el nuestro y que de nuestro goce, el que nos los “vendió”, no sabe nada. Por eso, significantes que pasarán a representarnos, le resultarán ajenos a quien “nos lo vendió”. Pero así se nos instala la errónea y fructífera creencia de que tenemos significantes que nos representan, lo que nos hace sentir nuestra realidad consistente.
2)    En el esquizofrénico, la ambigüedad del Otro, su mensaje de doble vínculo, no han generado condiciones para que caiga algún S1 del cual aquel pueda apropiarse, representarse y gozar, con independencia del goce del Otro “que no debería haber”. 
3)    En las mejores situaciones, que dependen de la reacción del ser hablante ante la ambigüedad del Otro y también de que otros, además del ambiguo, hayan participado de la constitución de su Otro primordial; el viviente responderá estructurando vía “mimesis” seudo identificaciones imaginarias, que le permitirán tejer un yo. Es lo que nos relata Helen Deutsch en su trabajo sobre esquizofrenias. Eso funcionará así, hasta que algún encuentro fallido con un objeto de amor o con Un padre, desencadenen su disgregación a la que llamamos esquizofrenia y que al devolver la fragmentación al cuerpo causa su agresividad que puede resultar auto o heteroagresividad  (recordar los pródromos en el espejo). Los neuróticos ante esos encuentros fallidos nos recomponemos sin que se nos disgregue el yo, por más afectado que quede, en tanto vía espejo creemos tenerlo más o menos bueno.
4)    Esto nos exige desplegar el concepto de yo. 4.1) En Freud: a) de constitución a través de la identificación por proyección al complejo del semejante. = identificación a la imagen. b) en Lacan por identificación (si ella es mirada con “buenos ojos” por el Otro que debería sostener a la criatura) a la imagen unificada, invertida y perimetral que aparece en el espejo, lo que origina la función de desconocimiento del yo y del registro imaginario y la báscula entre fascinación y agresividad. En el Proyecto: A partir de la atracción ejercida o conminada por el deseo y la represión, el yo queda estructurado por una red de neuronas psi con un complejo estable y uno movible. Neuronas con barreras de resistencia y de facilitaciones en sus límites. “El yo debe ser definido, pues, como la totalidad de las investiduras psi existentes en un momento dado, siendo necesario distinguir en ellas una porción permanente y otra variable. Resulta fácil comprender que las facilitaciones entre neuronas psi también forman parte del dominio del yo, ya que representan otras tantas posibilidades de determinar la extensión que de momento en momento habrá de tener el yo cambiante.” Introduce la palabra traducida al castellano como catexia o carga en Lopez Ballesteros y como investidura por los franceses y Etcheverry, pero que en todo caso está referida a la emisión de energía hacia el archivo de Representaciones en la búsqueda de la percepción no encontrada. En el neurótico la porción constante podemos suponerla como anclada al rasgo unario devenido de la experiencia especular. El yo debe librarse de sus investiduras, de lo contrario quedaría paralizado sin capacidad para establecer nuevas. A esa liberación lo ayuda la característica del significante de ser sin sentido único y potencialmente abierto a nuevas combinatorias que lo lleven a producir nuevos sentidos, y en consecuencia a desalinear al sujeto de servidumbres imaginarias. Es lo que se observa perdido en las parejas materno filiales sincréticas y aún en las simbióticas. El yo, la búsqueda de la satisfacción sólo puede hacerla por repetición, lo que no ocurre sin dolores y afectos soportados por la capacidad de inhibición de la que el yo dispone. Se propaga por facilitaciones (sin sentido) y en proporción inversa a las resistencias (sentidos, significados fijos). Facilitaciones = libre de sentidos demasiados consistentes. Resistencias = sentidos demasiado consistentes. Freud, sin haber conocido a Ferdinand de Saussure  imaginó un sistema neuronal a la medida del signo lingüístico saussuriano.
5)    Lo que explica por Qn, podemos seguirlo por su puesta en juego de Representaciones Objeto, Representaciones Cosa, Representaciones Palabra y en Saussure aunque no sobrepuesto línea e idénticamente, por signo, significante y significado. Los descubrimientos producidos en el siglo XX sobre las neuronas, la trasmisión neuronal, las sinapsis, sobre la función de asiento de diferentes zonas del cerebro a funciones diversas de la vida anímica, plantea la necesidad de investigaciones y colaboraciones transdisciplinarias (entre psicoanalistas e investigadores en neurobiología) Pero la idea sobre el funcionamiento del yo en “El proyecto...” adelanta en un solo texto, insoportable para el propio autor, el entrecruce entre las funciones de los significantes y las de las neuronas en sus estructuras más íntimas.
6)    El rasgo unario, en tanto sin sentido, tiene la misma ineficiente pero fundamental función que tenían los troncos con el bando fundador para la fundación de ciudades por parte de los conquistadores españoles o el obelisco para los porteños. Sólo indica (nada menos), que tomándolo como referencia, una población se irá construyendo y una ciudad y sus ciudadanos encontrarán su orientación para desplazarse por ella. Antes era nada más que una extensión de tierra, como población era nada más que un 0. Luego, el primer 1 que aquel 0 prefiguraba, en tanto la serie indica, 0=1°, 1 = 2°, 2 = 3°… etc hacia el infinito, como lugar posible para que eche raíces una población, para que se inscriba. Pero sólo será  escrito, tomará existencia como tal, a partir del enclavamiento del tronco. En él se clavarían los futuros significantes escritos en el bando de fundación. A partir de entonces, se iniciaba la serie que el bando y el devenir posterior significarían.
7)    Al carecer el esquizofrénico de dicho S1, el resto de los significantes no encuentran referencia para abrocharse, tienden a volar como papeles echados al viento. Mientras no hay viento, pueden quedar ordenados según como fueron amontonándose en el suelo en que cayeron. Pero si se encuentran con algún viento (objeto o Un Padre), pueden echar a volar, arremolinarse, mezclarse, incomprensibles para su dueño y para los demás. El dueño podrá quedar perplejo, paralizado, desesperadamente agarrado a alguno que haya quedado cerca. Y los demás no entenderán nada.
8)    La mayoría de los esquizofrénicos de lo que no carecen, es de la lengua en la que se criaron sin dejar de pasar por “lalengua parental” que los habitó desde los tiempos fundacionales: ambigua, paradojal y de doble vínculo. Pulida por la mayor o menor entrada que pudieron hacer en su niñez a otros lazos sociales. A partir de eso adquirieron el lenguaje, pero habitados por esa “lalengua” que no fijaba un lugar preciso para plantar el tronco fundacional, el rasgo unario fundante.
9)    De ahí las observaciones de Helen Deustch. De ahí partimos para presentar el tratamiento diferencial de la esquizofrenia, diferencial con respecto a “las curas tipo” de las que Lacan se burló, pero que con su primer planteo en el III y en la cuestión preliminar a todo tratamiento de las psicosis y mucho más avanzado en su elaboración sus conjeturas en El sinthôme, nos permite diferenciar el análisis de las neurosis del tratamiento de las esquizofrenias. Mientras en las neurosis nos proponemos para acompañar al neurótico en su trabajo por desnudar su rasgo unario y encontrarse libre de combinarlo a otros S2, socavar un yo, por débil, excesivamente fuerte. En la esquizofrenia no podemos plantearnos desnudar lo que no está. Suelen contarlo, también los paranoicos, como una terrible sensación de vacío interior. En la esquizofrenia nos proponemos ortopédicamente, pero teniendo en cuenta  lo que se vaya manifestando como anhelo (no digo deseo) y hábitos de goce más soportables, ir fortaleciendo al yo (red de signos saussurianos) para que supla, aunque sea limitadamente y en redes imaginarias con otros, a lo que no está. 
10)                       ¿Cómo hacerlo? No es sencillo. Hay que apoyarse principal, pero no solamente en el registro imaginario. No solamente, (porque especialmente en las menos graves contamos con un elemento importante de los simbólico, aunque no sea el significante de la lingüistería) que es el significante saussuriano. Apoyaremos las fascinaciones que les resulten útiles. Buscaremos como hacer caer, nunca por enfrentamiento, las contraproducentes. Debemos estar muy atentos a las posibles tensiones agresivas para capearlas, ya que si no, resultan fuente de splitting. Estar atento por lo tanto a las relaciones de estas personas con imágenes, sentidos, significados y calibrar cuando se le presentan como reales. Trabajar puede resultarles favorable en algunos momentos o épocas y en otros desfavorable. Hay que observar y conjeturar sobre causas y razones de dichas variabilidades. El analista tiene que estar muy atento a que esté ocurriendo en el terreno de las relaciones de objeto, ya que este tipo de pacientes no las puede sostener a través del discurso como lazo social, sino a través de uno de sus efectos, el de masa, que es justamente de lo que tratamos de desligar a los neuróticos a la inversa que en ellos que buscamos fortalecerlo. Podemos hacer símil interpretaciones, pero no tales, ya que no hay rasgo unario que les haga de punto de basta y en el que puedan terminar anclando. Debemos ayudarlos a que se vean siempre del buen lado del espejo. No se pueden reconstituir más o menos fácilmente, como si lo logra el neurótico, si se quedan sin espejo o del mal lado del mismo. 

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