miércoles, 18 de abril de 2012

Volviendo a Freud desde la Biblia, Winnicott y Lacan

El Objeto, a es probablemente, uno de los conceptos que más dificultades ofrece al entendimiento. Articulo a poder, porque creo que así se abren nuevas luces.

Las consultas al psicoanalista tienen como meollo de parte de quien lo hace, la convicción de hallarse impotente para resolver tal o cual problema de su vida. Conflictos con su pareja, sus hijos u otros familiares importantes. En el trabajo o con su trabajo (sea patrón o empleado). Síntomas obsesivos o fóbicos que lo impotentizan o reducen, laboral o relacionalmente. Enamoramientos que lo tornan impotente en varios sentidos, en sus vínculos tradicionales. Impotencias sexuales: eyaculación precoz, dificultades de erección, dificultades para "acabar" en los varones. Frigideces varias, dispareunias que dificultan o impiden el coito, anorgasmias femeninas. Indecisiones en la elección hétero u homo sexual de objeto, que estorban al amor, el goce erótico, etc.

Párrafo aparte, merecen las diferentes variantes de "psicosis". En ellas, la consulta suele partir de alguien interesado en el afectado que recurre al "psi", por el carácter invalidante del padecer éste y/o, porque resulta peligroso para sí o para otros.

También ameritan otro párrafo los perversos. Llevan adelante sus vidas renegando la castración del lenguaje y sus consecuencias. Sólo consultan o son traídos, si algún acontecimiento desmoronó catastróficamente el castillo de naipes y la defensa sobre la que lo habían construido, desencadenando fenómenos psicosomáticos[1] graves o psicosis.

Finales del 2001 en Argentina. Un grito conmovía las calles: "¡Qué se vayan todos!" Iba dirigido a los estamentos políticos, tanto de gobierno como de oposición. Lo voceaba el rencor de la gente. Un enorme porcentaje de la población había resultado sin trabajo, sumido en la indigencia. Otra porción trabajaba[2] acosado por las necesidades básicas insatisfechas, como las nomina el INDEC[3]. La mayoría de las capas medias y de los inversores nacionales quedaron con sus dineros retenidos y devaluados luego, en los célebres "corralito y corralón". Quienes gritaban aquello, no advertían que lo que para ellos era una metáfora, si hubiera tomado la forma de una demanda aceptada, el país hubiera quedado sin gobierno, y la anomia y la anarquía hubiera reinado en sus calles. Tampoco tomaban nota (incluso psicoanalistas prestigiados[4] que la voceaban), que al no proponer alguna sustitución de los “todos” que querían que se fueran, coreaban una consigna impotente. Digamos de paso, que dicha impotencia no era mero efecto, respondía a la lógica de su propio axioma que no proponía sustitutivos. El ejemplo patético lo expresó hasta en su apariencia y sus acciones posteriores Luis Zamora[5].

A esta altura el lector se puede estar preguntando: ¿Qué tienen que ver las demandas de tratamiento en los consultorios "psi" con las calles de la Argentina a partir del 2001? Un sentimiento, una posición, y un significante, insisten en ambos escenarios:

1) Los sentimientos y la sensación de impotencia.

2) La posición de esperar de (o) Otro que le resuelva algo que lo aqueja a quien demanda. Posición. que instala un horizonte de insatisfacción ante un resultado que inevitablemente será fallido (parcial o totalmente). Así se re- estructuró la retro- alimentación del: ¡Qué se vayan todos! Retro- alimentación que se repite en hipocondríacos graves cuando circulan perpetuamente por médicos diversos.

1) El significante poder, es sentido como falto en sí mismo y como posesión absoluta y faltante del (o)Otro. Típicamente, el Discurso de la histérica:

En todas esas circunstancias, al agente y al otro, les parece que lo que está en disputa son objetos. Mercancías, afectos, dinero, saberes, ubicaciones sociales, laborales y/o sexuales. Lo que verdaderamente está en juego es: poder. Es la relación del sujeto con lo posible, lo contingente, lo imposible y lo necesario, según la re categorización que propuso Lacan en su lógica modal[6] Esto se venía anunciando en sus matemas de discurso, cuando colocó al de la Histérica y de la Universidad bajo el acápite de la impotencia y al del analista y el del amo bajo el de lo imposible. En el de la Histérica, su deseo es mantenido por la insatisfacción del deseo, debida a la imposibilidad estructural del amo para producir un saber que sepa con qué y como satisfacerlo. En el de la Universidad, como el amo supone disponer del "todo saber" y los alumnos se "lo creen" quedándose en ser nada más que objetos, producen síntomas de impotencia.

Discurso de la Universidad:

Mientras Lacan en los dos primeros alude a la sensación de sus agentes, en los dos segundos se refiere a la dimensión del acto que se proponen y el límite con el que se encuentran indefectiblemente. Los primeros perciben la castración como propia o del otro. Los segundos se encuentran conque ese tope es del Otro, o sea de la estructura del lenguaje y su consiguiente producción de real (lo que cae por fuera de lo que se construye como saber eficaz), la castración. Puede ocurrirles que no lo perciban en el Prc. Cc. con esa lucidez, y también lo sientan como impotencia. Lacan observó que: "El fin del discurso del amo, por ejemplo, es que las cosas marchen al ritmo de todo el mundo. Y bien, esto no es de ningún modo lo mismo que lo real, porque lo real, justamente, es lo que no anda, lo que se pone en cruz ante este convoy, más aún, lo que no cesa de repetirse para entorpecer esta marcha."[7] De ahí, lo imposible para dicho discurso. Pero observemos que en todos los discursos, lo que se plantea es el resultado de su estructura, tratando de lograr poder.

Lacan, en el seminario VI, Sobre las relaciones de objeto, ante la insistencia de muchos psicoanalistas en vincular el llamado pensamiento mágico a una omnipotencia que el niño creería tener, aclara que de lo que se trata, es que cree en la omnipotencia de la madre. Ésta es la que se le aparece como tal al niño. Hasta pasados bastantes años, cuando la madre o el padre no acceden a algunas de sus demandas, el niño no está en condiciones de posibilidad de advertir que eso puede devenir de alguna imposibilidad parental, él cree que no quieren satisfacérsela. Para él, los padres son omnipotentes. La negativa torna al objeto, malo, como llamó Melanie Klein a uno de los objetos de la escisión. Con lo que para el niño, el objeto queda adjetivado porque momentáneamente tiene forcluida, la idea de imposibilidad. No está en condiciones de captar que no todo se puede. Pero es lo que muchas veces se hace presente y lo que progresivamente buscan los chicos, para no sentir que los padres no los aman. Los padres que no ponen los límites necesarios, corren serio peligro de enloquecer a sus hijos al sostener dicha forclusión de lo imposible. Esa posición, también les hace perder el amor de los pibes. Será a través de una buena experiencia que a los chicos se les facilitará acceder, siempre parcialmente, en mayor o menor medida, al concepto de imposibilidad.

Nos decía Donald Winnicott: "Pareciera que se hubiera olvidado ese territorio del desarrollo y la experiencia individuales, a la vez que se concentraba la atención en la realidad psíquica, que es personal e interior, y en su relación con la realidad exterior o compartida"[8] Winnicott retoma así, el que fue el planteo de Freud ya desde el Proyecto de psicología para neurólogos cuando en su capítulo II afirmaba: "El organismo humano es, en un principio, incapaz de llevar a cabo esta acción específica, (la que solucione la recepción de estímulos endógenos que mantiene la tensión -el hambre por ejemplo-) realizándola por medio de la asistencia ajena, al llamar la atención de una persona experimentada sobre el estado en que se encuentra el niño, mediante la conducción de la descarga por la vía de la alteración interna (por ejemplo por medio del llanto del niño) Esta vía secundaria adquiere así la importantísima función secundaria de la comprensión y la indefensión original del ser humano conviértese así en la fuente primordial de todas la motivaciones morales.

Una vez que el individuo asistente ha realizado para el inerme el trabajo de la acción específica en el mundo exterior, el segundo se encuentra en situación de cumplir sin dilación, por medio de dispositivos reflejos, la función que en el interior de su cuerpo es necesaria para eliminar el estímulo endógeno. La totalidad de este proceso entonces representa una vivencia de satisfacción, que tiene las más decisivas consecuencias para el desarrollo funcional del individuo. En efecto, tres cosas se producen/.../ 1) Se efectúa una descarga permanente, poniendo fin con ello a la urgencia que generó displacer /.../ 2) Se produce la investidura de una o de varias neuronas del pallium que corresponde a la percepción de un objeto (subrayados míos SR). 3) A otros puntos del pallium llegan las noticias de la descarga lograda mediante el desencadenamiento del movimiento reflejo que siguió a la acción específica. Obsérvese que el registro del objeto depende de la eficacia conque éste, haya podido llevar adelante la acción específica. Lo que se percibe en el cuerpo es su acción sobre el malestar interno.

En el largo camino de la indefensión originaria a la capacidad relativa para poder defenderse, lo que se va perdiendo no es tanto el asistente como la asistencia, que se irá adquiriendo como una capacidad propia y relativa. De ahí la necesidad del lazo social. Lacan dilucidó el movimiento de alienación separación[9], en Los cuatro conceptos.

Mostró la alienación del sujeto en el campo del Otro, a través de la reunión de los círculos de Euler, que marcan a la vez la intersección. Es en dicha intersección, que el significante se reduce a su sin-sentido lo que abre paso a la libertad de elección, a la separación (no aislamiento). Me animo a ubicar ahí, también al "a".

Los objetos, de reales pasarán a ser simbólicos, en dependencia de como se comporten, de como: "La madre coloque el pecho en el lugar que el bebé esta pronto para crear. /.../ La zona inmediata a la que me refiero es la que se ofrece al bebé entre la creatividad primaria y la percepción objetiva basada en la prueba de realidad. "[10].

Para el Génesis, Dios Padre creó el mundo. Para San Juan, en principio era el Verbo. Para lo que deduzco de la experiencia psicoanalítica y de cómo entiendo planteos antes citados o aludidos de Freud, Winnicott y Lacan, el objeto "a" es: el efecto de la articulación entre la persona que ejerce nuestro cuidado y cómo éstos sean ejercidos. Por eso se puede presentar imaginariamente vestido de madre, padre, abuelos, esposa/o, psicoanalista o Dios. Simbólicamente será bueno o malo, nos amará, deseará o no, según como ejerza la acción específica. Y ello devendrá, de su poder saber hacer y su disposición o no, a hacerlo. En consecuencia, lo radical del "a" (tanto como posición propia como la del (O)otro) y de su pérdida, es: poder. Significante sin sentido, sólo precipitación esencial de lo que podría ser verbo, adverbio, sustantivo o adjetivo. Poder a secas, sin sujeto, sin predicado. Abierto a toda su plurisemia que dependerá de su combinación con otros significantes. De su carácter de acción, deviene lo no especularizable del objeto "a"[11]. Dice Lacan: "Mi S1 sólo tiene el sentido de puntuar ese cualquier cosa, ese significante -letra que yo escribo S 1, significante que sólo, se escribe si se lo hace sin ningún efecto de sentido. Resumiendo, es lo homólogo de lo que acabo de decirles del objeto "a". Finalmente, cuando pienso que me he divertido un rato haciendo un juego entre este S1 que yo había llevado hasta la dignidad del significante 1, que he jugado con este Uno y con el "a" anudándolos por medio del número de oro, ¡esto vale mil![12]" Luego lo imaginario lo irá encarnando en la propia persona, en los otros, en la cúpula del aparato del estado, de las fuerzas armadas, de las corporaciones o de cualquier organización artificial de masas, en los fenómenos naturales, etc. Y siempre se presentará perdido o cuando menos insuficiente, como efecto de la castración fundamental, la del lenguaje. El deseo, causado por el objeto (poder) perdido y nunca tenido, se sostiene en el fantasma, escena que de alguna manera promete recuperarlo. El deseo siempre es de: poder.

Parte del poder de la cura psicoanalítica, proviene de la ilusión (también llamada transferencia) en que se encontrará un supuesto saber hacer, que permitirá recuperar poder. Lo que sólo en parte, se puede lograr. Pero esa parte, vale mucho.



[1] Como propone llamarlos Oscar Lamorgia

[2] En tareas informales desastrosamente remuneradas

[3] Instituto Nacional de Estadísticas Y Censos

[4] Pero nostálgicos de pasados “izquierdistas”

[5] Líder de sucesivos grupos producidos por las cariocinesis (índice de impotencia) trotskistas

[6] Ver: Encore

[7] La Tercera de Roma(1974). Ediciones Petrel: pag. 165 (edición de enero de 1984)

[8] Realidad y juego. Página 13 Edición en español de Gedisa

[9] Página 219 (Editorial Paidós)

[10] Donald Winnicott: Realidad y juego, página 29.

[11] Cito porque estimo relacionable este planteo con el siguiente enunciado de Lacan: “... sucede que el objeto a puede trocar su lugar con el significante amo, puede sustituirlo en el lugar seudo rector, y desde allí funcionar como debe funcionar el analista. El analista funciona en el análisis como representante del objeto a; a fin de cuentas no es seguro que yo mismo capte incluso todo el sentido de esta fórmula, pero estoy convencido de que tal es, efectivamente la manera que eso tiene de escribirse, y esto es lo que expresan exactamente los cuatrípodos que designan el discurso del amo y el discurso analítico.” En: Sobre la experiencia del pase –3 de noviembre de 1973- Publicado en Ornicar? El saber del psicoanálisis (en castellano)

[12] Lacan: La Tercera de Roma

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