miércoles, 23 de julio de 2008

Clase sin Nº

Abstinencia y análisis del Analista

Demos algunas vueltas por donde habíamos andado la charla pasada.
Lacan en el Sem. 11 comienza a trabajar el concepto de transferencia en el Cap. X: Presencia del analista está titulado el capítulo. Presencia del analista…término enigmático… allí Lacan nos dice que el analista es el testigo de la característica del campo freudiano, campo que por su naturaleza se pierde. Se refiere al carácter pulsátil del inc.: aparece, desaparece, apertura y cierre vía las formaciones del inc. Recuerden que definió al campo freudiano como campo del inc. y del deseo, vía el deseo histérico. Campo donde se acentúa el carácter de la “extraña temporalidad” de los fenómenos inconcientes. Se refiere a la retrosignificación, el apres-coup, el nachtraglich freudiano, (para decirlo en francés y en alemán).

En el cap. siguiente define a la transferencia como la puesta en acto de la realidad sexual del inc.
Hasta este sem. Lacan ligaba inc. y transferencia. A partir de este momento introduce otro término: sexualidad. Sexualidad definida no como una sustancia, sino como el efecto que el sujeto se falta a sí mismo. Se falta a sí mismo porque encuentra su ser en el Otro.
La falta en ser del sujeto es doble: en el inicio hay una pérdida real, efecto de la pérdida de goce necesaria para el advenimiento del inc. (al menos de la posibilidad de su condición). Por otro lado, el sujeto como falta lo es en tanto hay falta simbólica: el significante no puede significarse a sí mismo, hace siempre falta otro significante, siendo esta remisión indefinida.

Esta doble falta designa también a la causa del inc. como causa perdida. Más adelante, y en este mismo Sem. la causa perdida será denominada: causa de deseo. Causa de deseo en tanto representa aquello de lo que hemos sido privados. Eso que la teoría llama: goce. Goce en tanto privación como causa del inc.
La repetición intentará el reencuentro con aquello que, en el origen, hemos perdido.

Que la t. es la puesta en acto de la realidad sexual del inc. quiere decir que la t. es la puesta en acto de la realidad sexual pulsional del inc..
Realidad sexual pulsional quiere decir, dicho de otro modo, fantasma ligado a las pulsiones sexuales.
Esta realidad pulsional no se dirije al Otro sexo, sino a la satisfacción obtenida recorriendo los objetos donde busca su propio ser de goce perdido.
Estos puntos Lacan los trabaja en los capítulos XI y XII del Sem. 11. Llegado a ese punto de su trabajo, ubica, estoy en el punto 2 del cap. XII, ubica al deseo como el punto de unión del inc. y su pulsación con la realidad sexual. O sea el deseo articula inc. y pulsión. El término que usa Lacan es: empalme. El deseo empalma inc. y pulsión.

Uds. saben un empalme es la unión de dos elementos para permitir que algo continúe. Se utiliza en electricidad, en plomería….y Lacan lo usa en psicoanálisis.
Como ven sigo recorriendo los mismos caminos que el mes pasado, trabajo sobre la cuestión que nos lega Lacan, que curiosamente es la que nos lega Freud, trabajar sobre la unión, la disyunción, del inc. y la pulsión.

Pero no cualquier deseo hace esa articulación, ese empalme, sino un deseo nuevo en la teoría: el deseo del analista. Este deseo es ubicado para articular inc. y pulsión.
El deseo del analista empalma inc. y pulsión para que el análisis continúe, para que el análisis termine.

Empalmar inc. y pulsión quiere decir llevar la demanda a la pulsión, para ir en contra de la identificación. El deseo del analista, en este sentido, no es neutral. No hay neutralidad: el análisis no va a cualquier lado, va de la transferencia a la pulsión. Va de lo que aparta la t., o sea la demanda, la aparta de la pulsión. Este deseo vuelve a llevar la demanda a la pulsión. Esto hace aislar al objeto a, sostenido, soportado por el analista.

Esto implica una extensión del término neutralidad. Para Freud, se trata, en este punto, de evitar que la persona, los prejuicios, los ideales, que el fantasma del sujeto que es el analista interfieran en la marcha del análisis. Ya en Freud la neutralidad es un término que intenta poner a raya al yo, al fantasma y a los prejuicios del analista.
Moustafá Safouan contaba de sus supervisiones con Lacan: todo podía hacerse, decirse en el análisis, salvo una cosa: hablar de sí mismo al paciente. Hablar de sí mismo es un modo de nombrar los fantasmas, prejuicios, ideales del analista.

Fijensé si la regla de abstinencia es una consecuencia de la regla de la asociación libre, lo es en este sentido: a la indicación de hablar de cualquier cosa, hablar de todo, sin preocuparse por el tema, el contenido, esa regla tiene un límite. Es imposible hablar de todo, entre otras cosas, porque el todo no existe. No hay un todo decir. Del lado del analista hay una restricción, no hablar de sí mismo.

El deseo del analista, como concepto, intenta resolver los impasses que había producido el análisis posfreudiano con el concepto de contratransferencia y al mismo tiempo resolver el impasse que el goce, el fantasma y el objeto producían en la marcha misma de la cura, particularmente considerando que la pulsión también pasa por la transferencia. Para los posfreudianos, un buen analista es aquel que no siente nada por el paciente, solo una uniforme y suave benevolencia (Paula Heinman).

Ya en el Sem. de “La angustia” Lacan opone a las ideas, por ej. de Margarett Little, las vacilaciones calculadas de la neutralidad.
Y porqué esto? Porque se hace necesario algo nuevo en la teoría, porque aparece el deseo del analista como término hasta entonces no recortado de la práctica?
Bueno, los analistas descubren que el tiempo del inc., el tiempo del recuerdo, aunque sea recuerdo encubridor, suele detenerse ante la aparición de fenómenos ligados a la pulsión: el acting out, el pasaje al acto, la angustia dan cuenta que el estatuto de la representación es insuficiente para dar cuenta de la marcha de un análisis.

Estos fenómenos suelen producir la detención del análisis, el análisis se detiene ante la emergencia de situaciones privilegiadas que permiten ordenar el acceso a la realidad de goce del sujeto, situaciones que revelan lo real de la estructura.
Como responda el analista ante esas situaciones? La forma más clásica es que son manifestaciones de la resistencia. Chau, se acabó, no hay más nada que decir.
A partir de Lacan, las cosas cambian. El va a cuestionar la manera de pensar esos fenómenos, va a cuestionar a los analistas, no a los pacientes.

Y los analistas se presentaban al modo “momia”: siempre el mismo traje, los mismos adornos en el consultorio, nada debía cambiar, para que todos los cambios vengan del analizante. Más alla de la descalificación personal a esos practicantes, conviene situar que ellos pensaban que su lugar era un lugar definido por la falta de deseo. Como hacer para no desear. Es un modo de ubicarse en el lugar de la causa, ellos como causa del deseo del paciente. No estaba mal como planteaban las cosas, el asunto es que posición clínica tomaban. Tomaban esta posición de no tener ninguna.
El asunto es que esa política de librar al analista de todo anhelo frente a los avatares de un análisis fracasaba. Los análisis se detenían, siendo muy difícil su relanzamiento.

El paciente llega a sesión enyesado…el analista no pregunta nada de eso que se le muestra.
El paciente hace un regalo al analista y cada vez que vuelve al consultorio se encuentra con su regalo en el mismo lugar que el analista lo había dejado, envuelto en el mismo papel de regalo.
Como los análisis fracasaban, se hacían dos tipos de críticas. Una muy difundida aún que dice que al analista le falta análisis, que aún le falta análisis para poder ser esa momia perfecta, ese espejo ilusorio que devuelva sin falta las imágenes que el paciente produce.

Se hacía otro tipo de crítica que indicaba que esas rupturas eran efecto de un abuso en la relación de poder: el analista dirijiendo la cura no hacía más que satisfacer sus ansias de poder, lo cual revelaba a su vez cierta impotencia y otra vez vuelta a lo anterior, impotencia insuficientemente analizada.
Después llegó la contratransferencia, el modo más sutil de preservar la falta de deseo del analista: todo lo que le pasa al analista, todo lo que siente, lo que experimenta es efecto del decir del paciente.

Esto producía en las instituciones encargadas de formar analistas lo que se llamaría una regulación institucional del deseo. Había que estipular normas, regulaciones, standards para permitir la práctica del análisis.
En otras palabras, se ordenaba lo que era del orden de la neutralidad, por el lado de la domesticación, del aprestamiento de la voluntad. Se construía un yo analítico fuerte y poderoso.
Lo que le ocurría a los analistas era el efecto deseable o indeseable del deseo del paciente.
Para ser analista había que sostener los ideales institucionales sobre como ser analista.

Las modalidades de enfrentar los fracasos: falta de análisis, ansia de poder o contratransferencia contienen su grano de verdad, cual un delirio. El grano de verdad es que la cuestión radica en el análisis del analista y su relación a la neutralidad.
Neutralidad entendida como dominio del yo, como voluntad de dominio del yo de todas las inclinaciones, ideales, prejuicios, fantasmagorías del candidato a analista.
Las tres versiones, ubican el problema de cómo pensar al analista en el lugar de la causa, lugar que venimos viendo es el que ubica Lacan en el sem. 11, el analista como causa del decir analizante.

Lacan también toma esta vertiente del análisis del analista como coproductor del lugar del analista como causa, pero lo va a situar en relación al análisis mismo y no como regulación institucional. Recordemos que el sem. 11 se desarrolla cuando él es expulsado de la IPA.
Lacan va a sustituir a las normativas institucionales como lugar de la causa y va a ubicar allí al mismo analista como causa: el analista se autoriza de sí mismo y de algunos otros. La autorización provendrá de sus propios y personales avatares en la producción de su propia causa como causa perdida. Sustituye Lacan el ideal de ser nada, la momia, por la pregunta por la nada de ser, el desser del analista.

Para dar una vuelta por esa nada de ser, el análisis del analista debe pasar por esos puntos donde la retórica del inconciente cede su lugar a la gramática del fantasma. Pasamos del imperio del significante a la tiranía del objeto.
Y esto es así a partir de la pérdida original, de la privación de goce que causa al inc.
Pérdida que nos importa porque la sola deriva significante también deja al analista a la deriva y lo que es peor, deja a los análisis a la deriva. Esa fetichización de la escucha también produce detenciones en los análisis. Es necesario el paso, el salto del inc. a la pulsión para retomar el análisis, para hacer pasar lo real por lo simbólico.

Se entiende la razón? Si operamos en la sola escucha significante, el análisis se hace interminable.
Entonces, no hay neutralidad, hay deseo del analista, aquello por lo cual el analista quiere ser tomado. Y porqué objeto quiere ser tomado? Sigamos un poco con el Sem. 11, para poder contestar a esta pregunta, ya que la respuesta a esta pregunta está en el análisis mismo, está en la transferencia.

Como Lacan viene trabajando el concepto de transferencia, sigo con el Sem. 11, tiene que distinguir pulsión y amor, recordando, con Freud, que el odio y el amor no son destinos pulsionales. Esto le importa porque entonces el amor de t. encubre la realidad sexual de la t., o sea que la t. se descompone en dos campos: amor y libido. En los cap. siguientes, 13, 14 y 15 Lacan va a distinguir: libido, deseo, pulsión, de amor y narcisismo. En suma, distingue lo que es de la demanda, el amor de t., de lo que es la pulsión y de allí emerge el deseo que sostiene todo ese andamiaje.

Más adelante, en el cap. XVIII vuelve a la t. a través del deseo del analista, al que ubica como sostén de la confianza del paciente. Me gusta mucho esa expresión, la confianza del paciente.
Va a situar que la confianza, que en verdad es un término usado por Freud, dependerá de que el analista no sea engañado por el deseo del paciente. Este engaño va a estar reforzado por el amor de t.
El deseo advertido de la época de La Etica puede ser pensado en relación a este engaño. El analista advertido del supuesto engaño del que pueda ser objeto. La confianza entonces se dirije a que el analista sepa como maniobrar con el amor de t.

Para ello es necesario el deseo del analista. Detrás del amor de t. lo que hay es la ligazón del deseo del analista al deseo del paciente. Pág. 258. Es necesario no dejarse engañar por el amor, para que advenga algo del orden del deseo.
Distingue ahí Lacan a Freud y a Descartes. Los homologa en relación a los pensamientos, con una fórmula: de pensar, soy. Los distingue no solo porque en Freud son pensamientos inc., sino que en Descartes los pensamientos tienen un garante: Dios no engaña, por lo tanto el sujeto cartesiano obtiene una certeza.

Aca tenemos ubicados, a mi entender claro, a la abstinencia: queda ubicada tras la confianza. El paciente confía en nuestra abstinencia. Y esa abstinencia va a aparecer clínicamente con un efecto, el deseo del analista. y este deseo, a su vez, dependerá del análisis del analista.
A lo largo del Sem. va a dar distintas aproximaciones al cercamiento de este deseo. En principio no es un deseo sostenido en lo que desea el analista, especialmente no tiene nada que ver con el deseo de ser analista. Insistir con esto, no es lo que desea el analista, mucho menos el deseo de ser analista. Tampoco es un deseo histérico, no es un deseo insatisfecho.

Pero tampoco es un deseo puro, pág. 279. Un deseo puro sería un deseo sin objeto. Lo más próximo al deseo puro es el deseo de muerte. Es un operador, una x, una magnitud negativa, una negatividad, pág. 257.
Un ej. de deseo puro se aprecia en Hamlet. Un deseo puro es el deseo en Gertrudis, deseo sin ley ni límite. Mujer sin límite quiere decir que nada la detiene: ni el trono, ni el rey, ni los ideales, ni la maternidad, deseo oral sin ley, puro capricho. Yocasta es otro ej. en ambos casos la pureza las lleva a la muerte, a ellas, a sus hijos, a sus maridos. No se salva nadie.

Alumna: ¿Por qué a la madre de Hamlet?

Miguel: si hay alguien que desea más allá de todas las circunstancias sociales, políticas, subjetivas, más allá de ella misma, de su marido, de su amante, de su hijo, es la madre de Hamlet. Es esa mujer que como dice Hamlet con la comida de los funerales celebra la boda con su nuevo marido. Terminan todos muertos. Además hay que hacer la salvedad que hace Lacan, no nos olvidemos que no es un caso clínico por eso sitúa una mujer que no existe en la práctica. Lo que sí nos importa es situar las coordenadas en las que esa mujer se mueve y que situaciones produce o provoca. Es una mujer básicamente oral sin capricho ni ley. Lacan mismo las llama mujeres feroces y tristes.

En la reunión de la revista del domingo se presentaron algunas de estas madres que en cierta forma van por esta línea de mujeres sin ley o cuya única ley es su capricho, en todo caso.
Es un deseo de obtener la máxima diferencia, la máxima diferencia es la diferencia absoluta respecto del significante fundamental del sujeto. Quiero decir, el analista no aporta sus significantes, sus ideas, su idea de felicidad, no aporta su saber.
El analista aporta su deseo al análisis, no sus juicios de valor.

A este deseo negatividad, impuro, no insatisfecho, deseo operador, nos dice que es el deseo objeto de la t. Deseo entonces causa del deseo del Otro. La llamada posición de objeto, objeto a…recuerden lo que situábamos el año pasado: el objeto a es letra, vacío o resto, esta posición es posición causante de deseo. El deseo del analista es hacerse tomar como objeto causa, objeto causa de deseo.
Al analista provisto de este deseo es a lo que llama: presencia del analista.

Noemí: Objeto causa me parece que está en otro lugar que también se escucha decir cuando trabajamos estas cuestiones que es el analista como objeto del fantasma del paciente. Hacerse tomar en ese lugar en el que la escena fantasmática sucede en relación al analista.

Miguel: ese tampoco es el objeto causa de deseo. Tapona. Por ejemplo a ese lugar va un niño pscótico, va a ese lugar de objeto de fantasma de la madre. Iríamos al lugar de un niño psicótico.

Noemí: eso da lugar a la interpretación usted me toma a mí por su objeto x que tiene que ver lo pulsional fantasmático. Estas ubicando al analista en otro lugar.

Miguel: Claro. Me acordaba de un paciente que en un determinado momento se levanta del diván y se sienta y me dice que lo que tenía que decirme lo tenía decir sentado. Entonces le pregunté ¿qué mira?, no me toma por no sé que objeto quiere mirar. Eso apunta a que él baya a producir ese lugar.

Para tener, estar en esa presencia es necesario que el analista haya producido en su análisis una separación respecto de las condiciones de su goce respecto al deseo.
Esto quiere decir que el analista no debe creer que es posible llenar el vacío causado por la pérdida del objeto, objeto perdido del que comentábamos hace un rato.
No debe creer que el vacío que implica su posición pueda ser llenado con algo. Este es el vaciamiento radical del que hablábamos el mes pasado.

Si el inconsciente está constituido a partir de una pérdida original, privación de goce, esta privación se recupera, se obtura, se llena, por aquello a lo que se ha fijado la pulsión. Allí donde la fijación, donde el objeto de la fijación recupera algo para poner en ese agujero, el análisis apunta a restaurar la pérdida original como causa de la dimensión del sujeto.
El análisis se detiene ante esa saciedad, si me permiten el término, se detiene ante la emergencia de la revelación de la castración.

La función primaria de un analista es sostener ese lugar vacío, desalojar las estrategias del sujeto para ocupar ese lugar. La estrategia princeps es el fantasma. Porqué? Porque el fantasma detiene la indeterminación del sujeto del inc. Detiene esa indeterminación vía el objeto en el fantasma. Indeterminación causada por el inconsciente pulsátil.
Para entender un poquito más todo esto, podemos tomar alguno de los sueños que hay en este Seminario, así seguimos con la línea del otro mes, la línea de los sueños.
Lacan, en el 11, sitúa al sueño como uno de los lugares del sujeto. En el sueño estás en ti, dice Lacan. Pág. 55, para quien quiera buscarlo. Nos dice que el sujeto está allí, solo que no nos dice donde. El sujeto, en el sueño, o sea en una manifestación del inc .está, pero está indeterminado. Es necesario, como ya dijimos, otro ste…y algo más.
A mí me gusta mucho el sueño de Tchuan Tzu: él sueña que es una mariposa.

El chino obtiene su ser, su ser perdido, tanto de la mariposa, como del sueño mismo. Solo que Tchuan Tzu se pregunta al despertar: soy Tchuan Tzu soñando que soy una mariposa o soy una mariposa que sueña ser Tchuan Tzu?
Ricardo Piglia dice que en todo relato siempre hay, al menos, dos historias y acá se ve bien: Tchuan Tzu sueña o la mariposa sueña? Esos son las dos historias a partir de las cuales empieza a tallar la literatura. Todo relato son siempre dos relatos.
La pregunta, la duda del soñante al despertar: quién soy, un hombre o una mariposa? expresa que el sujeto es y no es mariposa o soñante, sigue indeterminado ahí.

Este desencuentro entre el ser y el sujeto da lugar al deseo, el deseo es efecto de ese desencuentro. En el sueño la mariposa representa al sujeto, al despertar ya no lo representa, dada la duda. El sujeto sigue deseando, sigue buscando aquello que le falta para ser. Pág. 214. Eso que falta para ser, el sujeto lo obtiene a través del objeto. Objeto que en este caso es lo que él ve en el sueño. Lo que él ve, la mariposa, sostiene su deseo de ver. Objeto imaginario de ese deseo es la mariposa. El objeto real es aquello que la mariposa vela, la mirada, eso a lo cual Tchuan Tzu mira.
Ese objeto mirada, velado por la mariposa, lo va a volver a buscar en el analista, suponiendo al chino en análisis.
Ese buscarlo en el analista se efectúa a través del fantasma: una mariposa es mirada.

De otro modo:
Habíamos comenzado el mes pasado con el debate que Lacan dice mantener con Freud. Debate situado por el mismo Lacan como la articulación-disyunción entre la pulsión y el inc., eso que Lacan llama allí en Caracas, lo real del inc.
En este Sem. 11 uno de los modos con los que Lacan aborda ese debate es a partir de la diferencia entre causa y ley. Vuelvo al cap. II, “el inc. freudiano y el nuestro”. A partir del “ensayo sobre las magnitudes negativas” de E. Kant, donde Kant trabaja lo anticonceptual e impreciso que hay en la ciencia para definir la causa, Lacan distingue causa y ley. La ley es la ley de los signficantes, ley destinada a ordenar algo del goce. Su propio antecedente es la ley de Markow, que trabaja en “la carta robada”.

Causa es lo que escapa a la ley. Este planteo supone dos modos de gozar: el goce fálico, goce de la ley y el goce de esto que está más allá de la ley. El fantasma va a ser el intento privilegiado de capturar en un objeto ese más de la ley fálica, ese más allá del goce de la ley fálica, ese exceso a la ley fálica.
Va a tomar Lacan al inc. por el lado de la causa, lo va a tomar por aquello que del inc. tropieza, cojea (son los términos que usa Lacan) respecto de la ley.
Toma el ej. del ombligo del sueño en el sueño de Freud, el de la inyección de Irma, para destacar que lo que en el sueño Freud no puede reconocer, eso que ve en la garganta de Irma, a eso no reconocible, a eso imposible de reconocer, lo llama: lo no realizado. Lo no realizado es lo real en este sem. o en esta parte de este sem.

Lo no realizado es el lugar de la causa. Si los siguientes son necesarios en la constitución del inc., no alcanzan para delimitarlo. Hay que ubicar allí a la causa, como lugar vacío, y también como lugar de efectos, el lugar vacío que es un lugar productor de efectos. Cómo que un lugar vacío produce efectos? Dejen en sus vidas algún lugar vacante….rápidamente alguien va a querer ocuparlo. La sequía es otro ej, la avitaminosis es otro.

El principal efecto de la causa en psicoanálisis es el deseo, deseo definido como falta en ser.
En la causa del inconsciente encontramos un agujero, una carencia de ser, una carencia de ser siguiente. El ombligo es un buen ej. de ese agujero en el ser.
El ombligo es buen ej. porque muestra, no tanto que el inc. sea la causa de la neurosis, sino que el inc. muestra la hiancia, la fractura, el corte, la ruptura, por donde la neurosis se conecta con algo real, lo no realizado.

Volvamos al analista y sus relaciones con el goce perdido de la privación.

El año pasado habíamos situado al recién nacido como un aparato de percepción, aparato que no tiene ninguna subjetivación de la muerte (se va a morir y no lo sabe, igual que cualquier animal). Es una pura vida sin muerte. Esta pura vida debe perderse para que el recién venido deje de ser una vida de pura percepción. Esto es la expulsión, la ausstosung, que funda el lugar de la causa. La privación de hace un rato.

Además de la expulsión, se produce un signo, una marca. Eso que Freud llamaba: signo perceptivo. Esta es la behajung. Esta introducción del signo, del rasgo si quieren, introduce una nueva dimensión, la dimensión de la existencia, ya que la marca escribe, es un decir, la muerte de lo que se era, se era pura percepción, pura vida.

La existencia es la vida después de la marca, una vida con muerte. Muerte como significación de la muerte. Va a empezar a saber que se va a morir. Lo sabe sin saber que es morirse.
A partir de aquí el sujeto se desdobla, se divide, se divide entre la existencia y lo que podríamos llamar, sus circunstancias….uno no anda preguntándose todo el tiempo: quién soy? Ya que esta pregunta es una pregunta por la marca, por el signo perceptivo, es una pregunta por la existencia.

La pregunta por la existencia es una pregunta por la pulsión, es una pregunta por el deseo, es una pregunta por algo sin representación y como estamos divididos, divididos entre la existencia y la representación, solemos encontrarnos con la representación. Quiero decir, nos encontramos con imágenes, verbales, auditivas, narcisísticas…esto es ya el despliegue de la marca…ya pasaron varios años para que esto se consolide, se desarrolle, se incruste.
Freud decía que esas imágenes son lo más propio del sujeto y lo que más quiere conservar. Los obsesivos saben mucho de eso, las histéricas también. Lo más propio son imágenes, verbales, no verbales, que el espejo, que la virtualidad de la existencia nos devuelve como propias.

Ahora bien, si uds. se miran en el espejo, que ven, bueno no me cuenten, se ven a sí mismos. Lo podemos decir así: Uno dice yo.
Este yo le puede ser hurtado, robado. Si alguien rompe el espejo, el acto tiene todo que ver con esto, con romper el espejo alguna vez. Si se rompe el espejo, se acabó la imagen.
En el análisis nos encontramos con las rupturas de esa imagen, yo que creía que yo….y no, no es así. Esos puntos de padecimientos por ruptura, pérdida de la imagen…eso es la angustia, una experiencia de la existencia sin imagen especular, una existencia sin esa imagen de la que agarrarnos desesperadamente para seguir.
Esta es, casi, casi, la posición del analista.

El analista se despoja de sus máscaras, de su espejo, de sus imágenes. El analista sostiene un lugar solo de existencia, no un lugar de representación, no un lugar de facticidad.
Eso es la regla de abstinencia. No es carecer de máscaras, de imágenes, porque carecer de ellas es la angustia, sino que la abstinencia es la posibilidad de despojarse de ellas, no es no tenerlas, es tenerlas y no usarlas. Dejarlas, luego volver a disponer de ellas.
La abstinencia es una posición de libertad, nos hace libres a los analistas.

Pero para eso es necesario analizarse. No solo para hacer la experiencia del lugar del deshecho al que va a parar un analista….uds. hicieron la experiencia de analizar a un niño y volverlo a ver años después…ni ellos nos reconocen, ni nosotros a ellos…esa es la experiencia del deshecho.
El deseo del analista, está hecho de la posibilidad de ausentarse, de salirse del ordenamiento en el que uno existe sin volverse loco, sin morirse.

El deseo del analista es una posición, una posición de ex - sistencia. Salirse y volverse.
Solo así podremos escuchar, podremos interpretar, podremos analizar.
El término abs-tinencia: virtud que consiste en privarse total o parcialmente de los goces materiales. Efecto tóxico de la conclusión de la ingesta de drogas o alcohol, aunque originariamente la privación lo es de la comida. Goce de la privación?

Abstenerse es reducir la presencia a una existencia sin facticidad.
En este sentido, el analista güarda silencio, lo güarda aunque hable. Es más, la abstinencia es hacer silencio, hablando.
Solo así podremos esperar y confiar en esa espera. Confiar en la emergencia de algo nuevo. Ese algo nuevo es un significante por venir. Cuando nos precipitamos en intervenir y eso nos pasa todo el tiempo, perdemos esa confianza, esa confianza que el paciente tiene. El confía en que resguardemos ese lugar de silencio, sin imágenes, sin representaciones, para que sus significantes puedan emerger.

Hacer ese silencio necesario para que el analizante escuche sus propios ruidos.
Ese silencio es eso que Freud llama: el estado nuevo que en el yo se produce cuando alguien concluye un análisis, estado que sin análisis no se produce.
Para que haya analista algo le tiene que pasar al yo del sujeto que se dedica al psicoanálisis.

Silvia: me quedé pensando en una frase sobre la confianza, que el paciente se apoya.

Miguel: que el deseo del analista es el sostén de la confianza del paciente.

Silvia: ¿Dónde está eso?

Miguel: en el seminario XI cáp. 18.

Sergio: el kleniano que fue más lejos en este tema fue Byon que escribió un artículo que se llama "Sin memoria ni deseo". Ese artículo origina en Lacan la idea de qué es el deseo del analista. Lacan dice sin deseo no se puede analizar. Ahora cuando te escuchaba me resultaba interesante porque se me venía a la cabeza eso pero se me recordaba otra frase muy importante de Byon que es tema de la confianza básica que fue otro operador de Byon que aparece en Lacan con esta cuestión de la confianza en tanto funcione el deseo del analista. A veces nos parece que Lacan surgió de un repollo.

Miguel: por eso planteaba la cuestión de la detención de los análisis, cómo eso históricamente había sido enfrentado.

Silvia: confianza en que el analista no va a caer, que no se va a dejar engañar y a mí me trajo un recuerdo, toda la clase me fue trayendo recuerdos de mis análisis, de mi primer análisis. Llego a análisis y se me había roto el botón de la pollera, yo era jovencita y usaba polleras muy cortas, entonces le pido a la analista un alfiler porque no podía andar así por la calle. Me presta el alfiler y a la siguiente sesión me lo pide. Asocié la frase tuya con ese recuerdo en el sentido de que se rompió la confianza que yo tenía en que ella no iba a entrar por un lugar equivocado en el sentido de que no era por ahí. Ella creía que ella era el alfiler. Por supuesto la transferencia empezó a romperse.

Sergio: se toma el silencio como donde uno silencia aquello en lo que desea abstenerse con lo cual muchas veces se termina armando una sopa de palabras a propósito porque es la mejor forma de silenciar. A contrario sensu me contaba Laura que había recibido a una paciente que había estado analizándose con un analista institucional que la recibía tres veces por semana y estuvo tres meses. Fueron tres meses en que no le dijo palabra, la chica se volvía loca de angustia y le decía por favor decime algo, no me puedo ir sin que me digas algo. La chica al final se fue, llegó al consultorio de Laura con una angustia que caminaba por las paredes.
Hay un tema que está planteado de entrada en lo de Miguel, a mí me interesaría que lo despleguemos hoy u otro día, la relación entre el analista como causa de deseo, que es una formulación y la otra formulación que es como semblante de causa de deseo. No son idénticas.

Miguel: es semblante de causa de deseo siempre porque sino hay un objeto que va a llenar el vacío.

Sergio: pero si es semblante hay algo del orden de la imagen, si hay algo del orden de la imagen en juego hay algo del orden de la relación ....

Miguel: sí pero a condición de poder pensar que atrás de esa imagen no hay nada. Esa imagen lo que cubre es un vacío no que encubre otra imagen.

Sergio: pero que para que no haya nada tiene que haber algo del orden de la imagen que vele esa nada que hay porque sino es una confrontación a lo real en un momento que por ahí todavía no es el momento de la transferencia. Por supuesto que lo de fondo es el deshecho porque en definitiva nada para vos, sería el pretexto para que te puedas analizar pero a eso se llega, hay todo un movimiento donde hay un juego. Creo que eso es lo que se le escapa a Byon con lo de sin deseo.

Miguel: también hay que insistir con eso. Por ese lugar tiene que pasar el análisis del analista si eso no pasa en el análisis del analista jamás sabrá lo que es el desecho por más que lea todos los seminarios, es desde la experiencia del propio análisis que sucede esto. Digo esto por lo de autorización del analista. Es una discusión que tenemos en Psyche a partir de la aparición de instituciones que ligadas a la universidad pretenden otorgar el título de analista. Entonces plantea el tema de como se autoriza un analista y en principio el analista se autoriza con su propio análisis. Lo que quiere decir saber donde va a parar un analista.

Noemí: por eso los análisis que producen la idealización del analista y la identificación son terribles en el punto donde dejan a uno, que si uno no puede desprender de ahí queda atrapado.

Miguel: cuando uno escucha a alguien que ha terminado su propio análisis una de las formas que tiene que uno tiene de verificar es esto que decís ¿sigue diciendo que el analista era una maravilla? Si sigue diciendo eso hay algo sin terminar, hay algo sintomático en juego. Uno toma otra posición respecto de su analista, tampoco es era una porquería porque en definitiva es lo mismo.

Noemí: es un colega interesante. (Risas)

Miguel: aparece otra cosa.

Sergio: a mí lo que me aparece más que cada uno de los analistas en particular es la puntualidad de determinadas intervenciones. Es más no recuerdo los análisis, si tuviera que escribirlos escribiría fragmentos.

Alumna: el fin del análisis es ser olvido, salvo en puntos.

Miguel: no me acuerdo las intervenciones. Me acuerdo de la confianza.

Alumna: si se pierde al confianza?

Alumna: te vas.

Miguel: si te vas a otro lado es importante. Uno puede pensar mal de tal o cual analista pero si después de ese, uno fue a otro es porque algo anduvo bien. Hubo algo de la existencia del inconsciente y la posibilidad de la transferencia que estuvo sostenido porque sino uno se va puteando contra el psicoanálisis en vez de putear contra un analista, no es lo mismo.

Alumna: en mí primer análisis yo era muy jovencita y me fui cuando se quebró algo de la confianza. Hubo dos temas de mí vida importantes, uno era una militancia que tenía, que no los podía hablar porque me censuraba

Silvia: la confianza de la que hablas vos por la que te censuran no es la misma de la que hablaba yo que yo me di cuenta de algo, ya no confiaba en su deseo de analista.

Noemí: ¿alguna vez pensaste por qué te lo pidió?

Silvia: en el momento lo que le dije fue que no lo tenía más si era un alfiler de mierda (Risas) no era un alfiler de oro que uno dice me lo prestó, cuidado. Después de mucho pensé que hubiera habido muchas interpretaciones muy interesantes que ella podría haber hecho por mi circunstancia histórica en ese momento y todo lo que implicaba quedarme en bolas. Podría haber entrado perfectamente sin que fuera agresivo ni salvaje. O podría haber callado y ese objeto era un alfiler y nada más, sin embargo lo que hizo fue que yo tenía que restituir el objeto porque tenía un valor. Lo pensé como algo del analista.

Sergio: creo que para muchos colegas prima mucho más la idea de que el psicoanálisis es una docencia que la idea que el psicoanálisis es psicoanálisis. Detrás de una consigna post 1980 que es sustraerle el objeto, uno podría decir que esa colega te sustrajo el objeto, es una consigna vacía. Ella intentó una enseñanza se presta se devuelve. Es como las interpretaciones que se hacen sobre la llegada tarde, hay colegas que alguien llega tarde y ya le pegan una interpretación.

Alumna: o de pedir el baño.

Sergio: yo dejo pasar mucho tiempo hasta que logro entender de qué se trata.

Alicia: ahí la espera es importante. Uno tiene que ver que pasa, por ahí uno no tiene la menor idea.

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