miércoles, 23 de julio de 2008

Clase Nº 1

Siglo XXI: Novedades en la dirección de la cura
20 de abril del 2005


Las cuestiones organizativas son:
1) Acostumbro a empezar puntual, hoy empiezo un poco más tarde por la cuestión de la inscripción, pero es por bien de ustedes y mío, tenemos el tiempo bien regulado. Empezamos a la una y terminamos a las dos y media. Soy capaz de empezar con un alumno presente, lo he hecho más de una vez, hasta que se acostumbren.

2) Nosotros tenemos por hábito grabar las clases. Después las desgrabamos y se las mandamos por mail.

3) La gente de "Loco Berretín" ha tenido a bien cedernos el lugar, que ven que es un lugar lindo, cálido para trabajar. Tengamos nosotros a bien devolverles la atención, cuando tenemos ganas de comer o tomar algo. Ya sea durante la clase, no tengo inconveniente en que coman o tomen mientras están escuchando la clase, o en otros momentos.
Nosotros hemos hecho acá la fiesta de Psyche Anudamientos hace unos diez días y la verdad que estuvo muy linda, muy divertida y nos atendieron magníficamente bien así que espero que seamos simétricos.

Silvia Sisto: Lo que nos dijeron abajo es que si queremos pedir algo armemos una listita y se la alcancemos.

Sergio: Bueno. Veo que Silvia decidió hacer la lista, la vi. moverse. (Risas)

Silvia: Si alguien tiene lápiz y papel que no tengo nada. (Risas) Primera clase y no tengo cuaderno.

Sergio: Marta te hace el favor de prestarte la hoja y la lapicera para que vos levantes los pedidos. (Risas).

Laura: Pasala.

Silvia: Sí, la paso.

Sergio: Buenos días o buenas tardes, caso por caso. Por supuesto que saludar así apunta a lo que creo que tendría que ser la conclusión fundamental de todo el seminario. Vamos a ver si lo logramos. También quiero poner de epígrafe de este seminario una sentencia que hemos producido entre Lao Tze, que me la transmitió Oscar Lamorgia y que le hice un agregado 3500 años después. Decía: "Maestro es quien tiene discípulos" yo agrego una coma y "de los cuales aprender". Esto no se crean que es demagogia, esto es así. Lo vengo sosteniendo hace mucho tiempo y después leí algo que dijo Naum Von Foester que es el epistemólogo de los sistémicos, digo es porque vive, debe tener unos noventa y ocho años. Una vez le leí una frase que decía "Necesito que me perturben el pensamiento". Creo que esto es así. Cuando hablamos entre todos iguales que decimos lo mismo lo único que se produce es aburrimiento y ninguna generación de nuevas ideas, de nuevas conjeturas. Así que necesitamos que nos perturben el pensamiento.

De ahí vamos entonces a la clase, la cual lleva por título Comienzos de los tratamientos, semblanteos, iniciaciones de las transferencias. Hablando de eso y ya que estamos en la iniciación de un seminario, a varios de ustedes los conozco, pero también se ha inscripto gente que recién se está acercando a Lacan. A ellos especialmente, les advierto lo siguiente: van a ver que va a haber momentos en que voy a ir poniendo determinados gráficos, figuras, como lo que en este momento ven en el pizarrón, no se preocupen por entenderlas de entrada. Es más pueden entender toda la clase sin necesidad de entender la figura. Las figuras esas que en este momento es el Nudo aplanado de la tercera, así se llama, en otros casos serán matemas, únicamente persiguen el objetivo de formalizar vaciando de sentido (significado, substancia) lo que la experiencia analítica ha ido enseñándonos a los psicoanalistas a través de las historias con las que trabajamos todos los días. Esta operación básicamente la ha hecho Lacan, también intentó la Bion en su momento, recordarán aquel famoso cuadrito que los volvió locos a todos en la facultad de psicología. También la intentó Freud, obviamente, con su figura del yo y el ello, o con las letras del alfabeto griego fi, psi y omega en el Proyecto de psicología para neurólogos, la carta 52, el esquema del peine en la interpretación de los sueños. Wisdom me acuerdo, había llegado a formar una especie de universo cosmológico. Son muchos los psicoanalistas que se han encontrado con la dificultad, que nosotros tenemos que hablar de una materia sobre la cual sólo se puede trabajar en relación a la singularidad de aquel al cual estamos escuchando. Pero en los cuales, en cada uno de ellos vamos a encontrar una serie de elementos generales. Es lo que tenemos que descubrir, redescubrir y hasta algún universal pero un universal muy paradojal como es el universal de la castración, dicho en otros términos, ese punto donde el lenguaje fracasa. En la historia del psicoanálisis hubo dos tendencias, especialmente hasta la llegada de Lacan. Una era de cada caso hacer una teoría generalizadora. Si ustedes leen el enorme libro de Otto Fenichel Teoría general de las neurosis van a encontrar eso. La dificultad que tiene es que entonces o trasladaríamos mecánicamente de un paciente a otro lo que encontramos en el primero o haríamos de cada paciente una teoría. Otros, como Melanie Klein se han resistido mucho al diagnóstico, con buenas razones. Decían que el diagnóstico se convierte en un obstáculo para trabajar con los pacientes porque mete ya una impronta que deja poco aire para pesquisar la singularidad del paciente. Ella prefería hablar de posiciones inconscientes. Por eso a mí me parece muy importante el paso que dio Lacan porque al formalizar al estilo matemática, no una matemática ni tampoco una topología en el sentido estricto de estos nombres de disciplinas, permite presentar una serie de cuestiones generales que se van precipitando de la práctica psicoanalítica sin que eso nos encasille, haciéndonos perder la diversidad del caso por caso. Por eso lo buenos días, las buenas tardes, algunos habrán almorzado ya, otros no. Para eso es que voy a ir utilizando las figuras topológicas, los matemas. Pero como se darán cuenta por lo que les dije serán un puerto de llegada. No es el puerto de partida, ni siquiera el recorrido, es donde recala la nave finalmente. Por eso quienes no estén duchos en eso pueden no angustiarse demasiado.

Este tema de Comienzos de los tratamientos, semblanteos iniciaciones de las transferencias, es el punto de partida de éste seminario que les hemos propuesto: novedades en el psicoanálisis en el siglo XXI. A mí me interesa debido a que observo que solemos transmitir atemporalmente lo que hemos ido aprendiendo de Freud, Lacan, Winnicott y otros maestros. Por supuesto no me refiero al tiempo de al cronología, al del almanaque, al del reloj sino al de la lógica de la retrosignificación. Ciento diez años después de los estudios sobre la histeria, la práctica analítica ha ido tomando formas muy distintas a las de entonces y mucho más, a las normativizadas por IPA (Asociación psicoanalítica internacional) A mí me llevó y me seguirá llevando muchos años, seguramente hasta mi final, poder hacer cierto aprês coup sobre esta cuestión. Pero estoy en una posta, que deseo poder transmitírsela a ustedes porque la considero necesaria: formalizar, topologizar y hasta formulizar en lo posible dichos cambios para evitar consejos que generalizan singularidades o que por singularizar, escapan a los condicionantes de cada estructura, sus posibilidades e imposibilidades.

El seminario va a ser dictado por docentes de distintas procedencias y que están en momentos diferentes de su estructuración como analistas y por lo tanto de relación con esta cuestión. No pretendo, porque sería contraproducente, que cualquiera se propusiera dar pasos más largos que los que las piernas les permitan. Así que cada uno de nosotros trabajará su clase o su ateneo, desde el punto en el que está. Los ateneos servirán para intercambiar nuestros pasados, presentes y camisetas. En ellos, la intervención sobre la lectura del caso por parte de aquellos que se entusiasmen con esta tarea, irá presentándole a los participantes un "mix", como se dice ahora, una ensalada, como diría mi papá, de la cual cada quien extraerá los condimentos que mejor sepan a su paladar. Estamos en un restaurante (risas), y cada uno de nosotros continuará recorriendo a su manera, la máquina del tiempo.

Quiero transmitirles, cuales considero los puntos decisivos a los que llegué a este momento para resignificar y releer toda mi práctica clínica. Uno tiene que ver con lo que Lacan llamó el saber hacer del analista, que como el de cualquier oficio transcurre principalmente, no solamente, dentro de los linderos del inconsciente. Si ustedes observan a un pintor pintar, a un artesano hacer su artesanía, van a ver que manejando mucho la técnica sin embargo lo que los preside en su acto es lo que ellos llaman la inspiración. Para la inspiración es muy importante dominar la técnica pero dominar la técnica no alcanza para producir el objeto de arte, a lo sumo puede producir algo, más del orden de lo industrial. Así interpreto el planteo de que el analista no sabe lo que dice pero debe saber lo que hace, un planteo muy importante de Lacan que está en la Proposición del 9 de octubre de 1967. Es importante por las dos partes de la oración. Primero, el analista no sabe lo que dice, es entendible cuando uno lee más adelante en otro momento, creo que en Encore no me acuerdo exactamente, otra frase que a mí me costó entender. En ella dice: la gente cree que piensa antes de hablar, no se da cuenta que habla antes de pensar. La cita no es literal. La experiencia me enseñó que Lacan tiene razón. Muchas veces me encuentro pensando que le voy a decir a un paciente y recién después de que se lo dije me doy cuenta de que le dije mucho más de lo que yo creía estar diciendo y que ese mucho más me vuelve a hacer pensar lo que estoy llevando adelante. En ese sentido, la primera parte no sabe lo que dice tiene que ver con eso, no porque no sepa que palabras está emitiendo en el momento, sino porque después se va a enterar de que dijo más o menos a ciencia cierta. Pero debe saber lo que hace, ahí pone en primer lugar la función del acto. Hay un viejo adagio de la medicina que dice "primero no dañar". Creo que es valido para nosotros los psicoanalistas también. En ese sentido cuando decidimos pasar al acto, que puede ser hacer una interpretación o cualquier otra variante que utilicemos en determinados momentos, tenemos que hacerlo a partir de la creencia de que estamos sabiendo lo que hacemos. Por ahí, el efecto del acto nos demuestra después que en realidad tampoco sabíamos lo que hacíamos y habremos hecho más de lo que creíamos o habremos tenido que retroceder y corregirnos, si es que estamos a tiempo. Esto es muy importante y es lo que le da lógica a esta cuestión de que en realidad el saber hacer es mucho más del orden del inconsciente que del orden de la conciencia. Es un saber que no se sabe hasta que punto será transformado en acto operante, su movimiento nos permite leer el saber que lo sostuvo por retrosignificación. A mí me ha servido mucho para entender y manejar esta cuestión, un artículo de Fernando Ulloa que se tituló: Las herramientas personales de mi práctica clínica. A quien le interese se lo podemos hacer llegar. Fue publicado por primera vez en el viejo Psyche, allá por el año 89. También lo pueden encontrar en su libro Novela psicoanalítica. También hay un artículo Al maestro con cariño que publiqué en Psicolibros y que está publicado ahora en un libro que está en venta abajo que se llama Pensando Ulloa. Fue publicado también en www.psyche-navegante.com número 60. Es un libro que hemos sacado en homenaje a lo que fueron sus ochenta años en el 2004 y se lo hemos entregado en un acto público hace muy pocos días cuando ya había cumplido sus ochenta y uno. Tomo de ese artículo lo que consideré el fragmento fundamental para disecar esta cuestión. No me refiero a eso, quiero incitarlos a leer el artículo de Ulloa y sino el mío donde comento el de Ulloa, porque realmente si hablara de eso se les volaría, hay que leerlo. Tiene toda una lógica, una construcción que hay que leerla.

Para que pueda trabajar exitosamente el saber hacer del analista, son a esta altura del psicoanálisis: el psicoanálisis del analista, su trabajo en Consultoría (prefiero este término al de supervisión o control que me suena muy superyoico), como el estudio del fundamento de los tres registros, ahí entra a jugar el Nudo de la tercera, de la función nominante del nombre del padre o de lo que lo sustituya, lo que en el Sinthôme Lacan llamó el cuarto nudo, o sea una determinada operación por la cual el ser parlante logra reestructurarse en el punto donde sino hubiera perdido su estabilización neurótica o aparentemente neurótica, y la función de los discursos para posibilitar la existencia a través de los vínculos sociales. Lacan define al discurso como lo que permite el vínculo social. Esto que dicho así parece una obviedad, lo es por otro lado, sin embargo a las ciencias sociales se les escapa habitualmente. Si leen a los sociólogos, a los economistas, a los politólogos, van a ver que en general hacen análisis muy generales de lo que está pasando. Es muy raro que se guíen por lo que se dice en lo que está pasando y mucho más raro todavía que se guíen por lo que se dice en lo que se dice de lo que está pasando. Que es en realidad, lo que está haciendo que pase lo que pasa. Prefieren definiciones generales como clases sociales, regímenes políticos, grandes catástrofes o beneficios sociales. En realidad el lazo social se juega en la relación entre el agente y el otro que recibe lo que emite el agente. Con eso, nos vamos a ir metiendo en el seminario.

De estas creencias centrales parte la lógica que anima el programa de trabajo de éste año. De paso les diré que no es nada demasiado creativo de mi parte ni de los colegas que me acompañan esta vez, porque en realidad lo que hice/mos, sin darme cuenta hasta después, fue tomar las últimas palabras en público de Lacan. Fue un encuentro que se hizo en Venezuela de psicoanalistas tomados por la enseñanza de Lacanen 1980. Fue al último encuentro público que concurrió. Él se daba cuenta de que se estaba muriendo, sabía que tenía cáncer, que tenía un tiempo muy limitado de vida. Entonces, en su alocución que duró diez minutos dijo, a ustedes Freud les dejó esa bolsa de gatos que es el yo y el ello. Yo les dejo mis matemas y el nudo Borromeo. Se dan cuenta que un tipo que llega a ese momento de la vida en que está haciendo su retrosignificación final, por algo lo dijo. Creo que es tan cierto, que sin darme cuenta de que lo estaba tomando de ahí, empujé a hacer este programa y después me dije: ¡uuh es lo que él dijo en Venezuela!. Por todo esto es que la clase de hoy trabajará sobre, fíjense que uso los plurales no por casualidad, comienzos de los tratamientos, semblanteos, iniciaciones de las transferencias. La palabra tratamiento no prejuzga sobre si se va a instalar o no un análisis ni sobre las características que tendrá lo que se instale en su arranque. Lo único que dice es que vamos a estar dispuestos a tratar a esa persona que viene a demandarnos que nos ocupemos de ella en su sufrimiento. Sí afirma, que el analista no va a rechazar hacerse cargo de tratar lo que haya de tratable, con sus herramientas, en lo que se le presenta. Y aquí se nos aparece un primer movimiento recorrido por el psicoanálisis y que intento definirlo con la siguiente pregunta: Al inicio ¿Cómo podemos definir de que paciente se trata y cual puede ser la estrategia y las sucesivas tácticas para incidir sobre su posición en el discurso (o sea en el vínculo social) a través de lo que su inconsciente indica en la relación con sus enunciados (imaginarios) y lo que se desprende como Real, como no significado? La respuesta se nos precipitará si logramos observar los detalles que nos transmite la relación que como objeto a, tiene ese ser parlante con cada registro desde su atrapamiento en un nudo que está fallando como sostén. En cualquiera de las versiones que ustedes vean del nudo Borromeo de Lacan van a ver algo que en determinado momento de mi formación me llamó la atención, es que el sujeto no aparece en ningún lado. En cambio lo que siempre aparece, sin dejar de estar nunca, es el objeto a atrapado en el nudo, como Lacan lo define en la tercera. Lo cual me hizo pensar bastante y me hizo llegar a la conclusión de que tiene razón. Básicamente cualquiera de los seres parlantes, sin excepción, cualquiera de los que estamos acá, somos objeto de la estructura, somos objeto de cultura, somos objeto de las relaciones que se producen en los vínculos sociales, o sea en el discurso. Por eso Lacan, ya tempranamente, planteó al sujeto como un efecto de la articulación significante. Fíjense que en ese sentido para Lacan, de entrada, al poco tiempo de decidirse a largarse a su enseñanza, el sujeto apareció como puntual, evanescente y deslizándose debajo de la cadena significante. En cambio como objeto solemos fijarnos a determinada posición que es con la que luego lidiará el análisis para tratar de que lleguemos a una posición más acorde para articular nuestros deseos y nuestros goces. Cuando la persona se nos acerca es porque hay algo en esa articulación borromeica, en esa posición de objeto que está fallando, que no le está sirviendo, que lo está angustiando, lo está entristeciendo, o lo está poniendo en peleas permanentes con sus pares o sus jefes o lo que fuera. Hay algo que no está andando. Ahí es cuando se nos acercan. Esta política de tratamiento se desprende, de qué funda la humanidad de los humanos, lo digo redundantemente a propósito. Hay algo que a mí me llama la atención aún dentro del propio movimiento psicoanalítico, ni que decir por fuera. Hace poco, cuando fue lo de Cromañón, apareció un artículo de Silvia Bleichmar donde destilaba humanismo por todos los poros, me llenó de emoción, casi, casi voy a hacerle un monumento si no fuera que me di cuenta que hacía nada más y nada menos que colocar a los humanos por fuera de su verdadera categoría. En psicoanálisis es muy común encontrar eso. Me acuerdo de una vez en una mesa redonda en el Ameghino por la conmemoración de los veinte años de la dictadura militar, una colega dice que la dictadura militar había ido más allá de todo lo humano con el secuestro de bebés. Lo cual me obligó a mí a decir en la mesa que nada más humano había ocurrido en la dictadura militar que el secuestro de bebés. No hay animal que se dedique a secuestrar bebés. A los únicos que se les ocurre eso y que pueden hacerlo son los humanos. Entonces la cuestión no es separar entre los humanos humanos, digamos, y los humanos animales, sino tratar de ocuparnos como psicoanalistas de entender, para promover lo que podamos de operativo para tratar de que los humanos vivamos un poco mejor. No mucho más.

Después de dada esta clase en la que la temática me asaltaba concurrí a un panel al que me había invitado el Secretario de Salud Mental del municipio de Moreno (Bs. As.) En las mismas, Marisol Foth y Virginia Rodríguez presentaron un escrito cada una, sobre experiencias de trabajo grupal con dos escuelas y el reciclamiento y su efecto en la subjetividad de los chicos (en su mayoría “cartoneros”) una y la otra con un grupo de madres de niños discapacitados graves. Ambos trabajo me hicieron continuar afinando lo que vengo elaborando y llegar a la siguiente idea:¿Cómo definir al objeto de tratamiento –objeto que excede a paciente o analizante-? Propongo aproximarnos, a través de definir lo tratable, con condiciones de posibilidad de llevarlo a psicoanalizarse. Lo definiría, sobre todo, por: sobre qué tiene que trabajar un analista y digo: “Sobre la precipitación de alguna/s de las formas del malestar en la Cultura, en algún punto de calce entre registros y en determinada circunstancia (modo y tiempo) de la lógica temporal por la que transcurren el, o los atrapados en dicho afloje del anudamiento. Dicha precipitación se distingue, porque repite determinado tipo y forma de discurso y de posicionamiento en él”. Si pensamos así, el objeto no se define por su envoltura personal, sino por como y a través de quien o quienes se presenta dicha precipitación traumática del malestar.

Lacan parte de la cuestión del significante, dejo la historia ahora para no alargar esta clase. Tomo la definición a la que él llegó en 1964. Se los digo de esta manera porque otro problema que solemos tener los psicoanalistas, tanto cuando estudiamos a Freud como a Lacan, o a Melanie Klein, como a Winnicott, como a cualquiera de los grandes, es que los suponemos como que nacieron sabiendo y que cada vez que escriben, escriben La verdad. Nos cuesta entender que cada uno de ellos cuando ha ido escribiendo, dando clases, como estoy haciendo yo ahora, sin compararme o sí comparándome con ellos, está investigando un tema y en ese momento está volcando a su auditorio o a sus lectores aquel punto al que llegó sobre ese tema. Lacan que empezó sus seminarios públicos en 1953 recién once años después llegó a su propia definición sobre significante. Es sencilla pero vamos a ver que no tanto y es muy importante para lo que nos convoca hoy. Lacan dice: Un significante es lo que representa a un sujeto para otro significante. (Se pega mal un gráfico y cuando SR quiere arreglaro se le viene el pizarrón encima) Dos intromisiones de lo real: una por vía del azar, había quedado mal puesto la Durex y tuve que reaccionar ante eso y ver que hacía y cuando les fui a decir eso, se me vino encima el pizarrón. Ahí el ser parlante que está ante ustedes tuvo que lograr hacer algo con su simbólico frente a eso y operar. Con una cosa así es muy fácil por supuesto y no va más allá de lo que pasó, pero es un ejemplo interesante que se ha producido de casualidad para empezar a entrar en tema. Estábamos en que un significante es lo que representa a un sujeto, sujeto que no tiene otra posibilidad de hacerse representar que por algún significante, para otro significante. Esto va a producir un efecto de sentido que al mismo tiempo que va a representar al sujeto de un modo determinado para el otro que lo está escuchando y que casi siempre lo estará en cierta diferencia con el que lo emitió. De ahí el planteo de Lacan de que el mal entendido es universal, que sólo el que emite algo "sabe" desde que cuerpo lo está emitiendo y el que lo recibe, lo está recibiendo desde otro cuerpo, desde otro lugar y aunque estén hablando la misma palabra esta lo que escucha y lo que no escucha y significa. Eso hace que el sujeto quede dividido entre el significante que a él lo representa, según su leal saber y entender, digamos, y lo que para el otro representa, también según su leal saber y entender. En esa división para ambos va a quedar un resto sin significar, va a quedar un resto a que va a escapar a la significación. Piense cada uno de ustedes en sus peleas de pareja y va a tener un ejemplo pertinente. Este resto, contribuye a la vez, a escindir al sujeto. Fíjense el cuidado que llega a tener Lacan después de esos once años de trabajo, dice: un significante, uno no es el significante, o sea Lacan no está produciendo una definición que generalice, se está refiriendo a significante por significante. También dice: a un sujeto para otro significante, no dice para el significante. Es una definición modesta pero útil para trabajar. Las definiciones generalizadoras habitualmente obstaculizan el trabajo, a veces pueden servir para algo. Todos cuidados tenidos en la formulación para que no haya lugar a la suposición de que trasmite un sentido codificado unívocamente. En esto también hay una historia en Lacan. En su primera formulación del grafo del deseo, en Formaciones del inconsciente en el lugar del Otro Lacan puso lugar del código. Poco tiempo después cuando decide llevar ese seminario a transformarse en un escrito que es La subversión del sujeto (es una de las pocas veces que critica algo que él dijo) aclara que justamente no es el lugar del código porque sino se podría suponer univocidad del lenguaje; que en realidad es el lugar del tesoro de los significantes. Primera definición que va a dar del Otro, después la va a ir profundizando y ampliando.

Alumna: eso sería lo que garantiza la división del sujeto.

Sergio: Exactamente. Más, que garantiza, porque a todos nos gustaría vivir sin división pero lo que nos impone la división del sujeto, es lo que da lugar a la posibilidad de apertura por retrosignificación de sentidos no enunciados, sí construibles por la articulación entre enunciaciones y enunciados. Ahí rescato lo que la colega me planeaba, porque al mismo tiempo que nos dejaría más tranquilos que funcionáramos sobre la base de un código, como se funciona en las rutas que un cartel quiere decir una cosa y es imposible que diga otra, también nos quitaría la posibilidad que tiene el ser humano y que no tienen el resto de los animales, ahí lo reivindico al ser humano, de ser creativo para bien y para mal, vuelvo a reivindicarlo más o menos.

La enunciación es el acto de decir, el acto de hablar. En este momento ustedes están escuchando enunciados míos que se sostiene en mis enunciaciones. Dentro de la relación entre enunciado y enunciación muchas veces se producen diferencias. Buena parte del trabajo del psicoanalista está en pescar aquellos elementos que muestran una diferencia entre enunciado y enunciación. Generalmente uno entrando por ahí, entra al segundo discurso, al discurso inconsciente. Cuando alguien produce un enunciado perfecto: Me ha ido muy bien en la facultad, me he sacado diez, me dieron la medalla de honor. Pasé a ser la hija preferida de mí papá. ¿Desde dónde está enunciando? El enunciado fue ese, cuando el shifter nos indica, shifter es esa diferencia entre la o y la a en ese hijo varón, que sin embargo está enunciando desde una posición femenina. Es una enamorada de su papá, por más que sea varón, que tenga relaciones heterosexuales, un montón de hijos, etc, en ese punto es una mujer que ama a su papá. Da lugar también a la inevitabilidad de precipitación de reales, acotables pero no descifrables, como objeto a en esa función causante del deseo. Acá les empiezo a avisar algo. El objeto a aparece de mil maneras, por lo menos de tres o cuatro, en Lacan y entonces mucha gente dice ¿cómo Lacan acá dice tal cosa del objeto a y acá dice tal otra? Son diferentes funciones. No es lo mismo el objeto a como causa de deseo, que es a lo que me estoy refiriendo ahora, que el objeto a como objeto de la pulsión o que el objeto a dentro de i(a) como objeto especular, semejante. Entonces justamente el objeto a como lo que queda por fuera del sentido, como aquello que el significante en la articulación discursiva no logró cubrir de significación, es el que sigue causando el deseo porque es el que nos incita a seguir hablando y a seguir buscando. De ahí el planteo en el título de los semblanteos en plural que indica que se va a tratar no sólo de como se va presentando el analista al paciente, por ahora no necesariamente analizante. Hay un artículo mío en Imago agenda que se llama El cuerpo del analista donde yo medio en broma, medio en serio, todo lo que digo es cierto, hago la aclaración porque una colega que se analiza conmigo lo leyó y me dijo: lo leyó una amiga mía y me dijo que eso que decís que recibiste medio desnudo al homosexual no puede ser, eso lo inventaste. Les juro que me pasó. (Risa) Es interesante porque ahí aparece la cuestión del semblante no como la cuestión armada del analista sino lo que le induce el paciente al analista, como reacciona el analista con todo su cuerpo. El analista cree muchas veces que reacciona sólo con la interpretación y no se da cuenta que es todo él que está reaccionando, que incluso hay reacciones que preceden a conocer al paciente. En ese artículo cuento también de un señor muy serio que vino a analizarse conmigo que se había pasado sesenta años de su vida siendo un hombre maravilloso, padre de familia, muy religioso y a los sesenta años se había enamorado de su secretaria. Se le partió la cabeza al pobre hombre y vino a consultarme a mí. En un momento de la sesión que yo salgo a buscar algo, cuando entro me dice: Mire doctor yo no me voy a poder analizar con usted porque yo estoy muy loco y con un loco como usted que tiene el consultorio lleno de máscaras yo no voy a poder analizarme. Yo le dije: tiene razón. Si quiere lo derivo, si quiere pídale a su hija, que era la que lo había derivado, que le busque otro analista. Porque me di cuenta ahí, era la primera entrevista, que una situación así tan de sobre pique, no estaba en tiempo para trabajar donde se estaba presentando, el núcleo de su desanudamiento. Era imposible. Entonces, que siga su viaje para encontrar el semblante adecuado que, efectivamente, no era ese mío.

Alumna: ¿Ahí de que tiempo hablas?

Sergio: un tiempo lógico, vinculado a la cronología en cierto modo, pero básicamente lógico. Porque ahí la interpretación que cabía era que evidentemente lo que él deseaba era su desenmascaramiento y lo que temía era mi mascarada. Pero en ese punto, que hacía media hora que estaba en entrevista este hombre y que además insisto, porque si hubiera sido un pibe de veinte suponete, pero un hombre de sesenta que había llevado su vida por todos los carriles de la normalidad religiosa que ustedes se puedan imaginar y que de golpe en ese momento tenía partido el corazón por su enamoramiento de una secretaria, era otra cosa. El mundo se le estaba viniendo abajo. No había tiempo para poder trabajar eso.

Laura: Explicá que era lo que pasaba en tu consultorio en sí mismo, porque sino no se entiende lo que pasó.

Sergio: En mi consultorio, algunos de ustedes lo conocen, efectivamente tengo muchas máscaras porque me gustan mucho. No es que las pongo a propósito para psicoanalizar a la gente, me gustan. Después van tomando una función. Me acuerdo una vez una supervisión con Ulloa le cuento que uno de mis pacientes que era actor se había parado largamente frente a una máscara y que me había hecho una serie de comentarios, de dónde la había traído, y yo había entrado en un diálogo social con él. Ulloa me dice: pero sos un boludo, te está preguntando por lo fundamental de su función en el mundo, él es actor y vos te metes a conversar como si fueras un vecino.

Noemí: Te gustan mucho las máscaras.

Sergio: Lo que trae Noemí es así, somos de carne y hueso. Efectivamente muchas veces somos tomados en relación a nuestro propio goce y ahí el deseo del analista cae, queda obstaculizado. Fue lo que me pasó, obviamente en esa circunstancia.

Alumna: Pero al de las máscaras, por qué no querías atenderlo?

Sergio: No es que no quería atenderlo, es que me di cuenta que no me daba el tiempo, no el tiempo de reloj, sino el tiempo de ese sujeto para poder sortear ese escollo que él había advertido. Esto también es algo a medir. Uno no tiene que atender a todo el que le caiga en manos porque anda necesitado de plata y nada más, eso nos pasa a todos siempre, sino que también tiene que poder captar si a esa persona, le puede ser útil o no el análisis con uno. Yo lo digo en todos mis seminarios, lo vuelvo a repetir en este, personalmente me analicé con cuatro analistas diferentes, no digo que haga falta analizarse con cuatro diferentes sé que soy un caso difícil, pero no me parece mal y muchas veces lo he propiciado, que un paciente mío siga su análisis con otro analista. Pero ya no como en este caso que era la primera entrevista. Me acuerdo de una colega que llevaba como siete, ocho años analizándose conmigo y yo me daba cuenta que estábamos en un impasse muy fuerte en relación a la feminidad de ella y yo me daba cuenta que ese impasse tenía que ver con que había algo en mí que no entendía. Hasta que en un momento ella me dice que se daba cuenta que estábamos en un impasse y que capaz tenía que buscar otro analista y yo le dije que sí, que me parecía bien. Es más que le recomendaba que se buscara una analista mujer porque me parecía que iba a poder entender más lo que a ella le pasaba de lo que yo estaba pudiendo entender. Efectivamente después inició o reinició el análisis con una analista mujer con la cual terminó su análisis y dice que le hizo bastante bien. Me encontré a la ex analizante este verano en las vacaciones y charlamos un buen rato. Hizo falta. Esa es otra cosa, un problema que tiene la IPA es esa idea de que se puede hacer un brevet de psicoanalista, tres años y medio con un didacta da un analista, no, eso no es así.

Alumna: para retomar la riqueza de esto de trabajar en vivo y en directo, en el relato del comienzo. Este paciente manifiesta un punto de angustia en relación a las máscaras. ¿Qué te hizo pensar a vos, alguna razón habrás tenido, que no era momento para decir: la máscara, qué le dice a usted la máscara? ¿Qué tiene que ver con usted la máscara? ¿Por qué la máscara sí? ¿Por qué la máscara no? ¿Qué es una máscara? Abrir por el lado del significante que a él lo angustiaba tanto para decir yo me escapo de acá, me voy de acá. ¿Qué de lo que estaba pasando ahí a vos te hizo tomar este me voy de acá, en vez de decirle no, venga a hablar de la máscara?

Silvia: de la más cara

Sergio: No, desde el punto de vista caro, para llanto mío, era el paciente que más me pagaba porque era la segunda o tercera vez que yo recibía un gran burgués en tratamiento, que por lo tanto le podía pedir lo que a mí me pareciera. No era por ese lado. Lo que puedo reconstruir, porque de esto hace como doce años, son dos cosas de él y una mía. Las de él, primero, es que me lo dijo muy decidido, no abría lugar a interpretaciones ni a discusiones, estaba decidido a hacerlo. En segundo lugar, me olvidé.

Ethel: En tu artículo de Imago Agenda decías que él no quería fingir delante de la mujer como si fuera una mascarada, tapando este amor que sentía.

Sergio: Claro, él no quería y al mismo tiempo no soportaba que la máscara cayera. La segunda cosa en relación a él es que yo me di cuenta que él estaba en el núcleo. Vieron que Freud hablando sobre los historiales de la histeria en uno de ellos, ya en los finales, dice que mientras más nos acercamos al núcleo patógeno más se tensa la resistencia. Ahí yo sentí que de golpe, en la mitad de la primera entrevista estaba en el núcleo patógeno. No me sentí ni con destreza ni con tiempo para encararlo, por otro lado me doy cuenta que yo mismo en ese momento entré en una cierta obnubilación, diría, en la que me dije, no, no estoy en condiciones de atravesar esto. O sea que el asunto venía por el lado de él y por el mío. No sé que destino tuvo después.

Retomemos esto de los semblanteos. De entrada hay estudio mutuo nos demos cuenta o no. De entrada es casi como una partida de Truco donde se está semblanteando. Semblanteando es una palabra que nosotros la usamos en relación al Truco, por ejemplo. Del destino de esos semblanteos en su transformación en actos, tanto del analista como del candidato a paciente dependerá qué y cómo se instale lo que de ahí en adelante irá a transcurrir. Si el acto del analista es eficaz, es probable que se produzca el acto del analizante de ponerse en análisis. En ese sentido no se engañen nunca con la historia de como viene a analizarse la gente. Una cosa es la demanda, otra cosa es el deseo, pero además existe la demanda conciente y la demanda inconsciente. Me acuerdo de una señora que se me presentó una vez muy de gris, casi viuda como se presentaba, muy seria, con toda una historia laboral exitosísima como empresaria pero que había estudiado psicología porque le gustaba. Entonces viene y se me presenta que se quiere analizar conmigo porque quiere transformarse en psicoanalista y sabe que analizarse es importante para ser psicoanalista. Yo pensé, estamos fritos, si empezamos así estamos mal. Pero hubo algo en el brillo de los ojos de ella, que yo le daría el carácter de enunciación, que me hizo observar más. Fue un análisis que transcurrió como diez años en el cual se separó del marido, tuvo dos o tres amantes, después no sé como habrá seguido su vida, pero entre otras cosas sé que publicó un libro.

Alumna: se vestía de colorado.

Sergio: vos te reís, no quiero dar más datos pero se dedicó como hobby, pero hobby importante, a algo donde mostrar el cuerpo era muy fuerte. Sus hijos y sus hijas entraron en crisis que ella fue colaborando mucho a que las empezaran a sortear de otro modo distinto a como venía la historia. Si yo me hubiera guiado sólo por el enunciado, vengo a usted porque me quiero formar como psicoanalista, le hubiera dicho, venga otro día cuando tenga algo, pero el brillo en los ojos a mí me llamó la atención. Estos semblanteos de parte del analista no son más que lecturas a la letra. Lo que no supone sólo las fallas en los enunciados, sino también las fallas en las lógicas, los actos sintomáticos y manifestaciones particulares en el cuerpo, rostro, manos, posiciones, caminares, entonación de voz, atmósferas, etc. de como se nos vaya presentando el consultante. Hubo una época del lacanismo, mucho de nosotros ya estamos fuera de esa época, donde se suponía que sólo se podía atender lo que ocurría en el terreno de la palabra. Por eso empecé por la definición del significante. Él dice un significante es lo que, no dice es la palabra, no lo define como palabra. En ese sentido cuando entramos en relación con quien está demandando nuestra atención hay muchísimas cosas, porque yo acá enuncio algunas pero pueden aparecer otras por sorpresa, se me cayó el pizarrón, no me acuerdo que otro lío hice, esas cosas hay que tomarlas en cuenta.

Alumna: En la paciente que se vestía de gris el enunciado sería el brillo en los ojos.

Sergio: sería la enunciación que fracturaba el significado del significante más aparente de ella. Sí, tiene que ver con la enunciación más que con el enunciado.
Este punto de la imprescindibilidad del semblanteo es lo que nos exige rescatemos el planteo de Lacan en Intervención sobre la transferencia está en Los escritos 1. en general ese trabajo se lo lee para estudiar el tema de histeria porque es donde él trabaja mucho el caso Dora pero en realidad es un trabajo escrito para trabajar el tema de la transferencia. En ese trabajo Lacan habla de transferencias recíprocas. Era en el momento en que el psicoanálisis estaba hegemonizado por la idea de contratransferencia a la que él se opone. La idea de contratransferencia deja el tema de transferencia puramente en el terreno imaginario, en el terreno especular, en el terreno de el emisor recibe del receptor su propio mensaje invertido, tomando otra fórmula de Lacan. En cambio transferencias recíprocas es qué efectos producen recíprocamente en cada uno la presencia del otro “parletre” que está. Los psicoanalistas, al igual que nuestros pacientes pero disponiendo de otro saber para abordarlo, nos enfrentamos con un enigma. De esa confrontación surge nuestra transferencia simbólica. Lacan también va a hacer todo un recorrido en torno de la transferencia desde cuando parte en su seminario 1 con la disposición a la transferencia que está referida a la transferencia imaginaria hasta que llega a su formulación del sujeto supuesto saber que tiene más que ver con la transferencia simbólica e imaginaria. Ahí la pregunta es interesante, ¿Por qué digo que nosotros también tenemos una transferencia con nuestros pacientes? Hay una respuesta que es muy fácil, cualquiera de ustedes me la puede dar, yo amo a mis pacientes, me enojo con mis pacientes, los quiero tirar por el balcón, en fin, hay diferentes reacciones que el analista va teniendo. Pero ahí estamos en el terreno de la transferencia imaginaria, estamos en el terreno de los afectos pero ¿Qué es lo que despierta, en el terreno simbólico nuestra transferencia con el discurso de nuestro paciente? Que se nos presenta enigmático. Al presentársenos enigmático nos incita a tratar de saber sobre él. Le suponemos un saber al sujeto, nosotros también, no es sólo el analizante que supone un saber al sujeto que se lo puede encajar al analista en los comienzos y después ir captando que en realidad se va captando en las sesiones en sus dichos y decires. A nosotros también nos pasa eso cuando trabajamos, cuando no estamos con la angustia, con ansiedad. La vez pasada conversaba con unas colegas que supervisan conmigo que son expertas, tienen ya quince o veinte años de trabajo. Trajeron un caso que era interesante pero que se caracterizaba porque presentaba puntos muy delicados, finos de fisura. El caso en sí aparecía permanentemente como sólidos enunciados. Entonces las tres, tanto la que lleva el caso como las otras dos que estaban participando, entraron a intervenir armando teorías sobre el mismo. Yo les hice observar la reacción de ellas porque era efecto evidentemente de la angustia que les producía que un caso sobre el que se estaba trabajando hacía ya unos dos años, ellas sintieran que estaban frente a un frontón de pelota paleta. Cuando les hice observar los puntos finos, delicados, se armó otro tejido que les abrió totalmente la visión sobre el caso. Primero tengan claro ustedes que siempre es más fácil ver las cosas de afuera. Tanto es más fácil al que está atendiendo la consulta ver lo que está pasando con el analista que trae la consulta, como al analista que trae la consulta le es más fácil ver lo que le está pasando al paciente, que este mismo. Digo eso para no entrar en cuestiones de mérito. Pero lo que les pasaba a ellas era que las angustiaba, las ponía muy nerviosas no saber que hacer. Entonces ahí, piano, piano, es preferible pasarse un buen tiempo sin saber que hacer que querer hacer por saber, porque ahí se va a errar seguro.

De esa confrontación surge nuestra transferencia simbólica, siempre en peligro de ser obstaculizada por la transferencia imaginaria, básicamente afectos y juicios generalizadores por ejemplo decir: Ah, es una histeria. O..., mirá que obsesivo que es, eso no sirve para nada, para lo único que sirve es para taponar lo que tenemos ahí en escucha. Taponamiento que desde el yo del practicante resiste la utilización de la transferencia simbólica para operar sobre lo real del paciente. Entonces, para nosotros también vale la fórmula del sujeto supuesto al saber. Estamos atentos a lo que el Discurso de apertura de la partida, matema introducido por mí en En la trastienda de los análisis 1, (ojo en la página 158 hay un error de imprenta por lo cual está mal escrito pero en otros lugares no). También lo retrabajé en En la trastienda 2. En lo que hace a letras y lugares nos indica:

a S1
S2 $

Nosotros definitivamente estamos en a por definición, porque el otro viene a utilizarnos. En el matema del analista también está a en el lugar de agente y también está S2 en el lugar de la verdad, la diferencia con este matema es que en el matema del analista en el lugar del otro está la división del sujeto. Ya es el sujeto hablando a través de su división, sus equívocos, lapsus, fallidos, etc. eso que sobre la base del saber del analista operando sobre la división del sujeto va a hacer que se produzca un nuevo significante por parte del sujeto que es el que lo va a hacer avanzar en el análisis a $

S2 S1

En entrevistas iniciales, a las que me estoy refiriendo, fíjense que esto todos los psicoanalistas en general lo discriminaron del resto del análisis. Acuérdense de Consejos al médico, Iniciación de un tratamiento Freud dice que no hay que intervenir en las sesiones iniciales excepto para ayudar a instalar la transferencia. O sea que él también establece una diferencia. Porque en realidad el paciente se nos va a presentar haciéndose representar por un significante que él está creyendo que lo representa. El saber del analista es el que va a poder operar sobre ese significante, que yo ahora lo llamaría el semblante con que se nos presenta el paciente en ese momento, para producir la división. No se nos aparece dividido, es muy raro, puede ser alguien que ya tuvo mucho recorrido en otros análisis y ya está canchero y dejó de lado la cobertura narcisística. Sino en general cada uno viene a quejarse de la esposa, no la entiende, maldita la bruja o los chicos que lo vuelven loco, o el patrón. Sino, como me decía ayer un paciente, no, yo tengo verdaderos ataques de pánico, no sabés lo que es.

Alumna: como si hubiera falsos.

Sergio: además él hace quince años que se analiza, está conmigo en terapia de pareja, otra historia, pero me dice: tengo verdaderos ataques de pánico, tomo Rivotril de 2.5 sino no podría vivir. Entonces me cuenta uno. Resulta que es un señor que tiene un alto lugar ejecutivo en una corporación y había hecho una operación donde se había dado cuenta que había traducido una formulación que estaba escrita en inglés americano como si hubiera estado escrita en inglés británico y de un inglés al otro se había producido un matiz de diferencia que a la corporación, pero se imaginan lo que le iba a pasar a él si ese matiz hacía un desastre, le había dejado en el aire 500 millones de dólares. Yo también hubiera tenido un ataque de pánico, eso no se lo podía decir, es obvio. Pero pobre había estado con un ataque de pánico. Tuvo suerte que nadie se avivó y el asunto pasó. Se nos presenta así la cuestión en el inicio. Fíjense que plantear el matema así tiene mucho que ver con como Lacan planteó el de la transferencia. Yo lo simplifiqué un poco, me lo pueden discutir desde muchos puntos, pero significante de la transferencia es aquel significante en el que se está sosteniendo la demanda de ayuda terapéutica. Significante que se dirige, Lacan dice a un significante cualquiera y tiene razón, porque el que viene a vernos no sabe quien es cada uno de nosotros. Lacan agrega pero que no es cualquier significante porque no sabe pero cree. El otro día me habló un muchacho y me dice: mi mamá lo escuchó en la radio y me dijo andá y velo. Soy el tipo de la radio para la mamá de ese muchacho. No agrega demasiado a nada pero sin embargo a esa señora le resultó significativo, a él no, cuando le comenté los honorarios por más que fuese de la radio, eso no lo iba a pagar, decía. ¿Cuando se inicia el juego? Fíjense una cosa interesante, Lacan deja significante cualquiera, o sea al del analista, por fuera de la barra que es la barra de la represión, lo dice Lacan en el trabajo en que lo presenta que es La proposición del 9 de octubre. Cuando el analista desde fuera de la barra de la represión que está reprimiendo los significantes reprimidos del analizante logre intervenir sobre el sujeto como para que se abra entonces la cadena significante del sujeto. Fíjense que logra intervenir sobre el sujeto para poner en acto su división. Este es el punto clave.

St Sc
s (S1, S2,S3.................Sn)


Si nosotros captamos esto, se nos va el endurecimiento en las primeras entrevistas, que suele ser una de las causas de interrupciones prematuras. La gente que después va y se les queja a ustedes y les dice: estuve con otro analista y estuvo seis meses sin hablarme o estuve con otro analista pero era tan distante que yo no me animaba a contarle. Si uno capta eso, no capta que lo que tiene que generar es una atmósfera que le facilite a esa persona instalarse en la confianza necesaria (Bion hablaba de confianza básica) para poder hablar, nada más y nada menos que de las cosas más delicadas y secretas de su vida. Eso no quiere decir entrar a chichonear, hacerse el barra brava, no es eso porque justamente eso exige una singularidad con cada uno que viene a consultarnos. Por ejemplo, con el señor que yo les contaba de las máscaras si yo me hubiera puesto a chichonear hubiera hecho todo lo contrario de lo que hubiera tenido que hacer. Pero en cambio con un pibe adolescente que viene y me dice, como me dijo una vez uno que me lo mandaban los padres por drogadicción, ustedes son todos unos caretas. Le dije: sí, tenés razón el único problema es que vos te crees que vos no sos careta. Ahí empezamos. El tema es que yo pude captar el registro en el que venía él, identificarme a ese registro para hacer mi intervención. Me pasó hace poco con un pibe de quince que salió ultra religioso católico en una familia de todos ateos, laicos, marxistas. Primero se lo llevan a un psicoanalista que no lo voy a nombrar, que se puso desde el ateísmo marxista explicarle porque dios no existía. El pibe ese no quiso volver nunca más. A verme a mí vino una sola vez y a partir de ahí con los que estoy trabando es con los padres. Trabajando así, primero se han relajado bastante las relaciones entre los padres y él que estaban durísimas, se llevaban un desastre, pero además empezó a aparecer que no era el único que tenía problemas de los hermanos. Esto por el comienzo ¿Qué es un paciente? ¿Quién es el paciente? ¿El paciente es el chico de quince años? Sí, claro. Pero ¿Es sólo el chico de quince años? Entonces que hacés ¿Derivabas a uno por uno? Depende, eso lo vas a poder hacer en el momento en que la simbiosis que está funcionando en esa familia haya sido trabajada de tal manera que la fisura del vínculo simbiótico no produzca un síntoma más grave. Hay que observar, por eso lo de buenos días, buenas tardes, caso por caso. Parto de estas ideas para preguntarme y preguntarles ¿Qué y cuál es el modo de presentación del paciente, en la entrada y en muchos otros momentos del transcurso de un tratamiento? La pregunta me la hago con la finalidad de que dicho paciente pueda disponer de nuestra parte, de todas las herramientas para funcionar lo más que sea posible como analizante. Fíjense que estoy usando mucho el término posibilidad a propósito, no todos tenemos la misma capacidad estructural para ir a fondo a con un análisis o para ir a hasta un cierto límite y más de ahí no pasar, porque puede ser peor que dejarlo en ese límite. Como consecuencia, que nuestro trabajo optimice todo lo que las condiciones lo permitan, un psicoanálisis, ya que es la herramienta más fina a nuestro alcance para que las personas puedan hacer algo mejor para su vida que lo que hacen con su síntoma a través de llevarlos a un sinthôme, a un cuarto nudo que articule mucho más efectivamente sus deseos y sus goces.

Viejas discusiones atraviesan al psicoanálisis ¿Psicoanálisis individual, familiar, de pareja, grupal, psicodrama psicoanalítico, grupos operativos? Considero que no sirven las antiguas respuestas generalizadoras y tomadoras de partido por alguna apódosis, les recuerdo que quiere decir apódosis, "explicación, retribución. Segunda parte del período que cierra el sentido que queda pendiente en primera llamada, llamada prótasis. Figura que consiste en suprimir toda transición para dar más viveza al discurso". (Leído del diccionario de la Real Academia Española) Si nosotros nos paramos en el cierre de sentido estamos fritos.

El psicoanálisis debe partir de discernir provisoria o transitoriamente, cual es el objeto ante el cual se encuentra. Es desde ese discernimiento, que concebirá a prueba, cual será la práctica más eficaz para que su praxis vaya operando. No es lo mismo cuando lo que se presenta ante nosotros es un cuadro tradicionalmente definido como psicosis, como histeria, neurosis obsesiva o fobia. Pero incluso estos términos funcionan más como obstáculos que para facturar establecer las primeras y las posteriores conjeturas y la primera estrategia y las diferentes tácticas o hasta cambios de estrategia en el transcurso del trabajo. A mí me ha pasado por ejemplo estar analizando una persona durante muchos años y por ahí en determinado momento decirle: no sé, ¿quiere venir con su marido? O...¿quiere venir con su mujer un tiempo?. Después retomamos otra vez. Puedo dar razones. Porque hay psicoanalistas fundamentalistas, lo cual es todo un oxímoron pero los hay, que dicen: yo analizo al deseo. Está bien, pero si no se analiza el deseo en función de las diferentes variables que están funcionando en esa situación se puede llevar a una situación en donde al paciente no le quede otra que interrumpir o entre en una serie de actuaciones o pasajes al acto que después sean irremontables. Entonces hay que escuchar, hay que ver, no es sólo lo que el paciente desea lo que está en juego sino como el deseo del paciente se está jugando en esa ecuación con la que el paciente se nos presenta. En cambio es mucho más importante tomar en cuanta el motivo de la consulta, la forma de la demanda y la forma que va tomando en la relación con el (O)otro, raigal o transitoriamente. Dicho de otra manera, como está o no instalada la castración. Captar si nos hallamos ante un ser parlante básicamente castrado simbólicamente (neurosis) o lacunarmente (limítrofe) o que funciona sincrética o simbióticamente. Son diferentes formas de presentación. Básicamente de quien, de qué y como nos habla el concurrente. De esas conjeturas, los momentos fundacionales de un tratamiento pueden pasar por diferentes avatares. Los cuales pueden volver a presentarse de igual o distinta manera, en momentos particulares del tratamiento psicoanalítico de ese parlêtre.

Finalmente. Les traigo estos planteos para darles pista de mis inquietudes para este seminario. Por supuesto no hay obligación de adhesión a las mismas. Cada uno, docentes y alumnos, trabajará como decía al principio, desde donde esté. Por supuesto quedo a vuestra disposición para ser consultado e interpelado. Las consultas serán intercambios de ideas en las cuales también puede ocurrir que termine siendo yo el consultante. Lo fundamental, será que trabajemos con ganas para situar la práctica psicoanalítica para operar en estos comienzos del siglo XXI, a la altura de lo que nuestros pacientes y nuestros maestros nos legaron.

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