miércoles, 23 de julio de 2008

Clase Nº 8

09/09/2006


¿Encuadre o encuadres de los tratamientos a medida de lo que la afección demanda? El consultorio y la posición del analista. Espacios potenciales para los juegos de transferencias recíprocas.

Sergio Rodríguez: Lo que les vamos a pedir es que nos manden por mail la decisión de escribir para las Jornadas del Seminario del segundo sábado de Noviembre así nosotros podemos organizar la reunión: cómo y dónde la hacemos en función del tiempo que nos puede llevar porque no es lo mismo si se presentan cinco trabajos que si se presentan veinte. Después les avisamos. Insisto que va a estar bueno que escriban, traten de romper la inhibición, sé que decirlo así es una pavada pero ... bueno.

Para esta segunda parte empiezo haciendo una elección. La verdad que iba a darles una clase sobre los viejos encuadres en psicoanálisis que en buena medida aún subsisten inclusive dentro de los consultorios de muchos colegas muy formados en Lacan. En todo caso lo que han variado ha sido el manejo del tiempo y el uso de la sala de espera llena pero no han variado otras cosas que me parecen más importantes que la sala de espera llena. Entonces entre plantear lo que eran los encuadres de la época freudo kleiniana y lo que yo considero que deberían ser los encuadres ahora, como me doy cuenta que no puedo con mi verborragia entonces decido dedicarme hoy nada más que a como eran los viejos encuadres y al análisis de eso. Igual las dos clases que vienen van a girar mucho en relación a la cuestión del encuadre, del espacio potencial, del objeto transicional, etc. Hoy entonces me voy a ocupar de los viejos encuadres para lo cual he utilizado básicamente el capítulo III del primer tomo de En la trastienda de los análisis. Les confieso que me he llevado una alegría, se la comentaba a Laura ayer, porque lo fui a leer para ver qué modificaba de todo eso, para ver en qué estaba yo diez años después de haberlo escrito. La verdad que casi no modifiqué nada lo cual me alegra, no quiere decir que no haya nada para modificar pero por lo menos yo no me di cuenta y por lo tanto quiere decir que para mí sigue siendo bastante bueno. A ese capítulo lo llamé ¿En-cuadrado? O: Borromeana-mente en discurso. Lo subtitulé: Reconocimiento a Bleger y crítica a su concepción sobre el encuadre. El reconocimiento a Bleger no es porque sí sino porque hasta Bleger la cuestión del encuadre era un hábito. Cada uno había llegado a analizarse con x analista, había sido analizado con x encuadre en el cual se habían repetido ciertas cosas y volvía a analizar al que viniera de la misma manera, etc. etc. Que yo sepa, el de Bleger es el primer escrito fundamentando el por qué del encuadre psicoanalítico que ellos usaban. Creo que verdaderamente se merece un reconocimiento porque se tomó el trabajo de no dejarse ganar por el goce transmitido en los análisis y en su propio análisis sino que trató de dar cuenta.

Van a ver que es muy interesante porque tratando de dar cuenta de eso, sin darse cuenta él pero diciéndolo, se dio cuenta que ese encuadre era un obstáculo al psicoanálisis. Realmente Bleger, hasta me emociono hablando de él porque es uno de los psicoanalistas argentinos por el cual yo tengo un gran respeto, era un gran clínico. Si ustedes leen los trabajos de él donde habla de sus casos era un gran clínico y muy comprometido, muy honrado, muy serio en su trabajo. Aportó también teóricamente desde su formación que era básicamente desde autores argentinos y Klein y Faibarn que fue un discípulo heterodoxo de Melanie Klein.

El trabajo clave de Bleger sobre el encuadre está dentro de Simbiosis y ambigüedad y se llama Psicoanálisis del encuadre psicoanalítico. Voy a trabajar sobre esa base.
Él ahí dice lo siguiente: " La situación analítica puede ser así estudiada desde el punto de vista de la metodología que ella significa, correspondiendo el encuadre a las constantes de un fenómeno, un método o una técnica, y proceso al conjunto de las variables. Sin embargo, este aspecto metodológico será aquí dejado de lado y sólo lo citamos para que se comprenda que un proceso sólo puede ser investigado cuando se mantienen las mismas constantes". Él ahí plantea una ley fundamental de la epistemología neopositivista - que era la hegemónica de aquella época - y que si ustedes lo piensan no es irracional. Un científico a la hora de hacer un experimento, tiene que eliminar las variantes que puedan incidir en el resultado. Obviamente un análisis no es un experimento de las ciencias exactas.

"Es así como dentro del encuadre psicoanalítico incluimos el rol del analista". Eso era un paso para aquel momento porque todavía en esa época el neopositivismo pensaba al experimentador como observador no participante. Bleger lo colocaba como observador participante: "...el conjunto de factores espacio (ambiente) temporales y parte de la técnica (en la que se incluye el establecimiento y mantenimiento de honorarios, horarios, interrupciones regladas, etc.)" Él no lo pone ahí porque él lo practicaba y no se daba cuenta pero yo agregaría interpretaciones clichés que formaban parte del encuadre, si uno se estaba por ir de vacaciones o si se acercaba el fin de semana o volvía de las vacaciones o del fin de semana uno ya sabía qué interpretaciones cabían.
Para poder leer variables Bleger parte de considerar equivalentes encuadre y constante, en su intento de darle estatuto científico al psicoanálisis según la epistemología de las ciencias positivas. Epistemología totalmente en vigencia por entonces, hoy caduca en parte.

No sé la relación que tienen ustedes con las llamadas ciencias positivas pero especialmente en la década de los noventa se produjo lo que se llamó la caída de los grandes paradigmas de las ciencias positivas. Yo he escuchado a tipos muy importantes de ellos, un premio Nobel por ejemplo, plantear que las ciencias exactas, no me acuerdo exactamente como lo decía, pero él decía que las ciencias exactas se escribían como literatura.
Vos te acordás el nombre por la cara que pones.

Alejandro Del Carril: Ilya Prigogine

Sergio Rodríguez: Exactamente. Muchas gracias.
Tomado por ese consenso referencial, a Bleger se le escapaba que esa metodología no guardaba correspondencia con el objeto en cuestión: “Inconsciente” para Freud, “Fantasía inconsciente” para Melanie Klein, “objeto a” para Lacan. El saber sobre el mismo no es efecto de la comparación sino de cernirlo a través de lectura letra a letra, ya que de lo que se trata es, no de cualquier heurística, sino de la interpretación psicoanalítica dirigida a la causa del deseo y de la intervención destinada a hacer virar lo litoral al agujero en el saber, a lo literal. O sea, un saber agujereado tiene un litoral, hacerlo virar a lo literal. Esto es muy importante porque una de las paradojas epistemológicas más importantes que tiene el psicoanálisis es que al mismo tiempo que necesita, como cualquier otra práctica, generalizar, sin embargo es una práctica que está absolutamente dirigida a la singularidad. Articular generalización con singularidad es un problema con el que sólo se encuentran y sin darse cuenta, los artistas. Los artistas hacen eso, ni siquiera digo los artesanos, nosotros nos encontramos todos los días con esa cuestión.

¿Pero por qué un psicoanalista de la talla de Bleger y de muchos como él (casi todo el movimiento psicoanalítico postfreudiano y prelacaniano) tuvieron necesidad de ajustarse al encuadre como invariante? El secreto está en la proposición que plantea como axioma, a partir del cual despliega la lógica de su Psicoanálisis del encuadre psicoanalítico. Dice: "Propongo -por razones que se verán en el desarrollo del tema- que adoptemos el término situación psicoanalítica para la totalidad de los fenómenos incluidos en la relación terapéutica entre el analista y el paciente. Esta situación abarca fenómenos que constituyen un no-proceso en el sentido de que son las constantes, dentro de cuyo marco se da el proceso". Como ven, él se está planteando ahí cómo tener como referencia alguna generalidad que no tenía como referencia la estructura que produce al inconsciente. Para nosotros la invariante es la estructura que produce al inconsciente. Justamente tiene una serie de invariantes la estructura, como las reglas gramaticales, las reglas ortográficas, sintaxis, semántica. Para nosotros las propias invariantes por tanto provienen de la propia estructura de lo que va a funcionar luego singularmente dentro del consultorio. Las singularidades se van a producir justamente como aquello que hiere a esas invariantes. Él no disponía de eso, el movimiento psicoanalítico no disponía de eso. Por un lado porque – en general - no se tomó en cuenta a Saussure hasta la aparición de Levi-Strauss. Levi-Strauss toma en cuenta a Saussure para pensar cómo ordenar estructuralmente a la antropología que previa a él no era una antropología estructural. Luego Lacan va a pensar cómo tomarlo para ordenar la experiencia psicoanalítica. Además de eso yo creo, por algo que pasó en el movimiento psicoanalítico que no lo termino de entender bien o simplemente fue el azar, tampoco hubo, ni siquiera el propio Freud, quien tomara a fondo y desarrollara la teoría de las representaciones de Freud. Si hubieran tomado a fondo y desarrollado eso hubieran tenido una base parecida a la que dio Saussure con su estructura del lenguaje.

Después de producir la diferenciación entre proceso y encuadre como las invariantes del proceso dice: "El problema que quiero examinar es el de aquellos análisis en que el encuadre no es un problema. Y justamente para mostrar que es un problema". Leído a la letra, siguiendo el consejo freudiano de leer en lo que el autor dice, lo que dice más allá de lo que él cree que dice, Bleger desea mostrarnos que el encuadre mantenido como una suma de invariantes es un problema.
A renglón siguiente va a definir al encuadre como Institución a la que describirá funcionando "siempre (en grado variable) como los límites del esquema corporal y el núcleo fundamental de la identidad". Fíjense que ancla el encuadre al imaginario. No deja de tener razón porque un encuadre como invariante efectivamente no puede no responder a un imaginario. Además vamos a ver en el curso de lo que vaya diciendo que ese tipo de encuadres hay casos en los que sí hay que mantenerlos y firmemente. Especialmente en la psicosis donde, si ustedes han tenido la experiencia de trabajar en una psicosis saben que si hacen un pequeño movimiento que quede por fuera de ese encuadre se puede producir un cataclismo dentro del tratamiento.

Desde la perspectiva lingüística encontramos la definición de signo (la pueden encontrar en Ducrot y Todorov aunque en realidad le corresponde a Pierce) Define al signo "como una entidad que: 1) puede hacerse sensible, y 2) para un grupo definido de usuarios señala una ausencia en si misma. El signo es siempre institucional. En este sentido, sólo existe para un determinado número de usuarios. Este grupo puede reducirse a una sola persona (por ejemplo, el nudo que hago en mi pañuelo)". Se acuerdan cuando eran chicos, de adolescentes y ahora mismo, no se quieren olvidar algo y se hacen algo que les llame la atención de ustedes mismos, podría ser el nudo en el pañuelo.

Como vemos tanto desde el punto de vista de Bleger como desde la lingüística estructural la institución nos lleva al signo y al congelamiento de la significación para un grupo que como decía Pierce puede ser una sola persona. Lacan define al signo de la misma manera que Pierce como "lo que significa algo para alguien".

Por estas razones creo que el encuadre como invariante totalmente institucionalizada, entra totalmente en el terreno del yo, y en el registro de lo imaginario. Si jugamos a la ficción de un reecuentro con Bleger en el que lográramos no caer en el enfrentamiento especular, y consiguiéramos traducirnos la diversidad de las jergas, lo que implicaría reubicarnos con establecimiento de equivalencias y diferencias, nos encontraríamos muy probablemente con su coincidencia ya que en el trabajo que estamos analizando dice: "hay que reconocer que siempre las instituciones y el encuadre se constituyen en un "mundo fantasma"; el de la "organización más primitiva e indiferenciada". La organización más primitiva e indiferenciada, con "los límites del esquema corporal y núcleo fundamental de la identidad" es la yoica, lo previo es la no organización. Por esta razón es que hay que respetar lo más posible las fijezas del encuadre con pacientes psicóticos o en peligro de psicotizarse.

Al haberse perdido en esa época y esa región del psicoanálisis, la captación del deseo como causa del movimiento subjetivo, y al no haberse arribado al concepto lacaniano de goce, se impuso como campo de la experiencia humana la conducta (que es lo mismo que levantan ahora nuestros amigos cognitivos conductuales) descentrándose la atención del psicoanalista al epifenómeno. La conducta es el epifenómeno de la relación entre deseo y goce de cada uno de nosotros. Este movimiento quedaba atrapado en la posición lógica que pretende suturar la falla por la vía de alguna metalógica. Acá veo caras de gente que ha transitado análisis en aquella época y otros que no, para que tengan idea los que no, la interpretación estaba centrada en la defensa. "Usted tiene miedo de cogerse a su madre" que no es lo mismo que decirle "usted se quiere coger a su madre" y si viniera al caso "y eso le da miedo." Lacan por el contrario, sitúa a la lógica del Inconsciente ex-céntrica y causada por la castración.

Desde aquella articulación teórica, Bleger va a producir la siguiente redefinición: "En otros términos, el encuadre es una metaconducta de la que dependen los fenómenos que vamos a reconocer como conductas". Se armaba un corset metaconductual para poder entender las conductas. Pero a la vez, se aleja de la metapsicología freudiana y de su conceptualización de las representaciones cosa, palabra y objeto, que incide en la diferenciación entre conciente y preconciente y por lo tanto en qué y cómo interpretar. Esto lo lleva a necesitar de la invariante -la metaconducta del encuadre- para reconocer lo interpretable en la conducta -el proceso, el conjunto de variables. O sea, le daban al encuadre la función que nosotros le damos al lenguaje.

Los lacanianos reconocemos al análisis como un proceso, pero construido por una serie de actos que van marcando su movimiento. Porque el Inconsciente está estructurado como un lenguaje en que cada psicoanálisis debe ser una articulación entre acto y proceso. No debe ser llevado a cabo por fuera de la metonimia del eje sintagmático, del paradigmático con su contingencia metafórica y de la pérdida de sentido por resistencia a la significación o por insignificabilidad, inherentes a la estructura del lenguaje. De ahí su consecuencia, que el manejo del tiempo y del encuadre dependa de dicha lógica. Tampoco es que nosotros trabajamos sin ningún encuadre. Lo que yo postulo es que el encuadre se nos va produciendo en el desarrollo del análisis, inclusive va variando en el desarrollo de un análisis. Cuando digo se nos va produciendo es porque ni es algo que produce el psicoanalista o que produce el paciente, es algo que se va produciendo entre ambos.

Todo enunciado en su articulación con la enunciación, significa por efecto de las relaciones entre: los elementos discretos del sintagma, del elemento presente con los ausentes en cada uno de los paradigmas, y por retroacción desde la puntuación conclusiva. No me extiendo porque de estas cosas hemos hablado en otras clases.

Se me puede preguntar ¿Pero cómo advertir lo real del objeto, lo imposible de escribir, justamente por quedar fuera de sentido? Lo que repetidamente se ausenta por insignificado es perceptible por los indicios que deja, que leídos como letras pueden dar lugar a intervenciones del analista que faciliten se reproduzcan nuevas construcciones significantes que horaden a lo real así hecho presente y hagan aparecer nuevas vestiduras del objeto, hasta su vaciamiento de las mismas. O sea, en la repetición pero en el sentido de la repetición en el sentido de lo no realizado, no escrito, no inscripto en el inconsciente, lo que nos va advirtiendo de que hay algo ahí que está llamándonos a que se escriba. Lo lograremos o no, ya es otro problema, no todo es escribible pero ahí es donde podemos ganarle terreno al litoral. Justamente, si el encuadre se va produciendo en discurso y como efecto de la lectura del analista sobre lo que va ocurriendo en el mismo, se generan mejores condiciones para hacer entrar en análisis mucho de lo que si no, indefectiblemente, quedaría fuera de él. Este es el enorme paso que dio Lacan en el análisis de las neurosis. Por lo menos en su teorización, después lo que él logró en su práctica con uno de sus seguidores allá en París es otra cosa. Es lo que, contrariamente a lo que suponía el movimiento psicoanalítico posfreudiano con respecto a Lacan, saca al psicoanálisis del intelectualismo, o sea del hablar por hablar, e introduce al psicoanálisis en la dinámica del acto. El tema entonces no es cómo hacen muchos que psicologizan el análisis, pasarse todo un análisis hablando del papá, la mamá, la tía, etc. sino de cómo eso que por supuesto forma parte del análisis, sirve para analizar ese agujero que se hace presente en el vuelta a vuelta del presente de la transferencia. Por lo tanto la presión de lo imposible no debe ser arbitraria sino según reconocimientos propuestos a la visión, el oído y aún a otras fuentes de percepción según los mecanismos del lenguaje.

Ahora no sé si tanto, si bien en algunas publicidades que me han llegado de instituciones psicoanalíticas está, se había puesto muy de moda combatir la función de la mirada en el psicoanálisis. Acá hubo un profesor de psiquiatría Jorge J Saurí, que había escrito un libro De la mirada a la escucha, en pleno sarampión lacaniano de los años 70. Es una tontería suponer que lo único que funciona en el analista en el trabajo de un análisis es el oído y a lo sumo la cabeza para conjeturar. Funciona el oído, funciona la mirada, funciona la piel, funciona la atmósfera, todo eso funciona. Todos esos son significantes. A veces uno tendrá que tener años de paciencia para entender por qué ese paciente siempre saluda igual pero algún día lo entenderá y cuando se lo entienda, el poder introducir la cuestión va a producir un efecto descomunal.
Aquellos puntos mudos en un análisis pero no inaudibles ni invisibles, prestan las primeras letras para que, presionados, se puedan ir escribiendo significantes. Significantes que no estaban y que producen un saber que le va ganando terreno a lo real, como los holandeses le ganaron terreno al mar.

Doy un ejemplo: Un paciente que sufría de poluciones nocturnas, practicante del coitus interruptus como anticonceptivo, y masturbador compulsivo, o sea que más allá de la racionalización obviamente el coitus interruptus respondía a otras razones no sólo no querer tener más hijos, llevaba un prolongado período hablando de dificultades en su profesión de maestro y con el entorno de colegas -dificultades sobre las que se habían producido una cantidad de interpretaciones sin demasiado éxito. Se le prohibe la masturbación por un mes. Para ello se tuvo en cuenta que estaba fuertemente en transferencia con el análisis y el analista, haciéndose uso amo de eso.

Esa maniobra trajo como efecto la perdida del goce masturbatorio pasando al paciente en su abstinencia, de la impotencia y la castración imaginaria al lugar de agente deseante. O sea, pasó a ocupar el lugar de sujeto en el discurso de la histérica.
Entonces se excita con la que en esa época se había transformado en su mejor amiga, la esposa del director de la escuela. Ella se pasaba contándole chimentos que dejaban mal parado al esposo (valga la metáfora) que hasta entonces había funcionado como el ideal del paciente. La castración aparecida en el Otro había sido renegada. La masturbación, a través de la satisfacción pulsional autoerótica, facilitaba la no-investidura de esa mujer como deseada. Ese deseo no alcanzaba a articularse, como efecto de la renegación de la impotencia parcial del propio director con su esposa. La renegación de esa impotencia parcial del Otro, tampoco le permitía verla como castrada y por lo tanto deseante. En consecuencia no había lugar para articular una demanda. Era de esos hombres que saben ser amigueros con las mujeres, y con una apariencia tan asexuada que no incitan celos en las parejas de éstas. Por otro lado en sus fantasías masturbatorias nunca había aparecido el más mínimo indicio que pudiera acercar la interpretación a algún deseo por la mujer del director. La orden del analista amo presionó a que la pérdida del goce fálico masturbatorio escribiera un saber sobre la castración en el Otro. Como consecuencia, también en el objeto, el que a través de la queja histérica sobre el marido forjara la apariencia de estar a la espera de alguien que la colmara de eso que a ella le faltaba.

Obviamente eso exigió una variante en el encuadre, el analista abandonó la pura abstinencia, el sólo interpretar.
Podemos decir entonces, que es cada punto final el que en acto fija el encuadre que permite la lectura en análisis de cada fragmento de discurso. Recién ahí habremos podido determinar, sesión a sesión, el encuadre que se estructuró en cada una. El sintagma final de cada análisis, se establece recién desde su final, aunque resulte redundante decirlo así. Por ejemplo, sólo al final, pudieron saber Lacan y Pierre Rey que el análisis de éste había transcurrido cara a cara, sin diván. Lo analizó diez años cara a cara, no creo que se lo haya propuesto de entrada. Vaya uno a saber todas las ideas que le pasaron por la cabeza a Lacan a lo largo de ese análisis, llegó el final de análisis cara a cara. Es obvio entonces que Pierre Rey no podía soportar la ausencia de la mirada del analista y se ve que Lacan se resignó a eso y me parece bien, no pretendemos hacer dioses de nuestros pacientes, lo que procuramos es que se analicen. En algunas de estas puntuaciones podríamos encontrar tal vez la respuesta que honradamente Bleger no se puede dar a la pregunta que formula de la siguiente manera: "Lo que intento plantear no es cuántos de estos fenómenos (se refiere a efectos en los análisis de "salidas" del encuadre) aparecen por la frustración o por el choque con la realidad (el encuadre) sino -más importante aún- ¿cuánto de ello no aparece y no resulta posiblemente nunca analizable? No sé dar respuesta a esta pregunta" dice él.

Les cuento como anécdota que ese capítulo se le dispara por una casualidad. Él tenía un encuadre, era casi meltseriano con el encuadre. Todo esto lo conozco de oído porque yo nunca me analicé con él. Era un tipo muy rígido. Un día se le ocurre vender su departamento y comprarse otro. Todo iba bárbaro hasta que tienen que firmar el boleto de compra y venta. El que le compraba el departamento era un paciente de él, con lo cual se cae el encuadre clásico. Lo que registra Bleger es el efecto benéfico en el análisis de ese paciente que produjo esa ruptura del encuadre. Por eso se le arma toda esa pregunta que no sabe responder pero que supo transmitir.
Imagínense a Perón un 17 de octubre de 1950. Le habla a la masa en la Plaza de Mayo. Es una masa enorme que lo aplaude, grita, se euforiza con él ¿Hay lazo social en esa circunstancia? Desde Freud diríamos que hay enamoramiento e hipnosis, hay fascinación. Para Lacan eso no constituiría lazo social. Eso es otra cosa que van a ver. Me guío mucho por las publicidades de las instituciones porque como tratan de meter la médula de lo que tratan de decir es donde uno puede ir siguiendo por dónde andan. Ahora le llaman lazo social a cualquier cosa que se produzca en al menos dos personas. No siempre es lazo social. Justamente Freud decía que una organización artificial de masa era entre el líder y la masa y que podía ser inclusive entre dos personas, por ejemplo una pareja. Eso no es lazo social. Lazo social es algo muy distinto que responde a toda una lógica y una dinámica que Lacan trató de matematizar en sus cinco discursos conocidos. ¿Qué es lo fundamental? Lo fundamental es que giran las posiciones de los hablantes y los efectos que esos giros de posición produce, no es lo que está pasando ese 17 de octubre en la Plaza de Mayo donde hay una sola posición del líder y otra única posición de la masa, no hay giro.

Especialmente el Discurso del Amo, el que funda al inconsciente, es el estatuto del enunciado, distinto de la enunciación. Ahí sí, Lacan no se mueve de la lingüística de Saussure y de la diferenciación entre enunciado y enunciación pero hace aparecer al sujeto escindido cosa que en Saussure no aparece. El enunciado es el sintagma que se despliega en el acto de enunciación que produce ese enunciado. En ese sentido hay una diferencia que no registra la escucha vulgar, entre enunciado y enunciación. Diferencia, sin embargo, necesaria para la operación del lingüista. Él necesita distinguir entre enunciado y enunciación, y el psicoanalista también y no sólo necesita distinguir sino hacer algo con eso. Esta distinción tiene utilidad práctica. Por ejemplo, Lacan en una de sus definiciones de interpretación dice que "la interpretación es un enunciado sin enunciación", o sino, "una enunciación sin enunciado". Fíjense que plantea algo que parece imposible sin embargo sitúense ustedes en ese tipo de interpretaciones que hacemos nosotros a veces que es devolverle letra por letra lo que dijo el paciente. Uno queda por fuera de la posición de enunciación ahí, uno lo que devolvió es un enunciado. La posición de enunciación sigue estando en poder del paciente lo que pasa es que al devolverle el enunciado seguramente se va a producir una variación en la posición de enunciación, por lo menos se va preguntar ¿Qué dije? En cuanto a una posición de enunciación sin enunciado también. Yo puedo pararme a arreglar una planta o como me ha pasado con una paciente que siempre entraba y se acostaba en el diván, un día entro y estaba sentada en una silla enfrente del diván, entonces se va a parar para acostarse en el diván, le digo: no, quedate ahí. Está bien hay un enunciado pero no tiene mayor importancia, lo importante es que yo me puse en una posición de enunciación donde no la dejé cambiar de lugar. No se imaginan la cantidad de cosas que eso produjo en el análisis. Una de las cosas que nos tenemos que preguntar como analistas es si justamente la posición en el diván muchas veces no sirve a la defensa neurótica. Esa gente que no soporta nuestra mirada, está bien durante un tiempo habrá que soportar que no soporte nuestra mirada pero hay un momento donde s el análisis da (quiero decir si no estamos demasiado ante lo imposible) hay que hacerle soportar la mirada. Van a ver que ahí se van a producir un montón de cosas inesperadas.

Ustedes saben, Freud no dio argumentos a favor del diván, lo que dijo es que él seguía trabajando en diván y cincuenta minutos porque era su costumbre. Freud venía de la medicina por un lado y de la hipnosis por el otro. En la medicina se usa la camilla para la semiología y en la hipnosis se usaba el diván para hipnotizar. Él lo único que dijo fue atiendo cincuenta y cinco minutos y uso cinco para ir a mear, lo dijo más fino en alemán. Después se instaló como un hábito eso. Lacan intenta dar un argumento y dice que el diván es importante para retirar el objeto mirada del analista del campo del analizante. Estoy de acuerdo que sirve para eso pero ¿eso es útil siempre para el análisis o a veces es al revés, hay que instalar el objeto mirada del analista? hay gente que se pasa años sin poder prescindir del objeto mirada del analista. Me acuerdo que varios años después que yo empecé, muchos análisis se interrumpían prematuramente en el momento que uno los mandaba al diván. Dos o tres entrevistas y al diván. El tipo no volvía más. Eso me empezó a hacer pensar, era obvio, no estaban en condiciones de ir al diván, entonces ¿qué problema hay? A esta altura de mi viaje, nunca hago la cuenta por vergüenza, no me animo conmigo mismo pero creo que debo tener un cuarenta o cincuenta por ciento de los pacientes en el diván y el resto no. Yo puedo dar razones de cada uno de los que no está en diván porque no los mandé al diván. Después puedo tener razón o no, me puedo equivocar pero quiero decir que no es porque sí sino que tiene que ver con esta cuestión de que el encuadre se va produciendo.

La enunciación se manifiesta a la escucha del analista porque deja alguna marca en el enunciado (una vacilación, una pausa incoherente al mismo, un lapsus, alguna otra formación del Inconsciente, una insistencia, un giro extraño, cualquier otra forma de embrague). Lo mismo pasa con nosotros los analistas, por eso creo que cuando Lacan dice que la interpretación puede ser una enunciación sin enunciado está referida, entre otras cosas, a los lapsus que cometemos nosotros cuando interpretamos. No se tiren inmediatamente atrás de un lapsus. A veces puede tener que ver con algo muy particular de uno y ahí corresponde decir: “Perdón, me equivoqué. Quise decir tal cosa”. Pero si no es esa la situación, esas interpretaciones vehiculizadas en lapsus por lo general son mucho más filosas que la interpretación razonable que hubiéramos planteado.
Esa marca que hace una diferencia dentro del enunciado, indica que algo pasa en el ámbito de la enunciación. El discurso del amo es el estatuto del enunciado y en el de la histérica se hacen presentes las marcas de la enunciación.

De Lacan se puede deducir que hay discurso, lazo social, no cuando hay efectos de masa, sino cuando hay giros de discurso. En ese sentido no hay que imaginar al discurso sustancializado, ni cristalizado, ni congelado, ni manejado voluntariamente y a conciencia.
Lacan dice en Encore una cosa que parece enigmática: "El amor es el signo de cambio de discurso". Fíjense que no dice el enamoramiento, dice el amor que no es lo mismo. Freud en Psicología de las masas y análisis del yo diferencia enamoramiento de amor y esa diferencia es muy importante. Hace poco me invitaron a programa de radio que se llama Dos gardenias a hablar sobre el amor. Lo hace Aliverti, pasa boleros y en el medio de los boleros interroga algún invitado, en este caso era yo. Me encantó, nos divertimos muchísimo. Una de las cosas que charlábamos era la importancia en saber diferenciar enamoramiento y amor.

En uno de sus aforismos Lacan, dice que "amar es dar lo que no se tiene a aquel que no lo es". Efectivamente este aforismo es muy importante porque de lo que nos habla es de lo que hay de real en el amor. Lo que hay de real en el amor es eso que mientras uno cree que va al otro porque el otro nos va a dar eso que nos falta por ese mismo movimiento no nos damos cuenta que lo que le estamos ofreciendo al otro es nuestra falta. Como el otro está viniendo a nosotros de la misma manera porque cree que nosotros le vamos a dar lo que le falta, el otro lo que nos está ofertando es la falta. Mientras dura el enamoramiento eso está tapado pero por supuesto, un par de veces en calzoncillos y se acabó. Ahí aparece la verdad. Aparece que nos puede dar quizá una serie de cosas pero nos va a dar además su falta. Nosotros podremos darle o no una cantidad de cosas pero le vamos a dar nuestra falta. Si ahí se estabiliza una relación de amor ahí hay amor en serio, caímos de la ilusión de enamoramiento. Creo que cuando él dice que el amor es signo del cambio de discurso se está refiriendo a esto. Se está refiriendo a que apareció la falta y que la aparición de la falta es lo que empuja al cambio de discurso, qué se va producir o no ya es otra historia.

Esto es muy importante porque por ejemplo Aleman que es un psicoanalista lacaniano de la Asociación Mundial de Psicoanálisis, un hombre muy formado en Miller que actualmente es el agregado cultural en la embajada argentina en España plantea que el discurso del capitalista que es el discurso de la perversión. Si fuera el discurso de perversión dejaría de ser discurso porque la perversión lo que hace es renegar justamente de la castración en el lenguaje. Por eso si una perversión fracasa, que no es lo que ocurre frecuentemente porque lo que logran es congelar la escena perversa, aparece la psicosis o aparecen unas melancolizaciones tremendas que son las que suelen traer a la consulta. En verdad, lo que es irrecusable es la falta porque hace a la estructura del lenguaje, porque tiene que ver con eso de real que va a quedar sin significar. Con cada nueva significación que producimos no sólo que algo quedó sin significar de lo que dios nos ha dado, para decirlo de alguna manera, sino que más, se produce un nuevo real. Eso es lo fantástico del lenguaje y sino piensen en los resultados de la ciencia.

El encuadre se define cuando el analista marca su lugar de abstinencia y de atención libremente flotante. El del analizante: declarar sus asociaciones conscientes sin censurarlas ni sustraerlas por razón alguna. El encuadre en el sentido de decorado, de puesta en escena, se seguirá construyendo y deconstruyendo durante todo el transcurso del análisis, pues lo real es imprevisible, exige a lo simbólico operar, y afectar un imaginario que no puede mantener su consistencia. Mientras el psicoanálisis de la IPA centra la cuestión del encuadre en lo previsible, en las invariantes, el buen analista tiene que centrar las cuestiones del encuadre en lo imprevisible, porque ahí es donde el Inconsciente hace.

El psicoanalista debe funcionar como el camaleón cambiando sus colores a la medida de lo que en el discurso se va manifestando como falta, para el sujeto en análisis. El psicoanalista debe tornarse deseado para el analizante. ¿Y cómo se torna deseado para el analizante? ¿Cómo hacen los psicoanalistas para conducir un psicoanálisis que para llegar a su final tiene que durar muchos años? Ocupan su lugar aparentando emparentarse con la causa del deseo del sujeto en la neurosis de transferencia de éste.

Ahí yo produje una pequeña diferencia que la sigo manteniendo. Lacan habla todo el tiempo de que el analista se ubica en el lugar de “a”, objeto causa de deseo. Yo creo que tiene razón en tanto “a” queda atrapado en el nudo, porque si fuera estrictamente lo ausente no tendría como ubicarse. Algunos dicen que haciendo silencio, eso es porque se creen que el analizante es ciego, sordo y no tiene piel. No hay ningún analista que pueda ubicarse en una pura ausencia. Me acordé de un cuento que es a la inversa, es una analista que aunque su paciente dejó de ir pero ella decidió seguir haciendo la sesión.

¿Qué es lo que nosotros careteamos? Lo que nosotros careteamos es algo que yo lo ubico en el losange, en el centro del losange del fantasma $<>a. El psicoanalista se ubica en el medio, un lugar donde no es ni la pura falta ni es el sujeto activo pero donde podría a ser algo de alguna de esas cosas. Todo esto está cruzado por el tiempo.
La gente de la IPA lo resolvió metiendo la cuestión de los cincuenta minutos. Me acuerdo que en el primer número de Psyche que sacamos, hace de esto como veinte años, (estamos por sacar una antología de los Psyche de esa época), el primer artículo que escribí se llamaba "Honor, horarios, honorarios". Mi discusión era con una querida colega del movimiento psicoanalítico muy formada en Lacan. El argumento que ella daba era en relación a la honradez sino uno se podía sentir tentando de robarle los minutos a los pacientes. Lo cual no era tonto, mucho de esto pasa con estos analistas que atienden diez minutos y no hay explicación de por qué lo hacen. Pudo haber pasado incluso con Lacan y yo he dado argumentaciones de por qué creo que hacía eso en su momento si bien no comparto lo que hacía. Lo otro es lo imprevisible, habrá analistas honrados y no honrados con cincuenta minutos o sin cincuenta minutos. El tema del tiempo atravesando la cuestión del encuadre es muy importante. Por eso que Lacan haya preferido que lo echen de la Internacional Psicoanalítica a tener que aflojar con el tema del tiempo de las sesiones me parece una gran lección de ética. Si no hubiera sido en nombre a la honradez dar lugar a la máxima deshonra que es no funcionar como psicoanalista. El tema del tiempo en los encuadres no siempre es igual, he tenido experiencias diferentes. Por ejemplo, gente que empezaba sus análisis y por ahí durante dos, tres, cuatro, cinco años las sesiones eran muy breves diez minutos, quince minutos, veinticinco minutos. La sorpresa que me llevé es que a medida que empezaba a terminar el análisis que por ahí es de esas terminaciones que dura tres o cuatro años, al revés, las sesiones tardaban mucho más en terminar. Mucho más comúnmente a la inversa, o sea que todo el primer tiempo son de sesiones muy largas y después de sesiones más cortas. Al rededor de eso no nos podemos hacer ninguna imaginería, hay que estar ahí.

Otro punto clave es si nos dejamos guiar sólo por lo que está pasando en la sesión o tenemos en cuenta lo que está pasando en la vida del paciente.
Ferenczi en su trabajo sobre Terapéutica activa, plantea que hay que producir la intervención cuando se advierte que en la vida real del paciente, en relación con el análisis, no está pasando nada y que en la transferencia tampoco. Por lo tanto Ferenczi está señalando un problema temporal en la relación al análisis y con relación a la lógica de ese análisis. Como si Ferenczi dijera: hay un tiempo de comprender que no termina de resolverse nunca, entonces en ese momento hay que decir o hacer algo para que se resuelva. Instante de la mirada, tiempo para comprender, momento de concluir que abre un nuevo tiempo de no-comprensión, o sea, para comprender. Esta es la lógica temporal que propone Lacan y que le da razones al analista para posicionarse en lo que hace a las cuestiones del tiempo. Ferenczi lo que no logró fue armar esa lógica pero enunció el tema como también lo enunció Winnicott, en él más bien fue a la inversa de las sesiones breves, hacía sesiones de dos horas o de hora y media.

El ejemplo de Ferenczi se los relato muy brevemente. Hay una mujer que era hermana de una gran cantante de ópera, iba a las sesiones y hablaba aburridamente de su vida y pasaba una sesión y pasaba la otra y no pasaba nada. Ferenczi se empieza a preocupar. Un día entre todas esas asociaciones esta mujer le cuenta de una canción que cantaba la hermana y le relata la letra. Ferenczi ahí ve la oportunidad y le dice: “¿Cómo la canta su hermana?” “No, yo no sé cantar”, responde la paciente. La presionó hasta que esta mujer empezó a cantar tímidamente la canción y entonces terminaba de cantar la estrofa y paraba para ver que decía Ferenczi y Ferenczi le decía: “Ahora me la canta más alto”. Dos horas y media la tuvo cantando hasta que al final la cantaba a viva voz y apareció una maravillosa cantante que estaba absolutamente escondida. A partir de ahí cada sesión venía y le cantaba una canción. Ferenczi la dejó un par de sesiones que lo haga y en una sesión le dijo: “Se acabó esto de cantar, ahora siga asociando”. Empezó a asociar y apareció una escena de los dos años y medio de ella tenía totalmente reprimida donde ella ve a la madre cambiándole los pañales al hermanito recién nacido y advierte que el chiquito venía con un pitito y a partir de ahí empieza todo un discurso sobre la envidia del pene en esta mujer que después había sido desplazada a la envidia del canto en la hermana y a la inhibición de su canto. Fíjense lo astuto de Ferenczi tanto en empujarla a cantar como después en prohibirle cantar. Lo que él tenía en la cabeza evidentemente no era si cantaba mejor o peor o si era una buena cantante o no, lo que tenía en la cabeza era cómo hacer avanzar ese análisis más allá del impasse en el que había quedado. Para eso es obvio que dejó de lado el encuadre de la Asociación Psicoanalítica Internacional.

Finalmente: Si mi hipótesis es cierta y el encuadre va siendo construido borromeicamente y por efecto del discurso: el tuteo, el besito, los honorarios, la relación con los horarios, con las interrupciones, etc... serán efecto de ese proceso y no sin relación con la cultura y sus actualizaciones tan veloces y efímeras en los tiempos que nos están tocando vivir.
Cuando yo me empecé a analizar si uno no trataba de usted al analista y el analista no lo trataba de usted a uno estaba loco, ahora más bien es a la inversa. El tema del cobro por ejemplo, yo apropósito no llevo cuentas. ¿Por qué lo hago? Porque es la única forma de que me aparezca en el análisis como formación del inconsciente el tema del cobro. Está bien, un paciente puede olvidarse de pagar una sesión y yo a la anterior me puedo olvidar de reclamársela. Si eso pasa varias veces seguro me voy a avivar y voy a empezar a prestar atención a esa situación. Por ejemplo ahora me está pasando con uno. A partir de ahora empiezo a analizar pero tengo además todo un proceso previo donde yo me estoy dando cuenta que me está llevando al corazón de uno de los problemas de él. Es justamente un empresario donde - como dijo una vez la esposa en un acto de enojo - con tal de ganar es capaz de trampear a cualquiera y obviamente yo formo parte de cualquiera (risa). Él sufre de eso, goza enormemente en el momento que lo hace pero después paga. Yo lo estoy esperando.

Actualmente a la gente que falta, si me avisa y el motivo es más o menos razonable le cambio el horario o no le cobro la falta, de vacaciones en este momento tengo un par ¿Le voy a cobrar porque se toma vacaciones en un momento distinto al que me las tomo yo? Antes no, o te tomabas en febrero o pagas el tiempo que te vas de vacaciones. Trato de no ser una persona distinta al común de la gente. Entiendo que yo manejo un comercio como cualquier otro y por lo tanto me tengo que manejar con las reglar comerciales más habituales. A partir de eso yo puedo evaluar dónde hace síntoma esa cuestión pero sino ellos se perdían eso porque si ellos pagaban las vacaciones quedaba fuera de analizar un montón de cosas.

Alicia Smolovich: En relación a los pacientes psicóticos y el encuadre, hay muchas viñetas que a uno le vienen a la cabeza. Pero tengo un paciente que uno podría decir que padece de una esquizofrenia simple, hay mucha pobreza, mucho deterioro. El horario lo puso él porque durante mucho tiempo quedamos en un horario a la mañana, primer paciente, y llegaba exactamente quince minutos antes. Con lo cual tocaba timbre varias veces, yo igual bajaba, a veces esperaba cinco minutos, a veces no. Cambiar era imposible porque tenía que ver con la rutina. Yo me tenía que adaptar más fácilmente a ese cálculo que tratar infructuosamente de modificarlo, cosa que hice en un comienzo equivocadamente al intentar que llegara a un horario.

El otro paciente que también me acuerdo que toca timbre con mucha ansiedad, la espera para que yo baje a abrirle es algo insoportable. Un día le aparezco porque le aparezco, yo venía de afuera no de adentro, con lo cual la sorpresa - sorpresa hubiera tenido cualquier otro paciente - fue susto, angustia. Le expliqué para tratar de calmarlo. Pero cualquier cambio en ese sentido puede producirles un desmoronamiento de la realidad.
También me acordaba que lo tratamos en el taller en relación al tema del encuadre. Muchas veces para los pacientes el tiempo que uno, tengo escalera para subir al consultorio, son dos pisos lo cual da bastante tiempo y para uno tiene que ser dentro de la sesión porque las cuestiones que uno se va topando y las intervenciones y a veces por cosas que parecen nimias. Hay otra cuestión del tiempo que hasta cuándo se extiende la sesión.

Con otra paciente que contesta monosílabos, que hay algo de la voz, de sacar la voz que se le hace muy angustiante y muy real a ella, empezó a tomar otra herramienta que es internet con lo cual el análisis en parte es la presencia con lo que se pueda jugar allí con cierta mudez y cierta pequeña intervención y lo que puede empezar a escribir vía mail y lo que yo le puedo empezar a responder vía mail donde la voz no está presente porque por teléfono también es angustiante.

Sergio Rodríguez: Los tres ejemplos son muy interesantes, yo comparto esa modalidad de trabajar. Les doy un ejemplo de Bleger de Psicoanálisis del encuadre psicoanalítico: él le insiste a un supervisante suyo que no se deje tutear por el analizante porque eso violaba el encuadre. El pibe, pobre, que se ve que empezaba a laburar y que le quedaba algo de eso que llamamos sentido común, lo seguía tratando de vos y dejándose tratar de vos. Bleger le insistía tanto que le dijo que no iba a aceptar que lo tratara de vos al paciente y que a partir de la próxima sesión lo tratara de usted. Así fue y se le produjo un brote esquizofrénico al paciente.

En cuanto a lo de las escaleras, yo también tengo escaleras en mi consultorio y tengo una paciente que dice que la parte que más teme de las sesiones es cuando se va por las escaleras.
Yo también uso mucho la vía del e-mail. Tengo una paciente con una neurosis obsesiva de carácter, dirían los psiquiatras, muy estructurada pero lo real por algún lado llega, tuvo un infarto y a partir de ahí se empezó a tornar más movedizo el análisis. Un día me hace todo un relato donde aparece algo que era muy nodal en ella que era donde ella tiene un tipo de relación con los hombres donde los cuida y eso por un lado puede tener el desprendimiento de cuidar al otro pero por otro lado la función fálica de que acá la que cuida soy yo. Charlamos sobre eso en la sesión. Habíamos charlado hacía tiempo de como era la relación de la madre con el padre de ella, relación que había terminado trágicamente por un descuido del padre y por un artazgo de la madre que hizo que ella también se descuide, y la madre tuvo un accidente en el que murió. Quedó muy evidente que el responsable era el descuido del padre y menos evidente pero suponible que la madre se había allanado a eso en su último tiempo. Charlamos sobre esto de su posición de ser quien sostiene y cuida a los hombres frágiles. Se va y después que se va me viene a la memoria la relación de la madre de ella con el padre y dije pero se me pasó! La próxima vez se lo digo. Después me acordé de cómo era ella y pensé: la voy a sorprender. Dos días después, a propósito, la llamé al celular y le digo: en la sesión de los otros días me olvidé de decirte, che, ¡como se parece tu relación con fulano a la relación de tu papá con tu mamá! Fue mucho mejor que si yo hubiera hecho una racional interpretación sobre la relación. En esto coincidimos con Bleger si lo piensan, justamente las salidas de las invariantes son las que mejores efectos producen, cuando son razonables y no arbitrarias. La otra vez escuché de una mujer que traía un duelo patológico por el padre, esos duelos melancolizados. Un día, para mostrarle al analista quien era su padre le llevó la única foto que tenía de él entonces éste decidió hacer una intervención y le rompió la foto en pedacitos. Se ligó una piña en medio de la cara que no les puedo contar y la persona se fue, no volvió nunca más y lo bien que hizo.

Silvia Sisto: algo que vengo pensando desde que empezaste la primera clase con el tema del valor y ahora............................(inaudible)

Sergio Rodríguez: La otra vez derivé un paciente. Le dije: Yo estoy cobrando tanto. Creo que a vos te conviene por lo menos analizarte dos veces por semana y eso no me lo vas a poder pagar. No te voy a engañar, no te voy a decir que cobro tanto porque soy mejor ni nada de eso, cobro eso porque estoy en un lugar de la pirámide que me permite cobrar eso y además mis huesos y mi edad me dan para trabajar x cantidad de tiempo. Sé que hay colegas que pueden trabajar con vos tan bien como yo y te van a cobrar la mitad. Anda con uno de ellos que te van a atender un par de veces a la semana por lo mismo que yo te cobraría por una sola sesión. Nosotros ponemos un precio a las sesiones, no nos engañemos entre nosotros. El precio depende del lugar que tenemos en el mercado. Acá, no voy a mirar siquiera para que no se dé por aludido, pero acá hay uno que sabe que un tipo le pidió 250 $ y es un animal analizando, especialmente analizando determinados casos graves. Cuando hablo de casos graves son psicosis y los enloquece y sin embargo cobre 250 $ la sesión. Hay otros tipos que uno los ve trabajar con psicóticos y son una maravilla las cosas que logran y por ahí están cobrando 50 $, 60 $ o 70 $ la sesión. ¿Están cobrando el valor de lo que hacen? No, están cobrando un precio. Muchos de éstos que están cobrando menos es porque no han sabido hacerse un nombre en las marquesinas del psicoanálisis y muchos de los que cobran un montón han sabido hacerse un lugar en las marquesinas del psicoanálisis y sin embargo son unos animales analizando.

Roberto Vecchiarelli: Dos cositas, con respecto a la primera clase si podrías hacer una breve articulación de la evaluación de desarrollo y final de análisis y el concepto tan mentado del atravesamiento de fantasma.
Después te iba a hacer una serie de comentarios sobre los vestigios de las ciencias positivas y de los encuadres antiguos pero me parece que eso ya está bastante tratado así que no voy a insistir sobre eso.
Con respecto a la segunda clase te quería hacer un comentario sobre Perón, vos hablabas del 17 de octubre, que había fascinación. Sí, estaría de acuerdo pero quería saber si te referías en ese momento a la posición general de él. Después en otro momento habíamos hablado en alguna clase de la posición del amo encausado-encausante, lo cual ya sería un discurso.

Me acuerdo que, yo era chico, que una vez pasó una vez, igual siguió en una posición de amo pero no sé si se produjo algo ahí. ¿Vos te acordás que, ya eran sus últimas épocas, hubo una manifestación multitudinaria, la cosa se venía poniendo complicada, de repente estalla una bomba, un petardo o algo así, se produce una conmoción y la multitud empieza a gritar "leña, leña". Perón les contesta: ustedes piden leña, ustedes tienen que empezar a dar leña. Creo que ahí les contesta algo que no esperaban y si bien sigue la posición de amo no sé si no se produce un clivaje en el sentido de que no es lo que ellos esperaban que les contestara.

Sergio Rodríguez: sí, sobre lo primero: qué es el atravesamiento del fantasma. Sobre eso se ha dicho, escrito mucho, hemos hecho muchas bromas por ejemplo si se escuchaba el ruido de las cadenas al atravesar el fantasma. Lacan no planteó el atravesamiento del fantasma como lo único del fin de análisis o cosa por el estilo. Eso fue una moda, cuando fue lo último conocido que había publicado Lacan en el 67. Después en el 74 en el Sinthome él había planteado el tema del saber hacer con el síntoma. La cuestión es la siguiente, la vida de cada uno de nosotros se ordena alrededor de uno, dos, a lo sumo tres escenas fundamentales que después se repiten y se repiten. Estábamos conversando en el café con Laura y con Pablo y hablábamos de esas reuniones de viejos borrachos cuando nos reunimos un grupo de amigos que somos siempre los mismos y entonces a los diez minutos que el vino empezó a hacer efecto empezamos a decir las mimas tonterías cada uno. Se arman unas discusiones impresionantes y después somos amigos de nuevo. Ese grupo ha quedado con una situación traumática sin poder terminar de elaborarla nunca. Es como cuando se reúnen los ex-colimbas y cuentan siempre las mimas anécdotas. Ese tipo de cuestiones, uno puede ir extrayendo en las repeticiones de la gente que hay unas escenas que son fijas y que se repiten, con variantes pero se repiten. Está esa persona que cuando le está yendo bien se le pierde algo capital que le arruina la historia. Recién una me contaba que se compró una casa, fue a ver la casa y se quedó encerrada adentro de la casa (risas) ¡debe tener varias de esas seguramente!.

El atravesamiento del fantasma tendría que ver con que en la medida que se trabaja una y otra vez ese tipo de escenas se van desgastando, se van deslibidinizando, lo van dejando a uno en mayor libertad frente a ese fantasma, acá ya estoy opinando un poco, lo otro es de Lacan. Yo siempre fui un tipo epopéyico, a los diez años era el líder de mi grado y en sexto grado organicé una huelga y en la secundaria no sé que historia y además siempre me ha divertido contar mis epopeyas y me sigue encantando. A esta altura hasta miro con cierta ternura esas cosas y por ejemplo recibo las cosas de la Lacano, de la Asociación Internacional de Psicoanálisis y las cosas que se proponen y no voy. No porque los desprecie, o porque considere más o menos importante sino porque se me apagó el fuego de esas epopeyas. Me divierte mucho más escribir artículos de psicoanálisis, escribir poesías, escribir cuentos, estar con mi mujer, con mis hijos.

Intervención inaudible

Sergio Rodríguez: Hay una redistribución pulsional donde la sublimación ocupa un lugar muy fuerte. El concepto de sinthome de Lacan, de saber hacer con el síntoma, creo que tiene mucho que ver con el concepto de sublimación en Freud, no es idéntico, no es el mismo pero son muy parientes entre sí. Es el mejor efecto de un análisis llevado a su final, que deja al sujeto más pacífico en relación a sus presiones pulsionales y con una redistribución pulsional de tal modo que el tipo vive más tranquilo las cosas reales de la vida. La vida no deja de presentar muerte, divorcios, problemas económicos, el tema no es que eso no aparezca sino cómo lo confronta el sujeto.

Con lo de Perón yo me refería, por eso puse fecha y todo, a un momento determinado de la relación entre el líder y la masa. Cuando la masa le pide leña es otro momento y él les responde lo que les responde, les diría que casi jugó de analista. Así como la jugó de analista Alfonsín cuando leía el preámbulo de la Constitución Nacional antes de las elecciones del 83. Sin saberlo supieron interpretar un deseo de la masa y ubicarse desde ese lugar. Lo que produjo en el "leña, leña", nada más ni nada menos una cantidad de incendios de iglesias, de locales socialistas, de organizaciones armadas de los peronistas que en buena medida fue la base de la resistencia peronista después de la revolución ........
Alfonsín con la lectura del preámbulo también produjo un efecto masivo que para mí aún hoy lo estamos viviendo en el sentido de que llevó a una idealización de la democracia, lo digo así a propósito porque en nombre de eso también se hacen barbaridades, ahí hay giros de discursos.

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