miércoles, 30 de julio de 2008

Capítulo Nº 2

Marzo-Abril de 1990

Psicoanálisis e institución

Publicado en PSYCHE
Presentado en las jornadas Sigmund Freud de Rosario y en la reunión Lacanoamericana, Mar del Plata, 1989.

Fui invitado a hablar en una mesa redonda que el Circulo Freudiano realizo el 26 de mayo de 1989, como parte de una serie de actividades preparatorias que se llevaron a cabo en buenos aires, con motivo de la realización de la presente reunión lacanoamericana. En la publicidad, me llamo la atención el siguiente texto: “Reunión de analistas”: Sergio Rodriguez, Mauricio Szuster, José Zuberman y Carlos Pérez se proponen a dialogar entre ellos y con los asistentes, sobre este tema tan habitual como raro: “reunión de analistas”.

La convocatoria proponía una predicación paradojal –“tan habitual como raro”- al tema “reunión de analistas”.
Lo que escribí tuvo que ver con un efecto de interpretación que me produjo ese enunciado. Que relanzando viejos interrogantes, me facilito llegar a una nueva puntuación de la que esta exposición es efecto. Ella articula, entonces, una larga experiencia dentro y fuera del movimiento psicoanalítico, el trabajo sobre algunas conceptualizaciones de Freud y Lacan, y el efecto de ese panel, más una reunión de los docentes de la Escuela de Psicoanálisis del Borda, donde intercambiamos ideas sobre la cuestión.

Para el sujeto de la enunciación de ese enunciado, el mismo habita en una verdad, por eso no lo propuso como un problema a resolver por vía de la disyunción, como hubiera sido: reunión de analistas: ¿tema habitual o raro?
El sujeto del enunciado -“tema: Reunión de analistas”- nos hace olvidar que al sujeto de la enunciación se le abre mas de un sentido posible, aunque, como cuando el inconsciente pulsa, algunas marcas quedan en el enunciado de las vacilaciones en la enunciación. El sujeto del enunciado –“tema: Reunión de analistas”- si bien sitúa como objeto para la reflexión a “tan habitual como raro”, deja sobre el propio sujeto una cierta ambigüedad, que puede dar a suponer que no solo se trata de que el dialogo sobre el tema sea tan habitual como raro, sino que también lo sean las propias reuniones de analistas. Esto se subraya, porque después de los dos puntos del tema, reunión va con mayúsculas, además de que se repita –Reunión de analistas-. Tomo el camino de trabajar esta ultima cuestión.

Me interesan dos sentidos posibles de “Reunión de analistas”.
1) Reunión de profesionales que ostentan esta denominación para señalar el lugar en el que aspiran a situarse en las relaciones sociales de intercambio, de prestigio y de trabajo.
2) Reunión en la que los que participan ejercen función de analistas.

No cabe duda de que reuniones de analistas en el primer sentido son habituales.
En el segundo sentido, la cuestión es más compleja y no anticipable, es solo determinable por retrosignificación. En este segundo sentido resultan más raras.

Para indicar que entiendo por reunión de analistas en este segundo sentido, me voy a apoyar en la carta de disolución de la asociación Escuela Freudiana de París, enviada por Lacan. Carta que fue un acto con valor testamentario para el movimiento psicoanalítico, a diferencia de la cesión de la propiedad intelectual, llegada a la familia según el llamado de la sangre.

Recorto de aquella: “demostrando así que no es merced a ellos (desviaciones y compromisos), como mi escuela acabara por convertirse en institución, en grupo consolidado, a expensas del efecto de discurso que de la experiencia se espera cuando esta es freudiana. Ya se sabe el costo de haber Freud permitido que el grupo psicoanalítico primara sobre el discurso convirtiéndolo en iglesia”.
Procedo a analizar el fragmento. Denuncia el obstáculo constituido, a través de dos significantes que remiten a distintas problemáticas.

El primero –desviaciones-. A mi modo de ver presenta las siguientes complejidades: la denuncia de las mismas, la propone como efecto del trabajo. La sanción del carácter verdadero de ese trabajo solo puede soportarse en el sujeto, en el discurso del amo:

Grafico 1 Pág. 32.

Para nuestro caso, Freud con respecto al suyo y Lacan al de él. Lo cual, no obstante, deja la falla abierta de que en tanto sujeto no puede dejar de serlo del inconsciente y de la división que le es inherente. De lo que es testimonio que ese trabajo sea hecho en otro lugar y que su producto no puede dejar de ser un resto que en la verdad del amo divide al sujeto.

De ello son expresiones las contradicciones internas al discurso de Freud, y aunque todavía nos resulten menos conocidas, las de Lacan. En fin, que las desviaciones se producen, no cabe la menor duda, lo difícil es cómo descubrirlas y señalarlas en tanto el otro también está barrado. Ahí, la función del analista encuentra un lugar en una lectura textual, capaz de renunciar al saber referencial, a menos que el referente reaparezca en conciencia, como un efecto del inconsciente en el lector. O sea, invirtiendo los hábitos universitarios de lectura en lo que el alumno, en transferencia con el texto, queda hipnotizado por él.

Analizar, es realizar la operación en que el texto, sitúa al autor en transferencia con los significantes del Otro. Si el lector soporta la transferencia del texto al Otro, quedara ubicado en el lugar del significado al sujeto, según la operación que formaliza Lacan.

Grafico 2 Pág. 33.

En el grafo de inicio de la transferencia la flecha inferior indica la operación: posicionamiento del analista. Será entonces efecto de las letras del texto, y podrá leer lo que dice más allá de lo que el autor creía decir. O sea, leer tal como Freud ya lo planteo en la “historia del movimiento psicoanalítico” y Lacan a través del acto que fue su vida intelectual y de analista.

No obstante en el futuro y el presente de nuestra praxis tal como ocurrió en el pasado, no dejará de ser efecto, como cualquier psicoanálisis singular de los vaivenes de la sobredeterminación, entre cuyos componentes el azar también juega. Una vez más: no hay garantías del Otro.
El segundo significante apunta a otro registro. Los “compromisos” son resultados del intercambio de dones. Estamos entonces en el reino del amor narcisista, del engaño que detiene al deseo y disimula la carencia. Es el cemento de las construcciones burocráticas.

El núcleo del enamoramiento, la hipnosis y la constitución libidinosa de una masa artificial, o sea, de un grupo, Freud lo describió así: “…una masa […] que tiene un conductor y no ha podido adquirir secundariamente, por un exceso de organización, las propiedades de un individuo”. “una masa primaria de esta índole es una multitud de individuos que han puesto un objeto, uno y el mismo en el lugar del ideal del YO, a consecuencia de lo cual se han identificado entre si en su YO”
Y propone una de sus pocas numerosas representaciones graficas. Como vemos, desde el planteo sobre “compromisos”, Lacan empieza a introducir el problema del efecto de grupo. El peligro que lo preocupa en la carta.

Es que su escuela se transforme en institución.
A esta altura del recorrido considero útil transcribir lo que Ducrot y Todorov dicen del signo. “el signo es siempre institucional: en ese sentido solo existe para un determinado numero de usuarios. Este grupo puede reducirse a una sola persona (por ejemplo, el nudo que hago en mi pañuelo). Pero fuera de una sociedad, por reducida que sea, los signos no existen. No es justo decir que el humo es el signo natural de fuego, es su consecuencia o una de sus partes. Solo una comunidad de usuarios puede instituirlo como signo”, ósea, de lo que Lacan se defendió fue de que su escuela se haga signo. Recordemos de “Encore” “el amor hace signo”.

De un solo golpe retórico Lacan une en la carta a tres internacionales: Iglesia Católica, marxismo virado e IPA.
Denuncia a la vez la reducción a su ser puro síntoma, tanto como su confortable estabilización por religarse sosteniéndose en el sentido.

Digresión: la velocidad de los tiempos actuales efecto de la implosión descubridora de la ciencia, inventora de la técnica, y multiplicadora del significante electronificado, hace que a poco menos de 10 años el sentido, sea escaso resguardo contra lo real; toda estabilidad esta en cuestión: la del sueño americano con sus viernes negros y su impotencia ante el avance de las toxicomanías, la japonesa con la destrucción de su tradición familiar, la del Mercado Común Europeo, con el trastorno de los lazos familiares y la promoción de la renegación de la castración al sitial de ideal cultural, la del monolitismo centralista del socialismo real, con su vía pacífica al capitalismo. No hace falta nombrar, porque de ello somos afectados, el avance de la miseria en lo que los que suponen ser el centro, imaginan como los márgenes del planeta.

Vuelvo a mi tema. Lacan, lo que buscó con la disolución de la asociación –no de la escuela- que le daba estatuto jurídico a ésta, fue impedir que su escuela se convirtiera en una institución, definida metonímicamente como “grupo consolidado a expensas del efecto de discurso que de la experiencia se espera, cuando esta es freudiana”. Queda a la vista su acto como efecto de concluir que la consolidación del grupo hace obstáculo al efecto de discurso que se espera de la experiencia freudiana. Creo lícito deducir que consideraba a grupo y discurso en conjunción-disyunción y en una alternancia más-menos, como condición necesaria para que no se detenga “el efecto que de la experiencia se espera”.
Esto se podrá, sin ninguna ingenuidad, escribir así:

Grafico 4 Pág. 37

Digo sin ninguna ingenuidad porque el rombo queda en relación al grupo, pero a través del objeto exterior, o sea, del líder. Por otro lado porque no planteo como ideal la liquidación de los grupos, las formación de masa en el movimiento psicoanalítico, sino el acto contra que se consoliden a expensas del discurso.

La institución, el grupo consolidado, el hacer signo, promueve la identificación, detiene el deslizamiento significante, obstaculiza la aparición de la palabra plena, engaña al deseo. El discurso, definido por Lacan por hacer lazo social, “articula una lógica que, por mas débil que parezca es todavía lo suficientemente fuerte para soportar lo que es signo de esa fuerza lógica, o sea, la incompletud”, según lo plantea en el Envés.

Lo que estoy diciendo es que lazo social es contrario a formación de masa, y que mientras aquel es consecuencia de la lógica puesta en movimiento por la carencia, la formación de masa lo es de la identificación*.
En la “proposición del 9 de octubre de 1967”, plantea Lacan: “la función de la identificación en la teoría –su prevalencia- como la aberración de reducir a ella la terminación del análisis, esta enlazada a la constitución que dio Freud a las sociedades, y plantea la cuestión del limite que quiso dar con ella a su mensaje. Ella deber ser estudiada en función de lo que es en la Igle-sia y el Ejercito, tomados aquí como modelos, en supuesto saber”.

Sabemos por la teoría y la practica de la transferencia que a quien se le supone el saber, se lo “odiama”. El objeto exterior de “psicología de las masas y análisis del yo” obtiene de parte de su masa, por merito propio, por delegación, o por gerencia, esa suposición. Es a la vez heredero de la identificación al padre que se produce no por ligazón erótica, sino porque ocupa el lugar del ideal de ser, de modelo. A todas luces es el que “sabe”.

*aunque ésta también, finalmente esta motorizada por la carencia, a la vez la vela y obstaculiza al deseo.

El problema que aqueja a la masa en esas circunstancias es el de todo enamorado; Freud lo describe así: “el afán que aquí falsea al juicio es el de la idealización. Pero esto nos permite orientarnos mejor; discernimos que el objeto es tratado como el yo propio, y por lo tanto, en el enamoramiento afluye al objeto una medida mayor de la libido narcisista. Y aun en muchas formas de la elección amorosa salta a la vista que el objeto sirve para sustituir un ideal del yo propio, no ha aspirado para el yo propio, y que ahora a uno le gustaría procurarse, para satisfacer su narcisismo por este rodeo.

Si la sobreestimación sexual y el enamoramiento aumentan, la interpretación del cuadro se vuelve cada vez más inequívoca.
En tal caso las aspiraciones que esfuerzan hacia una satisfacción sexual directa pueden ser enteramente esforzadas hacia atrás, como por regla general ocurre en el entusiasmo amoroso del jovencito; el yo resigna cada vez mas todo reclamo, se vuelve mas modesto, al par que el objeto se hace mas grandioso y valioso; al final llega a poseer todo el amor de si mismo del yo, y la consecuencia natural es el autosacrificio de este. El objeto, por así decir, ha devorado al Yo. Rasgos de humillación, restricción del narcisismo, perjuicio de sí, están presentes en todos los casos del enamoramiento; en los extremos, no hacen más que intensificarse y, por el relegamiento de las pretensiones sensuales, ejercen dominación exclusiva.

Esto ocurre con particular facilidad en el caso de un amor desdichado inalcanzable; en efecto, toda satisfacción sexual rebaja la sobreestimación sexual. Contemporáneamente a esta “entrega” del yo al objeto que ya no se distingue más de la entrega sublimada a una idea abstracta, faltan por entero las funciones que recaen sobre el ideal del yo. Calla la critica, que es ejercida por esta instancia; todo lo que el objeto hace y pide es justo e intachable. La conciencia moral no se aplica a nada de lo que acontece a favor del objeto; en la ceguera del amor, uno se convierte en criminal sin remordimientos. La situación puede resumirse cabalmente en una formula: el objeto se a puesto en el lugar del ideal del Yo”.

Sabrán disculparme por hacer una cita tan extensa de Freud. Lo he hecho para ejercer el poder de la trasferencia con el cual sustituir mi fragilidad como “semblant” de sujeto supuesto saber en el movimiento lacaniano; si hago esta maniobra, es porque lo que diré es fuerte, y a mi modo de ver necesario de decir para que un trabajo sobre psicoanálisis e institución no se transforme en un hipócrita despliegue doctrinario sin eficacia sobre la práctica.

Planteo que la relación entre el movimiento lacaniano y Lacan fue, y en buena medida aun lo es, la típica de una de una foración de masa, enamorada, privada de reconocimiento por parte del líder; pagando entonces, con humillación y restricción del narcisismo, perjuicio de si, y autosacrificio. Y que la desesperación que se palpa en la carta de disolución – significante que lo representa a Lacan-, es el efecto de encontrarse al final de su recorrido, con esa evidencia y con la responsabilidad que en ella le cabía. Esto se interpreta articulando retroactivamente la insistencia significante desde donde dice Lacan: “y no me quejo de los llamados miembros de la escuela freudiana: antes les agradezco haberme enseñado donde estaba mi fracaso: es decir, donde me había enredado los pies”.

Lo cual produce efecto de sentido con lo escrito en la misma carta en sus primero párrafos, “pues en el intervalo que va de la palabra que desconoce a lo que cree haber pensado, el hombre se enreda los pies, lo que no le da muchos ánimos. De modo que el hombre piensa con debilidad y tanto más débilmente cuando más se exaspera… por enredarse los pies, precisamente”.

Por lo tanto, haya sabido o no lo que decía en la carta, Lacan nos decía: ¡también mi pensamiento sufrió debilidad! Al modo de los grandes trágicos, en la cumbre del destino, o sea cuando se instaura la certeza de la muerte inminente, nos transmitió: “nuevamente me encuentro con la castración en el Otro, con su falta de garantías”. El que escribía esa carta ya no era el amo que tantas veces fue (esto no tiene carácter peyorativo, me refiero a su lugar en la estructura), sino el esclavo que también fue. Y que ese esclavo tenia pocas esperanzas de hacerse oír de manera clara por ninguno, lo plantea desde el primer párrafo donde agrega: “se lo que hago, incluyendo lo que eso comporta de inconsciente”.

1) Creo que el S1 en el lugar del agente que lo hizo trabajar fue, desde la angustia del fracaso, la enseñanza de los miembros de su escuela y psicología de las masas y análisis del Yo, según se desprende de los dichos conceptos que comandaron la carta.
2) El producto del goce de Lacan esclavo, es esa carta. Si no nos quedamos con el efecto imaginario de la misma y dejamos que sus huesos nos interroguen, puede funcionar como causa freudiana del deseo de que el movimiento psicoanalítico, se despliegue y profundice, a través de producir la máxima distancia entre objeto e ideal.

En consecuencia planteo: para que el psicoanálisis trabaje se debe propender a la no consolidación de los grupos, o sea, a no reforzar los vínculos de amor. Las asociaciones de analistas no pueden no atravesar momentos de conformación grupal. Lo que no debe ocurrir es que tales momentos se consoliden. Para ello debe haber un trabajo constante de lectura analítica de la producción de sus miembros.

Por entender que sin saberlo habló de eso, transcribo el colofón de un reportaje a Borges, en el cual creo leer el secreto que permite que una reunión no haga masa y sea capaz, entonces, de una bella producción.
Dice Borges: “Yo creía que escribir en colaboración era imposible, pero fui un día a almorzar a casa de Bioy, y se demoro el almuerzo durante una hora; y el me dijo: “Vamos a escribir aquel cuento, cuyo argumento se te ocurrió, y yo te propuse que escribiéramos en colaboración”. Y yo le dije que si para demostrarle que la colaboración era imposible. Nos pusimos a escribir y, al rato, bueno, se apodero de nosotros un personaje que se llamaría después Bustos Domecq, y ulteriormente Suárez Lynch; se apodero de nosotros y empezamos a escribir. Yo no se realmente de que lado de la mesa surgieron las cosas, pero por lo general, yo creo, los argumentos han sigo míos, y las frases, las felices frases, de Bioy Casares, pero no estoy seguro tampoco de eso, ya que alguna frase se me habrá ocurrido a mí, y algún argumento a él, desde luego. Además yo creo que para colaborar, es necesario que los colaboradores olviden que son dos personas, porque si no. Pueden insistir por vanidad, en que se acepte su opinión, o por cortesía, en sostener que el otro tiene siempre la razón. Y hay que olvidar esas cosas: hay que juzgar lo que se escribe y lo que se inventa de un modo impersonal”.

Ahora bien, para que este trabajo de lectura y consiguiente producción se haga posible es clave el líder (liderazgo), en función a los liderados. A mi modo de ver esa función funciona si significantes que representan a los liderados barran al líder o al liderazgo,

Gráfico 5 Pág. 44
liderados (L) = S (A)

O sea, esa operación escrita se torna equivalente a la del significante de la falta en el otro. La falta en el Otro funciona así, como la condición necesaria para la rotación de discursos, estructura imprescindible para que la asociación no quede aprisionada en la ilusión estabilizadora, congelante, del sentido.

Desde ya que lo que hoy trabajo para nuestras asociaciones de analistas “casa mas, casa menos”, vale para toda la sociedad. Toda sociedad es artificial, resultado de pactos y convenciones, se sostiene en un tejido de signos, lo que la lleva a organizarse en transferencia, porque el saber que sabe que le falta se lo supone a un líder o liderazgo. Pero eso no impide que contingentemente sea escribirle, un dispositivo por el cual a la vez que no renuncia a instituirse en transferencia. O sea, no pretende la ilusión de saltar fuera de la escena, no se congele en la posición neurótica de cargar la castración sólo sobre sus espaldas, creyendo efecto de su impotencia aquello que es de lo imposible.

En conclusión, interpreto como de buen funcionamiento social el no atascamiento de la rotación discursiva en el discurso universitario llamado también por Lacan del amo moderno y de la burrocracia, que situando al liderazgo en el lugar del agente

Grafico 6 Pág.45

considero equivalente a la del graficó de freud en “psicología de las masas y análisis del Yo”, donde focaliza la situación sobre las condiciones que en las masas la hacen posible, o sea, las de la sugestión, las de transferencia no interpretada, las de grupo cristalizado, las de impotencia.

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