07 de mayo de 2002
Sergio Rodríguez, en el Panel de homenaje a Freud en el Colegio de Psicólogos de La Plata
En dos textos fundamentales para analizar las dificultades que sufre el género humano, -“El malestar en la Cultura” y “Psicología de las masas y análisis del yo”-, Freud plantea dos paradojas que los seres parlantes deberíamos cuidar que no se transformen en aporías. Dichas paradojas son: 1) que para vivir en sociedad se torna imprescindible reprimir deseos y rechazar o al menos limitar goces antisociales. Consiguientemente inhibir, o en el mejor de los casos sublimar, las pulsiones que los alimentan 2) que no hay institución artificial de masas que no se estructure por identificación a sus liderazgos e ideales. Los que pasan a funcionar como inductores de identificaciones entre los individuos de esa masa organizada. Masas no organizadas artificialmente, resultan sólo de situaciones de caos y estampidas extra-institucionales[1]. Utilicé ex profeso la palabra individuos, pues es observable que la organización de los seres parlantes a través de identificaciones, se soporta en una ficción que ignora a la división de los sujetos. Inherente ésta, a su tensión entre el significante que representa a cada uno y el que desde otro lugar le da significación, así como entre su ser objeto de deseo y goce y su contingencia de ser sujeto, pero como puro efecto localizable sólo puntual y temporalmente después de que lo fue. Son parte de las razones por las que Freud no se ilusionó con la ilusión comunista de que subvirtiendo las relaciones de mando y la estructura económico social de la sociedad se iba a arribar a la sociedad de “productores libres”. Escribo estas líneas para, partiendo de las elucidaciones freudianas y los señalamientos de Lacan, analizar que está ocurriendo ahora en la Cultura de la “aldea global” y en la de nuestra Argentina.
En dos textos fundamentales para analizar las dificultades que sufre el género humano, -“El malestar en la Cultura” y “Psicología de las masas y análisis del yo”-, Freud plantea dos paradojas que los seres parlantes deberíamos cuidar que no se transformen en aporías. Dichas paradojas son: 1) que para vivir en sociedad se torna imprescindible reprimir deseos y rechazar o al menos limitar goces antisociales. Consiguientemente inhibir, o en el mejor de los casos sublimar, las pulsiones que los alimentan 2) que no hay institución artificial de masas que no se estructure por identificación a sus liderazgos e ideales. Los que pasan a funcionar como inductores de identificaciones entre los individuos de esa masa organizada. Masas no organizadas artificialmente, resultan sólo de situaciones de caos y estampidas extra-institucionales[1]. Utilicé ex profeso la palabra individuos, pues es observable que la organización de los seres parlantes a través de identificaciones, se soporta en una ficción que ignora a la división de los sujetos. Inherente ésta, a su tensión entre el significante que representa a cada uno y el que desde otro lugar le da significación, así como entre su ser objeto de deseo y goce y su contingencia de ser sujeto, pero como puro efecto localizable sólo puntual y temporalmente después de que lo fue. Son parte de las razones por las que Freud no se ilusionó con la ilusión comunista de que subvirtiendo las relaciones de mando y la estructura económico social de la sociedad se iba a arribar a la sociedad de “productores libres”. Escribo estas líneas para, partiendo de las elucidaciones freudianas y los señalamientos de Lacan, analizar que está ocurriendo ahora en la Cultura de la “aldea global” y en la de nuestra Argentina.
Un equívoco sostenido durante por lo menos un año, por Jorge Gestoso y Patricia Janiot, conductores del noticioso televisivo de la CNN, calificaba de "catástrofes humanitarias" a genocidios ocurridos en algunas de las últimas guerras de los Balcanes y en lugares de África como Ruanda Burundi. Interpreto que trasmitieron anhelos pre conscientes y deseos inconscientes del liderazgo fundamentalista del neoliberalismo y de las grandes corporaciones financieras y “golondrinas” a las que sirven[2]. Tal vez algo parecido ocurrió con el título del libro de Francis Fukuyama: “El fin de la historia”. Para el mundo que sus “futurólogos” imaginan sobran 4.000 millones de personas. El capitalismo puede transformarse en el sepulturero de la historia de la especie humana si su forma actual, hegemonizada por las corporaciones financieras y los grandes capitales “golondrinas”, se mantienen comandando la política en la “aldea global”.
La Argentina, Medio Oriente, el noroeste de América del Sur son algunos ejemplos de vanguardia funeraria. Voy a plantear que esto resulta efecto de que al entrelazarse los cambios cualitativos en informática, electrónica y telecomunicaciones con la imposición del discurso del capitalista ($/S1 S2/a) en báscula con la del universitario (S2/S1---$/a) particularmente el de Harvard) se están rechazando represiones de deseos e inhibiciones de pulsiones, predominantemente oral canibalísticas y anal sádicas, hasta un punto en que una catástrofe puede hacer desaparecer a una gran parte de la humanidad. Lo que traería resultados "humanitarios" para los que queden vivos y se aprovechen del desastre, según creen estúpidamente, las lumbreras de la Trilateral y del G7.
Momentáneamente hemos devenido el eslabón más débil de la cadena de países que habitan la aldea global. Los llamados mercados (grandes bancos y fondos de inversión) huyen a la vez que presionan. Los gobiernos buscaron la obtención de créditos nuevos sin fijarse demasiado en las tasas a que nos fueron prestados. Ampliaron así la deuda hasta llevarnos a la imposibilidad de pagarla. Ahora patalean y nos acusan de corruptos[3]. Los actos corruptos se producen en discurso. Podría matematizarlo así: discurso de la corrupción = C2/C1---a/$. Y enunciarlo de esta manera: El agente corrompido es soportado por la verdad del corruptor, lo que hace del otro un puro objeto que no puede producir más que síntoma (seducción, despecho, odio) Seguramente advertirán el parentesco entre este discurso y el universitario, ambos preparativos de la entrada salvaje del discurso del capitalista $/S1 S2/a matematizado por Lacan en 1972 y citado por primera vez en la Argentina y tal vez en el mundo por Psyche en su Nº 22 de julio de 1988. Discurso que desliga a los amos de la relación directa con sus trabajadores como mostraré más adelante. Nuestros virreyes entregaron y entregan como garantía, a dichos "mercados", la poda de los magros ingresos de los trabajadores (no sólo los estatales) y de jubilados, el desempleo de más del 20 % de los ciudadanos en edad de trabajar y los ahorros de toda la vida de millones de trabajadores. Otros gobiernos (EE.UU, Europa,) buscan que los organismos internacionales (FMI, BM. etc.) hagan de tampón, para impedir la sangría que puede traer la "falta" argentina (default). Puede arrastrar principalmente a Brasil (temible también por el fortalecimiento de Lula), pero además a Chile, Uruguay y otros países con fuertes vínculos financieros y comerciales con el nuestro. Temen una estampida, que desate un efecto manada sobre el conjunto de la economía mundial. Por eso se mueven en dos frentes: cercar las posibles consecuencias, y hasta tanto esto no se logre, sostener el tampón con nuevos préstamos de dichos organismos internacionales. Eso sí, sin arriesgar fondos estaduales propios.
Ya estuvo el "Tequila", la Crisis Asiática, el "Vodka", el "Caipiriña". Estas situaciones no son simples contingencias, "crisis cíclicas del capitalismo". Son como las erupciones volcánicas o los cambios climáticos del "efecto invernadero" remezones de una Civilización que ha encontrado su límite. Éste radica en la estructura misma de la aldea global. Un síntoma: el desconcierto que abarca a todos que golpeó a las “luces” parisinas con la grosería fundamentalista racista y neoliberal de Le Pen.
Los psicoanalistas podemos decir algunas cosas sobre dicha estructura, en tanto leamos en la misma, los cambios de discurso que la soportan. Dicha lectura puede servir para algo, a quienes se propongan elaborar alternativas que tengan un grado confiable de verosimilitud. Alternativas que promuevan un imaginario capaz de competir con el que hoy predomina.
Hay dos fenómenos que arribaron para instalarse después de culminar en la década de 1990. Uno, consiste en el salto cualitativo que el proceso previo de acumulación produjo en el campo científico y en sus consecuencias tecnológicas. Salto que ha entrado en progresión geométrica. Paralelamente culminó un fenómeno, por el cual el dinero, que en su surgimiento facilitó el comercio y atenuó los niveles de agresividad que el trueque conllevaba, se ha consolidado como "el significante que mata todas las significaciones"[4]. Y en las renacidas relaciones de trueque volvemos a encontrar la “iniciativa” de privar al otro para propio beneficio[5]. Dicha consolidación ha sido favorecida por las políticas de desregulación que debilitaron a los estados y a sus posibilidades de control. La evidencia actual más exasperante está en la presión descarada de EE.UU y el FMI para que se derogue la ley contra la subversión económica que le pone tope a la delincuencia financiera. Delincuencia que se aprovecha de la posibilidad de trasladar grandes sumas de capital por vía informática en tiempo real.
En este contexto también influenciaron las posibilidades de acelerar el transporte de insumos por vía marítima y aeronáutica al facilitar la transferencia de industrias y empresas enteras de un país a otro. Lo que ya está afectando a la propia Norteamérica. La tradicional Levy’s inventora del jean[6], levantó sus fábricas fundadas en 1870 y las trasladó a países con mano de obra más barata dejando a 7.000 trabajadores en la calle. En estas novedades está la esencia de la globalización bajo propiedad del capitalismos salvaje, o sea marginado de la Cultura. El problema no reside en la ciencia, la tecnología ni la globalización sino en el modo de apropiación y comando de las mismas.
De dicha esencia se aprovecha la voracidad de los amos[7] en su versión pos moderna. Si "el apetito viene comiendo", nunca mejores condiciones para que dicha voracidad se sienta estimulada. ¿Por qué? Porque estas novedades prestan los instrumentos que desligan a las corporaciones capitalistas de cualquier sujeción a los estados naciones y sus fuerzas armadas. Un click de computadora bancaria y/o fondo de inversión transfiriendo los capitales que manipulan, es mucho más eficaz que cualquier unidad militar. Y si esto no alcanza, las plantas productoras son trasladadas de país con bastante facilidad.
Pero lo ocurrido con el dinero es lo más peligroso. Tomó decisivamente el centro de la escena matando toda significación, destruyendo cualquier imaginario que no lo tenga por eje. Naciones, oficios, solidaridades de cualquier tipo, límites morales, pasan al desván de las antigüedades. Se acentúa la ilusión de que el dinero tiene función productora. El fetichismo de la mercancía, elucidado por Carlos Marx consiste, en que la mercadería a través de su valor de uso y de los componentes que lo habilitan encubre que el único valor nuevo que se introduce para que tome existencia, es la fuerza humana de trabajo.
Lamentablemente su deseo de justicia lo llevó: 1) a desestimar la función del amo y de su decisión "a la lucha a muerte por puro prestigio"[8], 2) a subestimar la adhesividad a su goce de los esclavos[9], y 3) a sobre-estimar la capacidad de altruismo y solidaridad de la masa. Contribuyó a dichos errores la inexistencia en esa época del psicoanálisis, que a través de la conceptualización de su práctica clínica pudo encontrar los condicionantes simbólicos, imaginarios y reales de la "naturaleza" humana y sus consecuencias. El pasaje por los siglos XIX y XX dejó pruebas suficientes de que sin agente no hay discurso y en consecuencia vínculo social y producción. Y que la producción de mercancías exige, "para que las cosas funcionen", que en el lugar del agente se halle alguno de los significantes amo.
El ser social (su posición de goce) condiciona las modalidades de subjetivación de los seres parlantes. La mayoría de los que se hacen cargo de la función agente cede a la tentación de cobrar lo que suponen que vale su riesgo, lo que nunca resulta mensurable. Como consecuencia se torna invalorable. Se aderezan así las voracidades.
Además el amo antiguo conocía personalmente a sus esclavos, casi convivía con ellos. La tecnología fracturó ese vínculo directo, lo que facilita rechazar sentimientos.
Las experiencias de esos siglos dieron pruebas también de que las masas prefieren la tranquilidad a la subversión; el sentirse "amparadas" en algún amo que las explote, que jugarse la vida por la libertad. Cuando minorías fuertes se jugaron ( en las revoluciones francesa, americana, rusa, china, vietnamita, cubana) resultó en qué, pasado el furor de los primeros tiempos, las masas que los aplaudían volvieran a acomodarse bajo nuevos amos.
Sobre este telón de fondo los cambios tecnológicos han generado para los amos, la posibilidad de utilizar mano y cerebro de obra en mínimas y concentradas cantidades. Lo que les favorece condiciones para rebajar los salarios y expulsar de la producción a quienes se resistan.
Por otra parte, la resistencia de los trabajadores encontraba un sentido cuando existía un imaginario revolucionario y/o reformista que le daba perspectiva. Dicho de otra manera, podían resistir sin apostar todo al resultado inmediato. Una conquista parcial justificaba su rumbo no sólo por las migajas que arrimaba, sino por consolidar la organización de resistencia con aquellas perspectivas. El dinero y la fijación del trabajador a su goce, pudrió a las prometedoras organizaciones gremiales del siglo XIX y buena parte del XX. Lo que dejó a la gente sin compañeros en los que confiar y a los cuales confiar el lugar agente. Se destruyeron los vínculos de solidaridad[10]. Si a eso le sumamos que la desocupación ha transformado al cuidado del puesto de trabajo en casi "el bien supremo", se entenderá por qué las acciones de resistencia más decididas provienen de los desocupados organizados como "piqueteros" y que son, por ahora, una parte minoritaria de la masa total de desempleados.
Pero lo que más conspira contra el modelo neo liberal está en su propia lógica interna. Pues ocurre que está pensado para una sociedad de clientes y de deudores, o sea de gente que compre sus productos y saque créditos para eso. Pero la drástica reducción de mano y seso de obra llevada adelante por las grandes corporaciones aprovechando las condiciones del "progreso" tecnológico, necesariamente "contagia" a todas las empresas. La que no "copia", queda fuera de las posibilidades de competir con las grandes, que sin misericordias llevan a cabo los recortes. Se genera así un abaratamiento inaudito de costos y mejores precios para estimular el consumo. Pero también se reduce la existencia de clientes y deudores, por desocupación y/o depreciación de los salarios. El mismo destino sufre el pago de impuestos de parte del "pobrerío"[11]. Además los grandes evaden sin ninguna vergüenza. Como dije antes, hace unos años los futurólogos "Golden boys" de Miami previeron solucionar la paradoja construyendo un planeta para 1500 millones de clientes. Pero los otros 4000 millones se empeñan en no morirse y por el contrario son los que sostienen la tasa de nacimientos. En los países "su-mergentes" los amos respondieron con: refuerzo de las policías, proliferación de countries, y barrios cerrados. Mientras que en los países "emergidos" lo hacen restringiendo las inmigraciones (Excepto para la mano de obra dispuesta a hacer lo que sus nacionales no, desde limpiar letrinas hasta formar parte de sus ejércitos. Lo que sustenta lógicamente, que las guerras y los incidentes interétnicos y/o raciales tomen dimensiones cada vez mayores)
En síntesis: un viejo adagio decía que "el pez grande se come al chico". Otro afirmaba que "el hombre es lobo para el hombre". Ambos, son significantes oral canibalísticos. El mar se está quedando sin peces, el campo sin hombres. Siniestramente la autofagia, como goce heterofágico sin límite simbólico, se está transformando en la actividad principal de lo oral canibalístico de esta Cultura. Completa su circuito después de devorar a los objetos externos, masticando sus propios bordes.
Catástrofes humanas en épocas diferentes, han encontrado formas diversas de resolverse. Hoy, la mayoría de los homínidos siguen con "bella indiferencia" la destrucción del planeta. Lo que complica esta repetición, reside en que el "progreso" tecnológico es de tal dimensión, que resulta difícil calibrar hasta donde ha llegado la capacidad de destrucción de los humanos. Así, con toda la ambigüedad de esta frase.
[1] También las hay institucionales
[2] Llamo así a ese nuevo tipo de gran capital migrante que aprovechando el debilitamiento de la función reguladora de los estados y las facilidades de comunicaciones e informática, invierte y retira inversiones rápidamente y con el único objetivo de que suba el precio de sus acciones en las bolsas de valores en que cotizan.
[3] El vocero presidencial de Bush dijo que éramos un país corrupto.
[4] Lacan: Seminario de la carta robada
[5] Vehiculizada por los “un poco menos pobres” que cambian menos dinero por mayores unidades de valor.
[6] Suplemento económico de Clarín del domingo 28 de abril del 2002.
[7] Los amos del capital financiero son los que más daño producen por la masa dineraria que mueven. Pero no son más que la versión más extrema de un fenómeno puramente humano. En el conurbano la recesión ha llevado a la instalación y funcionamiento de ferias de trueque que utilizan unos papeles llamados unidades de valor para poder establecer equivalencias. Pues bien, como dije en nota 5, ya hay quienes con dinero los comparan a menos del precio estipulado, lo cual al que vende le sirve porque lo provee de moneda de curso legal, mientras el que lo compra consigue por menos precio más unidades para adquirir mercancías por trueque.
[8] Según lo advirtió Jorge Guillermo Federico Hegel
[9] Lo que advirtieron aquellos observadores que cómo Diógenes de Laercio o Jacques Lacan, soportaron no hacerse ilusiones falsas.
[10] Palabra que "se las trae" según hemos analizado en un artículo inédito: Solidaridad -hija inhibida de la deuda recíproca-. Por ahora digamos sólo, que etimológicamente proviene de la palabra sueldo que designaba a la moneda con la que se pagaba a los llamados por eso: soldados.
[11] Término acuñado por don Atahualpa Yupanqui
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