jueves, 5 de junio de 2008

La Nausea

Sección: Desde el puente

Interpretar la detención de Videla puede resultar en una buena metáfora del poder, en los tiempos que corren. Como siempre, el poder se afirma demonizando algo para velar algo. Esta vez usa al principal responsable de la última dictadura militar y de todas las aberraciones que asolaron al país en los 70/80. Nos alegró entonces, la decisión del juez. No obstante, algunos periodistas y juristas lúcidos, señalaron que haber ido directo a Videla, libera a los eslabones intermedios, que escudados en la obediencia debida operaron en aquellas circunstancias, el más horrendo de los crímenes que se cometiera: robarle sus niños a las detenidas y torturadas, para luego matarlas y entregar el botín a quienes a veces sabían su procedencia y otras no. El menemismo aprovecha, para enmascarar la dependencia de la justicia. La oposición se desconcierta y/o tiembla, imaginando una nueva semana santa que le desordene la casa. Ahora, que se sienten en la antesala de volver.
Pero hay que tener en cuenta otro elemento. El contexto que le da valor de metáfora a esta detención. Se ha puesto de moda (ex oficial nazi Priebke, ustashi croata, colaboracionista francés Papón, Videla) meter presos a exponentes viejísimos de lacras derrotadas hace tiempo. Mientras, el pensamiento único del no hay alternativa, acuñado por Thatcher Reagan y continuado por Clintones, Blaires y compañía, destroza con la precarización laboral, el nivel de ocupación y los salarios en la aldea global. Comercia a través de corporaciones transnacionales con los genocidios en África. Alimentó las condiciones tecnológicas necesarias para lo que puede devenir en holocausto nuclear en India/Pakistán. Sostiene el cinismo derechista en Israel, que legaliza la tortura a los enemigos. Apaña la hipocresía de la banca suiza que se autocrítica de haber recibido el oro que el hitlerismo le robó (conducta corsaria que reeditaron los grupos de tareas de la dictadura) a los judíos, gitanos y otras etnias, pero no lo devuelve.
La represión, como mecanismo psíquico que descubrió Freud es muy sencillo: la conciencia se distrae con significantes (nombres, palabras, imágenes) inútiles, de lo que verdaderamente interesa al sujeto.
Hoy, la perversión en el poder le tira a los perros a sus viejos caducos, para hacernos olvidar el genocidio que ellos implementan en complicidad con el pensamiento único neoliberal (o mejor: neoconservador)

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