viernes, 20 de junio de 2008

La civilización en crisis

Índices de la crisis.
Para evaluar un recorrido de la humanidad se pueden tomar diferentes índices. Los que se utilizan más comúnmente son: desarrollo de las fuerzas productivas, de la ciencia, la técnica, de la organización política y del bien o el mal estar de la mayoría de los habitantes. A mi modo de ver, y en relación a la historia, deberíamos considerarlos solamente, como indicadores de la marcha de los sistemas económico-sociales, y políticos. Son los que a mediados de la década del '60, encendieron luz roja para los dos sistemas hegemónicos en esta fase de la historia: el capitalista y el dominado por los partidos comunistas. La obstinación de los comunistas los llevó al desastre actual. La maleabilidad de los capitalistas, particularmente a posteriori de la derrota en Vietnam, recompuso su sistema. No obstante, el lunes 19 de octubre de 1987 la precipitación del Down Jones en la bolsa de New York, colocó dicha recomposición al borde del colapso, situación que se volvió a rozar hace pocos meses.
Pero de mayor importancia que estos, por adquirir dimensión casi universal, otros indicadores hablan de algo más preocupante, hablan de una crisis en la civilización contemporánea -o sea, sin diferenciar sistemas sociales-, de la crisis de una época, a escala planetaria.
Algunos de ellos son: desdibujamiento de la estructura familiar clásica sin visibles alternativas de sustitución (fenómeno que abarca a oriente y a occidente), divulgación y masificación de las toxicomanías -marginalmente a todo contexto cultural-, expansión de la violencia urbana en dimensiones que tornan a grandes ciudades intransitables peatonalmente en determinados horarios y zonas, que a la vez son golpeadas crecientemente por actividades delictivas sostenidas por sus "profesionales clásicos", por los "nuevos" provenientes de la crisis económica, y por el aporte de algunas franjas de las que tendrían que ser fuerzas de orden. Elevación de la homosexualidad y/o la "bisexualidad" a la categoría de ideal cultural -especialmente desde algunos sectores con peso en medios de comunicación de masas. Descenso abrupto de la tasa de natalidad en los países ricos, explosión demográfica en los pobres. Expansión y profundización masiva de la corrupción en todos los niveles.
Advierto al lector de que no me refiero a grandes fenómenos políticos, sino a lo que podríamos calificar de síntomas sociales, aunque por supuesto, no dejan de tener relación con dichos fenómenos.
Indicadores equivalentes aparecieron en la decadencia de la cultura greco-romana. La similitud fundamental reside en que el deterioro se manifiesta en los nudos más elementales y básicos del tejido social. Podemos deducir entonces, que estamos ante una crisis más grave que la de un sistema sociopolítico, ya que en más, o en menos, los abarca a todos. Lo que está en crisis, es la cultura contemporánea.


-Ideales-soporte, de la actual "civilización".
Esta se sostiene de valores a los que les da el rango de fundamentos. Mencionar algunos. El eficientismo, cuya evaluación es determinada por la tasa de mayor ganancia, "de optimización de los beneficios".El productivismo, medido por la ecuación -mayor cantidad y calidad de producto en la menor cantidad de tiempo y de fuerza humana de trabajo. Lo que exige mayor tensión de la misma. Irracionalidad en el consumo, estimulada como única lógica por la de la ganancia, a través de la publicidad y de la estrategia de fabricación de descartables. En los países pobres, esto agrava los conflictos, pues estimula deseos que por el empobrecimiento, las grandes mayorías no pueden efectivizar. La ideología eficientista impulsa sin límites la competencia, tras la suposición de que esta causa la iniciativa privada, a la que confunde con iniciativa del sujeto.


-El tiempo y la estructura del sujeto.
La experiencia de trabajo con el inconsciente nos ha enseñado a los psicoanalistas, que la eficacia del sujeto responde a ciertas leyes que de ser violentadas por el devenir de los acontecimientos, lo sumen en lo que podríamos llamar un déficit simbólico que intentan zurcir los síntomas.
Freud propuso la ficción de la existencia de un aparato de defensa contra las excitaciones regulador de la relación entre la limitada capacidad psíquica de elaboración de estímulos exteriores y la recepción de los mismos. Lacan desplegó esto discriminando y subrayando el papel capital que le corresponde a la red de palabras-representantes, significantes de que dispone la memoria del sujeto y de su entorno simbólico para llevar a cabo ese trabajo. Para que esa red funcione, más o menos adecuadamente, requiere unidades de tiempo no tanto en el sentido cronológico -de reloj o almanaque-, sino de una lógica en la que Freud designaba como fundamental el a posteriori, pues solamente desde él se le va significando al sujeto lo previo. Lacan lo explicit" y desplegó, puntualizando para dicha lógica tres movimientos. El primero, en el que el sujeto es anoticiado. El segundo, transcurre mientras dura la no comprensión, debido a lo cual llamó tiempo de comprender. Hasta que finalmente precipita el momento de concluir. O sea, se logró por retroacción, significar lo que el estímulo externo al aparato, incitaba. Es en esa compleja gama, que se despliega la relación del sujeto al deseo y al goce, o sea, a su ex-sistir.


-¿Violación del sujeto?, o: reencontrar el tiempo perdido.
Cuando resulta una insuficiencia por déficit significante o temporal (en el sentido descripto), o de ambos a la vez, el sujeto intenta saltar la dificultad por la vía de la acción pura sostenida en algún argumento que sirve de remiendo imaginario al agujero en la red significante.
A mi modo de ver la vorágine postmoderna es de tal dimensión, que está violentando masiva y abruptamente las dos condiciones de posibilidad para la subjetivación. Es una de las cuestiones a tener en cuenta para comenzar a dilucidar razones de la crisis de civilización.
Salir de esta, exige acompasar la cultura con el paso humano, lo que sólo ser posible si se modifican radicalmente los ideales culturales. Habría que sustituir el delirio financiero-productivista, utilitario y eficientista que coloca al hombre al servicio del dinero y el productivismo irracional, por valores como el que nos recuerda Max Scheller: "conseguir el máximo de goce de lo agradable con el menor número posible de cosas agradables y, sobre todo de cosas útiles". Fue ese uno de los ideales de los primeros cristianos que les sirvió para enfrentar la degradación y decadencia del imperio romano.

No hay comentarios: