03 febrero 1991
Las renovaciones léxicas aportadas por la revolución (vuelta de 360º) neoconservadora merece psicoanálisis, en tanto ejerce efectos sobre los sujetos del Inconsciente. Una de las repuestas mas simples de Lacan a la pregunta -¿que es el inconsciente?- era: "Los efectos de la palabra sobre el sujeto".
Entre otras, dos palabras adquirieron estatuto de "evidencia por si mismas": fundamentalismo e integrismo.
En el pasado gobierno era un comodín siempre a mano en el mazo de Alfonsín. Ahora, pasó a integrar la dotación de afeites de nuestro sorprendente presidente. Fue el as de espadas ideológico del reaganismo en la misma manga que narcotráfico y libre mercado. Fue el as de bastos de Bush, después de "liberación de Kuwait", las Malvinas en jeques del "islamizado" Sadam.
Utilizadas como bandera de liberación por el Ayatollah Jhomeini en su lucha por liberar a Irán del corrupto Sha y su corte ídem, se transformaron luego en justificativo para el manejo dictatorial de los asuntos persas.
Esta posibilidad de las palabras de transformarse de bandera de liberación, en justificativo para la represión, es un punto de repetición en la historia moderna. Recordemos en esa zaga, los avatares del "liberté, egalité, fraternité" de la Revolución francesa o del "Democracias Populares" del Este. No se nos puede escapar en esta pesadilla de la postmodernidad, que el "democrático" anti-integrismo/fundamentalismo del establishment Bush se ha transformado en un integrismo fundamentalista conservador enunciado en nombre de la democracia. Aceptemos incautamente sus dichos. Para defender el dudoso derecho de unos jeques a ejercer la soberanía en un territorio en discusión, aprovechándose de su enorme ventaja militar-económico-tecnológica demolió impiadosamente al territorio Iraquí/Kuwaití. Para ocultar el crimen -"desaparecieron"- de las pantallas, de las notas gráficas y de las propias noticias, el genocidio. Amenazaron a quienes no se plegaron incondicionalmente a su diktat (Collor de Mello, Baker, por ej.). Todo en nombre de un "nuevo orden internacional" que como si estuviéramos en las cavernas de Platon nos sitúa ante las reminiscencias "d'il ordine nuevo d'il Fascio" o del "orden ario de Hitler". Por arte de prestidigitación la paloma democrática se transformó en escena, en el halcón fundamentalista integrista -eso sí, "democrático"-. El pase de prestidigitación merece explicaciones económicas, sociales, políticas, y también psicoanalíticas.
Desde este punto de vista creo interesante dilucidar como es que una misma palabra, o grupo de palabras, puedan ser usadas con sentido antitético sin que eso sea advertido por la conciencia de masas amplias de receptores. Lo primero que nos ratifica es que a pesar de las apariencias, ninguna palabra tiene sentido en sí. El sentido es un efecto de la relación con el resto del enunciado y mas fundamentalmente, aunque no siempre evidente a la conciencia de los receptores, con el contexto y lugar de enunciación. De ahí el esfuerzo de los contendientes por darle prolijidad a sus enunciados. De ese trabajo formó parte la de-mostración aséptica/videogámica de la guerra por parte del comando anglo-norteamericano. Del otro lado la de-mostración en las pantallas los rostros abotagado y maltratados de los pilotos prisioneros, con la advertencia de que se les haría compartir el destino de los iraquíes bombardeados. Mientras estos juegan en el contexto de sus tradiciones, su fundamentalismo sin tapujos, aquellos, divididos, entre el democratismo de los ideales del dayflower y del Memorial day, y el ser imperialista y en consecuencia tiránico de sus tradiciones, se dividieron en las siguientes paradojas: Hacer la guerra para hacer la paz. Triturar al adversario para imponerle la democracia en defensa de la monarquía absoluta de los jeques kuwatíes. Demoler Irak y Kuwait para "liberar" a este.
Como vemos, el análisis del discurso, entendiendo por tal, no sólo el de los enunciados explícitos, sino también el contexto de hechos y de-mostraciones en que se enuncian -marcas del sujeto de la enunciación-, nos precipitan en la conclusión de que en las arenas del Golfo, se toparon dos integrismos fundamentalistas.
Finalmente cabe preguntarse desde el punto de vista psíquico ¿cual es la estructura en que se soporta el fundamentalismo integrista? Opino que en la lógica del narcisismo absoluto y su corolario aplastante para el sujeto. O sea, aquella lógica que no supone falla en si-mismo ni en el Otro. Por lo tanto las cosas son idénticas o son lo contrario. Blanco o negro. O el otro es como yo, o debe desaparecer. Esa es la lógica que hegemonizó el horror en el triste, tristísimo Golfo.
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