martes, 20 de mayo de 2008

La represión de la solidaridad como concepto facilita la degradación de la misma

09-03-1994


Facundo Cabral narró en un recital la siguiente anécdota: estando en Madrid con Jorge Cafrune, se les acercó un funcionario del gobierno municipal y presentándoles a una señora, les dijo que era una condesa benefactora del ‚jido, ya que había donado unos terrenos para construir una plaza. A lo que el Turco contestó, -¿dónde o devolvió?
Fue un chiste/interpretación que puso al descubierto lo que en los dichos del funcionario quedaba encubierto pero aludido por el contexto histórico. La condesa devolvía una pequeña porción de las tierras de que gozaba, propiedad privada a la comunidad, para mantener su usufructo sobre el resto de la torta. Filosa interpretación.
Un determinante de la represión (me refiero al concepto psicoanalítico) resulta de usar significados diferentes, que encubren a los verdaderos. Eso ocurre con la palabra solidaridad. Nos aclarar, recurrir a su etimología, velada por el uso actual. Proviene de "solidus", nombre que le daban en latín a la moneda con que se le pagaba a los "soldados" romanos. Por lo tanto, la solidaridad no era un acto de ayuda entre iguales, sino el pago de "sueldo" a los guerreros.
Carlos Marx, en su rigurosa investigación sobre la formación del capital, develó lo inconsciente en ella. Las mercancías se pagan con dinero. La fuerza humana de trabajo por su valor de uso, resulta una mercancía más. Pero se la paga, no acorde con el valor de cambio que produce, sino según lo necesario para que el trabajador subsista y se reproduzca. Entonces, la fuerza humana de trabajo, genera una ganancia de la que se apropia el patrón. Esta apropiación engendra la acumulación primitiva de su capital y la reproducción ampliada del mismo. A ese plus del que el capitalista se apropia, Marx lo llamó plusvalía.
Lacan, ratificó dicho descubrimiento. Captó a la vez que dicha apropiación no es exclusiva del capitalismo, sino que ocurre en toda sociedad. Dicha apropiación resulta de la articulación lógica ineludible para armar y sostener el vínculo necesario para producir objetos socialmente. Esa articulación ocurre en discurso.l vincula a lo que representa al "emisor", agente del mismo, (posicionado entonces como referente, amo, patrón) con lo que representa a los receptores (efectores del mismo y por ende trabajadores) Esa estructura, tiene como axiomas al deseo del amo causando a la producción, y a esta efectuándose por el saber y el goce "laburante" de los ejecutores de dichas indicaciones. Esta modalidad lógica de discurso, la del amo, es la que funda al Inconsciente. En la misma queda reprimida la deuda entre patrones y trabajadores (a unos por ser causa de producción, a los otros por efectuarla) También puede quedar velado el carácter necesario de ambos lugares (agente y efector) Dichos velos, facilitan la creencia del "sentido común" en que es "natural" que los patrones se queden con la plusvalía, la anarquista/comunista en la posibilidad de una sociedad sin amos, y el propósito del "capitalismo salvaje" de eliminar lo m s posible fuerza humana de trabajo de resultarle m s costosa que las m quinas. Dichos velos facilitan la inhibición de la solidaridad. Esta consistiría en devolver con justicia lo que se le adeuda al trabajador por los valores producidos, y pagar al patrón por su función (imposible de tasar) de agente, luego de las deducciones atinentes a reinversiones necesarias y servicios públicos. Como vemos, Cafrune tenía razón. Por lo tanto, no es solidaridad lo que imprimió en el imaginario colectivo la tradición judeocristiana, como colaboración entre iguales (compañerismo) o la caridad de los ricos para los pobres.
La eliminación de las "cargas sociales", la "moratoria" para autónomos destinada a sostener la desgrabación a los grandes inversores, las mediciones de inflación teniendo en cuenta solamente a la "canasta familiar" en la que no cuentan una cantidad de impuestos nuevos o aumentados, son sentidos que como el de "costo argentino" encubren lo verdadero: que son medidas destinadas aumentar la plusvalía. El eficientismo disimula su verdadero y máximo ideal, la obtención por el capitalista de la mayor cuota de plusvalía posible. En esa dirección toma cuerpo un nuevo hecho. En manos del capitalismo salvaje, las nuevas tecnologías exacerban la extracción de plusvalía y favorecen la caída, como valor de uso, de la fuerza humana de trabajo, afectando al valor de los seres humanos que la encarnan. Ultimo índice mundial, un desocupado cada tres. Desarrollo de: pobreza, marginación, "villas miseria".
El psicoanálisis puede y debe utilizar su metodología para leer verdades y velamientos en las enunciaciones de los actores sociales, y en lo que la sociedad instaura como valores de uso.


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