viernes, 23 de mayo de 2008

Entre las muejeres -madres, novias, esposas, amantes o prostitutas: el dinero

Freud descubre que "los muchachos (púberes) se dicen [1]:.../con cínica corrección/... a pesar de todo no es tan grande la diferencia entre la madre y la prostituta, pues ambas en el fondo hacen lo mismo" (cogen). Anotemos que dicho descubrimiento tiene un antecedente, el del cálculo por los infantes (principalmente femeninos) de la primera ecuación: heces = regalo = dinero = pene = niño.
Mi proposición es que ellos tienen razón, por lo menos, para cierto imaginario femenino. Pero no solamente en relación a madres y prostitutas, sino de una manera más generalizada a muchas esposas, novias y amantes. Y que esto se debe, no sólo a que desarrollan la misma actividad sexual, sino también a la función que juega el dinero en la relación entre esas mujeres y esos hombres. Mi tesis consiste en que ello se articula así, por el valor que ha ido tomando en la Cultura (tanto para ellas, como para ellos) el dinero. No olvidemos la relación que Freud establece entre el mismo y los complejos sexuales reprimidos, tanto en el artículo aludido[2], como en Sobre la iniciación del tratamiento. Lacan afirmó: "...el significante más aniquilador que hay de toda significación, a saber, el dinero..."[3]. Observemos que al usar para significante, el artículo definido -el-, nos indica al dinero como el único significante con ese grado mayor de capacidad. El desenvolvimiento de la sociedad pos industrial ha acentuado ese rasgo del dinero. Cada vez importa menos que mercancía se produce, con la excepción del dinero. Este, al representar a todas las mercancías y funcionar como equivalente universal, las "mata" en su particularidad.
En la práctica clínica, lo que establezco como tesis, se me ha presentado de las siguientes maneras.
1) La más común. Las discusiones recurrentes en los matrimonios sobre la escasez de dinero. Suelen tomar la forma de acusaciones al marido porque trae poca plata a la casa y a la esposa porque gasta mucho, a veces con una variante, que instala la cuestión en el orden del ser: -sós muy gastadora.
2) Requerimientos de las amantes de ayuda económica a sus hombres. A veces abiertos, otras encubiertos. En ocasiones, no la requieren. Suele ocurrir entonces, que los hombres toman la iniciativa y hace regalos económicamente importantes, lo que las llena de alegría y satisfacción.
3) Entre las prostitutas las variantes son diversas. Como dice Elena Reynaga presidenta de AMMAR[4] están las "de calle". Sienten que lo hacen por necesidad. Es la única manera que encuentran de hacerse de una suma de dinero considerable que les permita mantenerse y criar a sus hijos. Le cobran dinero a hombres más o menos anónimos, a cambio de hacerlos gozar eróticamente. A veces, simplemente por escucharles sus cuitas y mimarlos un poco. Las más caras, que la jerga popular suele llamar "gatos", más jóvenes y cuidadas corporalmente, prestan sus "servicios" a cambio de sumas considerablemente más altas. Sus pretensiones son mayores, pagarse el pisito, el auto, la telefonía móvil, y algunas, su carrera universitaria. Están también las que funcionan como señoras de su casa. Casadas, ejercen su actividad, a veces a espaldas del marido, otras con su anuencia. "No les alcanza con el dinero que él trae a la casa". A veces esto es más o menos cierto, otras, solamente fantaseado. Supe de una de ellas que tenía en su placard 60 pares de zapatos, además de innumerable vestuario.
Podría seguir desgranando ejemplos, pero no lo creo necesario. Las variantes son diversas y dan para un trabajo múltiple. Por ejemplo, caminos ya transitados por otros psicoanalistas (entre ellos Freud y Lacan), el efecto que les produce de sentirse reconocidas como falo imaginario, a través del valor de desprendimiento fálico que se le otorga al regalo.
En esta ocasión, quiero circunscribirlo a señalar que en muchas mujeres, el deseo de recibir dinero de los hombres, -esposos, novios, amantes, "clientes", resulta de atribuirle a la plata, dicha representatividad, pero además, del deseo de hacerse reconocer en su feminidad, que atan a la castración imaginaria. A la vez, eso indica también, que creen que el varón no estaría castrado simbólicamente, aunque de otro modo que las mujeres. Recibir dinero de ellos, es vivido entonces, como ser valorizada por su femineidad, también por su ser de mujer.
Cierto feminismo trata de eludir estos dilemas, renegando de las diferencias, lo que inevitablemente lo lleva a la disputa con los varones por una igualdad, que las masculiniza. Una paciente de fuerte contextura física, se ufanaba de cargar bolsas mejor que sus peones.
Otra consecuencia desgraciada de estos malentendidos en los tiempos que corren de recesión y desocupación, suele ser la devaluación del esposo desocupado ante su mujer, con la consecuencia de que aquel se devalúe también ante los hijos.


[1]En: Sobre un tipo particular de elección de objeto en el hombre.
[2] Sobre las transmutaciones de las pulsiones y el erotismo anal.
[3] Seminario de la carta robada. (El subrayado es mío)
[4] Asociación de Mujeres Meretrices Argentinas.

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