jueves, 22 de mayo de 2008

El Humanismo Viagra

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Volanta: La Sociedad de los poetas muertos, de los viejos a la basura y de la violación de enemigos, incluidos mujeres y niños.

Recuadro:
Manipular al otro para el propio goce pulsional es lo típico de la perversión. Así ocurrió también en la decadencia del imperio romano.

A los psicoanalistas que no olvidamos la experiencia transcurrida tras los divanes, o simplemente los hechos de nuestra vida, nos causa mucha gracia, cuando no asco, registrar que se use beatíficamente el término humanismo. No olvidamos que entre las especies animales, sólo el humano, es capaz de torturar. O matar sin necesidad. Sabemos gracias a Freud, que para convivir, La Cultura, que está más allá de los in-dividuos, (porque es su red colectiva de ideales) sostiene de un modo paradojal y con gran esfuerzo, la represión y/o la sublimación de las pulsiones. O sea: del accionar -según la primer reacción que el cuerpo exige al individuo, para su satisfacción inmediata. Para ello es decisivo, que se adapte al hecho de que no todo es posible. Los registre o no, hay límites que impone la insuficiencia misma de la Cultura, imposibles de resolver en términos absolutos. Es a lo que el psicoanálisis llama: castración.
Cinco noticias de estos últimos días, aparecen como sintomáticas de la decadencia de la aldea global. 1) El furor Viagra, comentado por Eduardo Said en sus implicancias para el sujeto, en el suplemento de La Maga del 10 de junio. 2) La conclusión de que se está utilizando sistemáticamente la violación en las guerras, como arma de desmoralización. 3) El arrecie de la presión de las grandes corporaciones para precarizar los empleos con el argumento de la competitividad. 4) La destrucción de los sistemas de seguridad social, afectando principalmente a los viejos. 5) La autorización en Chubut para que los chicos miren en horas de clase los partidos en que juega la selección nacional. Y otras diferentes variantes, como en la provincia de Bs As tirarle la pelota a las/los directores (indicándoles que sean ellos los que decidan) o en la Decibeducación, que los vean, pero “recuperen” las horas.
El lector estará pensando que esta secuencia de noticias no tiene articulación posible, que además no tiene nada que ver con el humanismo, y menos aún con la decadencia de la aldea global.
Sin embargo hay un elemento común a las cuatro primeras, la caída de los topes culturales que ponen freno al accionar desmedido, o sea a las exigencias desnudas de la pulsión. Por ejemplo: la promoción del Viagra pretende arrasar con la dramática de los sujetos (o sea con la red de recuerdos, fantasías e inhibiciones inconscientes) y transformarlos en in-dividuos (no escindidos) “biónicos”. Es una tendencia en la ciencia y en las tecnologías médicas. Un aparatito por acá, un trasplante por allá, una medicación para usar crónicamente y a lo que resta -seguirle llamando hombre. Eso sí, siempre y cuando cumpla adecuadamente con sus funciones, por ejemplo: se le tiene que parar el pene e introducirlo en el lugar correspondiente cada vez que su pareja se lo requiera. Alguien le relataba a un colega, que tenía una exitosa perfomance en relaciones ocasionales y con su esposa, pero, que para su dolor, con una joven de la que se había enamorado, el pene no le respondía. Logró que lo hiciera, con unas inyecciones locales y/o unos supositorios uretrales. Pero le resultaban incómodos, y difíciles para ocultar las maniobras necesarias ante su amada. Recurrió entonces a la nueva pastilla milagrosa, y para su sorpresa no logró nada. LA CIENCIA y LA MEDICINA, tendrían que investigar y encontrar un remedio, para los penes que temen lastimar a un ser amado (sic).
En el otro polo del amor, la violación se ha transformado en estrategia de guerra. El “fin justifica los medios” y que mejor medio para la limpieza étnica, que usar violentamente el pene. Destruye moral y a veces físicamente (muchas violadas se suicidaron) a la afectada y su contexto familiar y amistoso. Hasta puede sembrar hijos de la “buena sangre”, sin padre. Pero ¿es sólo una cuestión de estado y de racismo? ¿Por qué a uno no se le para con su amada y a masas de soldados se les para con mujeres, niños y hombres, de las que lo único que saben es que son de etnias rivales? En el primer caso, barreras amorosas que transforman en lo contrario a sus tendencias sádicas, le dificultan el acceso a la mujer deseada. En los otros, la destitución masiva de los ideales civilizatorios y su sustitución por las pasiones étnicas, desinhibe totalmente a las pulsiones, particularmente al sadismo. Sin Viagra, masas guerreras enceguecidas se transforman en amorales penes parados.
Con respecto al tercer hecho y al cuarto. El fracaso de los sistemas sociales diseñados por las izquierdas, y la hegemonía neoliberal (conservadora) en las empresas propietarias de los medios masivos de comunicación, han llevado a que aparezca como natural, que el bien supremo de esta cultura sea la obtención de la mayor ganancia económica. Para ello la herramienta fundamental: ser competitivos. O sea: tener precios que aseguren vender más que el rival. Entonces: el Bien = tener más. Lo ético = aplastar al otro. Empezando por los trabajadores y viejos, sacrificados al “Dios oscuro”[i] de la optimización de los beneficios y de la mayor competitividad.
Quinto hecho: la deserción de las autoridades. Las formas abiertas o encubiertas de autorizar a los chicos a desertar de sus tareas escolares para ver en directo (podrían hacerlo en diferido) los partidos del seleccionado nacional, están en esta misma línea y son un serio llamado de atención sobre la degradación que corroe a buena parte de la dirigencia política. No porque los pibes falten a clase para ver un partido que conmueve sus sentimientos, sino porque lo harán autorizados por las autoridades. Pubertad y adolescencia son momentos claves para el desarrollo de los sujetos. Después de la primera infancia (3 a 5 años) son los más importantes[ii]. En ellos, el que va dejando de ser niño para comenzar a ser hombre o mujer, necesita desprenderse de la obediencia ciega a la autoridad paterna y a sus equivalentes, para ir adquiriendo una independencia de criterio adecuada a lo que va siendo. Para eso, las autoridades no tienen que dimitir de su función. De lo contrario, el sujeto no encuentra con quien dirimir parecidos y diferencias. Winnicott lo decía más o menos así: el adolescente tiene que matar al padre y el padre no tiene que dejarse matar. Con su habitual rigor lógico y metafórico, describía luminosamente ese momento decisivo. En las decisiones ministeriales de diferente pelaje, la función directiva se esfuma en un típico mensaje de doble vínculo: los autorizamos a transgredir. Lo que hubiera sido una “rata” en defensa de un deseo propio y de un acceso singular a cierto goce de la mirada inofensivo, se transforma en sumisión a autoridades sin autoridad. A falta de posibilidades para demagogias económicas, buenas son demagogias imaginarias, que “distribuyen” debilitamientos de las legalidades más elementales. Total qué importa, si esa es la política de los poderes actuales, hacer de las leyes cartón pintado.
Al poder actual, le gusta dejar a los adolescentes sin posibilidad de pequeñas travesuras diferenciadas de las normas que dan las autoridades. Le gusta que se tienten con las transgresiones grandes: drogas, violencias delictivas, agresiones entre ellos. Cuando eso ocurre, los ve hechos a su imagen y semejanza. Perversamente se solaza.
Manipular al otro para el propio goce pulsional es lo típico de la perversión. Así ocurrió también, en la decadencia del imperio romano.
[i] Lacan, en Los Cuatro Conceptos Fundamentales del Psicoanálisis.
[ii] Cien años después de que K. Gross, Bell, Havelock Ellis, Linder y Freud lo trataran en sus publicaciones, “sesudas” investigaciones estadísticas de “científicos norteamericanos” descubren la nueva. En nuestro país los vivos de Viva (revista de Clarin), publican la novedad. La sociedad “oficial” se entera cien años después de descubierto, que los chicos tienen sexo.

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