21 de junio de 1993
Un fantasma recorre y soporta el mundo: la corrupción. Sujetados a él sus sujetos/objetos lo dicen así: 1)-Fulano fue coimeado 2)-todos son corruptos, 3) Son todos unos hijos de puta/Ellos son vivos, el boludo soy yo. Esta tercer aseveración, por su carácter contradictorio, puede resultarle increíble a quien no está iniciado en los secretos del alma. Sin embargo, con sólo franquearse un poco y recordar algún pensamiento que, con la forma de la segunda parte de esta última expresión, lo asaltó convocando su rechazo rápidamente comprobar que dicho pensamiento es mucho más común de lo habitualmente imaginado. La base que le da lugar y sus efectos, vale la pena ser dilucidados
La constitución de la subjetividad como relativamente independiente, es resultado de la ineludible pérdida de goce producida como consecuencia de la separación de la madre en el destete, la autonomización de la higiene corporal, la adquisición del caminar sin cuidados ni sostén. Esas pérdidas abren paso al acceso al mundo de los otros, de la Cultura (estructurada a través del intercambio en sus diversas formas). Formar parte de ella, torna irrecuperable la respuesta del Otro como inmediata e incondicional a los requerimientos del sujeto . La pérdida de ese goce incondicional establece una herida inconsciente que no cicatrizar jamás y que desde su abertura incita irreductiblemente al deseo a correr tras diferentes escenas que lo ilusionen con cicatrizarla. Ese punto irreeducable, da sostén a los anhelos y al sentimiento de propiedad. El ordenamiento de los hombres a través de vínculos sociales sólo puede realizarse por medio del discurso. Esta estructura de agentes que dicen y receptores que reaccionan de alguna manera ante el mensaje recibido, establece una división irreductible para las realizaciones sociales.
En la producción social de mercancías y en su circulación, el discurso predominante es el del patrón, con variantes diversas. Ellas ubican a los agenciados en el lugar amo -marginados del goce de producirlas y a los que ordenados por los amos las producen, enajenados del goce de las mismas excepto del mínimo indispensable para sobrevivir y reproducirse a pesar de ser quienes detentan el saber necesario para que la producción marche. En las empresas con métodos de producción más actualizados, todo el saber queda del lado directivo usando gozosamente a los productores devenidos puros objetos manipulables, a veces fascinados por sus jefes, otras totalmente envueltos en el malestar. La instalación en el centro de los ideales capitalistas del de la tasa de mayor ganancia (optimización de los beneficios, eficientismo) tensa al máximo, en términos relativos a la marginación del goce de los objetos de parte de los productores.
Aquel mínimo, en las condiciones de la posmodernidad, no puede excluir a los objetos de la mirada, que se han reforzado en su formar parte de las "necesidades" básicas. Que esta "necesidad" les haya pasado desapercibida a los "socialistas reales" fue una de las razones que apuró su decadencia.
El marxismo captó que la marginación del goce de lo prducido es un efecto de la división de la sociedad en clases al generar las condiciones necesarias para que los dominadores se apropien del plusvalor producido por los dominados. Lógicamente tendría que producirse conflicto entre explotadores y explotados. Se confiaba en que tomando el poder, eliminando el régimen político en el que se sustentaba y sus relaciones sociales de producción, se lograría eliminar la base de la enajenación y acceder a nuevas condiciones en que desapareciera el trabajo alienado. Esas nuevas condiciones, provendrían de que ordenada la producción, en una "sociedad de productores libres", desaparecería la base material de la extracción de plusvalía. Lo que resultó de la experiencia del comunismo fue que los países dominados por dicha corriente política fueron arrasados por el vendaval de la corrupción en una forma casi más dramática que como lo está haciendo con el "primer" mundo, barriendo en acto con dichas ilusiones.
Teóricos y líderes de esa corriente como Lenin, Trotzky y Mao Ts Tung advirtieron el fenómeno, centrando de un modo u otro la razón en el aburguesamiento y la burocratización de los nuevos dominadores. Sin embargo, siendo esto cierto, el problema central se instaló en el achanchamiento cuantitativo y cualitativo de los productores que se desinteresaron tanto del aumento de la producción como de su calidad. En el altar de un igualitarismo imposible se sacrificó la creatividad hiriendo al trabajo y su función sublimatoria. Del otro lado de la herencia del pensador alemán -socialdemócratas y socialistas en general- sólo advinieron administradores del sistema capitalista un poco diferentes a los conservadores
El sentimiento de injusticia, el anhelo de propiedades, son intrínsicos al ser humano, no por naturaleza sino como efecto de la pérdida del instinto animal, la sujección al significante y su efecto en el sujeto del sentimiento de pérdida. Es este punto de partida el que lleva a la complicación de, que por ser el deseo inconsciente el que causa a la producción, quien sea sostenido por dicho deseo causante, queda en posición de agenciar la misma, quedando en posición de amo, agente en el lazo social de producción de mercancías. Lógicamente entonces, el producto resulta producción de otro causado para ello por los significantes emitidos desde la posición amo.
Esta estructura genera las condiciones de posibilidad para que el amo siempre estés insatisfecho, pues el objeto que indica producir en razón de ella -del carácter inconsciente del deseo, no es el que verdaderamente lo causa y por lo tanto por más que produzca el esclavo, nunca habrá satisfacción. El productor, mientras más goza produciendo, más insatisfecho está, pues produce lo que el amo indica y no lo que causa su deseo. Como vemos, en lo que condiciona a la propia estructura del Inconsciente está lo que nos condena al malestar en la Cultura en una de sus formas, el sentimiento de injusticia. Este, de diferentes maneras hace de justificación a los actores de la corrupción. Dicen "si no lo hago yo lo hace otro" o, "en este país la plata no se hace trabajando".
Pero no siempre la injusticia y la corrupción adquieren las dimensiones que toman en estos momentos. Eso puede hacernos captar que hay variantes posibles y que lo actual es una particularidad. Las historias parecieran indicar que la ampliación de la corrupción a dimensiones que atraviesan a la mayoría de la sociedad en un sentido no sólo transversal, sino también vertical ocurre cuando se está en lo prolegómenos de la decadencia de una Cultura. Recordemos griegos, romanos, noblezas, por tomar las más cercanas. Por lo tanto se puede suponer que aparecen condiciones particulares que llevan al cambio de dimensión. Unas afectan a la relación entre las relaciones sociales de producción y las fuerzas productivas y su estudio atañe a la economía política. Otras, en conexión con los cambios producidos en el terreno tecnológico, incluso científico, que tornan falente a la estructura jurídica son materia para el derecho, y finalmente las que emanan del interior mismo de las relaciones de discurso en que se sostienen las sociedades en esos períodos, pueden ser trabajadas desde el psicoanálisis.
Para ello volveremos a los enunciados descriptos al comienzo de este artículo y en los que se dice el saber popular sobre la corrupción actual. El primero y el segundo denuncian la transgresión de leyes sociales y a sus transgresores. El tercero en su contradicción marca en la vacilación de quien enuncia, la manifestación del Inconsciente. Por si se supone que eso le pasa solamente a los otros, dar algunos ejemplos en los que difícilmente nadie se reconozca en alguno. Coimear al boletero de algún espectáculo para conseguir buenas ubicaciones, al operario de algún servicio (luz, teléfono, OSN, etc.) para no resultar condenado a una larga espera o a una defectuosa refacción, alguna "avivada" para eludir la injusta voracidad de algún impuesto, etc. Lo típico de las mayorías es mantenerse dificultosamente dentro de las "generales de la ley", soportándolas con lo que podríamos llamar minitransgresiones. Esto tiene su lógica pues hay una diferencia insalvable entre las leyes y el sentimiento de justicia ya que aquellas se establecen con vigencia general para la jurisdicción en que se las dicta, mientras que la calificación de justo o injusto por el sujeto es efecto de la trama singular en que queda tejido el hecho en un momento singular de su vida. Otra razón de porque la corrupción es intrínseca al homo parlante. Pero esa misma realidad que mayoritariamente lo muestra respetuoso de las leyes aunque con "escapadas", indica que se somete a los límites necesarios para no perder al Otro (que en esta oportunidad podríamos definirlo como la sociedad organizada) , a pesar de que en la segunda parte de la tercer frase y las minitransgresiones, manifiesta su deseo de recuperar lo que siente que "injustamente" le roban.
Abierta esa vía, se puede desembocar en la paradoja que por lo menos parcialmente ocurre hoy en nuestro país, y según la cual los sectores mas desposeídos por efecto de la corrupción constituyen uno de los principales apoyos de quienes lideran dicho accionar. Claro que esta consecuencia reconoce también otras razones, entre las cuales el efecto de la marginación, con lo que contiene de exclusión de la red simbólica social, es de peso. Siguiendo reflexiones de Winnicott podemos decir que la tendencia a pasar a la acción delictiva -de la cual la corrupción es una faz, expresa en los marginados que toman ese rumbo, probablemente su última ligazón a un sentimiento de esperanza. Sin eso, aparecen como horizonte diferentes formas de autodestrucción o la psicosis y las demencias.
Según relatan los historiadores la decadencia de los imperios comienza cuando su dominio tiende a expandirse sin límites, as! parece haber ocurrido con romanos, alemanes, ingleses, soviéticos y habría indicadores de que se está en el prólogo de que ocurra lo mismo con los norteamericanos. La expansión nunca fue respetando leyes o sólo a través de minitransgresiones, todo lo contrario, fue por el camino de grandes violaciones o sea de una corrupción generalizada. En vez de reconocer al Otro y propender al intercambio, al comercio, caen en la ilusión de devorarlo sin advertir que con eso pierden al productor o lo obligan a emigrar al centro del imperio, instalando en sus propias fronteras a los mismos que deterioraron y llenaron de rencores. De esos resultados intentan defenderse las derechas con la xenofobia en Europa y en EE.UU.
La corrupción entonces, adquiere las dimensiones que vemos cuando quedan al frente del estado, por razones económicas, de consenso y por propia aspiración, quienes suponen que se puede circular por la vida sin respetar ningún tipo de límites debido a lo cual hacen profesión de f y profesión a secas, del ser transgresores. El consenso lo logran por dos vías: 1) porque las mayorías, hartas de ser los "patos de la boda" caen en la ilusión de que podrán "salvarse" siendo "tan vivos como ellos", sin darse cuenta de que lo único que hacen es pagar el pasaje a la jungla del todos contra todos, de la muerte de la solidaridad, la caída de civilización; 2) y más importante porque caen en la creencia, en razón de acontecimientos que parecieran abonarla, en nuestro caso actual el dominio momentáneo de la hiperinflación, de que todo es posible, de que se puede abrochar la castración de la Cultura.
Podemos concluir entonces que, cuando la corrupción envuelve a una sociedad en su conjunto, como pareciera ocurrirnos no sólo como argentinos sino también como terrestres, estamos ante un síntoma soportado por la posición perversa, renegatoria de la castración, de los que lideran el poder. Indicio de que una Cultura transcurre su decadencia.
Hace unos días le preguntaron a Maradona por la situación de Caniggia con respecto a la cocaína y contestó mas o menos así: voy a hablar de eso cuando el Papa hable de Andreotti. Es una precisa ilustración de lo que intento trasmitir en este análisis.
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