jueves, 22 de mayo de 2008

"Buenos Muchachos"

Sección: Editorial
Autor: El Dire.
8.030 caracteres


Volanta: Los mafiosos: ¿son inhumanos? u ¿una de las formas de lo humano? De entre las peores, pero no tan diferente.


Uno de los significantes más dichos en la política argentina de los últimos años es: mafias, y su derivación, mafiosos. Justo es decir que no es una particularidad de la política autóctona. Estados Unidos, Rusia, Japón, Italia (país de origen), Méjico, Colombia, Brasil, por nombrar algunos, también "gozan" de ese privilegio. En nuestro país salpicó al señor Yabran, a su archienemigo el Dr. Cavallo, a sectores del poder, a socios menores del radicalismo. La insistencia indica que algo, en relación a deseos reprimidos en parte de la sociedad, intenta ser dicho, buscando resolver ese algo que no logra tramitarse en la legalidad social.
No es objetivo de este artículo desbrozar detectivescamente, las tramas conspirativas, a las que se refieren los medios masivos y las bocas de la población. Sí, deducir algunos de los determinantes inconscientes de: 1) La existencia del fenómeno. 2) Las condiciones inconscientes que le posibilitan sostenerse en la trama social. Porque no es una pregunta menor la de, ¿que es lo que hace que dichas organizaciones funcionen no sólo por el terror que pueden generar, sino también por despertar fuertes simpatías en porciones importantes de la comunidad?.
"Buenos Muchachos", que a diferencia de otros filmes declara enfáticamente -"Esta película se basa en una historia verídica", junto a algunas informaciones marginales, nos ayudarán a conjeturar los determinantes que interrogamos.
Una tensión permanente, a veces más advertida, otras menos, atraviesa a las sociedades. La que resulta del carácter general de las leyes sociales y su vigencia universal para todos los tributarios de un estado y cada vez más, merced a la globalización, de grupos de estados, versus los deseos particulares de los grupos en que aquellas se estratifican. De alguna manera cada ciudadano (¿o cliente?) decide como tramita aquella. Muchos agachan la cabeza y se la bancan. Otros se organizan corporativamente y presionan (sindicatos de patrones, de trabajadores, etc.). Hubo quienes se propusieron y hasta hicieron revoluciones. Después de mucha sangre y de recorrer una revolución (360º) se encontraron en el mismo lugar y con las mismas tensiones. Están los que votan, con la ilusión de promover los cambios que sus deseos les reclaman. Otros se organizan en mafias.
Son decisiones diferentes para encarar la disparidad entre leyes e intereses particulares. No hay que igualar dichas reacciones. A cada elección se le puede encontrar algún rasgo positivo, y aquellos que criticarle. Se torna evidente, que de lejos, la más execrable es la que apela a organizarse mafiosamente. Pero, lo que quiero destacar, es que en el terreno de las causas, hay formalmente un terreno común, que aparece bajo la sensación generalizada de que las leyes son injustas. Cosa que, desde cada punto de vista particular, es cierta. Es un hecho de estructura de toda sociedad, imposible de resolver en términos absolutos, el que aparezca conflicto entre lo legal y lo justo. Los humanos no encuentran otra manera de resolverlo según el dicho popular, que ateniéndose a que "el derecho de cada uno termina donde empieza el de los demás". Como eso exige legislar el límite, recomienza la calesita.
Esta introducción está destinada a que se capte que la modalidad mafiosa de respuesta, no está por fuera de la problemática humana, sino que es una forma particular de operarla. En la película de Scorsese, el protagonista, integrante de una bandita para-mafiosa, comienza diciendo: "Desde que tengo uso de razón siempre quise ser un gángster". Para él, su deseo, estaba dentro de los cánones de la razón. La película relata las razones de esa razón. Veía a su padre siempre amargado por vivir de un sueldo miserable, sosteniendo a duras penas el hogar y descargando a palos sus frustraciones con él -niño. Por el contrario en la esquina, una bandita retoño de una mafia, vivía riendo, dilapidando lo que para él eran fortunas, y logrando el respeto atemorizado y agradecido de la gente común. Su padre mientras, era un ser anónimo y sin saludo, desesperadamente atado a ideales de honradez y trabajo.
La elección estaba hecha. Y en la medida que se fue adentrando en el cariño y la confianza de los pandilleros, estos lo eligieron e hicieron depositario de su solidaridad. Por ejemplo, con golpes y amenazas lograron que el cartero no llevara más a su casa, las cartas del colegio en que las autoridades le informaban a los padres sobre las ausencias reiteradas del hijo. Él respondía ejecutando todas las tropelías que sus jefes le indicaban. Y llegó la iniciación. Cierto día fue preso y no habló. Cuando salió, sus compañeros a los abrazos, lo recibieron diciéndole que ya no era virgen. Durante cerca de 20 años, su vida se desarrolló en esa atmósfera. Aprietes, robos, algunos asesinatos cometidos por un exaltado -ofendido en su amor propio. El protagonista quedó implicado, por haber reaccionado solidario con el crimen que había transgredido las leyes de la mafia mayor, ya que el occiso era miembro de ella. Terminó su carrera indigna y peligrosamente al servicio, como arrepentido del FBI, de la justicia norteamericana y de la verdadera mafia, al declarar contra la bandita. La Mafia se cobró en sociedad con el FBI, las cuentas pendientes de la bandita y de su jefe Paulie, miembro de aquella, que se mostró inútil y peligroso (al retener en sus filas al criminal por exaltación narcisista).
Los que constituyen mafias, lo hacen porque se sienten víctimas de algún sistema y paladines de la reparación. No olvidemos que la mafia siciliana nace de movimientos de liberación nacional y de reivindicación agraria. Reniegan de su pasado y estirpe familiar que consideran no supo defender lo que había que defender. Más -o menos, los repudian. La Familia (pero adoptiva) existe, (se pertenece a ella) a partir de la participación en operaciones transgresoras de la legalidad social, a favor de la causa. No hay otra raíz, que la de sangre efectiva (no simbólica, como los apellidos o pertenencias a prosapias familiares). De ahí las Iniciaciones a través del contacto de tajo con tajo, o por el desempeño en operaciones de riesgo. La ley social, rechazada en el acto delictivo se les vuelve encima, como Ley irrecusable de La Familia. En ella rigen algunos códigos de transmisión oral y cuando estos no alcanzan, la decisión del Jefe. Paradójicamente, familias que no son de sangre, en un sentido simbólico, funcionan realmente por sangre concreta o por riesgo, de forma absolutamente endogámica. La única fidelidad exigida incondicionalmente, es a La Familia originada en ese presente. Para ella y en ella, sus "leyes" valen absolutamente. Para ella y sus miembros, las leyes sociales sólo valen si son útiles para su causa y son renegadas si no lo son. De ahí también la tensión y la crueldad que se acumula en sus lazos.
Según el diario Perfil del 21 de mayo, un médico del pueblo de Yabran, amigo suyo desde hacía más de veinte años declaró: "Era un buen tipo. Un crack, eso era Yabran. Éramos chicos y yo ya sabía que iba a ser rico y poderoso. Se le notaba en el carácter. No se dejaba avasallar. Y haciendo negocios era una luz. Nunca vi un hombre tan rápido para hacer plata.
-¿UD creía todo lo que se decía de él, de la mafia, de las operaciones oscuras, la autoría intelectual del crimen de Cabezas? Le preguntó el periodista.
-Sí que lo creo, cómo que no. Pero haya hecho lo que haya hecho, acá la gente lo quiere porque era sencillo, un hombre que nunca se olvidó de los suyos."
Ahí está la respuesta sobre porque generan simpatías. Hacen efectivos esos que otros no. Y no se olvidan de los suyos. Tampoco, cuando les son infieles o les resultan peligrosos.
Estos condicionantes facilitan dilucidar su vigencia en algunos sectores sociales. No es sólo por terror, talla también el agradecimiento por lo que dieron o por lo que perdonaron.
También permiten entender parentescos entre organizaciones mafiosas con sindicales, como los camioneros en EE.UU., o revolucionarias, como en algunos casos puntuales de Latinoamérica.

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