1º clase: 9 de abril de 2002
Pasos y pases en los análisis y particularidades de la cura
Todos ustedes conocen el Programa. La clase de hoy la planteé sobre “Los comienzos del seminario, de los tratamientos y del análisis que trabajaremos”.
Como ustedes saben porque han leído el programa y la presentación, la idea es ir cruzando conceptos fundamentales en relación al desarrollo de la práctica clínica planteados por algunos teóricos de mi preferencia, como Freud, Lacan y Winnicott; con un análisis que conduje no recuerdo claramente si durante diez o doce años. De esto hace un buen tiempo, terminó alrededor de1983 ú 84, no más, tuvo varias vueltas.
Lo que se me ocurrió, por eso planteo la clase así en el programa, es que puede resultar interesante que las clases en sí puedan ser un ejercicio de práctica de clínica. Con esto, obviamente, les estoy planteando que voy a intentar caer lo menos posible en el típico discurso universitario. Ahora, para que ocurra lo que me propongo no depende solo de mi voluntad, sino también será un muy importante como intervengan ustedes en el trabajo.
Comienzos de un encuentro… alumnos, colaboradores docentes -Laura Lueiro, Silvia Sisto, Alicia Smolovich, Alejandro del Carril-, yo como director. También va a colaborar con nosotros Gabriela Gil. Todos, ustedes y nosotros, buscamos desarrollar un seminario “sobre los pasos y los pases en un análisis”. En el programa les proponemos cruzar el examen de la experiencia de un análisis particular con conceptos desarrollados, como les decía antes, por psicoanalistas que han influenciado fuertemente en mi formación. Algunos de ellos se los nombré, otros irán apareciendo en el transcurso del seminario.
Ese cruce, que sería un cruce entre prácticas si recurriéramos al viejo Althusser que a mi mucho no me gusta pero no sé por qué en este momento se me viene a la cabeza; sería entre la práctica teórica y la teoría de la práctica. Ese cruce vaticina encuentros y desencuentros. Recuerdo que una vez que Lacan inauguró la sesión "Clínica de Vincennes", se preguntaba qué era la clínica psicoanalítica. Se dió varias respuestas. Una era: que consistía en interrogar lo que Freud ha dicho o sea, tomar los escritos de Freud para analizarlos. El se proponía y yo lo imito y me propongo ahora, que el propio acto de transmisión de la enseñanza resulte un acto clínico. Otras de las respuestas que él se planteaba, era que la clínica psicoanalítica (no son literales las citas, no importa) consiste en soportar lo imposible. En el sentido de que si realmente desarrollamos una práctica que trabaje con lo real de la vida va que va golpeando a los pacientes, nos vamos encontrando siempre con aquellos puntos donde lo imposible dificulta vivir la vida como habitualmente nos la queremos imaginar.
Entonces, entre la teoría y la práctica hay encuentros y desencuentros. Aunque a veces uno escucha a algunos analistas que parecieran creer que la teoría lo sabe todo. Por lo tanto, si uno conoce todos los tomos de Freud, todos los seminarios de Lacan, y algunas cosillas más por ahí está todo resuelto. Sin embargo no es así. La práctica de ellos se lo indica permanentemente. Justamente ese es un rasgo básico del psicoanálisis. Por eso también el psicoanálisis cabalga permanentemente entre el arte y la ciencia. No es ni un puro arte, ni tampoco una pura ciencia. Los matemas, los nudos, todos ese tipo de artificios que utiliza Lacan, o Freud en el esquema de Psicología de las Masas y Análisis del Yo, o en el esquema del Yo en el Proyecto de Psicología para Neurólogos, son artificios que buscan precisar lo más posible la transmisión de la experiencia psicoanalítica y buscan para eso formatos de tipo científico. Pero después, cuando el psicoanalista está en la cancha sabe que con eso no le alcanza. Que empiezan a surgir cuestiones donde aquello otro le puede servir como una trama en la cual apoyarse pero que tendrá que responder desde su propia creatividad. Ahí aparece el arte. Algunos son mejores artistas y otros peores, como pasa también en el arte. Pero no hay, me parece a mí, psicoanálisis sin arte de parte del psicoanalista.
Si hoy se trata de un encuentro, ya podemos vaticinar por lo que decíamos antes que habrá desencuentros. Hubo colegas que cuando hacíamos las entrevistas o conversábamos telefónicamente, me preguntaban si íbamos a ir dando alguna bibliografía. El estilo mío para dar bibliografía no es dar de tal página a tal página porque justamente no estamos en la secundaria ni en la universidad, sino es ir sugiriendo bibliografía que cada uno de ustedes irá leyendo según más lo enganche o no esa bibliografía.
En ese sentido, para esta cuestión del desencuentro les recomiendo de Lacan el cap V de Los cuatro conceptos de los cuatro conceptos del psicoanálisis –Tyche y automaton. Creo que puede resultarles útil.
Todos, ustedes, los colegas que van a colaborar conmigo, yo; creemos que sabemos a que venimos. Yo porque escribí la invitación y el programa, ustedes porque los leyeron, a lo que algunos suman que creen conocerme, y otros porque han recibido rumores sobre mí o han leído alguna cosa que haya escrito. Creemos que compartimos el sentido de aquellos enunciados. Cuando ustedes agarraron el programa, se encontraron con una serie de enunciados. Todos creemos que los compartimos. ¿Quién no quiere creer permanentemente que hay un sentido común?. Si hay una frase que insiste en la cultura es: “hay que tener un poco de sentido común”. ¿Verdad?
Me acuerdo de una colega, muy inteligente y lúcida, pero que siempre discutíamos alrededor de esto. Ella decía: “hay que tener sentido común”. Yo en cambio le decía: “Es lo peor que te puede pasar, tener sentido común”. Entiendo, ella lo decía en el sentido de ser un poco civilizado, porque si existiera no habría dificultades para vivir en comunidad.
La Argentina, pero no solo, en verdad toda la aldea global, muestra diariamente que los humanos no estamos hechos para eso, o sea para el sentido común. Por el contrario, solo un gran esfuerzo de represión de deseos e inhibiciones, o sublimación de pulsiones, le ha permitido a la especie poder hacerlo hasta el presente. ¿Podremos en el futuro? Vamos a ver.
Gracias a que creemos en el sentido común, hablamos todo el tiempo sin mayores aclaraciones, y gracias a eso también nos equivocamos muy seguido. Les doy un ejemplo de la práctica de los seminarios, que en cierto modo ya empieza a verificarse hoy mismo, antes de lo que suponía. En los seminarios normalmente, no solo en los míos, les pasa también a otros colegas, siempre empieza un x número de gente a concurrir al seminario, y terminan un 50% especialmente si son anuales. Ese es un ejercicio de lectura clínica interesante, leer los boletines de las instituciones. Si lo hacen, van a ver que cada vez se tiende a hacer seminarios más cortos, básicamente tres meses o semestrales, que terminan siendo de cuatro meses. Porque tratan de cubrirse con eso de la deserción. Hasta donde se cubren o no, cada uno sabrá. No veo por qué tiene que ser una obligación cubrirse de la deserción. Que esa deserción se produce por problemas personales, por supuesto, más en épocas como estas. Que aparece un trabajo nuevo, o alguien tuvo un hijo, o x. Pero me parece que si creemos que es eso lo que ocurre solamente, nos engañamos. Porque lo otro que ocurre en la mayoría de los que interrumpen la concurrencia a un seminario, es que no encontraron en ese seminario lo que buscaban. El imaginario juega malas pasadas. Uno va a ese lugar creyendo que era un oasis, de pronto ocurre que era un espejismo, entonces va a otro. Ojo, que no estoy hablando de buenos o malos docentes, eso también puede contribuir. Si alguien es más hábil para enseñar seguramente va a tener menos deserción, y alguien menos hábil tendrá más deserción. Pero hay algo más de fondo, que tiene que ver con esta cuestión de que no hay encuentro que no sea fallido. Este punto que plantea Lacan en ese capítulo que les mencione, que es donde lo plantea tal vez más ajustadamente. Es así, porque el lenguaje es incapaz de recubrir totalmente lo real, y por lo tanto es incapaz de dar un sentido que llene absolutamente las expectativas de todos.
En los tratamientos también pasa esto. El candidato a paciente viene a que lo curemos. Partamos de esto. Se acabaron las ”épocas de vacas gordas” donde había mucha intelectualidad de Barrio Norte que se analizaba porque eso era lo que había que hacer. Cuando alguien viene y nos pide una entrevista, viene a que lo curemos. Busca en nosotros un médico. Los más avisados, o sea los que más conocen de psicoanálisis, un médico con particularidades. Con técnicas no claramente superponible a la de los médicos, pero cuyos fines coincidirían con los de los médicos.
De entrada con los tratamientos se plantean problemas claves de la ética, como es el del fin y los medios.
Por ahí, varios de ustedes estarán sorprendidos de que diga que hay un cierto parentesco entre los médicos y los psicoanalistas. En general, el grueso del movimiento psicoanalítico está mucho más influido, aunque no lo sepan, por las ideas de Foulcault en ese terreno que por las de Lacan. Me refiero a los propios lacanianos. Ustedes saben, Foulcault planteaba el tema del poder médico y armaba como una especie de contradicción entre médicos y psicoanalistas. Lacan no. En un artículo que también les recomiendo que se llama “Psicoanálisis y Medicina”, que está en Intervenciones y textos él plantea justamente esta cuestión del parentesco entre médicos y psicoanalistas. ¿Por qué el parentesco? Porque el buen médico, lo digo así porque la industrialización de la medicina está destruyendo a los buenos médicos, lamentablemente los está transformando en moscas blancas. También en la medicina se hacía toda una disciplina del arte médico. Eso es lo que se está perdiendo por el encandilamiento que están sufriendo los médicos con la presión que de por sí significa la industria, la tecnología. El buen médico no se encierra en la demanda del paciente. No porque alguien venga a pedir que lo curen de dolores de cabeza, el buen médico no va a pensar que tal vez eso tiene que ver con una vesícula perezosa. Que por lo tanto, mientras el paciente está demandando en relación a un síntoma, éste sólo se va a resolver en relación al funcionamiento de un elemento del cuerpo que aparentemente no tiene nada que ver con la cabeza.
Nosotros también escuchamos la demanda, pero no para resolver la demanda como tal porque sino no podríamos justamente trabajar en el terreno que el paciente nos busca que es el de la cura. Cuando estamos más o menos bien analizados, y hemos hecho una formación relativamente buena, recibimos a quien nos consulta en una posición que tiene algo de médica. En tanto el médico no se ata a la demanda del paciente, sino a las conjeturas que elabora a partir de cruzar signos y síntomas.
Si ustedes lo piensan, yo soy de origen médico, y ejercí además la medicina durante unos años. Nunca se me ocurrió pensar entonces más allá de que los signos eran signos y los síntomas eran síntomas. No sé si ustedes saben la diferencia que hacen los médicos en ese terreno. Los signos son lo que se manifiesta evidente o auditivamente en el cuerpo, los síntomas: lo que el paciente dice sobre su dolencia. Si percuto una matidez encuentro un signo, ahora si alguien me habla de que se le pone duro el estómago, me está transmitiendo un síntoma. Para mí como médico eran signo y síntoma, y punto. Nunca se me hubiera ocurrido la relación que tienen con el lenguaje. Si ustedes recuerdan: signo, remite a lo que significa algo para alguien, y el síntoma tiene una relación muy grande con el habla y la articulación entre significantes.
Esas conjeturas sobre signos y síntomas, los lleva a suponer un diagnóstico, un tratamiento y un pronóstico. Todo a verificar o contradecir, según los resultados del tratamiento. Esta es otra cuestión de un buen médico. Hace poco me enteré de un caso, que lamentablemente me tocaba con relativa cercanía un poco lejana pero familiar. El médico le había diagnosticado un Parkinson. Él estaba convencido de que esta mujer tenía un Parkinson. Le dio una dosis, como no andaba le aumentó la dosis, y otra vez le aumentó la dosis. La mujer no sólo no estaba mejor, sino que perdía peso. Finalmente los familiares, muchos más sensatos que el médico, fueron a consultar a otro médico, por supuesto el otro armó la hipótesis aparentemente verificable de que no es un Parkinson.
Digo esto, porque también nos toca a los psicoanalistas. No estoy de acuerdo con esos psicoanalistas que dicen que no importa como sea la marcha de la cura, que la cuestión es analizar y analizar. No. Ferenczi, en ese sentido tenía sus grandes locuras pero también sus grandes y filosas conjeturas, observaciones y prácticas, tomaba muy en cuenta no solo qué estaba pasando en la transferencia sino qué efecto estaba produciendo el análisis en la vida real del paciente. Para él ese era un dato muy importante. Para interrogarse a sí mismo en su propia práctica.
Ahora también, la práctica del psicoanalista es radicalmente diferente a la del médico en tanto escuchamos más allá de lo que el entrevistado cree decir, pero lo escuchamos en eso que nos dice, y no en imaginaciones nuestras que tomemos como interpretaciones. Ahí nos separamos. Mientras que para el médico ahí comienza el camino de la percusión, palpación, auscultación y tecnología, para el psicoanalista en ese punto empieza el camino de: ¿qué me está diciendo? ¿De qué me está hablando? ¿Por qué se le apagó la voz en el momento en que me está diciendo tal cosa? Ahí el psicoanalista se está jugando básicamente a lo que el entrevistado le está diciendo.
Eso que nosotros escuchamos como un más allá de lo que el entrevistado cree decir, lo escuchamos en lo que nos dice, en lo que nos transmite por vía de las enunciaciones y sus modalidades, que pone en juego no solo las palabras sino a todo el cuerpo del consultante y del consultado. Este también es un punto clave. Nosotros escuchamos las fracturas, las desarmonías en lo que el paciente dice, pero forma parte de eso también una sudoración inesperada, una lágrima impensada, una angustia que sentimos nosotros en el momento en que el paciente nos está relatando algo. Cuando por ahí detectamos que con ese paciente últimamente salimos particularmente cansados de esas sesiones. ¿Qué pasa?¿Antes para mí era más fácil. Por qué me canso tanto? Lo cual va a originar el apre coup del analista. A uno se le puede haber escapado una serie de cosas, ¿por qué no? Pero lo va a registrar de algún modo. El punto es que si uno está atento a ese instrumento que es nuestro propio cuerpo. Nuestros oídos, nuestros ojos, la propia piel, los latidos del corazón, las contracturas musculares, la simpatía que nos causa lo que dice, el odio, el enojo, las ganas de tirarlo, en fin… Una cantidad de cosas que pueden ir surgiendo.
Esa escucha nos permitirá oír una historia, que teniendo tener muchos puntos en común con lo que el paciente sabe que sabe sobre su historia, porque la mayoría van a hablar un poco de sus dolencias pero van a ir enseguida a contar su historia, porque saben que a los psicoanalistas les encanta escuchar historias y además porque ellos mismos quieren a escuchar su propia historia. Entonces, cuentan lo que saben de su historia. Pero esa escucha nos permitirá leer esa historia que teniendo muchos puntos en común con lo que el paciente sabe que sabe, nos y le advertirá de otros que no sabe que sabe, por los puntos de su saber inconsciente. Y aun de otros que los condicionan sin que estén registrados y sobre los cuales, solo el pasaje al acto del analista facilitará registrarlos y trabajarlos. Por que ahí ya estamos hablando del pasaje de Freud a Lacan, en el sentido de que si Freud estaba concentrado en el inconsciente del paciente, Lacan va a desplegar, va a generar un trabajo donde el psicoanalista no es solo un arqueólogo como el que imaginó Freud, sino también un productor, un creador. Es un personaje que va a crear para que el paciente también pueda hacerlo en referencia a eso que no tiene registrado y que sin embargo le está condicionando la vida. Por supuesto, este será uno de los puntos que ustedes pongan en juego.
Ambos tipos de cuestiones, me refiero al saber inconsciente y a lo no registrado le organizan la vida inadecuadamente en relación a la castración del paciente. Esta es otra cuestión muy importante. El psicoanálisis, en cierto modo Freud lo imaginaba cuando decía que el final de análisis se topaba con la roca viva de la castración, la envidia del pene en la mujer y el temor al sometimiento homosexual en el hombre. Independientemente de lo que se puede discutir si se puede ir más allá o no. Pero él ya captaba que el psicoanálisis no puede reelaborar todo, que hay un punto donde el sujeto tendrá que arreglárselas con su propia falla. Esto en Lacan va aparecer mucho más trabajado y llevado adelante a través del concepto de objeto a.
Pero entonces, ¿de qué se trata el análisis? Fíjense lo de la Psicología del Yo, ahora puede parecernos muy tonto, pero tenían cierta lógica en cuanto a como ellos venían. Porque en Freud hay varios Freud, eso es obvio, como en cualquier teórico. A medida que van pasando los años desde la muerte de Lacan…. (fin del lado A, del 1º diskette).
…Consciente y lo inconsciente. Hay una cierta ilusión de Freud de terminar con lo inconsciente a través del análisis. La gente de la Psicología del Yo, entonces lo que propone es la adaptación al medio. En cambio Lacan, que se la pasa tirándole palos a la Psicología del Yo, en determinado momento va a decir que el psicoanálisis lo que produce es la adaptación del sujeto a la castración. Ahora, fíjense, es una linda jugada la que él hace ahí. Porque ¿qué es eso de adecuarse a lo que falta? Uno va a quedar siempre girando alrededor de esa falta. A diferencia de la gente de la Psicología del Yo, que de algún modo se imaginaba que se podrían complementar los yoes. El complemento cierra, como el machihembre, distinto es la adecuación a la falta, o a la castración.
Entonces, ambos tipos de cuestiones le organizan la vida al neurótico inadecuadamente a su castración. A sus encuentros con su real, que se le escapa acosándole y enfermándole el alma. En ese camino también se puede llegar a lograr que algo de ese real sea trabajado por lo simbólico, de tal modo que sea más cernible, menos desgarrante, más trabajable y hasta transformable. Por lo tanto nosotros, … me invitaron ahora a un Congreso sobre Salud Mental que van a hacer a fin de año, estoy dudando si voy a ir o no… pero, creo que voy a durar (lapsus) dudar un rato espero… además a dudar un rato. Claro, el concepto nuestro de salud mental, no es el concepto ideal que tienen una serie de corrientes. No hay nadie de nosotros que se vaya a salvar, de los desgarros que se le van a ir produciendo aun después de finalizado su análisis, y hasta el día de su muerte. El efecto que produce el análisis cuando tuvo suerte y anduvo bien, es que lo coloca a uno en mejores posiciones de cómo arreglarse con esos desgarros. La vida nos va a pasar como un tren, como a cualquiera.
(Intervención inaudible…)
(Risas) dudar y durar… claro.
Bueno, quien va a ser nuestra analizada durante todo este año y a la que llamaremos Lucía, viene a entrevistarse conmigo después de otro análisis con una colega formada en la APA, en la década de los setenta. Institución que la colega había abandonado en defensa de posiciones de izquierda desde la que criticaba la neutralidad y abstinencia política de que hacía gala la primera institución psicoanalítica de la Argentina. La formación de esta colega había sido la tradicional de aquellos tiempos, un Freud leído desde un imaginario kleiniano. Esto que les digo no crea que sea solo una opinión de un lacaniano. Les cuento una anécdota personal con Horacio Etchegoyen, que me hizo quererlo y valorarlo mucho en aquel momento, y creo que es un tipo realmente de valía dentro del movimiento psicoanalítico más allá de las diferencias que nos puedan separar. Una vez charlando, antes de dar una conferencia en la vieja revista Psyché, dice: -Mire Rodríguez, es muy fácil darse cuente si alguien es kleiniano o lacaniano. Si alguien le propone empezar a estudiar Freud desde los escritos sobre la Histeria, es kleiniano. Si alguien le propone empezar a estudiar Freud desde la Interpretación de los sueños, Psicopatología de la Vida Cotidiana y El chiste y su relación con el Inconsciente, es lacaniano-. La observación es perfecta. Y a mí me sirve en este momento para decir que uno va a estudiar a un teórico siempre desde un imaginario previo. Inclusive ese mismo imaginario previo se lo puede construir desde lugares de ese mismo teórico y eso va a dar lugar a estudios diferentes sobre ese mismo teórico.
Bien, la colega esta se había formado en la APA en aquella época, por lo tanto era también fuertemente kleiniana y tenía algo de la Psicología del Yo, algo especialmente importante en la práctica, que era el planteo de que primero había interpretar las defensas y luego lo reprimido.
El análisis había tenido resultados importantes, esta mujer se había analizado unos diez años. Era una mujer, a medida que vayamos trabajando se van a dar cuenta que era una paciente, la que yo recibí entre comillas y en chiste: “amansada”. Había pasado por diez años fuertes de diván. Tengan en cuenta que en esos años, eran cuatro veces por semana. Por lo cual me la preparó bárbaro para mi trabajo después. En ese proceso por ejemplo, le había desaparecido una voz que tenía en el oído izquierdo y con la que ella conversaba. Conversaba con la voz. Era un hombrecito esa voz. En el análisis con la colega de APA eso había cedido.
Habían terminado ese análisis de común acuerdo. La colega le había dado el alta, como se decía en esa época. Y habían decidido también de común acuerdo iniciar una amistad personal. Es interesante eso, porque da un cierto indicio del tipo de transferencia que se había armado. No prejuzguemos. Porque digamos, hay psicoanalistas que pueden decirles que el analista no puede ser amigo de su paciente…. Depende, a veces sí, a veces no. Por supuesto, que hay determinado tipo de pacientes que si me propone iniciar una amistad después de su análisis conmigo, yo no la iniciaría. Con otros no he tenido inconveniente. En el caso de estas dos mujeres, me parece que no incidió para nada mal la relación amistosa que ellas iniciaron.
Ocurrió que luego irrumpieron las tres A. Para los que son más jóvenes de los que están acá, la tres A era una organización terrorista, inspirada en López Rega que mataron a una cantidad de gente acá en la Argentina allá por el año 74 y 75, y que había colocado en la lista de sus condenados a muerte a dicha analista. Lo que la decidió exiliarse.
En ese período Lucía comenzó a padecer algunas cuestiones a las que hoy no me voy a referir, pero que la empujaban a consultar de nuevo. Entonces le pidió orientación a su amiga y ex analista, que le dio mi nombre. Según veremos en otra clase, por efecto de un malentendido.
Yo la tomé porque me convenía, lo digo a propósito así, agregar una paciente a mi lista. Porque los psicoanalistas vivimos de lo que nos pagan los pacientes, esto también es interesante decirlo así porque nos toman a los analistas a veces como angelitos sin sexo. La tomé porque me convenía, porque me caía simpática, y porque despertaba mi solidaridad en tanto era una abogada con actividad destacada en el terreno de la defensa de los presos políticos. Fíjense que como se darán cuenta hasta ahora no les he dado ninguna razón analítica por la cual la haya tomado. No creo que haya estado exenta de mi decisión una postura políticamente rebelde de mi parte, y neuróticamente oposicionista, según suele ocurrirle a algunas neurosis obsesivas de carácter. Me estoy refiriendo a la mía, no a la de la paciente.
Como pueden apreciar ninguno de los tres implicados caminábamos hacia el encuentro, por lo que los otros dos creían que ese implicado iba. Ni tampoco por eso creíamos cada uno de nosotros que íbamos. Lo que yo les dije por qué la tomaba, por supuesto estoy hablando de lo que tenía en la conciencia en ese momento. Aunque por supuesto, algo de por qué lo hacía sabíamos tanto en la conciencia como en nuestro inconsciente.
De paso acá ya les estoy plantando una cosa para este seminario: que en los inicios de un tratamiento hay que tomar en cuenta por lo menos esas tres variables: el paciente, el analista y el derivador. Cuando uno se pregunta por qué alguien le derivó a alguien, ya uno puede comenzar a poder a conjeturar algunas cosas sobre ese alguien que está por venir.
Todo inicio de un análisis hay que ir leyéndolo desde la práctica del encuentro fallido con lo real. Para eso Freud propuso el tratamiento de prueba. De paso a los que tengan ganas de empezar a ir leyendo, dos libros que van a servir son La iniciación del tratamiento y Consejos a un médico de Freud. Lacan nunca lo dijo así, pero en su práctica era común que desarrollara un largo proceso de entrevistas iniciales. En la APA estaba prácticamente codificado en aquella época, no sé ahora, porque ahora es más una confederación, es una historia distinta. Pero en aquella época se recomendaban dos entrevistas diagnósticas y luego se lo mandaba al diván. Lacan varía totalmente eso, y las entrevistas iniciales a veces duraban dos años. El también era de atender seguido a los pacientes. Lacan sí dio sus explicaciones, que se apoyaba mucho en las explicaciones del propio Freud. Porque Freud planteaba el interrogante: ¿hay transferencia o no? Es más, decía que no hay que interpretar hasta que no se inicie la transferencia, excepto aquellas interpretaciones que empujen que se instale la transferencia. Esta cuestión es clave. Porque muchos colegas apurados por tener pacientes, los mandan rápidamente al diván, a la asociación libre, etc.; y les pasa lo contrario de lo que buscan, el paciente interrumpe rápidamente.
Las entrevistas iniciales persiguen el objetivo de: una primera aproximación al diagnóstico y al reconocimiento de qué lo trae al entrevistado a la consulta. Cuál es su verdadera demanda, o sea la demanda inconsciente, no sólo el deseo inconsciente, hay demanda inconsciente. Tal vez si nos ponemos rigurosos, si tratamos ajustar las cuestiones podríamos decir demanda pre consciente, podríamos hacerla equivaler a los pensamientos latentes del sueño. En todo caso, no es simplemente lo que dice lo que forma parte de la demanda del paciente.
La verdadera demanda nos irá poniendo mojones en el trayecto a recorrer, hasta decidir si nos propondremos un análisis común típico de las neurosis de transferencia, o que tomará los inicios particulares de las neurosis narcisistas. En algún momento, les voy a imprimir una ficha con una clase que di en otro seminario, sobre diagnóstico, donde tomo esta diferencia sobre neurosis de transferencia y neurosis narcisista que a mí me parece que para los inicios del trabajo con un paciente es muy importante tenerla en cuenta. Y ni que decir aquellos análisis que deberán ser desarrollados con los cuidados particulares que exigen los cuadros psicóticos o pre psicóticos. El diagnóstico de la demanda, nos dará a la vez una primera aproximación a la posición fantasmática del consultante. No es que nos indicará cuál es el fantasma primordial, bla, bla… pero sí una primera aproximación. Porque justamente, lo que va a contarnos el consultante al contarnos su vida es su historia de repeticiones. Y justamente es en esa historia de repeticiones donde el fantasma se fue jugando. Eso lo podemos observar no solo a través de esos puntos de repetición, sino como queda posicionado en dichas repeticiones, antes los otros, ante los semejantes, y ante el Otro. O sea ante ese lugar de la Ley, del significante, etc.
Para decirlo más sencillamente. Haciendo pincelada gruesa, ustedes tienen dos tipos de pacientes. Los que muy rápidamente se instalan en darle bolilla a sus formaciones del inconsciente, que se entusiasman en contarles sueños, en que ustedes se lo interpreten, en sorprenderse cuando uno les toma un equívoco y se lo devuelve. Hay otro tipo de paciente que al revés, rechaza enojado, y no quieren que se le insista con ese tipo de cuestiones. Hay otros que son muy cumplidores con la regla de la asociación libre, con los pagos. Hay otros, que uno observa que están todo el tiempo viendo por qué lado obtienen alguna ventaja. Son todas posiciones diferentes ante el Otro con mayúscula. No es porque nosotros seamos ese Otro con mayúscula, sino porque podemos estar encarnando ese lugar de la Ley y el significante.
Conocer estas cuestiones nos facilitará a nosotros ir situándonos para armar una apariencia, una máscara adecuada para que se instale la transferencia, para que de alguna manera por la positiva o por la negativa funcione el sujeto supuesto saber. ¿Por qué digo por la positiva o por la negativa? A veces, lo más habitual, el paciente se enamora de su analista. No en el sentido de que le declara su amor y se quiera casar, sino que la palabra del analista pasa a ser palabra santa. Después ya llegará el tiempo que entrarán a los cachetazos. Pero de entrada puede ser así. Me pasó con un caso que delos cinco años en que se analizó conmigo, los primeros cuatro, se los pasó impugnándome en todas las sesiones todas las interpretaciones y enojándose conmigo al punto de agarrar almohadones y tiralos, de no querer irse, de tener que irme yo del consultorio porque él no se iba, etc. Era evidente que estaba instalado el SSS, no porque él me supusiera el saber a mí, al contrario. Él suponía en esos cuatro años, que yo era un idiota que no le servía para nada. Pero, como le pasa a muchos hombres con sus mujeres, y a muchas mujeres con sus hombres, estaba todo el tiempo tratando de lograr que yo sirviera para algo. Es una cosa permanente.¿Por qué se mantienen ciertas parejas? Y... porque quieren cambiar al otro… ¿Por qué no se buscan a otro que ya esté cambiado? No, qué gracia tiene. Eso le pasa a algunos pacientes, se pasan el tiempo tratando de que ese imbécil que tiene de analista le sirva para algo. Cuando empieza a darse cuenta de que sirve para algo, empieza a terminarse el análisis.
De paso, otra sugerencia bibliográfica, es la “Proposición del 9 de octubre de 1967”, también está en Intervenciones y textos, sino recuerdo mal, de Manantial. También está en una Ficha de la Freudiana de Buenos Aires y en Ornircar nº 1. En Onicar está la desgrabación directa. En cambio después hizo lo que hacía con sus Escritos, peinó la desgrabación y la condensó. La publicación de la Escuela Freudiana de Buenos Aires, es el efecto de ese trabajo. Puede ser interesante compararlos, se van a encontrar con cosas que desaparecen del texto, es interesante preguntarse por qué. Les cuento una, en la de Ornicar Lacan está embalado con la cuestión del saber, inversión del mensaje, etc., se refiere al Holocausto del pueblo judío y dice que recibieron invertido su propio mensaje. Eso después lo saca. Creo que lo sacó por recomendación de alguno que le habrá dicho mirá que te van a decir que sos antisemita. Creo que es interesante lo que está diciendo, ya que la religión judía parte de la suposición de que es el pueblo elegido. Y es como si Hitler les hubiera dicho sí, tienen razón, son el pueblo elegido. Lo malo fue para que lo eligiera.
Es muy interesante esta cuestión del SSS, porque lo que hace es liquidar lo de plantear el tema de la transferencia solo como una descripción, o como una teorización por vía del sentido que era como estaba en Freud. Ustedes piensen que Freud lo que hace es describir: transferencia positiva, transferencia negativa, transferencia erótica y amor de trasferencia. Luego conceptúa sobre que es la transferencia de imagos infantiles, etc.
En cambio Lacan lo que va a plantear en otros términos, que yo lo traigo hoy de entrada, porque es muy importante para el comienzo de los análisis, es que en definitiva lo que nos mueve permanentemente a los sujetos son los agujeros en el saber. Agujeros en el saber, no por un afán intelectualista como les ocurre a algunos filósofos, sino que esos agujeros son para la realización de nuestra vida. Por lo tanto entrar a un tratamiento, exige al paciente suponer que en el mismo va a encontrar el saber que le resuelva las dificultades de su vida. Estoy diciendo todo con mi lenguaje, no son citas de Lacan, pero creo que la idea sí. Eso lo lleva a plantear que el amor, no es nada más que suponerle el saber al otro, que se ama al otro porque se le supone el saber. Lo que en la transferencia ustedes lo ven muy claro. En ella se ama al analista porque se supone que él sabe como se van a resolver los problemas de la vida de uno, es lo que funciona también en el terreno del amor de pareja y los diferentes tipos de amor.
El malentendido estructural es irresoluble pero por eso mismo trabajable. El goce de conversar está sostenido porque registrados los agujeros en los dichos, precipita el deseo de resolver los malentendidos. Trataremos de que no sean emisiones, las nuestras, en las que por enamoramiento de nuestras propias palabras no engolosinemos y quedemos en el goce del significante. En la masturbación del discurso universitario típico. Recuero, tenía un profesor en Anatomía, que era un coronel retirado del ejército, un cirujano del ejercito. Todas sus clases, era evidente que estaban aprendidas de memoria, pero además estaban hechas para sentir cómo el público lo amaba desesperadamente, especialmente las mujeres, porque el señor era heterosexual. Entonces llegaba a la descripción de un ligamento, que se llama “ligamento de riolano” (¿?). Llegaba a ese punto y decía: “Y el ligamento de riolano…” hacía una pausa y nos miraba a todos, y decía “poetas a callar”, y seguía hablando. Ese es el discurso universitario típico, donde el tipo no está preocupado por el objeto a resolver, sino que está enamorado de los enunciados a emitir. Trataremos de que no nos pase eso.
Por eso, planteo desde el inicio del seminario, que mis clases no tomen una dimensión temporal de tal tamaño, hoy la tomaron porque empezamos tarde, que impidan la interlocución. El diálogo tiene que transformarse en una herramienta indispensable para que logremos, primera persona del plural, llevar adelante un seminario que nos enriquezca para nuestra práctica. Eso dependerá de mí, de los colaboradores docentes y de ustedes. No habrá talleres, como en otros seminarios que conduje, al menos que en el desarrollo se nos impongan como necesarios. Pero ustedes pueden recurrir a cualquiera de los colaboradores, que al principio les presenté, para tratar cuestiones que les quede pendiente o les sugiera. Mi anhelo es que logremos establecer una verdadera transferencia de trabajo. Esta depende tanto de que el mensaje de las clases sea claro como que esa claridad no encandile, e impidan ver los agujeros, los restos, que no pueden no quedar en cada emisión. La palabra la tienen ustedes.
Les aviso que estamos grabando, así que cada uno que participe hablará con el micrófono, para poder tener el diskette o por impresión. Tienen la palabra.
…. Son cosas que voy sugiriendo para que vayan leyendo. La verdad donde más aprendí sobre la práctica de Lacan no fue ni en los Seminarios ni en los Escritos, sino más bien lo que escribieron sus ex pacientes sobre sus análisis con Lacan. Les recomiendo en general cualquiera de esos libros. Pero para lo que empezamos a trabajar ahora, hay dos libros que me parecen interesantes porque se refieren a las entrevistas iniciales que tuvieron con Lacan, que son el de …….. Lacan un héroe intelectual y el de Betty Millar, El loro y el doctor. Es mucho más divertido este último porque es brasilera, ficcionolisa su análisis, sabe escribir, el otro es un intelectual norteamericano, más riguroso al escribir.
(Fin lado B, primer cassette)
--Me gustaría que ampliaras un poco lo de la adaptación a la falta.
SR: Sí. Estoy citando una frase de Lacan, que para serte franco no recuerdo dónde se la leí. Si me pongo a pensar tal vez me acuerde. El no dice adaptación sino adecuación. Como yo lo entiendo.
El problema del neurótico, es suponer que toda dificultad es imposible de resolver con lo cual se torna un impotente, o suponer que todo lo que no resuelve es por impotente (cortes en la grabación) … con lo cual también es impotente… Yo entiendo lo que plantea Lacan lo de adecuación a la falta, como lo articulado con otros artículos de él, y de algunos discípulos de él, por ejemplo Miller; que la función del analista es enfrentar al sujeto con lo imposible, con lo real. Planteo también de Lacan, en la Ética del Psicoanálisis. Que lleva al mismo tiempo de tensar al máximo la potencialidad subjetiva, poder reconocer lo imposible de resolver también. En ese sentido se produce una adecuación a la falta, no se está tontamente intentando resolver lo irresoluble. Esto que parece una pavada dicho así, a mí por lo menos me llevó por lo menos cincuenta años de mi vida o más. Porque es complicada la cuestión, porque es fácil equivocarse por más o por menos. Pero el tema no es tanto eso, por lo menos en mi experiencia como analizante o analizado a esta altura de mi vida, sino más bien en algo que ahí empieza la cuestión del arte a mi modo de ver, con lo cual solo lo puedo transmitir metafóricamente. En algo que tiene que ver con que se establece una cierta paz de espíritu en relación a las dificultades de la vida, y en relación en ese sentido a lo real de la vida en el sentido, a aquello que no se le puede dar fácilmente un sentido o una representación pero sin embargo nos está complicando la vida.
Creo que la adecuación a la falta, …. Se divulgó mucho en el movimiento analítico que al final de análisis uno está advertido. Me acuerdo de una discusión llamémosle política dentro del psicoanálisis con un determinado colega, donde en determinado momento yo le hago observar algo de su propia falla: fíjate la gente que te acompaña. Porque realmente era gente de poco valor como psicoanalistas, incluso como personas en algunos casos. Dice: “Sí, ese es mi imposible, yo ya estoy advertido de eso.”
Eso también se liga a alguna interpretación que se hizo alguna vez de algún planteo de Lacan de identificación al síntoma. Si la salida del análisis fuera una identificación al síntoma ese famoso cuento, lo conocen? “Me meo pero no me hago más problema”. En realidad el primer planteo de Lacan, especialmente en los inicios él habló de identificación al síntoma, pero él fue elaborando sus cosas, en los finales él ya pone el centro en el sintón ¿?? que ya es otra cuestión. Donde obviamente aparece algo del síntoma pero que en todo caso tiene más que ver con la sublimación. Entonces, esta cuestión de la adecuación a la castración yo la percibo, como un efecto que produce el análisis. No lo que produce un libro que se lea, ningún curso, ni un seminario, sino un análisis. Donde se enfrenta la vida desde una posición mucho más pacífica, sabiendo que efectivamente hay muchas cosas que no se pueden. No sé si te contesté, pero por ahí.
--Vos planteaste algo así como que el psicoanálisis tiene que curar, como si esa fuera una finalidad a lograr, y hablabas de la ética jugando entre los medios y los fines. Cuando el psicoanálisis comprueba que los medios determinan los fines. Recién cuando hablabas también, identificación al síntoma, como fines a lograr. Si los medios determinan los fines, habría alguna finalidad… qué sería curar en todo caso.
SR: Para mí es una pregunta difícil de contestar. Fíjense que uno de los trabajos fundamentales de Lacan sobre práctica clínica, él la llamó “La dirección de la cura.” Además él nunca contradijo ese trabajo, lo sostuvo siempre, es más lo fue perfeccionando. Pero él mete la palabra cura.
Ahora la pregunta tuya es buena. Qué es cura para un médico, se sabe. Es devolver al estado anterior al enfermar. En cambio para el psicoanálisis no es eso, es lograr acompañar al sujeto para que llegue a un estado, que va a estar mucho más allá digamos de cuando él enfermó. Porque justamente enfermó porque no supo arreglárselas con su castración. Si la conversación que teníamos antes en relación a la adecuación a la castración es cierta, el psicoanálisis lleva a un punto donde uno se las arregla con su castración. Parece una definición muy general, pero no lo es tal. Luego se particulariza en cada uno de nosotros. Porque qué es la castración para cada uno de nosotros. Es más, uno podría decir no hay la castración para cada uno de nosotros, hay las castraciones para cada uno de nosotros. Por eso los análisis llevan tanto tiempo y pasan tantas veces por un mismo lugar, porque cada vez que pasan por ese lugar se encuentran con la castración pero desde un atalaya diferente y en relación a un matiz diferente. Creo que el curar tiene que ver con eso.
Eso explica también una cuestión que me parece importante, más en épocas como esta. Acá me acuerdo en la década del setenta empezó toda la historia de la psicoterapias breves de objetivos limitadas. Acá hizo escuela Fiorini, que es un tipo muy inteligente y conoce mucho de psicoanálisis, pero es un pragmático y arma toda una concepción alrededor de eso. En esa misma época tomaron bastante fuerza los sistémicos acá en la Argentina, ahora los cognotivistas. Todos, en definitiva tienen algo en común, eso es: prometerle a la persona, a propósito lo digo de esta manera, de que ellos les van a curar ese punto que les molesta y no se van a ocupar de otras cosas. Que esos son delirios de los psicoanalistas, que son filósofos, intelectuales, todo ese tipo de cuestiones. Me parece que los psicoanalistas caemos en una captura especular en la discusión de eso. Lo que tengo observado en mi práctica, también en mi práctica en los hospitales, en las supervisiones. Es que un psicoanalista trabajando seis meses con un paciente logra muchos mejores resultados que un psicoterapeuta breve en el mismo lapso con un paciente. Pero los psicoanalista en lugar de hacerse cargo de eso, entran a discutir algo así como si los psicoanalistas solo consideraran su tarea útil si es llevada hasta el final, final, final de todo. No es así. Esto por otro lado no es una cosa mía sola. Lacan en la Conferencia de Ginebra o en la Universidad Americana, plantea que cuando alguien considera que está feliz tiene derecho a levantar su opción por el psicoanálisis. En su lenguaje, interrumpir su psicoanálisis. Distintos somos nosotros, los que nos vamos a dedicar a curar a otros, donde ahí hay una obligación ética donde nos vamos a obligar a ir lo más fondo posible, porque eso también nos va a transformar en un mejor instrumento posible para el trabajo con los pacientes. Hay una serie de matices y variantes. Por supuesto que lo mejor es llevar un análisis hasta el final. Y llevar un análisis hasta el final, en esta paciente lo van a ver bastante, por eso me decidí armar este seminario. Efectivamente, la modificación que se produce es de tal orden, que el sujeto queda posesionado de otra manera. Estos pacientes que uno ve que en seis meses se obtienen resultados muy importantes en el hospital, que es el tiempo que les dan. También uno los ve tres o seis años después, volver a pedir otro tratamiento, lo cual no negativiza para nada lo anterior, solo que no fue suficiente, no quiere decir no fue útil.
Me acuerdo de un sistémico ahora, que la verdad me cae tan mal, es un argentino que vive en Nueva York, es un capo dentro de los sistémicos. El tiene establecido un sistema de tratamiento, por el cual a las doce sesiones el paciente de tratamiento tiene que estar curado. A la sesión 12° lo rajan, no lo dejan volver. Es ridículo.
La cuestión de la cura pasa por los matices. Hay diferentes tipos de cura. Es evidente que hay personas que logran mejorar tal cosa o tal otra, el resto ahí lo dejan. Hay otros que no, que van muy a fondo. Con Ricardo ..... conversamos mucho, mucho sobre esto. En los últimos seis años de la vida de él, nos rompía mucho la cabeza el tema del final del análisis, Incluso, anecdóticamente, el quiso una vez sacar un número entero de una revista, donde aquellos que considerábamos haber dado final de nuestro análisis, diéramos testimonio de nuestros del análisis. El tomaba el ejemplo de Teodoro Reik, que escribió un libro entero sobre su análisis, donde dice cada garronada, que yo no lo diría jamás. El tipo cuenta fantasías e historias, con un deschave absoluto.
No tuvo suerte Ricardo. El único que se animó fue él y otro colega. Que nosotros publicamos en Psyché Navegante hace muy poco. Pero el mismo colega cuenta que él no llegó a su fin de análisis. Recuerdo que yo escribí una cuestión metafórico, armé un cuentito.
--El me dijo: eso no vale, ahí no estás contando lo que pasó en tu análisis.
--No, loco, así de frente, mar, no... Sé que ahí estoy diciendo la verdad, pero más de ahí.
Yo ahí me abro por un lado y empujo todo un movimiento con Pura y Rabinovich, Norberto. En cuanto a tratar de armar un jurado de pase institucional. Ricardo vine a un par de reuniones, y decía: Mirá, la verdad que eso del jurado, ¿para qué? Si uno puede hablar con amigos psicoanalistas y contarle su análisis. Yo estaba más ortodoxo: no, porque el jurado, los pasadores. Me acuerdo que en ese período yo hice tres experiencias de contarles mi análisis a colegas y escuchar lo que ellos. Pero todo informal, no dentro de las instituciones. A la vez él me contaba algunas cosas del propio. Inclusive él me dio un trabajo, que lo publicamos en Psyche Navegante que se titula "El sueño del final", donde él relata el final de su análisis. Luego de golpe, me dice, me decidí, voy a hacer el pase. Entonces pidió el pase en la Escuela Freudiana, entró al jurado de la Escuela Sigmund Freud de Rosario, y formaba parte de la Freudiana de Buenos Aires. Yo le preguntaba qué tal eso. El trataba de interesarme, me decía que era muy interesante.
Me llevo la sorpresa, cuando él se muere me llama por teléfono una colega que le había pasado a máquina su último trabajo, que era justamente sobre el final del análisis. Donde él evidentemente concentrando todo ese período de año, donde él había maquinando alrededor del tema y no solo maquinando, sino haciendo la experiencia de haber pasado por todas las experiencias que les conté. De haber hecho el paso y de haber formado parte de un jurado. Donde ese jurado por un tiempo, confirmó el pase a muchos colegas.
Cuando leí el artículo, me corrió un frío, porque es toda una crítica a toda la postura lacaniana sobre la institucionalización del pase. No lo dice de esta manera, pero uno lee como analista, en ese sentido también lee semiológicamente. Ricardo escribía todos los artículos de un tirón. Es el artículo que yo le conozco, donde él le pone un subtítulo: Código. Donde plantea la siguiente cuestión. En el ambiente lacaniano hablamos como el atravesamiento del fantasma, la identificación al síntoma, etc. Si eso es así, se establecen ideales de fin de análisis. Si se establecen ideales de fin de análisis, se establecen códigos. Si se establecen códigos es todo lo contrario de un análisis. Es lo último que escribió y después se murió.
Responder lo de la cura. Hay que ser muy cuidadosa. No se puede ir más allá de estas cuestiones formales de la adecuación, de la confrontación con lo imposible. Porque en la medida en que uno comienza a meter sentido, mete ideales, y si es así obviamente hace obstáculos al análisis.
--Me parece que este tema de la cura va a tener que ser a lo largo del seminario va a ser un eje. Porque hay de la práctica, de la ética, está todo resumido. Pensaba, el objetivo en la cura médica, está muy claro desde el principio. En un análisis, está claro? Con toda la neo génesis que va a ocurrir en la vida de esa persona, en nuestra propia vida como analista. Me parece que es muy difícil plantearlo de antemano. Si se quiere el objetivo de la cura puede ser hasta un objetivo el conocer cuál va a ser la cura. No tenemos ideas.
Para decir otra cosa, me gustó esto del encuentro. Como que eso del encuentro se producir siempre desencuentro. No para hacer juegos de palabras. Nos quedamos en esto: que la pareja es un imposible entonces no existe nada. No, no. Sino el hecho de pensar el encuentro como desencuentro, qué venimos a buscar? Y lo que venimos a buscar nunca seguramente lo vamos a encontrar, esto de adecuarnos a la falta, pero nunca lo vamos a encontrar pero si algunas cosas. A mi me parece que va a hacer interesante recorrer un camino y decir qué encontramos. En eso se nos juega esto, si no perderíamos el tiempo.
SR: Comparto totalmente lo que decís. En ese sentido algunos lacanianos encontraron una buena onda, que es diferenciar cura de curación. Colocan la curación del lado médico y la cura del lado psicoanalítico.
Hay una pregunta famosa que creo que le hacen estudiantes de Letras. Si él opinaba que las psicoterapias eran malas. Decía: no, no, yo creo que son de lo peor. Ese tipo interesante de respuestas que daba él.
Pero fíjense que interesante, si él hubiera dicho: sí son malas, hay cierra un sentido. Dice: son de lo peor. El lo que plantea es un par significante en oposición, lo mejor y lo peor. En comparación con el psicoanálisis son peor, pero eso no quiere decir que son descartables de por sí. Cualquiera de nosotros sabe por su experiencia en la medicina, en los hospitales, que hay enfermeros que producen cura. Hoy me reí mucho. Fue con un paciente, me contaba, es un paciente quejoso, él mismo se divierte con sus quejas. Cuenta que entra a la casa y estaba la mucama, que es la señora de confianza, estaba limpiando, arreglando. El le pregunta: Tuve algún llamado? No, no tuviste ninguno.
--Ves fulana que nadie me quiere!
--No, no es que nadie te quiere, es que se olvidan de vos.
Le metió un pelotazo notable. Me dio pie justamente para trabajar la cuestión del mensaje. Porque él me cuenta todo esto, después de haberme contado antes que lo habían invitado a un asado, pero lo invitaron el mismo día. Le había estado dando vuelta la cabeza, si lo habían invitado por compromiso, casi no había ido. Después de eso, me cuenta esto. Y le digo: y tendrías que haberle pagado y que se fuera, para qué seguir limpiando.
Creo que en ese sentido la cura, hay que tomarla en el sentido de que la puede hacer cualquiera, contamos anécdotas que son puntuales. Pero que la cura, no es algo que queda encerrado en las cuatro paredes de un consultorio, en x sesiones regulares, con x interpretaciones de los analistas. Me parece que la cuestión es más compleja.
--En realidad lo que quería preguntarte tiene relación a mis expectativas. Este imaginario que vos decías haber si compartimos. Vine, porque lo leí en la revista la propuesta. Me parecía que partía desde lo social. De cómo estamos ahora, de cómo estamos parados. Vos hablaste de la neutralidad y la abstinencia, y cuando hablaste de la paciente la contextuaste bastante en una determinada época. Quisiera saber si esos ejes los vas a trabajar en relación a ese caso o eso está excluido.
SR: Me sonrío porque tal vez es la primera puesta en acto que hagamos del encuentro y el desencuentro. En el siguiente sentido, sí lo que puse sobre lo social, si comparás el Imago Agenda de diciembre con el Imago Agenda de marzo, te vas a dar cuenta que en la convocatoria hay variantes. En lo primero no estaba metido lo de lo social. No estaba metido porque estaba dispuesto a dar un seminario más o menos como siempre. Pero a partir del 19 de diciembre, después me preguntan si voy a poner nuevamente el aviso, les dije que sí pero que lo iba a modificar. La modificación está destinada a funcionar más como una interpretación. En el sentido de que se produjo una retracción en el movimiento psicoanalítico. No en el terreno político, donde a diferencia que en otras épocas ha habido una extroversión mayor, sino en cuanto a la elaboración, al trabajo conceptual. Entonces hago esos agregados. Ni se me había ocurrido pensar lo que vos me preguntas ahora. Va a estar, pero a través de la historia de aquel análisis. Que ocurrió en otra época, que tiene muchos puntos de diferencias a esta época y muchos puntos en común. Me parece que en relación a la pregunta que vos a hacer, tiene un punto clave en común, que de paso es una vieja discusión dentro del movimiento psicoanalítico. Que es la relación del acto del psicoanalista, ... cómo habla por boca del analizante el acontecer social.
Están las famosas anécdotas de Melaine Klein, que creo que se las enchufaron. Cuando el pacientito le hablaba de las bombas y la B2 de los alemanes, ella le interpretaba que eran platos. O la interpretación clásica de una época, cuando un paciente hablaba de sus problemas laborales, y le decían que estaba tratando de huir de sus problemas subjetivos. Me parece que ni una ni otra cosa, tienen ninguna lógica.
Pero tampoco, tomar el acontecer social como pretexto para ignorar, el psicoanalista por lo menos, de cómo se coloque ante ese acontecer el paciente, esta relacionado a la trama sexual inconsciente que a él lo sostiene. O sea que el tema no está en interpretar huidas, en interpretaciones mecanicista icónicas, sino más bien en ser capaces de leer y escribir, como se trama el acontecer social, con la historia de ese paciente y como el se para frente al acontecer social.
Una de las cosas que me llaman la atención del movimiento psicoanalitica actual, es que hay psicoanalistas que por más de veinte años estuvieron planteando que no hay que meter la política en el psicoanálisis, ahora andan gritando desaforado por la calle que se vayan todos. Consigna anárquica, por más que haya sectores de izquierda que la defienden... (fin del lado A, del segundo cassette)
... La cosa más sencilla que se le pueda preguntar: ¿quién te gobierna? O ¿vas a gobernar vos? Es interesante. Este hombre de izquierda que está tan de moda, Zamora, plantea que se vayan todo. Estos días un amigo psicoanalista me manda un email, okey que se vayan todos como dice Zamora. Le digo: Che, Zamora ¿también se tiene que ir? No me contestó.
... (Intervención inaudible)
Me parece que no hay que hacer ningún obstáculo a que entre el acontecer social, todo lo contrario, hay que abrir espacio a eso. Pero no para hacer una lectura política de izquierda, de derecha, de centro, o lo que sea. Sino para ver cómo está funcionando eso en esa subjetividad. Eso no quiere decir que cada uno de nosotros vaya a cacerolear, o si quiere hacer piquete, eso ya es cuestión de cada uno. No sé si te respondí, pero esta es la idea que vengo al seminario.
¿Paramos?
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