Clase 1 – 2do. Módulo
Transferencias al signo o a la letra y al significante
Efectos en facilitaciones o dificultades de los inicios.
Hace algunos años que venimos trabajando con el grupo de docentes de este seminario el tema que voy a tocar en la clase de hoy. Esto nos ha permitido ir desplegándolo y profundizándolo. En la medida en que lo hemos ido haciendo, me he dado cuenta de que es un filón que hemos encontrado dentro de la conceptualización del psicoanálisis. Me parece que es muy importante para la práctica clínica; especialmente con los que habitualmente llamamos “pacientes difíciles”. Para ir acercándome a las propuestas de esta clase, voy a ir desplegando algunas cuestiones, que quizás para muchos de ustedes ya sean conocidas y para otros serán novedad. Para los que esto sea nuevo: tengan paciencia y síganlo como puedan; podrán afinar el trabajo con sus coordinadores. Ustedes ven que he puesto los matemas de cuatro discursos que son los discursos amo, de los cuales hay tres que fueron escritos por Lacan y un cuarto que elaboré yo hace unos tres o cuatro años.
Efectos en facilitaciones o dificultades de los inicios.
Hace algunos años que venimos trabajando con el grupo de docentes de este seminario el tema que voy a tocar en la clase de hoy. Esto nos ha permitido ir desplegándolo y profundizándolo. En la medida en que lo hemos ido haciendo, me he dado cuenta de que es un filón que hemos encontrado dentro de la conceptualización del psicoanálisis. Me parece que es muy importante para la práctica clínica; especialmente con los que habitualmente llamamos “pacientes difíciles”. Para ir acercándome a las propuestas de esta clase, voy a ir desplegando algunas cuestiones, que quizás para muchos de ustedes ya sean conocidas y para otros serán novedad. Para los que esto sea nuevo: tengan paciencia y síganlo como puedan; podrán afinar el trabajo con sus coordinadores. Ustedes ven que he puesto los matemas de cuatro discursos que son los discursos amo, de los cuales hay tres que fueron escritos por Lacan y un cuarto que elaboré yo hace unos tres o cuatro años.
Parto de que el sujeto es un efecto social de la transferencia entre al menos dos significantes, y la función de esta en la producción del objeto y de la castración del sujeto-efecto. ¿Qué quiero decirles con esto? Recuerdan ustedes que el concepto de transferencia en Freud surge cómo transferencias de cargas o investiduras entre representaciones. Surge en la época en que escribe La interpretación de los sueños, o sea muy tempranamente. Es algo que ocurre al interior del sueño. Después viene todo el despliegue que hace Freud sobre la transferencia a través de los años. Luego vendrán las diferentes reelaboraciones, entre las que está particularmente la de Lacan, que afina la cuestión. Me parece interesante captar el inicio del concepto de transferencia, porque pone de manifiesto a la transferencia como un desplazamiento que ocurre, no entre personas (cómo muchas veces se lo siente, se lo experimenta en distintas corrientes del movimiento psicoanalítico) sino entre representaciones. Podemos decir, tomando otra variante de la cuestión, que es una transferencia entre representantes, hablando en lenguaje freudiano. De ahí a trasladar el tema a transferencia entre significantes hay un paso, que es casi puramente semántico de sinonimia. La definición clásica de significante es: “el significante es lo que representa a un sujeto para otro significante”. Estamos ante una transferencia entre lo que representa a un sujeto y otro significante que opera sobre esa representación. Sobre la base de esto, a partir del 66 en El Envés del psicoanálisis, plantea el discurso del amo antiguo como el que funda al Inconsciente, en tanto sitúa al S1 en agente, al S2 en el lugar del Otro, a la castración del sujeto y su deseo como verdad y al objeto como producción. El amo antiguo es significado por el otro que produce para él, lo que deja a su deseo inconsciente, bajo dicha significación.
Agente otro
Verdad producción
S1 S2
$ a
El S1, por supuesto se encarna en personas, que pasan a creer que el significado recibido fue generado por ellas, y que interpreta su deseo. El significante recibido es el significante del saber, el S2, significándole al significante1 que a él lo representa. Esta creencia que se produce en el amo, hace que se le confunda su orden– demanda, significada por el Otro[1], con su deseo. La orden es una de las formas de la demanda. El amo cree que desea lo que demanda. El sujeto que se produce en ese discurso, por identificado al falo (el significante que lo representa, el S1) que juega la función fálica en ese discurso, o por el contrario, por fragilidad de dicha identificación, es sostén de una angustia rechazada y no soporta quedar en posición histérica, la que colocaría a su castración agenciando. Lo que estoy diciendo es algo sencillo: el amo se la cree. Se cree que él tiene el falo y lo porta; porque se cree eso, no puede soportar ninguna falla en su decir. También está el otro, que por x razones puede sentirse frágil, puede estar con dificultades para creérsela, pero no ha dejado de ser amo. Estas dificultades obviamente lo angustian, porque estaría ante la posibilidad de perder su posición amo. Entonces, también rechaza cualquier falla en su decir, en su enunciación. Ustedes recordarán la diferencia entre decir y dicho, entre enunciación y enunciado. Por supuesto, cuando estoy hablando de amo, estoy hablando de una función social. Pero también puedo estar hablando de una conversación en una mesa familiar, donde alguien se coloca en la posición amo y, si los otros se la sostienen, va a funcionar como la relación del amo con los que van a trabajar para sostener ese discurso. En este sentido, hacemos un movimiento que va un poco más allá de la forma en que habíamos trabajado estas cuestiones. Porque parto de una idea que es importante en Lacan: el discurso es el estatuto del enunciado. Fíjense que no plantea que es el estatuto de la enunciación, sino del enunciado. O sea, es el estatuto de lo dicho. La función del discurso es reprimir. Es la enunciación que irrumpe en un discurso, la que puede atravesar la barra de la represión, si alguien escucha ese otro decir que ahí se enuncia. El amo, por lo tanto, quiere estar siempre seguro de que su enunciado es el que vale. La histérica con su demanda y haciéndose desear como objeto, puede reinar sobre él. Y aquí volvemos a articular en la órbita social o familiar, o en la pareja hetero u homosexual. No sé si ustedes vieron una película, hecha por chinos de Taiwán, que se llama Felices Juntos. Ahí se trabaja la relación entre una pareja homosexual masculina; y es fantástico porque es un obsesivo con una histérica. Entonces, decíamos que la histérica puede reinar sobre el amo. Esto es lo que capta Lacan cuando estructura su teoría de los discursos. Avanzamos sobre un punto que tiene que ver con el semblant del analista. Ante alguien que viene a las sesiones en posición amo, seguro o frágil, el psicoanalista no busca reinar, pero sí hacer el semblant necesario despertar el deseo en el consultante. Por lo tanto, maniobrar histéricamente, no para reinar, puede ser un recurso importante ante ese tipo de consultas. Más adelante profundizaremos esto. También están los que vienen en posición universitaria. En el universitario, al quedar toda la cadena significante del lado agente, éste no puede suponer al otro más que objeto de su goce y productor de falla. El profesor universitario siempre supone que los alumnos no saben. La falla siempre queda del lado del otro, como producida por él. Insisto en que esto puede ser social, familiar, en pareja. Seguramente más de una de ustedes ha tenido que soportar a un universitario a su lado; tal vez lo digo por experiencia propia.
Discurso Universitario
S2 a
S1 $
Sabemos también que el profesor universitario es un bocatto di cardinale para las histéricas. También es sensible, como los otros portadores del falo, a su seducción. Con las particularidades del caso y adecuando la espera al tiempo necesario, el semblant del analista puede y debe recurrir, cuando la oportunidad lo permita, a un cierto maniobreo histérico. En tercer lugar les escribo un discurso que yo elaboré. Ahora no me voy a meter en esto, por razones obvias. Los que estén interesados pregúntenle a los coordinadores. El discurso del amo entre encausante y encausado.
S1 $
a S2 Amo entre encausante y encausado
Es un amo muy particular, que quiere ser amo, pero sobre la base de que sus trabajadores lo amen. También puede ser ese padre de familia canchero, buen tipo, compinche de sus hijos, que busca ser amado; no soporta el odio que se produce en las relaciones sociales y familiares. Ahí el semblant del analista debe colocarse entre que dicho amo puede ser amado y que puede estar originando disconformidad con él. Lo que más lo deconstituye es la suposición de que puede perder el reconocimiento y el amor del otro. Hay que ser muy cuidadoso en la maniobra, porque si lo siente como algo que ocurre imprevisiblemente, va a interrumpir la relación. No soporta eso. Tiene que aparecer la idea de que ese psicoanalista lo puede amar, puede admirar las cosas que él hace.
Finalmente, voy al Discurso del capitalista:
$ S2
S1 a.
Es un discurso escrito por Lacan en 1972; actualmente ya circula bastante en el movimiento psicoanalítico, en otra época no. Como yo lo evalúo, me parece que es el discurso de las grandes corporaciones capitalistas actuales, y de las personas en las que se encarna. Lacan tuvo ahí un golpe de vista anticipatorio impresionante. Si ustedes ven la relación de flechas, van a notar que, a diferencia de los otros discursos, no hay relación directa entre el agente y el otro. En los otros discursos hay una flecha que pone en relación al agente y al otro. Es muy claro. Se puede ver en toda la política de expulsión de mano de obra; también en una política que tienen de renovación de los estamentos ejecutivos a una velocidad infernal. Es imposible que se establezcan verdaderamente relaciones entre el agente y el otro. La impresión que tengo es que ese tipo de amo cuando va al analista busca analistas que no le produzcan ningún efecto. Ir a un analista que intervenga en relación a su inconsciente es algo que queda afuera de juego. Excepto, cuando alguna circunstancia x, no necesariamente traumática, sí de hartazgo de goce, lo lleva a pasar a una posición histérica. En el caso que me contó un colega es muy claro. Un hombre que pertenecía a una pequeña familia (dos o tres) que era dueña de un gran banco. Se había estado “analizando” (no había pasado nada) con un analista de APA 8 años. Él había vivido cómodo esos 8 años haciendo como que. Ocurrieron determinadas circunstancias en su vida, ese análisis se interrumpió. Este hombre llegó a la conclusión de que la vida de él no era vida. Decidió que quería analizarse para lograr tener para sí (para su descanso, placer, iniciativas de otro orden) un día por semana. Con ese planteo va al colega. La hago breve porque ya la conté en otros seminarios. El colega después de escucharlo le dice: “yo no lo voy a poder tomar”. “¿Cómo que no? Yo le pago lo que usted quiera”, dice él. El colega le responde: “Yo sé que usted sería una beca para mí, pero con los problemas de tiempo que usted tiene no lo voy a poder tomar”. Era la época en que había secuestros de empresarios. Entonces, el colega le pregunta, como al pasar, si tenía previsto que iba a hacer en caso de secuestro. Entonces este hombre le dice que sí, que tenían una cuenta en Suiza con 60 millones de dólares para caso de secuestro de él o del hermano. El colega insiste en que en las condiciones en que él vive y trabaja no lo iba a poder analizar. Les cuento un poco para que se hagan una idea de cómo vivía este hombre. Apenas se levantaba ya tenía personal de servicio esperándolo, lo acompañaban hasta el baño. No lo bañaban, pero sí lo secaban y ese tipo de cosas. Pasaba corriendo a la cocina, tenía el desayuno servido, salía y ya estaba una de las secretarias esperando con el ascensor listo. Era un edificio muy alto y tenía que hacer combinación de ascensores. En el otro ya estaba otra secretaria. Ni que decir que abajo estaba el chofer con el coche en marcha. Así vivía. El colega le dice que no. El tipo insiste. Entonces, el colega le dice: “Bueno, sáqueme la cuenta de cuánto le significaría a usted anualmente que un día por semana no trabaje”. “Sí, como no”. Saca la calculadora. El colega le dice: “No traígamela dentro de un mes”. “Pero si se la saco ahora”, dice él. “No, dentro de un mes”, dice el colega. Hay varios vericuetos: volvió a llamar, el colega le dijo que era para dentro de un mes. Imagínense, el hombre volvió muy deseante. Le presenta la cuenta, cuyo resultado daba que si él no trabajaba durante un año un día por semana, significaban 59 millones y pico de dólares. O sea, casi lo que él tenía depositado en Suiza. Con lo cual, la interpretación es fácil: “se da cuenta que usted está pagando su secuestro”. Les cuento este ejemplo porque les permite darse cuenta de que este hombre no fue desde el capitalista a analizarse, sino que fue herido en su vida por el exceso de goce. Ahí lo que le funciona como causa, como falta, es el exceso. Es obvio que ya viene en posición de histérica; cosa que acentúa el colega al hacerlo esperar y esperar. Pero además es obvio que él tenía condiciones de posibilidad estructuradas en su subjetividad. Porque otro de estos capitalistas, probablemente, lo hubiera mandado a la mierda al colega. Se hubiera buscado otro. Este hombre ya estaba muy tocado por la cuestión y entró desde una posición histérica.
El sujeto del inconsciente, vive en función del intercambio, que no puede no ser desigual. Esto vale tanto para cuando conversamos, como para cuando trabajamos, cuando amamos, cuando somos amados. Por eso sería muy interesante si se pudiera discriminar una función del valor. “Vos me das tres figuritas, yo te doy tres bolitas”. Es lo justo, todo bien. La función del valor permitiría saber por qué puede ser cambiada la función de cada uno de nosotros en el vínculo social (deseo, amor, goce, reconocimiento). Pero el valor es imposible de ser calculado. Estuvo la ilusión de Marx de calcular el valor de cambio. Conocen más o menos eso, y si no, lo pueden hablar en los talleres. Uno podría demostrar que Marx en parte se equivocó. Justamente, como el valor aparece como imposible de ser calculado, se recurre a la apelación al valor de uso, al valor de uso de sí mismo. “Yo soy una buena mujer, te tengo preparada siempre la comida, etc.”. El varón: “¿Quién trae la plata a esta casa?”. Ahí el sujeto se oferta como valor de uso. Entonces el intercambio se sustenta en el malentendido en relación a los valores de uso que cada uno propone. La cuestión del valor es central en la economía del discurso y como consecuencia del sujeto.
La transferencia, entonces, es de valores. Esto también fue planteado tempranamente por Freud. Ni que decir, en el planteo de Saussure sobre el significante, donde propone una transferencia de valores.
¿Qué es el signo? Aquí coinciden los lingüistas estructuralistas y Lacan. El signo es lo que “significa algo para alguien”. Fíjense que esa definición denota fijeza de la relación entre ese alguien y la significación de ese algo. Por lo tanto, sustrae al signo de la posibilidad del intercambio, de la posibilidad de encontrar equivalencias de valores, aunque sean mal justipreciadas, que permitan el intercambio entre significantes. “Algo significa algo para mí; si para vos no significa eso, el que está equivocado sos vos”. Se interrumpe el circuito del intercambio. Le da, entonces, a la representación una función denotativa y no connotativa. Indica un fuerte atrapamiento por los enunciados, por el registro imaginario y, como consecuencia, una presencia dominante del yo. No sé si se dan cuenta de que invierto la forma en que se suelen tratar este tipo de cuestiones. No pongo al yo al frente de la operación. El yo termina al frente de la operación como consecuencia de lo que a ese sujeto le está pasando en el terreno del lenguaje; de lo que le está pasando con respecto a la relación del lenguaje consigo, como sujeto del inconsciente.
Al ser el significante lo que representa a un sujeto para otro significante, el vínculo social no es directo entre las personas, sino mediado por elementos de sustancia similar pero fallados y fallidos –los significantes. La gran diferencia, en el terreno psicoanalítico, entre el signo y el significante es que, mientras el signo le aparece sin falla a aquél para el cual significa algo, el significante no. Indica una presencia dominante del significante y de su constitución y posible deconstitución en letras. El significante puede ser ubicado entre los tres registros: el simbólico, registro del sin sentido -abierto a la combinatoria; el registro de sentido -cerrado a la combinatoria (signo) y lo que queda por fuera de sentido, no logrado representar por el significante, a lo cual Lacan va a llamar el objeto ‘a’. El significante puede ser verbal, escrito o de otra índole. Si ustedes vieron la película Cautivos del amor, se habrán dado cuenta que es una película donde hay muy pocas palabras. Se enuncian muy pocas palabras. Además, prácticamente no hay enunciados; lo poco que se dice es casi pura enunciación. Se establece una lógica de la imagen que al pasar a ser significante, presenta todo un discurso sobre el amor, mucho más rico y complejo que muchas pavadas que se dicen en televisión. El significante se soporta y escribe en letras (que también pueden tomar formas diversas). Con eso lo que estoy diciendo es que no imaginen a las letras sólo como las del abecedario. Un objeto puede tomar la función de letra. Por su función de soportes ofician de litorales entre lo real y lo simbólico. Esa expresión la tomo de Lacan y no la abandono. Es muy importante que él haya dicho “litoral” y no haya dicho “límite” o “frontera”. Así sustrae a la letra de lo simbólico, la presenta como un accidente geográfico que va a ser lo que divide, y al mismo tiempo une, lo real y lo simbólico. Es dicha función (la letra) es la que ofrece la fisura para que se establezca la transferencia al Sujeto Supuesto Saber. Justamente se producen fisuras, porque el sujeto es efecto del significante, porque se transfiere a los significantes que lo representan, a los significantes que lo significan, a las letras en que se descomponen y componen. Esas fisuras en el saber son las que hacen que el candidato a analizarse busque algún lugar donde él suponga que se puede producir un saber, sobre ese saber que a él le falta, y ese es el lugar del análisis. A veces, creerá que el analista es el que encarnará ese Sujeto Supuesto Saber, otras veces no. Lo que va a estar funcionando son esas fisuras que lo urgen a buscar ese saber que se las resuelva.
Como ven, he hecho un fuerte recorrido por la estructura del lenguaje. Todo lo que se haga con nudos no tiene ningún otro valor que mostrar lo que las letras producen como significante, los efectos de sentido que la combinatoria de estos establece y situar lo que de ese trabajo se escapa, el a, lo real como registro. Es un recurso de mostración accesorio. Mostrar algo que el analista analizó, algo que ocurrió en la relación del sujeto con el lenguaje y el objeto y poder entonces intervenir. Esto lo planteó de forma muy transparente Lacan en L’Etourdit. El otro día le dije a alguien que era transparente y se rió. Vamos a tratar de darle cierta transparencia. Esto está en la versión que editó el millerismo, Escansión: “La topología no está mandada a hacer para orientarnos” en la estructura. Ella es la estructura: como retroacción del orden de la cadena en que consiste el lenguaje. (Pag. 55). Es muy claro lo que dice. No usen la topología para orientarse en relación con la estructura. Tengan en cuenta que la topología lo que hace es mostrar la estructura, que es la “retroacción del orden de la cadena en que consiste el lenguaje”. O sea, lo primario es el orden de la cadena en que consiste el lenguaje. La topología es un recurso accesorio para mostrar lo que pasa en esos terrenos. Si se hace al revés, como pasa en parte del movimiento psicoanalítico en este momento, donde desde la topología van a analizar a los paciente, es una nueva resistencia al psicoanálisis. Así como en la época del kleinismo, desde las posiciones glishcrocálica, esquizoparanoide o depresiva, se iba a tratar de ubicar qué pasaba con el paciente que se tiene enfrente. Qué pasa con el paciente se ubica con lo que a él se le escucha. Después, cuando queremos exponer entre colegas, podemos utilizar los recursos accesorios necesarios para mostrar mejor la cuestión.
El viviente busca decir y / o escribir lo real que le ocurre, para ligarlo produciendo un saber sobre aquel, que le facilite producir los actos con que encararlo. Para ello, básicamente utiliza palabras, aunque no sólo. Emitidas, el viviente puede soportar lo que emite como significantes con sus trastornos de letras, o por no encontrarse en condiciones para ello, tomarlas sólo como signos. De ahí las dos transferencias.
1) La transferencia a la letra y al significante, establece de entrada las mejores condiciones de analizabilidad.
2) La transferencia al signo dificulta la tarea, pues inhibe varias de las principales fuentes de analizabilidad, pero no todas. Resta la lógica y sus impasses. Hay diferentes transferencias al signo. 1) De neurosis no terminadas de estructurarse. 2) De excesivamente defendidas (de carácter) 3) Psicosis no desencadenadas o las desencadenadas. Las aludidas primero (neurosis no terminadas de estructurase o las de carácter) no rechazan la castración, aunque no la reconocen a través de la función de la letra, y solamente tienden a hacerse cargo de ella, ante el fracaso de la lógica en sus discursos. Es el único punto en el que pueden reconocer la fisura necesaria para que se establezca la función del Sujeto Supuesto Saber. Con los que vienen en transferencia al significante, uno trabaja con los equívocos, con los sueños, con los lapsus, con las insistencias significantes. Progresivamente el paciente se va a ir articulando a eso. Con estos pacientes no se puede trabajar así, porque rechazan furiosos que se les marque un equívoco. Dicen que es una equivocación, que no tiene nada que ver, que se les escapó, que los sueños no tienen importancia, que son boludeces que aparecen en el descuido del dormir. Lo que ellos no pueden rechazar es que uno les tense la lógica de su propio discurso.
Cuando preparábamos esta clase, conversábamos con los colegas que coordinan los talleres, que una cosa muy llamativa de Lacan (y ahora estuve haciendo una experiencia con Rodrigué y me encontré con lo mismo) es que en lugar de preguntar “por qué”, como muchos colegas, lo que hacía era empujarlo a seguir desplegando lo que estaba diciendo. Fíjense en 213 ocurrencias en el consultorio de Lacan o en El loro y el doctor, y van a ver: “y qué más... ah, ¿sí? ¿Y qué más?”. En la medida en que alguien despliega su lógica se va a encontrar con su inconsistencia y en ese punto pueden ser tomados. Por supuesto, con el máximo de los respetos y dándole valor a la inconsistencia, a diferencia de lo que le puede pasar al paciente que se puede avergonzar o angustiarse.
En las psicosis no desencadenadas, el problema se presenta al resultar dilemática la entrada en discurso, en vínculo social, por ser endeble el lugar del agente o el del otro. Desencadenada la psicosis, estos lugares se indiferencian, apareciendo el del agente alienado en el Otro sin castrar, o chupado por él desde las alucinaciones. Por eso Lacan decía que el psicótico no entra en discurso. Le resulta imposible al sujeto objetalizado por las alucinaciones y el delirio vincularse a otro real simbolizado, principalmente cuando se le presenta en el circuito de agresividad erotizada entre el yo y el objeto ‘a’ y / o entre la realidad y el ideal. Se le aparece entonces como un padre no simbolizable, real, odioso, aterrorizante, aplastante con el cual sólo se puede cortar matándolo realmente. Lamentablemente, ha sido un caso paradigmático de esto el de las hermanas Vazquez, estas chicas que mataron a puñaladas al papá. Recorté fragmentos de los diarios que refieren el momento culminante: “Padre e hijas escuchaban ruidos por la noche.Los vecinos les decían que eran gatos, pero ellos no se convencieron”. Les recuerdo que estaban bajo el impacto de la muerte de la madre que había fallecido un año antes y que había sido el núcleo ordenador de esa familia. Evidentemente había jugado imaginariamente el papel del Nombre del Padre. Digo “imaginariamente”, porque no había logrado jugar el papel del Nombre del Padre, en el sentido de que deslizara significantemente. Caído ese lugar, se empiezan a dar situaciones entre ellos donde se evidencia la angustia y otro tipo de cuestiones. Cuando esta situación llega a su clímax es que pasa lo que pasó esa noche. Para ellos los ruidos eran signos de otra cosa: “Aseguraban que los objetos cambiaban de lugar de un día para el otro, que escuchaban voces y que la comida tenía mal gusto.” Es evidente que estaban absolutamente alienados en un Otro omnipotente, sin límites e ilimitable. Ellos sentían que había algo ahí que les cambiaba las cosas de lugar, que les contaminaba la comida; imagínense la situación de terror de estas tres personas: “... reunidos en uno de los dormitorios superiores, Juan Carlos, Silvina y Gabriela leían la Biblia. Tenían miedo, Juan Carlos fue al baño, vio al diablo en el espejo y lo rompió de un golpe./.../Evidentemente él estuvo bajo una alucinación visual; o más probablemente una ilusión. O sea que vio su rostro, probablemente deformado por el terror, por la mala noche, y el resto fue una construcción. Recuerden que había habido contactos incestuosos entre ese padre y alguna de las hijas: “Cuando entraron, Juan Carlos ya estaba muerto. Con voz de hombre, Silvina gritaba: ‘Esto no es real, mamita. Mamita, ahora papito va a volver a ser bueno’... “.
Punto uno. Fíjense la identificación fálica (voz de hombre). Dos. La recurrencia al ordenador perdido, “mamita”. Tres. La negación de la realidad de lo que sucedía. Saben que ahí se jugaron una serie de cuestiones esotéricas y ritualísticas; evidentemente ellas buscaban producir un acto simbólico, destinado a recuperar al padre que se les había perdido, transformado en diablo. Ahí tienen el planteo de Lacan de que hay momentos en los que el padre (o quien quiera cumplir esa función) aparece como un padre real, Un – Padre. Ahí ellas tuvieron que matar. Eso hace que cuando estemos ante psicosis no desencadenadas o psicosis desencadenadas, el trabajo del analista tiene que ser muy cuidadoso, en cuanto a respetar el proceso que recorre el consultante, y a no meterse en el circuito de agresividad erotizada entre yo y objeto y entre realidad e ideal. Hay que ir acompañando el proceso hasta llegar a generar condiciones que permitan ir trabajando esa realidad que se reordenó de un modo que excluye a la persona afectada de los vínculos sociales. Paro acá.
Lidia Araneo: ¿Podrías decir por qué ubicaste dentro del discurso capitalista a ese consultante del que hablaste?
Sergio Rodríguez: En realidad, hice un doble juego. La idea que yo tengo es que quien está tomado por el discurso capitalista es inanalizable. Traje este ejemplo para ver lo que puede ocurrir con personas que están ubicadas en esa posición. Y que ese acontecimiento lo haga cambiar de discurso. Creo que este hombre va a consultar al colega en un momento de tránsito. Creo que la habilidad del colega lo vuelca al discurso histérico y le permite entrar en análisis. No entra en análisis como discurso capitalista.
Lidia Araneo: Lo decía porque, previo a su fisura, lo ubicaba más en el discurso del amo que en el del capitalista. Por su modo de hacer trabajar a los demás y del “deseo, bien gracias”.
Sergio Rodríguez: Ahí una dificultad. Me parece que es un tema que todos estamos tratando de elaborar. La cuestión es qué quiere decir Lacan cuando pone el $ en el lugar del Agente. Me guío por el texto, donde lo que aparece como central es la cuestión del “consumo, del consumismo, del consumarse hasta reventar”. No es literal la cita, pero es parecida. Él pone el eje en la posición de goce de ese tipo de capitalistas. Ese tipo de capitalistas gozan, por un lado, expulsando mano de obra y “seso” (actualmente la producción está mas centrada en el seso que en la mano) y a la vez hiper-explotando, por la proporción de plusvalía que extraen. Que yo crea que Marx se equivocó en la teoría del valor porque deshechó el lugar y la función del amo, no quiere decir que crea que el amo no extrae plusvalía. Eso es absolutamente evidente. Lo que está ocurriendo en este tiempo es que se ha multiplicado geométricamente la producción de plusvalía. La plusvalía que antes producían mil obreros, hoy la produce un tipo sentado en una computadora. En ese sentido, creo que ese tipo estaba en una posición de goce, que no estaba en una posición deseante. La posición deseante aparece cuando tiene la idea de que necesita un día por semana para sí.
Patricia Romero Day: La plusvalía implica la apropiación de la fuerza de trabajo de alguien. Creo que con esta gente que tiene esa identificación al número, ya no hay apropiación de la fuerza de trabajo, sino de lo que produce el número en sí mismo. Como lo que producen dos espejos enfrentados; ellos quedan identificados a ese reflejo. La plusvalía, dentro de todo, es más humano. Esto otro es apoderarse de un reflejo.
Sergio Rodríguez: Es interesante lo que planteás. Igual creo que no le quita el valor de plusvalía. Efectivamente creo que es el fenómeno importante de la actualidad: se ha transformado en el ideal supremo, ordenador de la sociedad, a la maximización de los beneficios. Lo que, en realidad, es la maximización de la plusvalía. Es cierto que hay toda una parte de esa maximización que es un castillo de naipes. Ellos mismos están preocupados porque un día les va a pasar como en la crisis del 30, porque hay toda una parte muy grande que no está sostenida en la producción de mercancía. Pero eso no quiere decir que no siga apareciendo ante los ojos de la gente como que eso está relacionado con la producción de mercancías. En el terreno de la producción de mercancías, es que te digo que un tipo está produciendo la plusvalía que antes producían mil. El problema que planteás es interesante, pero creo que no destituye el tema de la plusvalía. Los efectos subjetivos que produce son desgraciadamente muy interesantes. Lo del vacío subjetivo es algo que se evidencia tanto en el trabajador como en el ejecutivo, como en el gran capitalista. El otro día leí un artículo de Soros en La Nación. Obviamente escribe un artículo muy interesante para después proponer el peor de los remedios. Plantea algo que Nacho había desplegado en el seminario de la CTA, que es la caída del estado-nación. Con la globalización se produce la caída del estado-nación. Lo que planteaba Nacho es que no hay a quien demandarle. Un Menem, un De la Rúa o un Chacho Alvarez van a decir: “yo estoy de acuerdo con lo que ustedes piden, muchachos, pero no hay plata”. Ahí aparece la sensación de vacío, porque el que demanda, lo hace ante un vacío, y el que responde, también lo hace desde un vacío. Soros toma todo eso y propone para mejorar las cosas la creación de un Banco Central Mundial. Es una maravilla de canalla. Son problemas a pensar, todavía muy nuevos para todos nosotros.
Roberto Vecchiarelli: Me había llamado la atención este comentario que hacías sobre las intervenciones de Lacan incentivando a expandir el discurso, en lugar de preguntar, como habitualmente hacemos, “¿por qué?”. Pensaba que cuando preguntamos “¿por qué?”, producimos una operación de retracción. Alguien que estaba entrando en transferencia al significante lo retrotraemos a una transferencia al signo. Este es un tema. El otro es el del discurso capitalista. Por un experiencia institucional que tuve, pareciera que, si bien es una estructura simbólica, los “mandos intermedios” en su rasgo imaginario (o de personalidad) pareciera que coinciden perfectamente en esta no conexión con el otro. Hay una serie de estamentos de no conexión y anonimato. Ese agente intermedio va siendo anónimo, como el capitalista del caso.
Sergio Rodríguez: Muy interesante. Un paciente mío pertenece a un emporio de capitales nacionales, y en él es ejecutivo. Ese emporio fue pasando de mano en mano. Primero lo compró una corporación americana con capitales argentinos asociados. Después lo compró un banco y ahora lo compró otra corporación. Lo que ahí se observa, es que los mandos medios no sólo pasan al anonimato sino que están todos con la espada de Damocles de ser despedidos en cualquier momento. Esta gente hace un reciclamiento permanente. Creo que es una forma de evitar que se establezca cualquier vínculo de solidaridad. Entonces es una guerra descarnada entre los ejecutivos, con infartos y muertos de por medio. Les cuento una anécdota. La primera vez que compran el emporio pagan un precio exorbitante, mucho más de lo que valía. Y los dueños pasan a actividades que no tenían nada que ver con lo de ellos. Yo le digo: “No entiendo por qué vendió el que vendió”. “Y, por toda la plata que les pagaron”, me dice. “Sí, pero para los tipos es el trabajo de toda una vida”. “Doctor, si yo le compro su consultorio con toda su clientela incluida por cinco años por diez millones de dólares, ¿me lo vende o no?”, me dijo. “Ya!”, le dije. Compran a esos precios porque los tipos tienen una información muy fina. Entonces pescan cuáles son los rubros que van a andar, los compran para reciclarlos, ponerlos en condiciones y los venden. Eso es lo que pasó con las editoriales, que cambiaron de manos varias veces. Las reciclan y las venden a precios más altos. Ahí es donde creo que un día el castillo de naipes se les va a venir abajo. Algo de eso pasó con Internet. Hay gente que metió varios millones de dólares y que ahora se está limpiando el traste con los recibos –esto no se dice en un seminario-.
Oscar Lamorgia: Me quedé pensando en relación al paciente de tu colega. Cuando le manda la tarea para el hogar, vos decís: “le hizo una pregunta como al pasar”. Me cuesta pensar que a alguien se le pueda preguntar sobre la potencialidad de un secuestro como al pasar. Primera cuestión. En segundo lugar, cuando el paciente vuelve con la información requerida y el analista le comunica lo que le comunica, da la impresión cómo si hubiera inducido el contenido, para después pretender que lo detectó. En este sentido, me parece que la transferencia al signo incluyen al analista y su maniobra. No sé si eso obedeció a un cálculo de él o no. Pero me parece que ahí lo que se logra por un lado, termina por abolirlo por el otro. En lugar de intercalar un acto y que opere como apertura al futuro, lo que hace es operar desde el sentido común, porque era una época de secuestros.
Sergio Rodríguez: En primer lugar. Cuando dije que fue una pregunta como al pasar tiene que ver con el semblant. Porque para él no era una pregunta como al pasar, para él era La Pregunta. Se hizo el opa. Respecto de la otra cuestión, creo que el analista no pensó que iba a ser tan redonda la cuestión. Pensaba sí que ambas iban a ser cifras muy altas, de millones de dólares, pero no que iban a ser casi iguales. Eran 60 que tenía en Suiza y 59 y pico dio la cuenta. Creo que el analista se identifica a una cierta lógica signante, pero me parece que lo que hace es agujerearle la lógica en la que venía el tipo. Me parece que ése es el efecto que logra y fuerza la caída al discurso histérico. Es muy impactante que lo que el tipo quería, un día por semana, era el secuestro de su vida.
Oscar Lamorgia: Una AFJP propia. Una AFJS.
Sergio Rodríguez: Sí, claro. Bueno, nos vemos dentro de dos martes.
[1] Como efecto de aparecer el saber desde el otro que toma entonces como función serlo con mayúscula = Otro
No hay comentarios:
Publicar un comentario