martes, 17 de abril de 2012

Interpretación-es: lo atamo’ con alambre Reunión del 24 de junio de 1999, del club de analistas Círculo Freudiano. Ponencia de Sergio Rodríguez

Epígrafes: "¿-Cómo podría captarse toda actividad psíquica sino como un sueño, cuando mil veces cada día se oye esa cadena bastarda de destino y de inercia, de tirada de dados y de estupor, de falsos éxitos y de encuentros ignorados, que son el texto de una vida humana?"

"De modo que de mi discurso no esperen nada que sea más subversivo que el propio hecho de no pretender darles la solución."

Jacques Lacan: El Reverso del Psicoanálisis.

"Finalmente, a nivel de la objetivación o del objeto, se oponen lo conocido y lo desconocido. Porque lo conocido sólo puede ser conocido en palabras, lo desconocido se presenta como teniendo una estructura de lenguaje. Esto nos permite volver a plantear la pregunta de que es lo qué ocurre en lo tocante al nivel del sujeto." Jacques Lacan: La Etica del Psicoanálisis.

No todo es interpretable. Lo que está a mano de la interpretación, es lo que desconcierta nuestras percepciones y lastima significados. Librarnos del condicionamiento imaginario nos facilita dejar en suspenso el saber referencial y someternos al saber textual que nos entregan las enunciaciones verbales y/o corporales del analizante. Para los que Lacan es un psicoanalista a ser usado, el trabajo con el paciente tiene como base dominar la articulación que discriminó entre tres registros: Real, Simbólico, Imaginario; y el cuarto nudo, como condición necesaria para pasar del síntoma al synthõme, de la miseria psicopatológica a un estilo frente a la vida. Con ellos trabajamos, y no sólo con lo que proviene del Inconsciente. Esa es la principal diferencia entre la clínica freudiana y la lacaniana. No sólo se toma en cuenta lo que el inconsciente dice a través de lapsus, fallidos, equívocos, etc. El campo se amplió, lo que ha ampliado la eficacia del psicoanálisis. Está de moda decir: " nuevas patologías de fin de siglo". Sin embargo, Bleger en "Simbiosis y ambigüedad" ya las advertía en 1963. Pero además, si se leen con atención los escritos sobre la histeria en el Freud de 1895, se advertirá que varias de sus pacientes presentaban muchos de los rasgos que la moda antedicha caratula así. El psicoanálisis, encorcetado a tratar con el encuadre clásico y con sólo la interpretación del inconsciente, no lograba nada con pacientes que no están hechos para ese encuadre, y que constituyen un importante porcentaje de la población. La casuística psicoanalítica se construyó con la minoría que perseveraba. Ahora, hay una camada de psicoanalistas que adquirió mayor eficacia en su práctica, logrando que muchos pacientes que antes se iban enseguida se queden más, logrando mejores resultados.

"Porque lo conocido sólo puede ser conocido en palabras, lo desconocido se presenta como teniendo una estructura de lenguaje." De esta idea clave, parte la de la primacía del significante. Lo que no quiere decir que no haya equivalencia entre los tres registros. Pero a la hora de vivir, para el ser parlante, se van articulando y tensionando diversamente. En como un sujeto se presenta, se observa que hay momentos en los que domina lo imaginario. Otros, en que actúa por presión de lo real. Y otros, en que opera principalmente lo simbólico. También circunstancias, en las que se articulan más o menos armónicamente los tres.

La base, está en la palabra. Porque de ella procede la función significante con sus tres efectos diferentes: a) Producir la creencia de que significa total y absolutamente a algo. Lo que deja la sensación de que ese significado es el único sentido posible, excluyendo por ese momento la posibilidad de que operen otros sentidos. b) aislada de otras palabras y/o imágenes -no puede producir ningún sentido, es: sin sentido. c) articulada a otra u otras, produce un efecto de sentido que puede resultar en la sensación explicada anteriormente, o por el contrario la de que no se abrochó lo que se quiere trasmitir. Algo sigue apareciendo real, fuera de sentido. No hubo de lo simbólico y lo imaginario, lo que lo aprehenda. Si ese resto real causa el deseo del sujeto, estamos ante lo que Lacan llamó objeto "a". Si lo causa a responder interpretativamente por falta de o en el significante, se producirá un delirio, una mitomanía o hasta un síntoma. Como se puede advertir, es por la dependencia del sujeto del lenguaje, que registra su experiencia en tres dimensiones. Es básico, distinguir naturaleza de real.

El sujeto no es el del enunciado, como engaña la conciencia, ni tampoco su fragmentación. Habrá sido, los efectos de la articulación en la enunciación, entre diferentes componentes y efectos: el significante que lo representa (S1) puro sin sentido, que toma efecto de sentido por la significación que le otorga el significante que viene del Otro (S2). Que por ese hecho es el que "sabe" sobre él. No porque sepa nada, sino simplemente porque convocado por el S1 le significa un saber. Lo que deja al sujeto dividido entre ambos significantes, y perdiendo un resto que queda sin significar, y que también lo divide, causándolo a seguir eslabonando cadena, parloteo.

En consecuencia, la operación analítica no consiste sólo en recortar y poner en evidencia el S2 cuando se manifiesta a través de cualquiera de las modalidades de enunciación (formaciones del inconsciente, giros discursivos, insistencias significantes, homofonías, insistencias pulsionales en los significantes utilizados, etc.). A través de la lectura de esas producciones, se devela lo inconsciente que se va poniendo de manifiesto, pero también como se posiciona el ser parlante en cuestión. Ello indicará, cual puede ser el posicionamiento más conveniente del analista para la buena marcha de ese análisis.

Lo decisivo está en el funcionamiento del analista en cada sesión. Desde sus conjeturas, construirá la apariencia necesaria para causar el deseo del paciente a analizar-se.

Dicho de otra manera: lo que escuchamos, -siempre son sueños, ficciones, mitos, que el anudamiento borromeico en que el analizante está atrapado teje para su sostén y para historizarse (ubicarse en una historia). Lo hacemos desde nuestro anudamiento. Y cuando las cosas andan bien, habitados por el deseo del analista que nos incita a abstenernos, a no tomar partido y a colaborar con el analizante para que pueda ir caminando su camino, discriminando ideales de objetos. Atendemos en las ficciones que nos narran, las manifestaciones de las enunciaciones inconscientes. Se nos van tejiendo entonces nuestras propias ficciones sobre el analizante. Más aún, -si intentamos rechazarlas. El arte está, en no creer que son la verdadera realidad, y en no rechazarlas. Tomarlas como aproximaciones provisorias que nos indican posicionamiento, semblant conveniente, estrategia probable, táctica conducente.

Finalmente. De las enunciaciones del analizante, es fundamental captar si predomina en su posición, la entrada o no en discurso. Se decía en otras épocas que si no entraba en discurso, era inanalizable. Sin embargo, a muchos incapacitados por su enfermedad para entrar en él, se logra generarles un artificio, un lugar, para que el tratamiento resulte útil, eficaz. Para eso, lo importante es darse cuenta de que forma entra o no en vínculo social. A que tipo de discurso lo hace más habitualmente, a que lugares y en qué funciones. Como es su relación con el falo y la castración, y con su propio valor -imposible de calcular. Lo que lo lleva a responder con valores de uso, como moneda para entrar en el intercambio. También como percibe y se ubica en la "relación que no hay, entre los sexos". Dicho de una manera más sencilla, como percibe y se ubica en las dificultades de relación entre los sexos.

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