1989, LACANOAMERICANA de Montevideo.
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“Freudismo y marxismo, aunque los discípulos de Freud y de Marx no sean todavía los más propensos a entenderlo y advertirlo, se emparentan, en sus distintos dominios, no sólo por lo que en sus teorías había de “humillación”, como dice Freud, para las concepciones idealistas de la humanidad, sino por su método frente a los problemas que abordan.” José Carlos Mariátegui.*
En la tecera de Roma Lacan plantea: “Con todo, es del malestar en la cultura, de donde procede toda nuestra experiencia”. Dicho que articulo a este de RADIOFONÍA: Costas de goce, he ahí lo primario. Muchísimos de sus trabajos de diversa manera tomaron en cuenta esta verdad de la existencia psicoanalítica. Interrogarse sobre nuestra práctica exige prestar atención a la articulación entre la estructura que preexiste al sujeto y en relación a la cual este se ve obligado a tomar posición cotidianamente, no sin estar condicionado por ella en su forma macro y en sus manifestaciones micro, y lo que este dice presionado por lo real de su ex-sistencia. Lacan definió la función amo y la función esclavo por como queda posicionado el sujeto ante la cuestión de la lucha a muerte. No se trata entonces sólo de una cuestión de condicionamiento estructural sino también de respuesta ética. El esclavo, contrariamente a lo que pensaba Hegel, goza -para eso se rindió al amo. Amo es, el que se decide a la lucha a muerte por el puro prestigio. Esclavo, el que renuncia a ella para asegurarse el goce de la vida, al precio de la bolsa. De ahí que Lacan, contrariando a Hegel diga que el esclavo goza. El amo ordena, sostenido en su deseo, verdad de su discurso. En el punto de partida del capitalismo el esclavo poseía el saber hacer. La sociedad industrial rompió amarras desde la producción artesanal a través de la invención de la máquina. Ello produjo un saldo cualitativo que la diferenció claramente de aquella. No obstante siguió muy inficionada por la misma en tanto el saber hacer del productor manual resultó indispensable hasta la década del 70 (1970). Estoy hablándoles de un espacio histórico muy corto. En países atrasados como el nuestro, el saber hacer del trabajador manual aún tiene mucha importancia. Este factor declinante a partir del surgimiento de la industria, entró en tirabuzón en dicha década, tirabuzón que se acelera cada vez más.
A esta altura de la exposición me resulta muy importante intentar desbrozar el concepto de saber hacer enunciado por Lacan. En los seres parlantes no se puede suponer ningún saber que no sea efecto del significante. Más radicalmente planteará en el seminario “La ética del psicoanálisis”: “Finalmente, a nivel de la objetivación o del objeto, se oponen lo conocido y lo desconocido. Porque lo conocido sólo puede ser conocido en palabras, lo desconocido se presenta como teniendo una estructura de lenguaje. Esto nos permite volver a plantear la pregunta de que ocurre en lo tocante a nivel del sujeto”. Entiendo que usa palabra en lugar de significante, porque para producir el efecto de sentido, ella en algún momento es imprescindible. En Lacan, la cuestión de la primacía del significante no es abandonada porque termine planteando al nudo Borromeo como articulación equivalente entre los tres registros. No va a dejar de sostener nunca la primacía del significante porque todo resto se presenta y se ordena en definitiva según las leyes del lenguaje. Al saber hacer en algunos puntos de su obra, Lacan lo emparenta al instinto de los animales a la vez que lo diferencia claramente del mismo. Esto me parece importante, porque en cambio, al saber teórico nunca lo va a emparentar al instinto de los animales. El saber teórico es efecto del pensamiento, del proceso secundario, del sistema prc./cc. Articula representaciones, que reprimen a los representantes (significantes) reduciendo por lo tanto la capacidad combinatoria y polisémica de la batería lo que facilita, como diría él, la imbecilidad. El saber hacer es el que Lacan privilegia para la función del psicoanalista que debe liberarse en su acto del saber referencial, teórico, para atender sólo al saber textual, al que se lee en el discurso del Otro, o sea en las manifestaciones del Inconsciente. Ergo el saber hacer es efecto del saber Inconsciente, por eso tiene apariencia de instintual.
En la década del 70 Lacan va cirniendo el concepto de goce. Parte de la comprobación manifiesta por Freud de que la repetición de lo desagradable no puede ser explicada por el principio del placer, o sea de la tendencia a la homeostasis, a la mínima diferencia, al equilibrio. Nada de esto es lo predominante en la existencia. En Intervenciones y textos, en el artículo Psicoanálisis y medicina, dice: “Pues lo que yo llamo goce en el sentido en que el cuerpo se experimenta, es siempre del orden de la tensión, del forzamiento, del gasto, incluso de la hazaña. Incontestablemente hay goce en el nivel donde empieza a aparecer el dolor, y sabemos que es sólo a ese nivel del dolor que puede experimentarse toda una dimensión del organismo que de otro modo permanece velada”. Es importante también, recordar su planteo de que el significante es la causa del goce, a diferencia de lo que causa al deseo que es la carencia. En -“Encore”- lo dice así: “El significante es la causa del goce. Sin el significante ¿cómo siquiera abordar esa parte del cuerpo? ¿cómo, sin el significante, centrar ese algo que es la causa material del goce? Por desdibujado, por confuso que sea, una parte del cuerpo es significada en este aporte”. Y agrega: “Iré ahora derechito a la causa final, final en todos los sentidos del término. Por ser su término, el significante es lo que hace alto en el goce”. Agregando: “La eficiencia de la que Aristóteles hace la tercera forma de la causa, finalmente no es otra cosa mas que ese proyecto con el que se limita el goce”. Y poco más adelante: ¿Y el abrazo, el abrazo confuso donde el goce toma su causa, su causa final, que es formal, no pertenece acaso al orden de la gramática que los rige?”. No es lo mismo te abrazo que: me abrazas. O, en nuestro tema, trabajo, que: trabaja. Al poder demostrar que el significante se halla presente en las cuatro causas del goce puede aseverar: “Diré que el significante se sitúa a nivel de la sustancia gozante”, o sea del cuerpo. Por la razón de que el significante es causa del goce y el saber efecto del significante, el saber resulta instrumento para gozar. Esta lógica soporta una afirmación muy fuerte de Lacan en el Envés del psicoanálisis, el saber es instrumento de goce. Al usar la preposición “de”, en lugar de “para”, nos sitúa ante una bifurcación de sentidos no contradictorios y por lo tanto posibles: de y por saber se goza.
Dice en RADIOFONIA: “Al definir a la estructura por relaciones articuladas a su orden, y tales como ahí participan, no se lo hace más que a su costa”. El ser parlante vive a costa de la estructura que lo produce y en su costa, ex-céntrico, ex-tímico, extranjero, alienado, ex-sistente, exiliado. “Costas de vida o bien de muerte es secundario”1 . La disyuntiva que da nacimiento al amo y al esclavo la disposición a la lucha a muerte por el puro prestigio, ante la amenaza -la bolsa o la vida lleva a la “solución” del esclavo optar por la vida sin bolsa que embolsa el amo. Por eso lo que sigue: “Costas de goce, he ahí lo primario”1 . El amo exiliado del goce de la producción del objeto. El esclavo perdiendo al plus que produce, enajenado de él. Todos en la costa, al margen.
“De donde la necesidad de plus-de-gozar para que la máquina trabaje no acusándose ahí el goce sino para que se le tenga de este esguince como agujero a colmar”1 . Porque es una necesidad de la estructura (la máquina) que se produzca un plus, pues, siempre hay un agujero a colmar, estamos todos condenados al deseo, es decir a quedar en las costas del goce, exiliados y pagando un precio. En el Envés de psicoanálisis, en la clase del 17 de diciembre dice: “/.../el significante no está hecho para la relación sexual”/.../ “En todo caso hay algo que es cierto, es que, si para el hombre eso anda más o menos es gracias a un truco que lo permite, pero que de entrada lo vuelve insoluble. Esto es lo que quiere decir el discurso de la histérica, industriosa como ella es/.../ Vemos entonces a la histérica fabricando un hombre como ella puede, un hombre animado por el deseo de saber”, en tanto ella se oferta como objeto causa diciendo “quiero un hombre que sepa hacer el amor2 ” $/a-----S1/S2/... Es desde ahí que Lacan puede afirmar: “Al nivel del discurso de la histérica, que es aquel que ha permitido el pasaje decisivo dando sentido a lo que Marx articuló históricamente, es a saber que hay acontecimientos históricos que sólo se juzgan en términos de síntomas2 ”. Fijémonos que en esto Lacan coincide con Marx, que descubre por qué el modo de producción capitalista hace síntoma. En terminología psicoanalítica podríamos decir que porque en él queda reprimida en la tasa de ganancia la plusvalía que pierde la fuerza de trabajo y que pasa a ser la ganancia del amo, lo que origina demandas. “No se vio hasta donde llevaba eso hasta el día en que se tuvo el discurso de la histérica para hacer el pasaje con algo diferente que es el discurso del psicoanalista. El psicoanalista al principio no tuvo más que escuchar lo que decía la histérica”. El discurso de la histérica se caracteriza por ser el de la demanda de amor que es la que late tras toda demanda. “Es bien el caso de verificar lo que digo del plus-de-gozar. La plusvalía es la Marxlust, el plus de gozar de Marx”/.../ “la plusvalía, es la causa del deseo del cual una economía hace su principio: el de la producción extensiva, por consiguiente insaciable de falta-de-gozar. Por una parte se acumula para acrecentar los medios de esta producción a título de capital. Por otra se extiende el consumo sin el cual esta producción sería vana, justamente por su inepcia a procurar un goce con que ella pueda retardarse”. Como se ve el planteo de Lacan es que la verdadera producción extensiva, de la producción extensiva del modo de producción capitalista insaciable, es la falta de gozar, y que eso y no otra cosa son la plusvalía y el plus de goce.
“En el contexto en que Marx lo plantea -modo de producción capitalista en el cual el trabajo adopta o reviste la forma de valor- el concepto de plusvalía surge como la diferencia entre el valor total generado por el obrero dentro del proceso del trabajo en el marco de la relación asalariada y el valor efectivamente retribuido. Es la diferencia entre el trabajo total generado y el trabajo efectivamente pagado”.3
La plusvalía es lo que queda velado en la categoría de ganancia de la economía clásica. Para entenderlo, Marx tuvo que descubrir el doble carácter del trabajo. El trabajo concreto genera un valor de uso determinado, efecto de la tarea desempeñada. El trabajo abstracto es el gasto de energía humana en la producción por el cual al trabajador se le paga lo mínimo posible para su reproducción. Esta relación es formulada por Marx en el siguiente matema T=TA/TC. Incorporando así una categoría que brillaba por su ausencia en la economía clásica, la de fuerza de trabajo. Propongo la siguiente equivalencia entre elementos de los matemas marxista y lacaniano: TA=FUERZA DE TRABAJO=SABER HACER/TC=PLUS DE GOZAR=SOPORTE DE LA PLUSVALIA. TA/TC=S2/a.
Para escribir estas equivalencias se presentan dos dificultades, por razones de tiempo tomaré sólo una. Marx planteó la plusvalía específicamente para el modo de producción capitalista por estar enlazado a la posibilidad de la venta “libre” de la fuerza de trabajo que se transforma entonces en una mercancía más. El planteo de Lacan sobre el plus de goce lo extiende a toda la historia, incluida la de los amos y esclavos griegos en la que no había posibilidad de venta de fuerza de trabajo “libre”, aunque si de fuerza de trabajo “envasada” -recordemos el mercado de esclavos-. Marx en El fetichismo de la mercancía refiriéndose al feudalismo dice: “Pero, precisamente por tratarse de una sociedad basada en los vínculo personales de sujeción, no es necesario que los trabajos y productos revistan en ella una forma distinta de su realidad”. O sea que a los ojos de Marx no era que en esos regímenes no rigiera la estructura de la plusvalía sino que la misma no era encubierta. Yo diría que era encubierta por otro orden de creencias que tenían que ver con que a ese tipo de relaciones se las consideraba “naturales” por su “origen divino”. La otra dificultad, que no desplegaré, está en el pasaje del saber a la posición agente en el discurso del amo moderno /universitario/ tecnócrata.
¿Por qué estos planteos lacanianos son importantes de enseñar y trasmitir en la formación de psicoanalistas? Porque son nada menos que los que dan fundamento a la estructura del nudo borromeo y del Inconsciente. Como todo discurso, el del amo se produce socialmente. Este desde la apariencia de un significante amo en posición dominante. Pero como la significación proviene del Otro -el esclavo produciendo un plus en el objeto, el amo queda marginado de gozar produciendo, así como de saber sobre su deseo. Y el esclavo de gozar del plusvalor. Como en “A puertas cerradas” de Sartre, quedamos todos condenados a la falta de goce. Efecto irrecusable del modo de producción de los seres parlantes, modo lógico de la imposibilidad que no cesa de no inscribir el goce en proporción, en relación, en complementariedad, en armonía. He ahí la estructura que no cesa de escribir al malestar en la cultura como síntoma social.
Dice Lacan en Radiofonía: ¿QUE ESPERAR PUES DEL CANTO DE ESE MALESTAR? NADA, SINO TESTIMONIAR DEL INCONSCIENTE QUE HABLA -TANTO MAS GUSTOSAMENTE CUANTO QUE CON EL NO SENTIDO EL ESTA EN SU ELEMENTO-.
En la tecnocracia, poder del amo moderno, el otro consumido como objeto sufre y produce su propia división, condición de posibilidad para reforzar su esclavitud aunque también para el relanzamiento de la demanda -del discurso de la histérica, del cuestionamiento al amo tecnócrata. La condición para el giro de discurso es la emergencia de la falta, del Inconsciente. He ahí el lugar para el testimonio del analista.
No a la Weltanschauung, pero también no al no compromiso. No a la Weltanschauung porque ella es imposible tal como lo probó la experiencia con Marx, con Freud y con Lacan ya que el saber todo es imposible. Límite en Marx porque la condición de posibilidad para su teorización fue el análisis económico y filosófico. En los analistas, porque la suya se genera exclusivamente en el análisis del discurso del que el sujeto del Inconsciente es efecto. Por eso transdisciplina e ideología. No hay teoría que no genere ideología, incluídas las diferentes facetas de la teoría lacaniana, porque no hay teoría que no se teja en los tres registros, y al tramarse en ellos no puede dejar de producir cierto efecto de realidad, por la articulación simbólico-imaginaria. Lo mejor entonces, es atender la que se genera para efecto de nuestras propias teorizaciones. El camino no está en oponerse a generar ideología, porque eso es imposible, si no en estar atento a que ideología se está generando.
Presenciamos la culminación de la sociedad edificada sobre la base del velamiento de la expropiación del plusgocevalor por los amos tras el endiosamiento del ideal de la tasa de la mayor ganancia en el que queda velado y develado el carácter salvaje de la Plusvalía que el capitalismo obtiene actualmente. Los psicoanalistas que no resignamos nuestra ética de, a través de la lectura de las marcas de las enunciaciones en los enunciados afrontar al sujeto con lo real, con lo que se atraviesa a lo que marcha en sentido satisfactorio para el amo, encontramos nuestro lugar dando testimonio del malestar.
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