Sección: Fatigando conceptos
Tema: Algunas tesis sobre la utilización del método psicoanalítico para analizar fenómenos culturales, sociales y políticos
1) Los psicoanalistas podemos contribuir al análisis de lo que acontece en los lazos sociales utilizando nuestro método de interpretación y teniendo en cuenta unos pocos axiomas encontrados por nuestra práctica con los analizantes. Estos son: 1.1) las relaciones de soporte y exclusión entre el deseo y el goce 1.2) de causa y represión entre lo deseado de saber por no reconocido o por desconocido y el saber supuestamente sabido 1.3) el recorrido paradojal, moebiano[1] del narcisismo que lo lleva a resultar, a veces favorable al beneficio y otras al perjuicio. Partiendo de dicho axiomas, podemos analizar siguiendo las letras que con diferentes vestiduras aparecen como enunciaciones, en los enunciados de los actores sociales, solos o en masa. El método de interpretación psicoanalítico en su extensión también debe ser abstinente, estrictamente formal. apartado de pre-juicios y conducido sólo por el bautizado por Lacan como deseo del analista. Ese que busca producir la máxima diferencia entre ideal y objeto.
Tema: Algunas tesis sobre la utilización del método psicoanalítico para analizar fenómenos culturales, sociales y políticos
1) Los psicoanalistas podemos contribuir al análisis de lo que acontece en los lazos sociales utilizando nuestro método de interpretación y teniendo en cuenta unos pocos axiomas encontrados por nuestra práctica con los analizantes. Estos son: 1.1) las relaciones de soporte y exclusión entre el deseo y el goce 1.2) de causa y represión entre lo deseado de saber por no reconocido o por desconocido y el saber supuestamente sabido 1.3) el recorrido paradojal, moebiano[1] del narcisismo que lo lleva a resultar, a veces favorable al beneficio y otras al perjuicio. Partiendo de dicho axiomas, podemos analizar siguiendo las letras que con diferentes vestiduras aparecen como enunciaciones, en los enunciados de los actores sociales, solos o en masa. El método de interpretación psicoanalítico en su extensión también debe ser abstinente, estrictamente formal. apartado de pre-juicios y conducido sólo por el bautizado por Lacan como deseo del analista. Ese que busca producir la máxima diferencia entre ideal y objeto.
2) Sus descubrimientos propios -Inconsciente y castración real del lenguaje- plantean que no hay teoría psicoanalítica, económica, o social; que logre dar cuenta sola de los fenómenos sociales. Razón por la que debe ofertarse para la colaboración transdisciplinaria. Colaboración destinada a tramitar creativamente el desencuentro entre teorías, causado por la imposibilidad del lenguaje de completar o complementar sus propias insuficiencias ante lo real.
3) El sujeto concibe su realidad desde lo que su narcisismo le propicia y lo entrampa. Este funciona según las identificaciones homeomórficas que constituyen al Imaginario, proyectándose sobre la realidad que construye. También, presionado por deseos inconscientes causados por lo realmente ausente de los objetos y atraídos por velos fantasmáticos que lo tergiversa. Deseos resistidos y en parte realizados por la presión real de lo que se “goza”[2] transaccional y equívocamente. Parafraseando a Carlos Marx, pero para no quedarnos en lo que de él se reveló desacertado, en vez de decir que el ser social condiciona la conciencia social, podemos afirmar que el afincamiento de goce condiciona el accionar del ser parlante. Esto nos lleva también a captar que la lógica de clases debe ser analizada moebiana y según las circunstancias. Los diversos sectores sociales pueden ocupar la cara positiva o negativa, según la ocasión. La experiencia muestra que el afincamiento de goce no depende solamente de la voluntad de cada ser parlante, sino también de las circunstancias en que quede “plantado”.
4) Los psicoanalistas cuando participamos como actores en los movimientos sociales sufrimos los mismos condicionamientos que cualquiera. Sufrimos igual, dichos condicionamientos del narcisismo.
5) El psicoanalista desde su función, causado por el deseo del analista tal como lo discriminó Lacan en “Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis”, puede analizar los lazos sociales, buscando registrar la máxima diferencia entre Ideal y objeto. Para ello debe dejar en suspenso relaciones a deseos, ideales y goces propios. Consiguientemente sus análisis no conformarán a nadie, pero advertirán sobre la incidencia de los tres registros y de los soportes entre sintomáticos y “sinthômaticos” de la sociedad: - analizada en sus circunstancias como objeto a -. Lo que puede resultarle útil a los más lúcidos y mejor causados de los actores sociales. No debemos olvidar la aguda observación de Machiavelo en “El Príncipe” cuando decía, que como a la política se dedican hombres buenos que buscan fines buenos y por eso utilizan medios buenos y hombres malos que buscan fines malos y por eso utilizan medios malos, finalmente ganan los malos. Dicha observación y las experiencias revolucionarias transcurridas a partir de entonces (francesa, rusa, fascista, thatcheriana, etc...) dejaron una consecuencia ética de la cual no se debe renegar: los medios marcan a los fines. El método del psicoanálisis no sirve para dirigir nada, pues su producto al apoyar al deseo inconsciente de los sujetos propulsa la caída o por lo menos el aflojamiento de las identificaciones, que son la vía principal y casi exclusiva de la consistencia de las masas, amasables sólo a través de sus componentes yoicos[3]. En consecuencia: atendiendo sus demandas que reprimen a sus propios deseos, soportando fascinaciones o agresividades según el momento, y tensiones potenciadas por la presión de sus pulsiones.
6) Como secuela, parte importante del análisis psicoanalítico de los hechos sociales resulta acaparado por el de las transferencias en juego. Lacan, en su “Proposición del 9 de octubre de 1967” sugirió trabajar la relación entre amar y Sujeto supuesto Saber, para continuar la investigación de Freud en su “Psicología de las masas y análisis del yo”. Los recientes acontecimientos argentinos pusieron de manifiesto que el momento de mayor inquietud[4], desasosiego, violencia y angustia de las masas, precipitó cuando se tornó evidente que el presidente de entonces –Antonio De La Rua- estaba sin saber que hacer, desconcertado, e inhibido para la acción. Había caído como apariencia de Sujeto supuesto Saber y como consecuencia, la transferencia de la mayoría de la población hacia él.
7) Como sabe cualquier político experto, la política tiene como punto de Arquímedes el Poder. A las medio-verdades del Poder las define una estructura compleja de relaciones de fuerza que atraviesan coyunturas diferentes. Como lo definió Freud en el libro antes aludido[5] las organizaciones artificiales de masa funcionan por identificación entre los yo de los que las integran a través de la identificación con el liderazgo tomado como objeto e ideal. De ahí que Lacan no conciba a ningún discurso, en tanto sostenga lazo social, que funcione sin el lugar de apariencia de agente. Apariencia, en tanto teniendo mucho peso la función del agente, este no la puede llevar adelante por fuera de los condicionamientos que la estructura del discurso que agencia le impone desde la correlación entre sus cuatro lugares (agente/verdad ----- otro/producción). Por eso también Lacan, que habitualmente prefirió dejar de lado la pregunta por los orígenes, no dudó en suponer al del amo antiguo (S1/$ --- S2/a) como el primer discurso que hizo su aparición en la historia humana. Dicha experiencia histórica ha demostrado sobradamente y al costo de muchos millones de muertos violentamente, que no hay sociedad que funcione sin un agente que aparente dirigir. Lo que quede en ese lugar puede producir efectos diversos. No son los mismos los del amo antiguo, que del Profesor universitario, del capitalista de inversiones golondrinas, de las puras demandas de la histeria, etc. En este contexto de experiencia histórica de las ideas y de acción práctica en política, la humanidad ha sostenido básicamente dos formas de gobierno: dictadura o democracia. Cada vez que alguna se instaló y logró sostenerse, fue porque contó con alguna expectativa ilusionada de las mayorías. La democracia se distingue porque facilita gestionar los inevitables conflictos sociales más civilizadamente y con menos violencia, para lo cual requiere una fuerte transferencia de las mayorías hacia dicha forma de gobierno y de los que la sostengan. La dictadura se presenta como tope a situaciones que prefiguran desembocar en anomias y anarquías. En esos estados, la masa ante la angustia causada por el vacío en el lugar del agente o porque éste esté ocupado por la posición histérica de demanda permanente, suele comenzar a desear un “Mesías con mano dura”. En ambas, sólo mediado por rasgos personales de cada agente más tarde o más temprano, el poder decidir va corrompiendo a sus detentadores. Esto ocurre en cualquier zona de poder –estatal, partidario, sindical, empresarial, etc.-. Reconoce como uno de los determinantes, al hecho de que mientras es calculable la diferencia de valor que produce el trabajador con sus horas de trabajo en relación a lo que recibe como pago, no lo es la función del agente en tanto su valor está determinado no por sus horas de trabajo sino por la disposición al riesgo y la habilidad para cumplir la suya. Esto pone en cuestión al modo calcular la plusvalía diseñado por Marx, en tanto tomaba como referencia solamente las horas de trabajo del trabajador. El lazo social necesario para producir presupone dos posiciones de goce diferente. La del que arriesga dirigir y la del que no quiere más que ser dirigido. El primero se enfrenta a todas los albures que la suya significa. El dirigido cree que los elude. Mientras el primero ordena, en todos los sentidos de este significante, el segundo busca cobijarse y desde ahí demandar. Al ser imposible la producción sin la participación de ambas posiciones, las tensiones por la distribución del plus producto se da entre ambas. Ambas tienden a corromperse y a sacarle ventajas a la otra. Unos desde el sadismo oral y anal, otros desde una oralidad succionante. Así ocurrió cada vez que alguna de ellas tuvo preeminencia en el poder de decisión (por ejemplo: neoliberalismo/ socialismo real) Dictadura y democracia no son más que ficciones, apariencias de posibilidades para gobernar. No escapan a que gobernar es imposible, de donde el “eterno retorno” del fracaso. La razón fundamental, aunque no la única, reside en la existencia del Inconsciente. Torna imposible la representación. Nadie puede representarse plenamente en y sus deseos y mucho menos los de los otros. Los deseos, al responder a lo que en cada uno toma el lugar de la carencia, resultan singulares y ajenos a las conveniencias de los otros. De ahí que toda acción de gobierno no pueda ser más que sintomática, metafórica de la transacción entre demandas y goces en conflicto, encubridores de los deseos irrealizados. Se hace evidente que en general la democracia es preferible a la dictadura en tanto resulta un método más pacífico y civilizado de tramitar los conflictos sociales.
8) Un párrafo aparte merecen los medios masivos de comunicación. Surgidos con el periodismo gráfico, toman peso fundamental con los medios electrónicos, que no exigen saber leer, se arraigan masivamente, trasmiten a todas las latitudes en tiempo real y pueden ser portátiles. Estas condiciones los llevan a formar parte de la malla del poder. En ella funcionan según una lógica soportada por dos variables. Su negocio depende de las mediciones de “rating”, audiencia, ventas. Lo que producen debe hacerse desde el imaginario mayoritario. Por eso lo que pase en los medios refleja el estado medio de la opinión pública. No sólo influencian a su público, también son influenciados por él. El “zapping” acentuó esta característica. Por la otra variable, buscan incidir en la opinión pública en función de los intereses de los dueños de cada medio, pero no pueden hacerlo si no es a partir de tener en cuenta los condicionamientos antedichos.
[1] Recorriendo la banda de Moebius imperceptiblemente se pasa de una cara a la opuesta en un lugar distinto al punto de partida.
[2] En el sentido que Lacan le agregó al término. El goce como lo que hace sentir el cuerpo, tanto en el disfrute como en el sufrimiento y que tiene la particularidad de poder llegar a generar hábitos difíciles de resignar. Y que como señala en “La Tercera de Roma” es la residencia del “ser”.
[3] Ver el capítulo Enamoramiento e hipnosis en “Psicología de las masas y análisis del yo”
[4] Hasta la fecha: 8 de febrero del 2002
[5] Psicología de las masas y análisis del yo
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