jueves, 31 de julio de 2008

3º Clase

23-04-2002


Seminario: PASOS Y PASES EN LOS ANALISIS Y PARTICULARIDADES
DE LA CURA

Eran dos tipos requete finos
Eran dos tipos medio "chiflaos"
Eran dos tipos casi divinos
Eran dos tipos "desbarataos"

Si se encontraban en una esquina
O se encontraban en el café
Siempre se oía, con voz muy fina
El saludito de Don José

Hola Don Pepito, hola Don José
Pasó usted ya por casa, por su casa yo pasé
Vio usted a mi abuela, a su abuela yo la vi
Adiós Don Pepito, adiós Don José

La verdad que me sorprendí cuando empecé a desplegar el programa con ustedes ahora. Cuando lo había escrito no me había dado cuenta. En el sentido de la importancia que le estoy dando al tema semblant en el programa. Tengan en cuenta que ya van tres clases que estoy dedicando al tema, luego viene la de Laura Lueiro con la cual van a ser cuatro clases.

Le doy tanta importancia porque creo que es capital para que se instale y se sostenga cualquier análisis. Cuando digo cualquier análisis por lo tanto, me estoy refiriendo desde los más sencillos, esos neuróticos media, hasta los más complicados, como determinadas psicosis. O en algunas melancolías y hasta en ciertas delincuencias. Esto no lo tenía anotado pero se los quiero contar, porque me parece que es una ilustración muy importante. Tengo un amigo, Marcelo Gómez, que trabaja en Minoridad en la Justicia de La Plata. Hace muchos años que anda en eso. Es un colega psicoanalista pero muy particular, es un hombre que viene de abajo, por lo tanto no solo ha estudiado, se ha formado, se ha analizado, sino que se ha criado en cierto sentido con aquellos a los que dedicó parte de su vida. Una vez me contó que estaba detenido un pibe de unos 17 años que ya había tenido muchas detenciones. Yendo en un colectivo, de golpe sacó una navaja y abrió a un hombre por el medio. Lo mató. Había estado en un neuropsiquiátrico, se había pasado de cocaína. Tal era así que cuando más adelante se logró que el muchacho hable sobre eso, dijo que se había alucinado con que estaba dentro de un camión de frigorífico y que lo que tenía al lado era una res colgada, no un hombre agarrado. Pero eso lo contó más adelante. Al comienzo, no había psicólogo que pudiera entrar. Le mandaban uno tras otro y se imaginan... Lo mandaron a este amigo mío que es experto. Intentó de una manera y otra. Decidió no insistir. Pero se cruzaban en el patio del correccional. Cuando dejó de insistir, el pibito comenzó a buscarlo, pero a buscarlo provocativamente. "Vos te crees que me vas a curar a mí. A mi nadie me va a curar. Yo cuando quiera me escapo". El colega no le daba mucha bolilla. El pibe insistía. Un día, el pibe lo agarra y le dice: "¿Vos creés que vas a poder conmigo? ¡A mí la vida me importa un carajo!" Y agregó: "A mí, cruzando la calle, por mirar para otro lado, un colectivo casi me mata". Entonces mi amigo se dio vuelta y le dice: "Ah... sí, ah... sí! La verdad que a mi no me interesa atenderte. A boludos no atiendo". A partir de ahí se estableció el vinculo transferencial del pibito este con el colega.

Tengan en cuenta algunas cosas desde el punto de vista de la conceptualización de Lacan. Él después de un largo trabajo sobre el tema del significante, además de llegar a su famosa formalización de que "un Significante representa un sujeto para otro significante". Llega a otra conclusión que es muy importante y a la que dedica un Seminario entero: "que un significante no puede no ser de apariencia". O sea, que todo significante no es más que una apariencia de objeto. Por eso la insistencia que tuve en clases anteriores, de que el significante no representa ninguna realidad, sino que solamente es representante de alguna, lo que es distinto.

Otra cuestión muy importante en este recorrido de Lacan, es que él se da cuenta que "un jefe (no son palabras de Lacan) no puede no ser más que agente". Él después de muchas vueltas, donde empieza como los comunicólogos comunes de su época a hablar del emisor, termina hablando del agente. ¿Por qué? Porque está condicionado por la estructura en su conjunto. En este momento tenemos un ejemplo clarísimo que es el presidente de la Nación. Es el presidente, quien lo duda, independientemente de la opinión política que cada uno tenga, supongo que no han de ser muchos los que tengan simpatía por él acá, pero es un jefe. No como De la Rúa, que si ustedes recuerdan lo que más angustiaba era que no estaba en jefe. Pero la caída del gabinete ahora[1], muestra que un jefe no puede hacer cualquier cosa. Es obvio de que no está pudiendo ser más que agente.

En consecuencia, de que el significante no puede no ser más que de apariencia, y que el jefe no puede hacer más que agente, el agente no puede ser más que emisor en apariencia. De cómo arme esta apariencia, dependerá en buena medida su eficacia para agendar... para agenciar, perdón, hoy estoy una maravilla! El discurso del analista puesto arriba, (s/S2----$/S1) de lo que habla es de esto. Fíjense que en Lacan hubo un momento, por el 72, en el que hacía como 40 años que era psicoanalista, y llevaba más de 20 de enseñanza, en que dijo: No hay discurso en el cual el agente no sea de apariencia, inclusive en el discurso analítico. Esto es muy importante, porque si no... me causa mucha gracia. Un paciente me contaba de que había tenido toda una discusión con alguien que había leído el libro mío: En la trastienda de los análisis, donde yo planteo este tema de la apariencia. Ese otro alguien, estaba muy enojado conmigo porque decía que yo propendía a que los psicoanalistas sean embaucadores. (risas)

Que engañaran... claro. Lo que él no captaba, era que es una cuestión de estructura. Uno puede hacer lo que quiera, que igual no va a hacer más de apariencia. Luego se verá que apariencia resultó, y que efecto produjo en la instalación o no de la transferencia.

El sufriente siempre va a consultar sintiéndose en inferioridad de condiciones ante el Otro encarnado. Cuando digo siempre, digo siempre. He tenido experiencias donde parecía lo contrario. Les conté más de una vez, de uno que me tiraba almohadones, que no se iba del consultorio, era toda una historia, parecía venir como un gallito. En realidad no era más que la apariencia que encubría la enorme fragilidad subjetiva de ese muchacho. El día que porque llovía, tomé el taxi tarde y llegué 15' después a la sesión, estaba desarmado. Eso también hace a la estructura, porque si uno recurre a alguien es porque supone que ese alguien le va a saber resolver lo que a uno le ocurre, por lo tanto ese otro ante uno aparece de esa manera. Sea medico, psicoanalista, brujo, tarotista, astrólogo, tirador de cartas, psiquiatra, o cualquier otro potencial psicoterapeuta. De paso ustedes advertirán que coloco entre los psicoterapeutas a los tarotistas, etc.

El que viene así, viene dispuesto a entregarse totalmente tanto como a salir corriendo rápidamente. La encarnación de ese Otro, por supuesto los estoy escribiendo con mayúscula a estos Otros, carga sobre sí la imago de la omnipotencia de los Otros primordiales. La madre, el padre, las maestras del jardín, directores de escuela, etc.

Pensemos la función de la instalación de un análisis y de la constitución, deconstitución y reconstitución de las apariencias, como teniendo cierto parentesco con el proceso de adaptación en los Jardines de Infantes. Lo propongo en serio, no es un chiste. En ese movimiento de transición a un nuevo espacio potencial, el infante va pasando de la mano y el acompañamiento de la madre o el padre, a la mano y la voz de la maestra, para ir entrando en el lazo social de la salita, su color y el vínculo con los otros nenes. Ahí sí va otro con minúscula. En ese movimiento el consabido: "y ahora sentémonos todos juntos". Hace apariencia de paridad de la maestra con los nenes sin perder su lugar de agente, ya que la suya es la voz que lo dice, pero de una manera que facilita la función de quitarle la forma monstruosa de la omnipotencia supuesta que da la encarnación del Otro en esos momentos. No sé si se dan cuenta, que estoy hablando: del semblant de la maestra jardinera en ese momento.

Por eso recurriré a mis maestros Gaby, Fofó y Miliki, después se agrega Milikito, pero es más un colado. Para que sigamos tratando de aprender algo sobre construcciones de semblant. En ese sentido me parece muy importante, esto lo digo siempre, diferenciar entre el acto artístico y la persona de los artistas. No hay que idealizarlos. Por ejemplo, Gaby, Fofó y Miliki, plagiaron "El auto de papá" de Pipo Pescador, lo que les costó un juicio. Que finalmente ganó Pipo Pescador. De paso se levantó una buena cantidad de dólares. Pero el verdadero valor del acto artístico de dichos payasos los recibí con su música y sus letras. Ahora trabajaremos un poco su célebre "Hola Don Pepito, hola don José". Voy a hacer un juego que no hago habitualmente, lo podría por ahí plantear de otra manera, pero me pareció que acá cabe así. Tomo una cierta herramienta de los semiólogos que me parece interesante porque en definitiva estamos hablando de escena también. Divido lo que se dice entre el relator y la voz. El relator, para los semiólogos, funciona... no funciona, se disfraza de la apariencia de ser el representante, ahí estoy mezclando conceptualizaciones obviamente, de ser el representante de las voces. La voz, es cuando la voz habla directamente. Por ejemplo Cristina Corea tiene un trabajo muy interesante sobre el feminismo en el analiza cómo el grueso de la literatura feminista funciona como “representante” de las mujeres. Pero que otra cosa es cuando las mujeres hablan, hacen oír su propia voz.

Qué nos describe el relator en la primera estrofa? Cuatro definiciones de dos personajes idénticos en rasgos y cualidades, que funcionan casi como oximorones. ¿Saben sobre la figura retórica del oxímoron?. Es cuando se contraponen dos significados opuestos para producir una metáfora. Por ejemplo: requete finos, medio chiflaos, casi divinos, desbarataos. Algún psiquiatra o conde de Chitkoff, los etiquetaría de bizarros.

Empiezo por el último rasgo, desbaratao, porque creo que nos sirve bastante para el tema del semblant. Según el Diccionario de la Real Academia Española. Desbaratados: "de mala vida, conducta o gobierno." Viene de barato y de baratar. Tomé algunos de los significados para no abundar innecesariamente. Viene por el lado de fraude o engaño, en los orígenes más antiguos. También antiguamente de: abundancia, sobra, y baratura. Como adverbio masculino: de poco precioso. También como una expresión familiar que se usaba para denotar que una cosa se daba o vendía por un precio muy bajo. En el francés antiguo, como figurar y familiar: predominar una persona por el miedo que impone a otras. También: conceder gratuitamente alguna cosa por no entorpecer el fin principal que se pretende. En otro de los significados: Confundir y oscurecer lo que alguien va a decir, metiendo bulla y dando grandes voces. Este lo traje por la actualidad, no tanto por la cuestión del semblant: dicho de un país, tierra, etc., como talarlos, destruirlos. Están desbaratando a nuestro país.

Lo colocan como sinónimo de desbarajustar, desordenar. Es muy interesante, porque desbarajustar parece ser un derivado intensivo de barahustar, de barahustar. En el siglo XV queda desbaratar, trastornar, que parece haber significado primitivamente de: golpear con lanza, y luego parar un golpe por medio de una lanza. Vendría de hustar. procedente del latín tardío: fustare "azotar, golpear". Nuestros gauchos usan fustas. Como derivado de desbarajuste, desbaratado, desbaratar, baratao, desbordar, borde. Descarado, descararse. Cara, descarnar, carne, descaro, cara otra vez.

Barato que yo creía que venía de ... de baratillo, de paquete. Pero no, viene de negociar emparentado con el celta mratos: engaño, traición de donde embaucar.
Como ustedes ven desbaratao nos lleva directamente al semblant del analista, pero pasando por todas las vicisitudes de las que la Real Académica Española y Corominas, estoy citando de los dos diccionarios, nos dan noticia. Si ustedes pudieran ir siguiendo, sino después lo harán en la desgrabación, hay una gran plurisemia en la cuestión de desbaratao. Y se juegan muchas de las escenas de los analistas cuando estamos analizando.

Lo que me impactó, esto de paso encaja con una pregunta que me mandó por mail Carola Lapeyre sobre por qué yo había hablado de política clínica en psicoanálisis. Ustedes habrán visto que las diversas vueltas que van dando los significados del desbaratado, desbarajuste, barato y todo eso, lo que está latiendo permanentemente es la cuestión de negociar. Porque si lo piensan, inclusive en dos caballeros que se encuentran con lanzas, en un combate a lanza, es una modalidad de negociación. Con lo cual yo me animaría a decir sin ninguna vergüenza, que la capacidad de cada uno de nosotros para hacer semblant, es una parte importante de nuestro negocio. Si ustedes me escuchan monosémicamente, van a escuchar una parte de la cuestión, pero es plurisémico eso también. Por supuesto me estoy refiriendo, y no tengo ninguna vergüenza en ese sentido, a todos nosotros nos interesa tener pacientes, cobrar lo que los pacientes nos paguen y vivir de eso. En ese sentido es un negocio como cualquier otro. Cuando se habla de que tenemos clientes, sí tenemos clientes, no son sólo pacientes.

Pero además de eso lo tomo, porque todo negocio es una transacción. Ahí la cuestión del negocio nos acerca al síntoma. Pero además, el trabajo del psicoanalista es un trabajo donde ya Freud en Psicoanálisis silvestre advirtió que no se lo hace de cualquier manera. Uno no va a decir determinada cosa en cualquier momento del análisis. Ahí también hay algo del orden de la negociación. En el sentido de que para que el cliente aprecie algo de determinada manera va a recurrir a muchas vueltas. Nada de avergonzarnos. Freud la cantidad de términos que extraía de la economía política era notable, por ejemplo: economía libidinal, objeto, carga; en la transferencia en los sueños: desplazamiento de valores. Nosotros negociamos apariencia para venderle al analizante su propio efecto sujeto devenido de lo que lo representa y de su ser de objeto.

Ahora, sigamos con nuestros maestros. Desbarataos va a renglón seguido de casi divinos, otro semblant. O sea parecidos a dios, pero casi. En los dos primeros oponen, requete finos con medios chiflaos. Fíjense qué interesante en ese sentido. ¿No nos presentan la disparidad de gestos, entonaciones de voz, dadas de manos, respuestas telefónicas, participación en reuniones sociales, que tenemos que tener los analistas si queremos lograr analizar?. No se parece para nada a esa imagen del analista clásico, que suelen dar con buen humor los humoristas: peladito, de barbita, anteojos gruesos, espaldas cargadas, haciendo... (carraspea) y dando la mano. Nada que ver con ella.

¿Y el consultante? Esta es la otra cuestión. El relator nos dice que son dos, pero dice que lo que se oía era el saludito de Don José. Fíjense ahí hay un conflicto de cómo define la cuestión y como la nombra. Deja por lo menos una ambigüedad que da lugar a la duda. Que los saludos los iniciaba con voz muy fina Don José. Pero ¡qué agrega la voz, que podemos tomar como la enunciación, la voz como la enunciación: Que Don, que ellos (los españoles) lo usan traslativamente del título nobiliario, que Don José saluda su otro con un diminutivo: Don Pepito, que es el apelativo de José. Luego recibe el mensaje invertido. No aclara ni en la canción ni en la lectura, con que voz. Lo que como consecuencia debe hacernos suponer que con voz más gruesa. Pero si de Don José dice con voz muy fina y del otro no aclara, nos mete en otra paradoja, el de voz más fina trataría con disminutivo al de voz más gruesa.

Se escucha la pregunta: ¿pasó usted ya por casa?. Fíjense que es indeterminado y con la enunciación de que es una rutina. No dice, "pasó usted por su casa", sino "paso ud. ya por casa", queda indeterminado. Contesta el otro "por su casa yo pasé". Ahí él sí determina que es por la casa de Don José, pero a mi modo de ver no termina de resolver la intriga. El menor, o el que despierta ternura en Don José, es el que dice eso. Porque el diminutivo se usa en función de ternura o porque se está refiriendo a alguien más pequeño, o en función peyorativa, pero por como viene la letra no es este el caso. Entonces, Don Pepito discrimina propiedad y pronombres personales. Don José el grande no lo hace, otra vez la inversión lo está haciendo el más chico.

Sigue sin puntuaciones, en consecuencia los dichos se tornan ambiguos, no se puede saber sino por el sonido de las voces, sobre quién habla. Esta grabación no es de Gaby, Fofó y Miliki, es de Miliki después de que ya había muerto Fofó. Hay partes que se las hace responder al coro de pibes. ¿Quién habla? Es solo el saludito de Don José, o ¿a partir de él se saludan los dos, Don José y Don Pepito? ¿Quién habla, pregunta o indica? Tampoco queda claro. “¿Pasó usted por mi casa?” Es distinto. “¿Vio usted a mi abuela?”, el otro responde en forma invertida, “a su abuela yo la vi. Adiós Don Pepito, adiós Don José”. Fíjense que invierten la jerarquía. El que es Don José por lo tanto se puede creer que es el mayor, es el que se despide del probablemente mayor. Podrían ser dos personas, y no se olviden nunca que persona viene del griego persone, cosa que se conserva bastante en el francés (personne), y que quiere decir máscara. Es muy interesante, porque en ese sentido los griegos la tenían más clara que los occidentales posteriores.

Podrían ser dos personas intercambiando un “discurso corriente”. Fue la última formulación de Lacan para lo que tomándose de Freud empezó llamando "palabra vacía". Lo típico del discurso cotidiano y rutinario: ¿qué tal cómo andás? Todo bien. Uno podría deconstituirlo diciéndole: fantástico, que suerte que tenés. Los rituales sostienen la apariencia de relación. En este caso, ¿es un intercambio de discurso corriente, imaginario puro, o es un disociado charlando con su niño volviéndole desde lo real?. No queda tan claro, si ustedes leen la canción en lugar de comprenderla. Cuando digo: charlando con su niño volviéndole desde lo real, sería charlando con su alucinación.

No olviden ustedes, que Lucía había conversado con un hombrecito que poblaba su oreja, hasta que el análisis previo interrumpió dicha conversación.
Por supuesto que la imagen, no el juego de voces, ayudará mucho a resolver la pregunta, pero no siempre. Recuerden los que la vieron: "Una mente brillante" esa película que todavía están dando. Estoy hablando de un “semblant” de los pacientes. Para los que no la vieron, es sobre un matemático esquizofrénico que terminó ganando un premio Nobel. Es sobre un hecho real, es muy interesante como está hecha la película. Por necesidad de la de darle cuerpo a las voces. No es lo más común que se ve en las esquizofrenias, pero a veces se ve. Me ha tocado atender a un hombre al que su alucinación visual, un gran ojo, lo miraba desde el paredón de enfrente.

Pero en todo caso estamos hablando de un semblant de los pacientes. Por eso traigo la canción. Fíjense que por la misma no sabemos si estamos hablando de dos neuróticos que están haciendo un discurso común y corriente, o de un psicótico que está en pleno diálogo con sus alucinaciones. Obviamente son dos apariencias muy diferentes. Con lo cual lo que les estoy diciendo, es que no solo los analistas hacemos apariencia sino que cada paciente también arma su apariencia.

Cuando estoy preparando el guión y voy a hablar del semblant de la derivadora recuerdo mi primer encuentro con ella, con la derivadora. Ambos teníamos 16 años. Fue en un Acto de un 1° de mayo de 1954 en la plaza Lezica, hoy Parque Rivadavia. Acto rojo por supuesto. Yo había leído Pedro y Lucía de Romain Rolland, y estaba dado vuelta por dicha historia de amor. Una jovencita un poco más chica que yo, con sus largos y rubios cabellos al viento me ofrece una revista de cultura: Mar dulce. Flechazo inmediato. Desaparece tan rápido como apareció. Después, durante años, supe de ella por rumores. Hasta que en la Facultad de Medicina nos volvimos a encontrar, pero manteniendo siempre cierta distancia. Se había metido con un grandote pintón que me llevaba varias cabezas de ventaja y con el cual se casó y sigue casada. Yo para ella fui el idealizado, rudo y militante caudillo inalcanzable. Comunidad de amores, de ideas, de riesgos y el recuerdo reprimido de un amor por quienes encarnábamos la antorcha de la revolución. En verdad, ¡qué sé yo si ella me amó alguna vez! probablemente son todas imaginaciones mías. Luego, cuando me deriva esta paciente, los papeles seguían "careteando". A sus ojos yo seguía encarnando la antorcha de la revolución, a los míos ella se batía en una digna retirada. Se acuerdan que les dije que se tuvo que exiliar.

Y luego, ¡sorpresa!, ese amor reprimido vuelve a ser recordado en el nombre que le pongo a la paciente. Esto me sorprendió totalmente, porque ... Lucía se lo puse hace un montón de meses... más, años... porque lo presenté varias veces... Para esta clase, es la primera vez que me acordé de toda esa escena inicial, de donde seguramente viene el nombre que le puse a la paciente. Un nombre que yo creía le colocaba solo instrumentalmente, más adelante se van a dar cuenta porque les dije que es un nombre instrumental. Recién ayer lunes, caigo en cuenta que tenía que ver con la derivadora, nada más ni nada menos que a través de Romain Rolland, que fue un gran nombre del padre para los de mi generación e ideas de entonces.

Como pueden observar, esa derivación, desde los tres, me refiero: quien la hace, la paciente y yo, era un gran malentendido. Sin embargo con algunos rasgos de verdad. Para que esa mujer desplegara su confianza, transferencia, hacía falta que se confiara a alguien que no pareciera pertenecer al campo del hombre que amaba sino al que ella por ideales, suponía suyo propio. Recuerden el conflicto de ella.
Su capacidad para amar aun tributaba a la cara del narcisismo que se fascina con los ideales. La dificultad por la qué consultaba, estaba justamente en que aun no podía transferir esa capacidad de amar a relaciones de objeto no identificadas a sus ideales sexuales, políticos, ideológicos y morales.
Muy bien, tienen ustedes la palabra.

Público: Te quería preguntar, si podrías ampliar un poco el semblant del paciente cuando llega, porque yo siempre pensaba el semblant que hace el paciente. Siempre pensaba cómo hacer semblant, a veces me sale y a veces no. Sobre todo no me sale cuando lo quiero hacer.

SR: Creo que es muy importante el tema ese. Porque entrar en un análisis y llevarlo a fondo, suele llevar mucho tiempo. Cosa que yo la verdad me enteré gracias a Lacan. Anteriormente, les contaba, había casi un reglamento. Dos sesiones, es más estaba fundamentado, se decía dos sesiones. Y tiene que ver con la pregunta, porque se argumentaba que en la primer sesión el paciente podía estarse presentando de una forma. En la segunda te podías encontrar con sorpresas, entonces en la tercera ya se la consideraba apropiada para mandarla al diván. Más o menos esa era la idea.

Cuando me empiezo a enterar de que Lacan hacía largos procesos de entrevistas, empecé a tratar de enterarme por qué y a interesarme en personas que él analizó. Especialmente leer los libros de los que fueron pacientes de él y cuentan sus análisis con él. También el libro de ...... Doscientas trece ocurrencias en el consultorio de Lacan de Jean Allouch. La idea que me fui haciendo tiene que ver con esta pregunta tuya, eso se ve muy claro en el libro de Betty Milan, El loro y el doctor. El tema para Lacan ahí no era solo como él se iba constituyendo en un semblant que atrajera... más que atrajera diría que instalara, en la transferencia estaba atraída, que instalara la transferencia de esa mujer, que no era sencilla. Tal es así, que ella misma da a entender que fue un análisis que no llegó a su fin. Me parece, por las cosas que va contando Bety Milan ahí, que el tema para Lacan no era sólo como plantarse él para que ella se instalara, sino que hubo todo un largo tiempo donde él ha tratado de calibrar de qué se trataba esa mujer que venía a verlo. Cuenta una anécdota. Ella en realidad se le hace presente con una carta de un psicoanalista brasilero que Lacan conocía, se la presenta y le dice que ella tiene interés en traducir los Seminarios de él al portugués. Lo cual para un hombre vorazmente ambicioso por el dinero como era Lacan, era una oportunidad inigualable. Porque iba a traducir el libro que lo hablan doscientos millones de personas, más o menos. Decía en el libro que pareciera que él solo está preocupado porque le traduzca el libro. Pero cuando uno lo va siguiendo se da cuenta que en realidad él le está devolviendo invertido el mensaje de ella. En el sentido de que ella viene a proponerle traducirle el libro, y que será sobre esa base primera que él va a lograr que ella finalmente entre en análisis, o sea a que él traduzca las producciones del inconsciente de ella.

Entonces... les cuento otra cosa, totalmente distinta. Yo llevaba analizando seis o siete años un obsesivo común. Una neurosis obsesiva de carácter de las supuestamente comunes, van a ver qué sorpresita. Solo me había llamado la atención que él me contaba mucho los chistes sobre Clemente y la mulatona. Por algunas cosas que él me contaba sobre su vida erótica, me di cuenta en determinado momento que él tenía una fijación al objeto pecho. Muy fuerte. Se lo trabajo, la madre...etc... Trabajamos, todo andaba bárbaro pero él seguía con que no podía anclar con ninguna mujer. El circuito era parecido. Él salía de levante y se levantaba alguna mina, se acostaba un par de veces seguidas y perdía completamente el interés. Mantenía un interés conflictivo y contradictorio por una dama con la que andaba hacía varios años, que oscilaba en aparecer como novia y como amante, porque era de otra extracción social y de otra etnia, lo cual creía él era muy complicado para sus padres.

Después que se publica Pollerudos, el libro entra a circular. El lo compra, hace un viaje y cuando vuelve, me dice: "leí su libro". ¿Qué libro? Pollerudos. Dice: "a partir de que leí ese libro este análisis cambia". ¿Cómo? Llevábamos seis o siete años, no me considero un postigo para escuchar, pero sin embargo nunca había escuchado ni un equívoco ni un sueño que tuviera que ver con lo que me devela. Me cuenta que desde muy chico él tenía un fuerte erotismo anal. Eso no me impactó demasiado, porque lo tenía clasificado como un neurótico obsesivo. Me cuenta prácticas masturbatorias adolescentes anales, tampoco me sorprende demasiado. Por eso me dice que cuando fue más grande, alrededor de los 18 años un poco más, se empezó a meter en la cabeza que él tenía que hacerse coger. Pero claro, todos su barra de amigos eran heterosexuales, sus amigas eran heterosexuales, su ambiente era heterosexual, un hombre con un cierto lugar, justamente, dentro de su etnia.

Entonces agarra la página de Clarín, busca taxi boys que se ofrezcan y va. Al primero que va, entra en el departamento pero el otro no logra entrar en él. Cerró el culo, no quiso saber nada. El otro lo trató con mucha profesionalidad, por lo tanto ternura, cariño, etc. pero nada... Entonces, pasan quince días de ese fiasco, decide ir a otro. Este más o menos lo mismo. Entonces renuncia a la idea. Hasta que mirando otra vez las páginas de Clarín se aviva que hay ofrecimientos de travestis, y se hace coger por un travesti. A partir de ahí, cada quince días se hacía coger por un travesti. Obviamente, él tenía razón, a partir de ahí se reordenó bastante todo el análisis.

Él dice, yo esas cosas no las termino de creer nunca, de que todo eso se le pasó con el análisis. Piensen que en el travesti aparecen el pene y los senos. Lacan lo plantea en su seminario Las formaciones del inconsciente, es como la presentación más estricta de la madre fálica y efectivamente era un hogar ordenado alrededor de una madre fálica.
Lo traigo como otra ilustración, en el sentido de que con los pacientes también pasa, que vengan haciendo apariencia. Pero insisto, por una cuestión de estructura, no porque nos quieran engañar, ni nada por el estilo.

Les conté antes del caso que cuando me atrasé con el taxi, cambió totalmente el análisis. Entonces uno tiene que estar muy atento a las mínimas modificaciones que en la apariencia se van produciendo, porque también son enunciaciones. En ese sentido, pueden construir por ahí nuestra política clínica. ¿Por qué? Porque se nos oferta otra oferta, entonces en la transacción de ese análisis, se reordena también toda la negociación del análisis. Cuando digo todo esto, les puede parecer un analista muy lleno de intenciones, por lo tanto muy desapegado de la abstinencia, la asociación libre, la neutralidad. Para nada. Porque esto en la medida en que el analista ha sido bien analizado, pasa casi a transformarse en reflejos, no es que está pensando. En ese sentido hablo de la apariencia de los pacientes.

Público: ¿Por qué elegiste la canción del epígrafe?

SR: La elegí por dos cuestiones, porque me parece que oferta algo que es muy interesante. En un mismo discurso, es decir en sus enunciados pueden estar transmitiéndosenos, y acá vuelve el tema del semblant, dos apariencias completamente diferentes. Entonces ahí está la cuestión del detalle otra vez. En el detalle no vienen las palabras que se dicen, sino en otros elementos que funcionan como enunciación también, en el contexto de las palabras. Por eso insistí en lo del relator y la voz.

La otra cuestión, a mí me gusta jugar, además en la práctica lo he visto y lo veo mucho, con el parentesco, al mismo tiempo que con la enorme diferencia que hay entre neurosis y psicosis. En general el neurótico es el que se divierte y se cree que él es el sano, y que los otros.... Les cuento una anécdota que cuenta ....., creo que ya la conté en otro seminario pero a mí me divierte mucho. Una vez alguien que supervisa con Lacan le dice: Doctor al fin estoy tranquilo, he llegado a la conclusión de que no es una histeria grave es una psicosis. Entonces Lacan le dice: Ah, usted piensa que es más grave! (risas)

Público: Me quedé desorientado con la explicación que diste del nombre de Lucía, porque vos habías enunciado como que la mirada tenía mucho que ver en este caso y que Lucía está directamente ligado con la mirada el nombre.

SR: Es una nueva interpretación, estoy de acuerdo, ¿qué voy a agregar? Tenés razón. Por supuesto, además era una niña que lucía, o me parecía a mí, vaya uno a saber!

Público: Me quedé enganchada con lo que contaste en relación a la pregunta del semblant del lado del analizante, del paciente. En los dos recortes que hacés, en la del neurótico obsesivo y en la llegada tarde en el taxi. Ahí aparece un cambio, no sé... del lado del analizante... Pero a él le aparece el analista también con un cambio de semblant, aunque la llegada tarde haya sido producto del azar.

SR: Creo que el planteo de Alicia Smolovich ya afina la cuestión. Estoy completamente de acuerdo con la observación que hacés. Me parece muy importante, además. En este momento no me viene ninguna a la cabeza... pero si tengo presente que ha habido muchas situaciones donde en un momento me he propuesto una modificación abrupta en determinada cuestión y eso produce una revolución en el análisis. En realidad lo que vos planteas ahí, demuestra muy claramente como todo análisis se desarrolla en discurso y esta cuestión de que el agente no es más que agente. Y el otro es otro y forma parte de la estructura... Yo hice una experiencia, creo que vos estuviste en ese seminario y algunos otros que están aquí también. El Seminario era "Diagnósticos psicoanalíticos, herramientas para la cura". Donde me sorprendí enormemente, porque al final del seminario me di cuenta, de que a grandes rasgos se habían establecido dentro del mismo dos discursos al mismo tiempo, habiendo un solo agente que eran mis enunciados. Por un lado funcionaba el discurso universitario, por otro lado, aparecía más el discurso de la histérica. Y si no recuerdo mal, creo que hasta me animé a decir que en alguna circunstancia el discurso del analista. Y el “emisor”, el agente, era el mismo. Lo que había era diferente posicionamiento de parte del público ante lo que me escuchaban, y esa diferencia de posición producía que no obstante haber un solo agente, hubiera dos o tres discursos funcionando.

Digo esto, porque vos tenés razón, en el sentido qué el posicionamiento del analista hace en efecto en la apariencia del paciente. Pero también está esta cuestión, donde hay toda una parte que depende mucho de cómo se posiciona el paciente. Hay un ida y vuelta permanente.

Público: (intervención inaudible) ... sostiene al otro...

SR: Un semblant, vos tenés razón, sostiene al otro. Esos son los análisis que se estancan, donde se congelan ambos en un mismo semblant que hace una imaginario de complementariedad. Esos analizantes muy enamorados de sus analistas con sus analistas muy enamorados de ellos pueden llevar un análisis a que dure treinta años. Pero también... ahí sí podríamos recurrir a... a la teoría de caos y teoría de catástrofe... no conozco nada más que escritos de divulgación. Tienen un ejemplo interesante que es lo de la perla en las ostras. La ostra es una ostra. Pero en los criaderos le pegan un pequeño pinchazo a la ostra, y ese pequeño pinchazo produce una segregación que es lo que va a producir la perla artificial.

Había un paciente que de entrada me volvía loco, realmente. Yo conocía a quien lo había analizado, y realmente me parecía una planta para decirlo en términos sencillos. El venía y me hablaba peste de esa planta, y yo pensaba: "tiene razón, mandarinas nunca va a sacar de ahí". Pensaba para mí. Acá empezó a sacudirme a mi... a maltratarme a mi... a sacudirme a mí.... Ya ahí me empecé a preocupar...

(Fin del lado B, 1° cassette)

... con los cincuenta minutos. Llegados los cincuenta minutos, decía: -usted no tiene ningún derecho a interrumpirme, yo estoy hablando y esto es muy importante...- Y se quedaba. Le decía: -Bueno, mire ya terminamos-. Era un psicoanalista civilizado. Hasta que llegado un momento cada vez que me decía eso, le decía: -Bueno, ¿usted se queda? -Sí, sí. Entonces me iba al oficce de la casa del consultorio. No había caso. Y el tipo nada. Pasaban cosas. El tipo venía cuatro veces por semana. Un día de casualidad yo salgo de mi casa como siempre a tomar un taxi y llovía. No paraba ningún taxi, no paraba ningún taxi. Yo mismo me empiezo a poner ansioso, me acordaba de este energúmeno, pensaba me pone en una pira y me quema. Cuando llegué era un bebé descompensado. -Doctor, le pasó algo? Que susto que me pegué, pensé que le había pasado algo-. El análisis se transformó así. Siguió un año más conmigo. Luego se fue a otro país y se siguió analizando allá. Cambió absolutamente el análisis, inclusive también lo que le pasaba en la vida práctica. Ahora, ¿el cambio lo produjo el analista? No, lo produjo la lluvia, para qué nos vamos a engañar. Para mí resultó tan inesperado como para él. Por supuesto yo no tenía la intriga que tenía él, sabía que no estaba llegando tarde porque no conseguía taxi. Pero produjo esto.

Esta cuestión, de la relación ... efectivamente está en soportarse. Creo que la cuestión está cuando uno cree que está soportando demasiado tiempo algo igual. Una cosa es la repetición y otra la reedición. La repetición es con diferencias, si hay repetición con diferencia entonces la cosa marcha. Pero cuando hay reediciones y reediciones, hay que preguntarse qué pasa.

Público: Me acordaba de una frase del librito de Nassio: Como trabaja un analista. Donde él en una parte decía, trata primero es despejar el motivo de consulta y de la demanda implícita. Si mal no recuerdo, creo que dice algo así. Me preguntaba cómo relacionarlo con lo que estamos hablando ahora. Y en qué medida conviene mantener... creo que vos ya algo adelantaste, que no se puede mantener mucho tiempo con reediciones. Pero ¿cómo se relaciona esto de despejar el motivo de consulta de la demanda explícita?

SR: A esto es a lo que me refería en la primera clase con la cuestión de por qué Lacan produce un parentesco en determinado lugar entre los médicos y los psicoanalistas, cosa que va a contrapelo de lo todo lo que cree la psicologización del psicoanálisis, incluidos algunos lacanianos. Está referido a esta cuestión. El motivo de consulta, ahora voy a tomar un término de ... Wilhelm Reich, en este punto y en este motivo me gusta, el motivo de consulta es planteado desde la armadura del que consulta. La demanda explícita no es planteada desde el semblant. Yo diría que la armadura encubre todavía al semblant, a la apariencia. El motivo de consulta siempre es planteado muy defensivamente, en la demanda implícita ya algo del orden del deseo uno puede empezar a oler. No sé si Juanda se referirá a eso, pero supongo que sí. El motivo de consulta es un concepto más traído del psicoanálisis inglés, en cambio demanda y ya la división entre demanda implícita y explícita, tiene más que ver con el psicoanálisis lacaniano. Pero me parece que se puede hacer esa diferencia y que es interesante. A veces lleva muchisimas entrevistas iniciales que el hombre o la mujer se desarme. Se desame en todos los sentidos de la palabra: deje caer su armadura, deje sus armas a un costado. Imaginemos el consultorio como el saloon del oeste, todo el mundo entra con las manos cerca de la culata de los revólveres y la mirada paranoica, ¿verdad?

Público: (intervención inaudible)...

SR: Ah, claro, por ahí anda.

PúblicoVos estabas hablando de que el significante era apariencia, y un poco toda esta cuestión del semblant y las apariencias. También hiciste la referencia a la máscara. Si no entiendo mal el semblant es casi una función. Pero en qué sentido se engancha el significante con el semblant, ahí hay algo que ...

SR: El significante no puede ser más que de apariencia, porque el significado siempre está perdido. Les hice todo un recorrido etimológico sobre desbaratao, donde llegamos a parar hasta los irlandeses de no sé que siglo. De dónde habrá surgido la palabra mrato para querer decir negociar. En ese sentido hubo una discusión fuerte dentro de la lingüística, dentro del propio Saussure. Porque él hablaba de la arbitrariedad del signo, al mismo tiempo que hablaba de él como efecto de la articulación de los significantes. Ahí se mete Benveniste, Lacan se apoya en él y lo apoya, y disecan la cuestión. El signo es arbitrario en tanto nombra algo. El signo es arbitrario en tanto en ese primer movimiento de que una palabra nombra algo, no hay nada, ninguna legalidad que indique por qué esa palabra tiene que nombrar ese algo. Una vez entrado al comercio de los significantes, ya deja de ser arbitrario. Una articulación significante puede decir muchas cosas. Hoy utilicé palabras plurisémicas. Se los hacía notar especialmente alrededor de desbarato, con muchos sentidos, pero no todos. Con desbaratao yo no puedo decir todas las cosas del mundo.

En el primer sentido de la arbitrariedad, el significante no es más que de apariencia, en el segundo sentido ya obedece a toda una legalidad pero que no lo saca de ser de apariencia. La apariencia nuestra tanto la como del analizante, se construye como un tejido de la red significante que me representa y que lo representa. Pero para esto tengamos algo muy presente, significante no es sinónimo de palabra, y mucho menos en Lacan. Esto es muy importante porque que vengo con el lacanismo desde un poco después de sus inicios. Acá hasta el 80 o el 85 entre nosotros, era muy común confundir palabra con significante, aparecían casi como lo mismo. Esto originó situaciones desgraciadas dentro del movimiento, como ser que la inmensa mayoría decían que no se podía psicoanalizar niños. Niños chicos, se entienden. Entonces los niños chicos iban a parar a los kleinianos. La primera psicoanalista que yo recuerdo.... no, no fue la primera, pero es de las primeras de las psicoanalistas que se metieron a tratar niños fue Silvia Fendrick.... Pero ella se había psicoanalizado con Alvarez de Toledo, que venía de una combineta entre Klein, Bighem..., y ... Formaba parte de la Clínica de Fontana.

Por eso les decía lo de la observación. Porque para mi un determinado modo de mirar puede funcionar de enunciación. No por sí solo. Por sí solo es una letra nada más. Un determinado modo de sonreír, alguna respiración rara, una sudoración de más. ¿El otro día qué me pasó? Ah, nada del otro mundo. En determinado momento, alguien dice que el marido le había dicho algo de: ... de las papas cocinadas al rescoldo. A mí me llamó la atención. Porque en el barrio digamos cuando en San Pedro y San Pablo, hacíamos papas y batatas era en las brasas, en la fogata. También por ahí hacíamos los chorizos en la fogata, en los carbones, en las brasas. Pero rescoldo, a mí me produjo un efecto muy raro. Me llevó a recordar una canción que no logré recordar cuál, pero sé que existe, una canción patria que yo debo haber cantado en mi primera infancia. Donde de alguna manera había usado esa palabra. Pero el hombre que usó rescoldo, no era un hombre de usar ese lenguaje habitualmente, era un muchacho de barrio. Habría dicho: má, sí, tira la papa al carbón. Ahí ustedes tienen una letra. Cuando se articula en el contexto significante que antecedía y seguía a eso, esa letra empezó ya a “hacer su camino al andar”. O sea, a armar determinado significante.

Entonces, la apariencia tanto nuestra como la del analizante está construida por significantes, pero pensado el significante de esta manera.
Bueno, no les permito más preguntas porque me quedan 5'. Ya que me desafío los otros días Vecchiarelli, diciéndome: cómo no traes otra vez las letras, los discursos. El discurso del analista todos ustedes lo conocen = a/S2----$/S1. En determinado momento trabajando a partir del quinto discurso de Lacan, armé un discurso que llamé finalmente: el discurso de apertura la partida = a/S2---S1/$. Ustedes ven que es muy parecido al del analista, excepto que del otro lado, hay un significante Amo en el lugar del otro, y hay una producción de sujeto. En el del analista hay un sujeto dividido en el lugar del otro y hay una producción de un nuevo significante. Creo que tiene que ver con el inicio de la partida efectivamente. Donde en realidad todo el trabajo inicial del semblant del analista es lograr que se produzca un sujeto. El consultante aun no viene en sujeto, viene en yo en general. Viene a contar toda la tragedia que pasó con la mamá, el papá, la hermana, los hermanos... siempre hay algún hermano malo. En fin, todas esas historias. Hasta que hay un momento que se produce algo y entonces encontramos un efecto sujeto. Algo se ha quebrado en la red de significados y ha aparecido alguna letra que nos llevó a eso. Y esto, ya que estamos, después de todo lo que hemos conversado, les digo que la idea que tengo no es estrictamente la de Lacan en cuanto a que el psicoanalista hace semblant de objeto a; sino que creo que para poder hacer justamente todo ese movimiento que él mismo hacía de cintura en las entrevistas iniciales, nos colocamos en el centro del rombo, no nos colocamos desde el lugar del objeto = $a. Porque si nos colocáramos puramente como objeto, el analizante saldría corriendo. Nosotros tenemos que aparecer como que podemos llegar a ser eso, pero que aun no lo somos. Entonces eso nos coloca, me parece en el centro, no en el sentido del centro, pero en ese lugar que no es ni el del sujeto ni el del objeto. Somos así como una cierta vestidura. Vieron que a uno le pasa: uy esa mina, qué parecida a aquella... Pero no es aquella, no hay caso. Hay algunos que incluso que tratan de levantarla, para ver si... no lo van a lograr nunca, no es aquella. Con nosotros tiene que pasar eso también. Por supuesto que no vamos a ser nunca ese objeto del fantasma del analizante, eso lo encontrará en su vida real, y no con nosotros.






[1] Renuncia del ministro de economía Jorge Remes Lenicov

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