jueves, 19 de junio de 2008

Odisea 2001, ya fue, es y ¿será?

Cap.: III
Tema:
La interposición maquínica y la despersonalización de las relaciones entre los seres parlantes.

En el capítulo que inició estas entregas narré una serie de relatos que me habían sido hechos sobre el reemplazo con máquinas de funciones que anteriormente eran desempeñadas por humanos. Se puede argumentar a favor del fenómeno razones de orden práctico, ellas se hacen patentes con los cajeros automáticos. Lo que no evita malhumores cuando se los encuentra fuera de servicio, sin sobres, o peor aún sin dinero. No hay a quien protestarle. No es demasiado diferente, de paso digamos con esos jóvenes simpáticamente maquinizados de las bancas telefónicas, bien educados para atender al cliente, que empiezan saludando y diciéndonos el nombre, para después no poder resolver ningún problema verdadero. Son una máquina más. Las relaciones humanas se maquinizan cada vez más, dejan cada vez más de ser relaciones entre personas.
No es este un pequeño detalle. Sabemos que no somos más que apariencia. Persona proviene de personne –máscara en el antiguo teatro griego. Al decir de don Enrique Santos Discépolo: somos sólo la mueca de lo que soñamos ser. Pero esa mueca es imprescindible para que se establezca el lazo de discurso en el cual la emergencia de la carencia, de la falta, de la dificultad, ponga en función a la actividad significante que permita que las letras escriban alternativas distintas, creativas. La hiper maquinización de las relaciones humanas interrumpe ese circuito. De ahí la sensación de frustración, de desgano, hasta de irritación y agresividad que invade progresivamente a la sociedad. Cada vez hay menos efectuación de sujetos y más producción de individuos. El individuo es el ser parlante que excluido de los lazos sociales no es dividido para dar lugar al sujeto y que por lo tanto pierde la capacidad escasa pero existente de relacionarse con el otro. Está en absoluta libertad -para la inanición física, intelectual y moral. Al faltar la carencia en el Otro, los vivientes se sienten cada vez más aislados. En las máquinas no hay carencia, hay límite. Hay el se puede todo, o a partir de que no, el no se puede nada. Son la diferencia entre la lógica binaria y la de la carencia en el significante. Las máquinas son puro sentido, o pura falta de significante. Son el aplastamiento del sujeto. Lo que le hace sentir a muchos, que no tienen otra posibilidad de rescatarse como sujetos que a través de agredir.
No me parece que sea lo mejor que pueda ocurrir.

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