Epígrafe: “Quizás los dioses son bondadosos con nosotros, siguió diciendo el padre del psicoanálisis, al hacernos la vida cada vez más desagradable a medida que envejecemos. Al final, la muerte parece menos intolerable que las múltiples cargas que arrastramos” /... / “La humanidad no elige el suicidio porque la ley de su ser aborrece el camino directo hacia su objetivo. /... / En todo ser normal, el deseo de vida es suficientemente fuerte para contrabalancear el deseo de muerte, aunque en el final el deseo de muerte pruebe ser más fuerte. Nos ilusionamos con la idea de que podemos vencer a la Muerte a voluntad. Lo cual quizás sería posible si no fuera porque tiene un aliado en nuestro propio interior.
En ese sentido –agregó Freud con una sonrisa- estamos justificados en decir que toda muerte es un suicidio disfrazado.”
Extraído de un reportaje de George Sylvester Viereck a Sigmund Freud, publicado por Conjetural y luego Página 12, según traducción de Beatriz Castillo.
El suicidio del Dr. Favaloro y sus efectos en la sociedad, convocan a la lectura psicoanalítica. La primera obligación consiste en recurrir a los dichos de él mismo. Para lo cual disponemos de la carta que dejó para sus familiares[1]. Dice en su primera frase: “Estoy cansado de luchar y luchar, galopando contra el viento...” Es evidente que abre la misiva declarando un cansancio que no es coyuntural, de los últimos tiempos, sino que pareciera atribuirlo a lo que sentía como una constante de haber llevado su vida en contra de la corriente. Agregó: “No puedo cambiar”. Observemos que no enuncia –no quiero cambiar- sino que dice “No puedo...” O sea, dicha lucha la soportaba como una obligación que no podía cambiar. Luego dice: “No ha sido una decisión fácil pero sí meditada” Con lo que indica que no fue un impulso, sino que se tomó el tiempo necesario que su lógica le exigió. Luego rechaza la tentación fácil del imaginario de ubicar este acto dentro de la oposición maniquea entre “debilidad o valentía”
Sitúa su acto, como una de las consecuencias posibles de su lógica en su oficio: “El cirujano vive con la muerte, es su compañera inseparable, con ella me voy de la mano”. Observemos la enunciación –no dice el cirujano convive con la muerte-. Lo que enuncia, es que su vida proviene de la muerte, a partir de lo cual se transforma en su compañera inseparable. Fue la causa de su vida, el objeto de su goce y de su mano se tomó, para su goce final.
Más adelante recuerda a sus deudos que llegó a los 77 aclarando: ...”que no es poco”. Evidentemente una de las razones que le justificaron su acto, es la de considerar que había cumplido suficientemente con la obligación de vivir. A partir de lo cual, les exige que sigan luchando por lo menos hasta la misma edad. Lo que evidencia que en el terreno de soportar la vida se consideraba un ejemplo a seguir. Esto le da lógica a su afirmación: “Estoy tranquilo” de la que da razón con su creencia de “... haber sido un hombre bueno que siguió siendo un médico rural”
Su esperanza de que no se hiciera de su acto una comedia, su pedido al periodismo de que tenga un poco de piedad y la orden de que lo cremen inmediatamente sin ceremonias civiles ni religiosas, pone de manifiesto su incredulidad absoluta en esas instancias de nuestra sociedad.
Sintetizando. La carta trasunta que se consideró con derecho, a dar por cumplido su tiempo y por agotado su esfuerzo.
Los medios masivos, sin ninguna piedad, se zambulleron en una hipótesis que aumentara ventas, ratings y niveles de audiencia. Manotearon la más fácil, apoyándose en las dificultades financieras de la Fundación y le echaron la culpa al gobierno de turno.
Pero ¿por qué los cuervos husmearon que esa era la mejor para sus negocios?.
Porque la masa no quiere saber nada de sus tendencias y pulsiones. Aunque diariamente contribuya a eso, con accidentes, guerras, apoyo a gobiernos genocidas duros (dictaduras militares), o genocidas blancos (dictadura de “los mercados”) con su política de exclusión, de expulsión de mano y seso de obra y de destrucción del ecosistema.
Por eso prefiere “comprender” a un hombre como Favaloro que ocupa un lugar preferencial en sus ideales, suponiendo que se habría suicidado por ideales. Mantiene así la idealización de dicho hombre y le da a ese suicidio una función de ideal.
Lo que no soporta, es que lo haya hecho por una simple razón, a sus 77 trajinados años, la de haberse cansado de vivir.
El suicidio, que es el acto más íntimo que se pueda llevar a cabo, no tiene relación con su inevitable comprensión social. Sea esa sociedad la de un país, una comunidad científica, una familia, una pareja, o cualquier otra.
[1] Según la publicó la revista Noticias del 5 de agosto del 2000
jueves, 5 de junio de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario