viernes, 23 de mayo de 2008

¿Por qué hizo falta un Freud, para hacer notar lo obvio?

Sección: Editorial
Autor: El Dire.
Cantidad de caracteres, sin título, autor ni recuadro: 4386


Recuadro: ...con duplicidad, mojigatería e hipocresía, protestan contra que circulen libremente por las calles quienes venden sus cuerpos...

La derogación de los edictos policiales que penaban la prostitución callejera, partió en dos a los porteños. Los medios masivos apoyaron los pre-juicios de la iglesia y de una parte de los vecinos.
Veremos cómo se está tratando a la sexualidad, en estos tiempos que corren.
Partamos de un hecho. Los efectos en desenvolvimiento, de la instalación de la televisión en la Cultura. No alcanza con definirla como medio masivo de comunicación. Hay que tener en cuenta también que es uno de los instrumentos que más plusvalía le arrienda a sus dueños.
La posibilidad de que la producción industrializada primero y mucho más la pos industrial multiplicara a dimensiones imposibles de imaginar antes, la capacidad de extracción de plusvalía, llevó a que las clases dominantes se preocuparan mucho menos por la defensa de Dios, que de su capacidad de acumulación de capitales. La optimización de beneficios, tomó el lugar de aquel. Para las empresas de TV, cultoras del mismo dios, el sacerdote mayor se llama rating. Para tenerlo, vale cualquier ofrenda. Mejor dicho, no cualquiera.
Desde siempre, las pulsiones hacen su obra. En otros tiempos, la diosa Ishtar (en los confines de la Mesopotamia del medio oriente) recibía de parte de los babilónicos el culto que su sensualidad y maestría de goce sexual merecían [i] . Algunos milenios después, en el Coloseo Romano, los leones devoraban ante masas ululantes la carne de gladiador que el pulgar abajo de los Césares le regalaban al pani et circenses de entonces. Por lo tanto no es novedad que la transferencia de la masa se gane con exposiciones eróticas y mostraciones de crueldad. Lo nuevo, es que la televisión lleva las mismas al seno de su hogar (querido lector) incluso hasta en la dimensión de lo pornográfico. Lo que un caldeo o un romano no se hubieran imaginado, es que sus niñitos participaran del espectáculo. Hoy ocurre, y en su casa. ...Y por si esto fuera poco... Internet agrega sus páginas porno o con cadáveres tibios, según nos dieron a conocer hace pocos días el 11 y el 13, con la triquiñuela y la denuncia sobre la misma, en relación al falso despojo de Yabrán. A estos ingredientes los medios agregan el sentido común, prolijamente construido con la ayuda de encuestas de opinión pública. Sentido común y obscenidad, construyen entonces la máquina de hipnotizar. Golem pos moderno, que la mayoría adora.
En ese contexto, llama la atención el escándalo que suscitó en los susodichos medios, la derogación de los edictos policiales. Aunque se lo entiende, si se toma en cuenta que respondieron al sentido común (alimento del rating) puesto a cacarear porque se les inquietó el gallinero con el espectáculo de los tras vestidos o con la libre circulación de practicantes del oficio más antiguo. Los sostenedores desde las encuestas de ese sentido común, protestan contra los débiles -las laburantas de la noche- como dice el tango, mientras aplauden y sostienen el rating de la obscenidad, la crueldad y la idiotez, de la aspiradoras de plus valía llamadas multimedia.
Claro que no nos llama tanto la atención, si tomamos en cuenta las siguientes aseveraciones de Freud [ii] : "El analista no pone en entredicho que el dinero haya de considerarse en primer término como un medio de sustento y de obtención de poder, pero asevera que en la estima del dinero coparticipan poderosos factores sexuales. Y puede declarar por eso, que el hombre de cultura trata los asuntos de dinero de idéntica manera que las cosas sexuales, con igual duplicidad, mojigatería e hipocresía."
Mientras la necesidad de sustento y la crisis social llevan a muchas mujeres a prostituirse, las ansias de poder llevan a algunos empresarios a cambiar de Dios. Estos empresarios desvían a la sobrestimación del dinero, buena parte de su sexualidad genuina insatisfecha (relación entre deseo, goce y amor). Pero ese desplazamiento no tendría rating, si no fuera que en sectores numerosos de la masa ocurre lo mismo. Por eso van a solicitar los servicios de las trabajadoras sexuales y tributan sus ojos a la televisión. Mientras, con duplicidad, mojigatería e hipocresía, protestan contra que circulen libremente por las calles quienes venden sus cuerpos, no para servir máquinas, como los obreros de mameluco o traje, lo mismo da, sino para el goce de los insatisfechos.
[i] Según me sopló mi amigo Carlos Pérez
[ii] En su artículo La Iniciación del Tratamiento, dentro de los Trabajos sobre técnica psicoanalítica.

No hay comentarios: