jueves, 31 de julio de 2008

17º Clase

03/9/02


“El silencio del analista ante los dilemas éticos de la analizante”

Sergio Rodríguez: Cuando preparé la clase de hoy me di cuenta que el pre-texto de Lucia Luciano me iba a resultar corto para esta clase, lo cual no quiere decir que algunas cosas del caso no vaya a tomar, pero me parece que puede resultar una clase interesante en tanto lo que les pueda decir y por lo que Uds. intervengan después, sobre lo que creo que es uno de los temas mas difíciles y menos trabajados del psicoanálisis, que es el tema del “silencio”. Así que espero lo podamos trabajar en común.

Les decía que en relación a Lucia Luciano, (aunque algunas cosas después vamos a tomar) el tema del silencio es tal vez mas complicado porque no lo había, en el sentido de que era una paciente muy conversadora, muy asociativa, o sea cumplía casi sin dificultad la regla de la asociación libre. Con lo cual no daba lugar a que se armaran situaciones donde el silencio entrara a jugar fuertemente. No obstante, insisto, algunas cosas vamos a ver. Por lo tanto voy a entrar desde el repaso que se me armó en mi cabeza al momento de pensar en la clase. Repaso, tanto de cuestiones que fui leyendo a lo largo de mi formación como analista, en relación al tema del silencio, de las que hay algunas cuestiones publicadas, de las que en este momento no recuerdo como para poder darles la bibliografía, porque en realidad era un tema curiosamente más trabajado en el psicoanálisis pre-lacaniano, entonces lo que he leído sobre el tema del silencio han sido mas bien trabajos de la escuela suiza del psicoanálisis, donde le daban un valor muy fuerte. También de la escuela inglesa. Pero ahora repasándolo y analizando críticamente lo que recuerdo de todo eso se me ocurrieron algunas cuestiones que son las que les traigo.

Hay una primera cuestión que tiene que ver con algunas lecturas, pero que tiene que ver también con la práctica. La práctica como supervisante y después la práctica como supervisor, donde encontré en muchos psicoanalistas una idealización del silencio. Casi les diría una sumisión al silencio como herramienta fundamental para el psicoanalista. Recuerdo...(no voy a recordar el nombre y apellido, porque era un psicoanalista alemán) un psicoanalista de la escuela suiza, de la asociación suiza de psicoanálisis, que en un artículo se ufanaba de que en los primeros 6 meses del tratamiento de un paciente, había estado en silencio, él, el analista. Claro, a Uds. les causa gracias, pero en esa época no era algo tan fuera de lo común, se usaba. La cuestión del silencio durante una serie de entrevistas, era prácticamente una obligación...

Alejandro del Carril: ¡Eran suizos y alemanes!!

Sergio Rodríguez: Pero además de que eran suizos y alemanes, creo que la otra cuestión que también hay que tener presente cuando estudiamos a los que han escrito sobre psicoanálisis, (a propósito no digo los teóricos del psicoanálisis, porque algunos de ellos han logrado ser teóricos del psicoanálisis, otros han escrito sobre psicoanálisis y nada más), una cosa, decía, que debemos tener presente cuando leemos cosas especialmente de aquellas épocas, en la Argentina y en algunos otros países es un poco distinto, pero en aquellas épocas los psicoanalistas analizaban psicoanalistas o gente muy identificada a un supuesto psicoanálisis.

Entonces, me acuerdo de un comentario que me hizo un colega, cuando estábamos en los inicios, tanto él como yo, haría un año o dos... Tal es así que él, que había terminado su análisis de adolescente y joven, había llegado a un límite con un colega, entonces había empezado a buscar otro analista (al cual no voy a nombrar, por lo que voy a contar), pero que era un analista de los didactas de APA. Entonces después de la primera, segunda entrevista, me cuenta... (claro, yo venia, digamos, de otra cultura, no venia de la cultura psicoanalítica, entonces había cosas que me sonaban muy distinto de cómo les sonaba a ellos), pero este colega me cuenta “al fin me encontré con un verdadero analista. Hizo silencio las dos sesiones, yo sentí como que el culito me temblaba”. Interesante la metáfora, porque evidentemente el silencio del analista le puso en juego de entrada, fuertemente la pulsión. Pero un ciudadano común, probablemente ante esa sensación habría salido disparando. Este colega empezaba su carrera, tenía la idea... después no lo hizo, agarró otros caminos, pero tenía la idea de hacer su didáctico en APA, etc.

Y los que no eran analistas y se metían a analizarse, se metían...como Uds, lo leen en el hombre de las ratas, por ejemplo, o en varios ex pacientes de Freud que han escrito, se acercaban a analizarse por la lectura de los libros de Freud, y por lo tanto también por el imaginario que se iba armando alrededor de eso. Creo que para que se produjera tal manejo del silencio contribuían dos cosas: una era una interpretación errónea (me parece a mi) sobre la cuestión de no responder a la demanda del analizante. Entonces lo mas angustioso en ese tipo de personas que consultaban, era no sólo el silencio, sino que muchas veces apretados por el silencio comenzaban a hacer preguntas directas al analista, y la respuesta era el silencio, lo cual si Uds. lo piensan ofende profundamente al narcisismo en alguien que no esta preparado para hacer su curso de arte marcial con los psicoanalistas. Inclusive si es una estructura mas o menos frágil los resultados pueden ser catastróficos.

Bueno, lo primero que me venia a la cabeza era esta cuestión de la idealización que se había producido del tema del silencio. La otra cuestión por la cual creo que ellos hacían ese uso del silencio era porque excepto Ferenzi, el resto de los psicoanalistas, habían tomado muy al pie de la letra, los planteos de Freud sobre la abstinencia, la neutralidad del analista, y la pantalla de proyección. Uds. recuerdan el planteo de Freud en los escritos técnicos, de que el analista tiene que ser una pantalla de proyección. Entonces para eso hacían uso del silencio. Esto ya he planteado muchas veces, tanto en mis libros como en los relatos acá en este seminario, en otros seminarios, pero no me canso de reiterarlo, porque me parece que fue uno de los grandes aportes de Lacan al Psicoanálisis. Lacan progresivamente va transformando esa cuestión y va apoyándose más en la idea de Ferenczi en relación al psicoanálisis, va armando su concepto de hacer semblant. Al plantear el concepto de “hacer semblant”, el silencio puede ser una herramienta para hacer semblant en determinados momentos, pero, obviamente no es la única ni mucho menos. Entonces ya se produce otro tipo de analista en el que el silencio es un instrumento más, nada más.

Una vez le hice una entrevista a Salomón Resnik, un psicoanalista argentino muy particular, que según cuenta en el reportaje, se fue a analizar a Inglaterra porque había leído (ahí encuentran otro ejemplo) había leído los trabajos de Herbert Rosenfeld sobre hipocondría, y como se tenía autodiagnosticado como un gran hipocondríaco se fue a analizar con Rosenfeld en Inglaterra. Pero luego, después de decirme eso, me cuenta que fue a analizarse a Inglaterra porque estaba muy interesado en el movimiento surrealista... Entonces, le digo, “pero te fuiste a analizar a Inglaterra... te hubieras ido a analizar a Francia”. Me dice: “si, bueno, pero se me dio para ir allá...”. Un tipo muy interesante, además esas cosas del comienzo del movimiento psicoanalítico de acá, como iba con los bolsillos vacíos, varios de los didactas de acá hacían una colecta mensual y le mandaban ¡para que se pagara el análisis!. Bueno llegó a ser un discípulo de Melanie Klein, al estilo de lo que fue Emilio Rodrigué. Era uno de los que concurría el jueves al té que hacia M.Klein para 5 extranjeros o 6, regularmente. Entonces, lo que me contaba, era que ella no se supo transmitir en sus propios escritos, que en la clínica M.Klein era mucho mas astuta y ágil que lo que transmite en sus escritos. Ahora, encima de eso, vienen detrás, los escritos de los discípulos que leyeron los escritos de M.Klein.... Les digo esto en el sentido de que lo que se nos transmitió de la clínica de M.Klein, no era la clínica de M.Klein. La clínica de M.Klein, si se la quiere observar un poco y relativamente, es leyendo Richard, ni siquiera los otros casos. Pero bueno, M.Klein se adhirió mucho a las interpretaciones icónicas, Uds. saben, todo el trabajo que ella hacia con las fantasías a partir e los sueños, tenía mucho que ver con la utilización del símbolo icónico. Claro, utilizar esa simbología desde el inicio de las entrevistas era más o menos imposible. Una cosa es en los inicios, en las entrevistas iniciales, trabajar a la letra, lo que se va planteando, y otra cosa es lanzarse con interpretaciones icónicas. Yo creo que esa fue otra de las razones que hizo que ellos fueran silenciosos en las primeras entrevistas.

Otra cosa que se decía en esas épocas, y se idealizaba también era que había que soportar la angustia del paciente. En ese sentido, el silencio se usaba también como una herramienta destinada a producir la angustia. Fíjense que es distinta la posición de Lacan, en ese sentido, porque Lacan lo que plantea de entrada, en el Seminario I, es: modular la angustia. No es lo mismo. No idealizaba la angustia del paciente como motor de trabajo sino que planteaba modularla, captar hasta que punto esa angustia es productiva y dónde comienza a ser contraproducente para el desarrollo del análisis. Obviamente esto tiene que ver también con tomar en cuenta un consejo de Freud, que creo es muy acertado. Justamente hace poco estábamos trabajando con un grupo de estudio, donde estaba Ethel, también Graciela, un caso que trajo una colega joven, donde era muy evidente como la colega había producido una interpretación demasiado prematura y demasiado desangustiante, lo que le había facilitado al paciente interrumpir el análisis, porque claro, se había sentido bien, llamémosle así. Uds. recuerdan, el consejo de Freud, también en los escritos técnicos, de que hay que mantener un cierto nivel de angustia, porque ese nivel de angustia es motor para el análisis. Pero que es distinto a esta cuestión de buscar angustiar por la vía del silencio.

El otro elemento que lo empecé a enunciar un poco cuando decía que el silencio podía tener efectos catastróficos, es que por lo menos hasta el “Seminario 3” de Lacan, y a “Una Cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis”, en el movimiento psicoanalítico (y eso ocurre aún en el movimiento no-lacaniano, por ejemplo) al no estar bien determinadas las diferencias estructurales entre psicosis no desencadenadas y neurosis, pero tampoco haber una concepción clara de que no es conveniente desencadenar las psicosis, sino que inclusive, en toda una parte del movimiento psicoanalítico, especialmente bajo influencia kleiniana, al contrario, lo que se buscaba era desencadenar las psicosis, porque acorde a la teoría, de esa manera se llevaba al paciente a la regresión hacia sus núcleos psicóticos para desde ahí reconstruir la personalidad. (que yo sepa no volvió nadie). Entonces no tomaba entidad, no tomaba importancia la cuestión de cómo manejar el silencio según el paciente que estuviera en las entrevistas, lo cual podía producir desencadenamientos. Uds. imagínense, si para el esquizofrénico, como plantea Freud, el gran problema es el encuentro con el objeto, el encuentro con un analista silencioso durante 6 meses es obvio que a un pre-esquizofrénico lo manda al desencadenamiento. Creo que esta cuestión también influyó.

Les cuento todas estas cosas porque nosotros estamos tan metidos dentro de un caldo, que es el caldo lacaniano, y tan habituados digamos a lo que en ese caldo se produce, que creo que más de una vez perdemos de vista el porque Lacan logró tomar el vuelo que logró tomar, dentro del movimiento psicoanalítico, a pesar de haber quedado al margen del movimiento psicoanalítico, por lo menos en los países de habla francesa y habla hispana. No es porque si, no es moda, como dicen algunos. Sino que desde el punto de vista clínico, el aporte de él, fue fundamental para poder desarrollar el psicoanálisis.

Estuve haciendo un reportaje a un psicoanalista italiano que anduvo por acá: Sergio Benvenuto. Como hacia el reportaje, por supuesto no me puse a discutir nada. Hombre muy agradable por otro lado. Pero cuando él marcaba los lugares donde se había expandido el lacanismo y los lugares donde en cambio era fuerte la ego-psychologi o eran fuertes los discípulos de M.Klein como Meltzer, o como los discípulos de Bion, era evidente que en los lugares donde era fuerte la ego-psychologi dentro del psicoanálisis, o los discípulos kleinianos, eran los lugares donde el psicoanálisis perdía influencia dentro de sus culturas. Y que en cambio en aquellos lugares donde el psicoanálisis trascendía los límites del consultorio, y además de mantener dentro de una situación difícil para el psicoanálisis como la de la cultura actual, una relación importante con la salud pública, era donde se había asentado fuertemente el lacanismo. Eso, cuando aparezca el reportaje en la revista, se les va a hacer evidente. Por ejemplo, nos decía que en Alemania predomina la ego-psychologi, y que entonces el seguro médico alemán paga 2 años de psicoanálisis. ¡Claro!, que les va a molestar la ego-psycologie a ellos.... va a tratar de acomodárselos a la economía de mercado...

La otra cuestión llamativa de toda esa época, y que creo está todavía vigente en muchos lugares, incluido dentro del propio lacanismo, es un manejo intuitivo del tiempo. Lo cual, que haya ocurrido en aquellas épocas, tiene su lógica. Se manejaba a partir de la experiencia, de la experiencia propia, de la experiencia de análisis, etc. Pero a mi modo de ver, planteada la lógica temporal de los 3 tiempos, por Lacan, a partir de los finales de los años 40, el tema del tiempo, también tenemos que manejarlo tomando en cuenta esa lógica. O sea tratar en ese sentido de ser lo menos intuitivos posible. Hay una lógica para el manejo del tiempo, y esa lógica no es una lógica destinada al manejo del tiempo dentro de cada sesión, que es lo mas extendido dentro del movimiento lacaniano, (siempre que nos les haya agarrado el ataque de las sesiones breves), sino también tener en cuenta la lógica temporal en relación a como se esta desarrollando un psicoanálisis, o sea tomarlo en cuenta en relación al ir observando que esta pasando en el desarrollo de una cura.

Bien, de las cosas que les fui planteando, me parece que podemos continuar con algunas más en relación a como manejar el silencio. En primer lugar es muy importante tener en cuenta que es una de las formas, uno de los rasgos del semblant, y que eso tiene que hacernos utilizarlo o no utilizarlo, que es una forma de utilizarlo al silencio, según la estructura del caso con el que estamos trabajando y según el tiempo del análisis, el momento en que ese caso esta trabajando. Obviamente no es lo mismo silencio sostenido en los comienzos de un análisis, que silencio sostenido cuando una transferencia esta muy bien instalada, cuando se han recorrido una serie de rulos de la problemática del paciente en ese análisis y si está en determinada vuelta de uno de esos rulos.

Hoy una paciente que estaba metida en un rollo de amor, como nos ocurre en general a los seres humanos, donde estaba que si-que no, que si- que no, me cuenta una serie de cosas terribles, de tormentos y cosas, ....y mas cosas.... Es una paciente con la que trabajo hace mucho tiempo, donde hay una transferencia muy fuerte establecida, donde ella ha recorrido una cantidad de cosas ya... Y entonces en determinado momento la interrumpo. Y dice “¿cómo, no me vas a decir nada?”. Entonces le digo “¿qué, querés que te diga como vas a arreglar esa historia?...” Ven que ahí la interrupción tuvo la función del silencio. Porque esa es otra cuestión, si ella se hubiera quedado callada, yo podría haberme quedado callado....me acordaba también de otra paciente, que esta atravesando otra situación. La primera a la que me refería está en una situación... les diría tensa y divertida, en cambio la segunda, que recordaba, esta atravesando una situación dramática, fuertemente dramática. También es una persona que no sólo está en una fuerte transferencia, sino que está en una fuerte transferencia a su vuelta al análisis. Quiero decir, son esas cuestiones que ocurren a veces en análisis, donde un paciente muy tensado por lo que esta ocurriendo en el mismo, por las cosas a las que está llegando, a decisiones que se le van tornando imprescindible, interrumpe el análisis y se va hasta enojado con el analista. Pero como obviamente la interrupción del análisis no les arregla la situación, la situación sigue...al tiempo vuelven. Pero claro, cuando vuelve, ya vuelve en otra posición transferencial también, porque digamos...hizo la experiencia... Bueno, entonces, estaba atravesando una situación fuertemente dramática, de estas que están pasando por nuestros consultorios actualmente, donde se combina la realidad de cómo se ha ido desarrollando la vida de esa persona, con los topetazos de lo real donde...fulano se quedó sin trabajo, que perdió tal cosa, que perdió tal otra...aquello, lo de mas allá... se había armado así una situación muy dramática, y la fuimos trabajando. En determinado momento ella llora, y queda silenciosa, no habla. Entonces, no interrumpí la sesión ahí, sino que le respeté el silencio, la acompañé silenciosamente en su drama, digamos así, y en determinado punto donde ella retoma la palabra para decir ...en realidad está claro lo que tengo que hacer...Ahí sí, interrumpo la sesión.

Eso tiene que ver con el semblant, Uds. se dan cuenta que ahí, el sostener yo con mi silencio su silencio....porque tampoco me puse allí..... Recuerdo a Leclaire, la recomendación de él, (además dicen que así procedía) ...cuando el paciente se quedaba callado empezaba a golpear en el brazo del sillón y a decir ¡hable! ¡hable! ¡hable! ¡hable! ¡siga! ¡siga!... Bueno, en algunos casos Lacan ...según lo que relata Allouch en el librito de “las 213 ocurrencias...” también entraba en ese tipo de manejo. No es que siempre esté mal...también yo lo hago. Pero el punto es cuándo, en que situación, que tiene que ver eso con el semblant, que tiene que ver eso con la presión para vencer la resistencia, ...porque esa es otra cuestión, el análisis lacaniano cambia la política del analista ante la resistencia. En el análisis kleiniano, incluso en el propio Freud, la cuestión es interpretar la resistencia. El analista lacaniano va a la interpretación de lo resistido, pero puede ocurrir también que encuentre situaciones donde no haya interpretación de lo resistido, y donde se haga otro tipo de intervenciones destinado a quebrar la situación de resistencia, y donde efectivamente lo de incitar-incitar-incitar a hablar puede ser uno de los movimientos, pero eso también arma un semblant, porque ahí el amo...esta bien el equívoco porque iba a decir eso mas o menos... ahí el analista aparece como amo. Y es amo, por eso les digo que lo del equivoco estaba bien. Ahí esta funcionando como un amo hable-hable-hable!, está buscando que se refunde el Inconsciente. Inclusive podría aparecer, como parte de una maniobra de interpretación, aparecer como un amo obsceno y feroz, diría el amigo Lacan... porque eso tenga que ver con el fantasma particular de ese paciente y donde haya que ponerlo en escena.

O sea, en este sentido, que la cuestión del silencio puede constituir un rasgo del semblant, según como se maneje el tema del silencio. Para poder manejar el silencio adecuadamente a las necesidades de cada análisis, el primer punto clave es poder silenciar los pre-juicios del analista, lo dije así, con la pausa, para jugar con la palabra pre-juicio pero también en el sentido de los juicios-previos. Es prácticamente imposible no hacerse juicios previos. No es que uno se pone a pensar, sino que a uno los pensamientos le caen en la cabeza. Pero a esos hay que silenciarlos. Allí el silencio es hacia el propio analista, o mas exactamente hacia los ideales del yo y al superyo del analista, para poder respetar el desarrollo asociativo y por lo tanto el desarrollo enunciativo del propio analizante.

Con Lucia Luciano, la cuestión era esa que les plantee de entrada. Era una paciente que si la hubiéramos calificado psiquiátricamente, tenía una ligera hipomanía. No era una hipomanía desatada, era una persona que entraba hablando al consultorio y se iba hablando del consultorio. Y que además entraba hablando muy sonriente, esto ya se los he contado otras veces, y se iba hablando de esa misma manera. Ella no dejaba espacio al silencio. Pero ojo, no era un hablar ansioso o angustiado. De paso me doy cuenta de que les estoy proponiendo determinados elementos semiológicos en función del silencio, porque cuando estamos analizando la forma en que habla un paciente (que es lo que estoy haciendo yo en este momento) estamos teniendo en cuenta también el silencio, en tanto las pausas o no-pausas, la forma en que toman o no-toman esas pausas, obviamente tienen que ver con el silencio. Ella era lo que llamaríamos una charlatana. Pero no una charlatana pensada en el sentido peyorativo, sino en tanto persona que habla mucho. Era muy desenvuelta y al mismo tiempo que tenia esta modalidad de presentación se advertía cada vez que el análisis llegaba a un punto donde se avizoraban posibles modificaciones en sus posiciones subjetivas, se advertía de parte de ella la búsqueda del aval con respecto al analista. Posición bastante clásicamente obsesiva, en ese sentido. Hablando en nuestra lalengua lacanesa diríamos “buscaba la garantía del Otro”.

El silencio del analista era fácil y necesario, en relación a la primer faceta, ya que si ella hablaba y hablaba, el que yo estuviera callado no era un problema; pero en cambio era tan necesario o más, pero más difícil en relación a la segunda faceta, donde ahí sí, la respuesta abstinente y neutral, en el sentido de callar, producía elementos de angustia que se hacían evidentes en la paciente. Alguna vez me he sentido necesitado, en ese sentido de modular esa angustia a través de algún comentario que no fuera aval ni dejara de serlo, pero que al mismo tiempo no la dejara sólo frente al espacio del silencio. En relación a ella, por el tipo de análisis que fue y por mi posición en la vida frente a algunas cuestiones, fue donde me sentí más obligado a ir analizando a que tensiones me sometía mi silencio, dicho de otra manera, por qué tensiones no me tenía que dejar presionar a que me empujaran a romper mi silencio. La primera y más fácil, que ya la conversamos otras veces, era en relación a mis ideales. En la medida en que se iba desarrollando el análisis y ella iba pasando de sus posiciones iniciales políticas ideológicas, más cercanas a las mías, aunque no fuéramos del mismo color político; en la medida en que ella iba deslizándose desde esas posiciones a posiciones mas bien contrarias...no, mas bien diferentes...contrarias serían ahora, en aquella época no tanto, realmente me sentía tensado por no intervenir, en el sentido de tratar de pararla en esos terrenos. Lo que hubiera sido un error grave, porque entonces hubiera hecho del análisis un análisis de los ideales, y no me hubiera estado ocupando del deseo.

La otra cuestión que advertí (y que después advertí en otros muchos análisis que he conducido también), que otra tensión que se produce es con deseos resignados por parte del analista, o sea deseos a los que el analista de algún modo resignó, y que ve potencialmente realizables en el paciente, (de paso, digamos que esto es algo bastante común también en la relación de padres e hijos). Entonces uno se siente impulsado a buscar realizar lo propios deseos por procuración a través del paciente. ¿se entiende mas o menos la idea?. Y esto, ¡ojo!... porque vérsela con los ideales, tal vez es mas fácil, porque los ideales aparecen mas concientemente; pero en cambio como estas cuestiones son mas del orden del deseo propio, son mas difíciles de advertir por parte del analista. Ahora, cuando uno no esta atento a eso y se deja trabajar por esa cuestión y por lo tanto en cierto modo tener actuaciones en relación a los pacientes, se originan esas legiones de analizantes que por ahí se ven, donde uno al escuchar a los analistas hablar de ellos y es fácil darse cuenta de que los analistas están chochos con ¡lo bien que les salió ese paciente!. Así como las madres y los padres hablan de los hijos....Es grave, realmente es grave.

Me acuerdo que en un trabajo de 1954 ya lo advertía con mucha lucidez el moro Abadie, en un simposio que esta publicado en una revista de APA, si tienen ganas léanlo pues es interesante, por lo menos como cuestión histórica. De paso, Abadie habla de la APA como una confederación de tribus ...lo plantea así, y plantea los referentes de cada tribu, que más o menos eran los fundadores de APA, y como eran distinguibles; y los líos que eso traía en las relaciones entre analistas dentro de APA porque ¡claro! Cada uno defendía su tribu.

O sea que el tema del Silencio pone en tensión la cuestión de si ese analista verdaderamente esta tomado por el deseo del analista o no ha resignado las ansias de poder que mas o menos habitan a los seres humanos y donde el disponer a favor de la transferencia del paciente, coloca en una situación de fácil aprovechamiento y fácil manipulación, utilización. Con esto no estoy hablando de malas intenciones de esos analistas. Porque insisto que estas cosas suelen ocurrir muy inconscientemente.

El otro elemento que tiene parentesco con el anterior, pero que es distinto, es cuando en el analista se producen resistencias por adhesividad a posiciones de goce sintomático, donde entonces ahí el silencio puede estar funcionando a favor de la resistencia del analizante. Hay determinadas posiciones de goce compartidas por analista y analizante y en ese punto se produce la resistencia por la vía del silencio del analista justamente.
Con respecto a Lucia podríamos decir que hubo 4 momentos claves por lo menos donde sentí que me era muy difícil sostener el silencio. Creo que el haber logrado sostenerlo permitió que el análisis anduviera.

El primer momento fue no haberme aliado con la inquietud de ella por dejarse cortejar por ese personaje, por sentir que se estaba enamorando de ese personaje. Por supuesto que desde la conciencia tenía absolutamente claro que no lo tenía que hacer, pero podría haberme ocurrido inconscientemente de hacerlo, porque a mi no me caía simpático, no me cayó simpático nunca.
El otro silencio difícil fue cuando empecé a enterarme de los negocios del personaje. Por supuesto que comparado con las cosas que hemos visto a partir de la década del 90 para acá, era Blanca Nieves el muchacho!, pero en fin...tenía sus negocios con los Sindicatos el hombre!.

(Fin casette )

...en otra clase, fue cuando Viola, que era Presidente en ese momento, invita al personaje a que fuera con sus hijos y con los hijos de la paciente también al Museo de la Subversión. Eso sentí que me desbordaba, que era demasiado para mi. Para ella también era demasiado, porque a pesar de la evolución que había hecho, le era demasiado. Fíjense como habrá sido de demasiado esa cuestión (para ella y para mí) que no me acuerdo como se resolvió esa cuestión, o sea si los pibes fueron o no. Lo que sí recuerdo es que pude sostener mi silencio allí, y dejarla a ella que trabaje y trabaje alrededor de la cuestión. Pero si fueron o no, la verdad que no me acuerdo.

Y finalmente, ya estando Menem en el gobierno, ella tomo a su cargo la defensoría de uno de los 12 apóstoles...como les decían en esa época... en uno de los primeros escándalos de corrupción que hubo durante el gobierno de Menem. Y allí...calladito también, a pesar de que se me revolvía la panza, y donde ella daba sus dimes y diretes alrededor de esa cuestión y finalmente la resolvió desde el lado del profesionalismo de su profesión. Lo cual me sometía a mí en una situación compleja, porque al fin y al cabo, era más o menos el mismo argumento por el cual yo me callaba la boca con ella! ¿no se si esta claro? También desde mi propio profesionalismo!. Les cuento porque, al menos a mi, estas son las cosas que se me presentan de verdad en el consultorio.

Bueno, como síntesis y final. Uds. se darán cuenta que el tema del Silencio es un tema permanentemente presente en todo análisis. Está presente tanto a través del silencio al sostener la abstinencia, como a través del silencio como forma de intervención. Y por supuesto esto sostiene un supuesto: una forma de sostener la abstinencia puede ser justamente no silenciarse y una forma de intervenir puede ser también el no silenciarse. El tema del silencio por lo tanto, seguramente se dan cuenta, de que me parece a mí un tema clave dentro de los análisis, y con Lucía fue también un tema clave.
Bueno, la palabra para Uds.

Ethel G.: sobre el final me pareció que habría que diferenciar entre el guardar silencio y el callarse la boca. Porque a mi me viene esto de que uno es amo de sus silencios y esclavo de sus palabras. Que en el primer silencio uno es amo, porque esta manejando los tiempos del paciente. Y el callarse la boca es en la abstinencia, fundamentalmente. Mantenerse fuera de marcar una emoción o de hacer una intervención que pueda marcar una ideología o el deseo no de analizar, sino de que el paciente sea el ideal o algo por el estilo. Como la diferencia entre el silencio y el callarse la boca.

Alicia S.: cuando planteabas...me preguntaba en relación al silencio como insoportable, del el lado de que provoca cierta angustia insoportable, si no es una forma en que puede aparecer el analista en su presencia real. Y esto ser realmente insoportable. Esto por un lado. Y por otro lado me preguntaba también en relación al silencio, y el tema de la voz. No porque tenga demasiado claro esto, sino como pregunta. Pensaba en un paciente esquizofrénico, donde los silencios son realmente insoportables, donde uno entra a conversar hasta sacar algún tema cualquiera, pero en donde este paciente (y escuche a muchos otros analistas hablar de esto) no importa tanto lo que se dice sino como se dice, en tanto un decir calmo, con un tono de voz determinado. Como manera de sostener un silencio que al menos a ese paciente se le aparece como insoportable, me parece porque al silencio no lo tiene. No puede producir ese silencio. Me parece que algún tipo de voz, alguna modulación en la voz, hasta puede producir silencio, un silencio que el no tiene, como silencio.

Sergio R.: parto primero de lo de Ethel. Sí, efectivamente no es lo mismo, aunque se cruzan, el hacer silencio que el callarse la boca. Porque una forma de silencio puede ser hablando, o sea uno puede ingeniárselas para ...(que es lo que planteaba recién Alicia en relación a ese esquizofrénico) uno puede ingeniárselas para hablar pero no hablando o sea haciendo silencio de aquellos puntos donde sabe que no tiene que hablar. Entonces allí sería un silencio hablado. El callarse la boca es un silencio explicito y que se diferencia del otro en que es un silencio total. En el otro, es un silencio bordeado, diría yo. Que efectivamente es muy importante en pacientes con algunas esquizofrenias donde uno nota que le piden a uno que hable para poder durante un rato no escuchar las voces que lo acosan desde lo real.

Público: no se escucha

Sergio R: si, eso de los pensamientos pasa también con los obsesivos graves, cuando están muy tomados por pensamientos obsesivos- compulsivos. Por ejemplo es observable en algunos esquizofrénicos.... A veces también habría que preguntarse respecto de algunos que pasan con el auto y la radio a todo volumen si no están tratando de acallar voces que los torturan. Y en las casas, muchas veces, las peleas de padres con hijos esquizofrénicos, con los hijos, por el volumen al que ponen el televisor o la radio, no captan que tal vez es la forma de producir un silencio dentro de su propia cabeza. Por lo cual, sí, considero que es así, me parece que ya la apertura que están haciendo Ethel y Alicia, muestra como el tema del silencio está lleno de detalles y como, justamente no se puede hacer un vademécum del silencio...

Ethel G: La abstinencia no tiene que ver con el silencio. Se confunde abstinencia y silencio. Y me parece que son cosas distintas.

Sergio R.: eso aparece muy claro en lo que hablábamos antes, esto de que a veces uno puede hablar para producir un silencio.

Roberto V: bueno, voy a contar una pequeña experiencia clínica...que suena un poco fanfarrona, porque parece que son éxitos de uno y errores de los demás...pero bueno, la cosa era así. Trabajando en un momento en la admisión de una Obra Social, donde tenia que hacer una cierta admisión y después derivar al prestador de Salud Mental, me encontraba con esta sorpresa (que en realidad no era una sorpresa...) venían los pacientes, los escuchaba, les daba cierto sostén, y después los derivaba a la clínica que correspondía según su pertenencia y toda esa historia de obras sociales. Y me encontraba muy frecuentemente que después los pacientes volvían y me decían “ahí donde Ud. me mandó no quiero ir mas, yo quiero tratarme con Ud.” y yo les decía “pero yo no lo puedo atender, acá no es ..., es una oficina, acá no es un consultorio” y entonces “lo que pasa es que Ud. me mando ahí...Con Ud. me sentí bien y en ese lugar al que Ud. me mando me atendió un médico, psicólogo (lo que fuera), y se me quedó mirando, no me dijo nada y a los 10/15 minutos me dijo bueno, dejamos por hoy”. Me pareció interesante lo que decía Alicia, primero con la cuestión de se que se le hace demasiado real al paciente, el analista tan silencioso se le viene encima, en determinadas circunstancias, pero además me parece que identificado a un ideal a veces se puede producir una situación de permanencia... una especie de pulseada con el paciente...en el eje “a prima” (a’), me ha parecido en algunos casos percibir eso. Y que bueno, en todo caso coincido con vos en que el silencio.... Sabes que el libro de Santiago Kovadlovsky “el silencio primordial”, a mi me gusto mucho, él ahí dice que el silencio consiste en permitir, facilitar que se despliegue el discurso del paciente para lo cual uno debe suspender su saber previo, momentáneamente.

Sergio R.: claro, van apareciendo varias cosas, fíjense Uds. ....Lo de confundir abstinencia y silencio (mas o menos lo conversamos recién) pero es algo muy importante no confundir estos términos, porque también la abstinencia puede transformarse en un modo excesivo de intervención, aunque sea paradójico. Pero es así. Especialmente en pacientes muy graves, en pacientes con psicosis no desencadenadas. Y en cambio una abstinencia puede ser muy bien llevaba a cabo durante bastante tiempo, si se la sabe llevar a través de conversaciones. Donde las conversaciones tengan la habilidad de no intervenir en ese punto donde la ruptura de la abstinencia perjudicaría el desarrollo del análisis. Esto que traía Roberto del silencio como pugna... ahí traes un tema que me parece que es mas amplio en el psicoanálisis, inclusive lo he pensado bastante, pero creo que recién me empiezo a animar a hablar ahora mas claramente.... muchas veces una serie de reglas técnicas que se endiosaron, que se idealizaron y que por lo tanto las apliqué durante muchos años, porque así fue como se me explicaba la cuestión, progresivamente me fui preguntando si no estaban basadas en confundir el psicoanálisis con una pedagogía. Uds. saben que esa tentación fue siempre grande en el psicoanálisis, en Anna Freud era declarada en relación a los niños. Pero no sólo en ella. Lacan critica esta cuestión, lo llama “endoctrinamiento”, por ejemplo. Pero ¿por que tipos de cuestiones pasa?. Una es esta por ejemplo, si se transforma el silencio del analista en una pugna en relación al silencio del analizante, en realidad lo único que se hace es entrar a un ring de oposiciones imaginarias, por eso vos lo planteabas entre las dos “a” minúsculas. Esto es así. Y sabemos que eso acentúa la resistencia, y no sólo acentúa la resistencia sino que puede llevar a la interrupción de los análisis. Es completamente distinto a lo que plantea Alicia cuando plantea el silencio como una de las formas de (lo digo redundantemente a propósito) de presentar la presencia del analista.

Efectivamente si el analista tiene que hacer semblant de objeto a, en la medida en que van cayendo las vestiduras de ese objeto puede haber un punto donde el silencio intente metaforizar de algún modo la falta de objeto. Lo digo así, intente metaforizar de algún modo porque nunca lo logra totalmente. A veces se hace una lectura mecánica de eso, y se supone que porque el analista se queda callado hace presente la ausencia de objeto, pero no es así porque lo que está presente igual es el cuerpo del analista, la mirada del analista, la piel del analista, la voz, aunque sea cuando saluda para entrar o saluda a la salida. Pero es cierto, que especialmente en los finales de análisis el silencio del analista puede facilitar al paciente su duelo por el objeto en tanto perdido. Me acuerdo uno de los análisis que creo llegó hasta los finales de análisis conmigo, que no es Lucía, que en el último periodo, donde se había producido ya como el ultimo movimiento fundamental, donde evidentemente se anunciaba que ya ese sujeto quedaba en posición de analista en relación a su propio inconsciente o sea que no le resistía, no lo rechazaba, lo trabajaba él mismo. Me acuerdo que venía al consultorio y hablaba, hablaba y yo no tenía nada que decir. No tenia verdaderamente nada que decir. Si yo hubiera intentado decir algo hubiera sido para recordarle que yo estaba ahí, lo cual por supuesto hubiera sido una huevada. Lo único que observaba (eso esta relatado en “Pollerudos”) era que a partir de determinado momento él había empezado a llegar sistemáticamente media hora tarde. Pero sistemáticamente, era muy evidente. Era la única formación del inconsciente que se hacia presente en el consultorio. Decidí esperar porque se hacia presente en acto, no había enunciados alrededor de eso. Pero pasado un tiempo (y era muy evidente que ese análisis estaba terminando) me acuerdo que le dije “¿que pasa que siempre llega media hora tarde?” “no se, que se yo, que el subte, que esto, que aquello” le digo: “en realidad Ud. está viniendo al análisis a medias” y me dice “y, la verdad que si, porque yo vengo por si acaso...” Entonces le digo “bueno, entonces no venga más”... pero durante todo ese periodo el silencio era lo que me parece que me correspondía hacer como analista, hasta ese punto donde ya se hizo necesario interpretar el acto sintomático y a partir de la respuesta del paciente, dar por terminado el análisis.

Graciela: Vos hablaste mucho de la dificultad de un analista silencioso y yo pensaba en los silencios del paciente, que se vuelven a veces insoportables. Y mas que nada con una paciente que creo que es una pre-esquizofrenia, y el silencio a mi me era insoportable y entonces, en esos momentos me venía a veces el libro de Margaret Little en donde decía que ella necesitaba el silencio previo a las sesiones, como para hacerse del espacio del consultorio. Y quería preguntar que pensabas de esos silencios, en esos casos como pre-esquizofrenia....

Sergio R. Lo que planteas es interesante para plantear una posición, diría yo, en relación a la semiología de los silencios. Y de los silencios de los analizantes allí. Porque a veces, observo en colegas (no tanto en el área lacaniana, para serles franco). Lo observo mas en algunos colegas del área winnicottiana. Curiosamente, porque ellos justamente toman mucho lo que dice Winnicott acerca de que la mejor interpretación es la que produce el propio paciente. Sin embargo algunos, parecieran sentirse compulsados a entender los silencios de los pacientes, lo cual me parece que es algo peligroso. Uno, en relación a los silencios de los pacientes puede hacer una cierta semiología, pero nada más. Quiero decir, uno puede captar si es un silencio tranquilo, sedado, de quien está tocado por algo y reflexionándolo o si en cambio es un silencio ansioso, angustiado, porque hay algo que no esta pudiendo decir, por lo cual calla, justamente porque eso lo angustia, que no lo esta pudiendo decir porque no encuentra las palabras para decir, que es por lo general el tipo de caso como el que traes vos. Inclusive si uno los hace hablar dicen: siento algo acá, me esta pasando algo que no encuentro las palabras para decirlo. Es el texto que suelen tener. Hay otros tipos de silencios acongojados, tristes, dolidos, que me parece que son silencios a respetar. Me acuerdo en mis comienzos leer un texto de Tato Pavlovsky sobre una sesión, donde el paciente se paso callado toda la sesión, y Tato se armó en la cabeza toda una sesión (casi parecía un cuento de Rudy...no se si leyeron sobre esa paciente que fue una vez y no fue nunca mas y él hacia las escenas solo!!!-risas-) Bueno, a Tato le paso así. Nosotros nos podemos reír ahora, pero Tato tenia escuela en esto, claro que estamos hablando de algo de hace 30 años. Además la recuerdo, porque nos trajeron esa sesión para que nosotros la trabajemos, como ejemplo, en un lugar en que estábamos estudiando en CDI, y era absolutamente narcisista toda la reflexión, porque todo pasaba sobre si estaba mas viejo, si no estaba mas viejo, si le habían crecido los rollitos, si no le habían crecido los rollitos, si se seguía cruzando con él en el Tigre cuando iba a remar o no se seguía cruzando en el Tigre, o sea que evidentemente toda la interpretación era auto referencial. Por suerte no se la dijo, porque ¡ojo! Tato Pavlovsky no era nada tonto, sino que la transcribió después. Toda la interpretación que había hecho del silencio del analizante, en realidad estaba totalmente habitada por sus propios fantasmas: la edad, la gordura, ...Uds. saben que Tato era boxeador... la perdida de estado, y una cantidad de cosas de ese estilo.

Entonces, creo que en la semiología del silencio, lo que uno puede reconocer son estados de ánimo. Como esos estados de ánimo son reconocidos en relación a un discurso previo, ya sea dentro de una propia sesión o por el tiempo en que está transcurriendo ese análisis, uno puede captar en relación a qué anda pero de lo que uno debe abstenerse es de interpretar el silencio de otro, porque eso sí me parece que es aventurado, excepto en casos muy puntuales, muy particulares, donde la cuestión caiga muy redonda después de una serie de cosas planteadas en una sesión. Me parece que lo mejor es soportar la angustia que efectivamente se produce en uno, porque efectivamente ese tipo de silencio es el que produce mas angustia. Porque esa es la angustia ante lo real. Uds. recuerdan el planteo de Lacan: “la angustia como angustia ante lo real, y la angustia como angustia ante el superyo” en realidad la mas insoportable es la angustia ante lo real, que es la que sentimos en esas situaciones.

Roberto: en relación a lo que vos decías, me parece que todavía mas grave es lo que me parece que pasa con la psicología del yo, o algunos terapeutas que tienen una especie de interpretación de bolsillo multiuso para el silencio. Que consiste en decir por ejemplo que para todo tipo de silencio percibo como que Ud. tiene dos partes, una que quiere venir y otra que no quiere venir. Algo así, y esa interpretación utilizada para todo tipo de silencio. Me parece que es disparatada y aplana la particularidad de cada caso.

Alejandro: otra cosa que notaba en varios colegas en relación a esto de que la mejor interpretación es la que dice el paciente, es que muchas veces no interpretan lo que hay para interpretar porque quedan esperando a que lo diga el paciente. Si el paciente pudiera decirlo no iría a analizarse.

Sergio R: sí, esto que plantea Alejandro inclusive confrontado a la caricatura que plantea Roberto, esto plantea justamente lo que hay de arte en nuestra profesión. Y en ese sentido ya me habrán escuchado decir que me encuentro liberado, liberado de la obsesión de Freud y Lacan de querer hacer del psicoanálisis una ciencia. Y estoy sumamente liberado porque lo declaro al psicoanálisis en báscula entre el arte y la ciencia y ya está. Me quedo en el medio, como buen “obse”.....pero no, creo que tengo razón además.... como buen “obse” también....! (risas). Claro, porque ahí ya está el arte del psicoanalista. A mí no me cabe la menor duda que Winnicott raramente haya dejado escapar una interpretación que tuviera que producir y que al mismo tiempo, por la modalidad de trabajo que tenía, efectivamente en mas de una oportunidad debe haber logrado que el paciente llegara a su propia interpretación. Pero hay todo un arte allí del psicoanalista. Que ese arte no se lo puede escribir, no se lo puede reglamentar, no se lo puede vademecunizar, generalizar... Y aquí esto que planteaba Martha Hernandorena que no se lo puede generalizar, porque además tiene muchísimo que ver con el estilo singular de cada analista. Por como cada uno de nosotros se presenta al analizante, como cada uno de nosotros funciona, como cada uno de nosotros es como rumor entre los analizantes (que eso es también muy importante, no lo olviden)... obviamente hace también que las sesiones tomen un determinado ritmo, una determinada forma, un determinado color, la relación del paciente con nosotros...

Hay una paciente que se analizó unos cuantos años conmigo, después llegó a un sueño clave, realmente clave, donde además no me pude abstener de interpretarlo, porque el abstenerme de interpretarlo se lo hubiera transformado en mas superyoico al sueño, porque digamos era fácilmente interpretable por ella misma, por lo tanto si yo me abstenía de la interpretación el sueño redoblaba el valor superyoico ¿se entiende mas o menos por qué? Porque si esta se queda callada y no dice nada de eso mucho peor. Se acuerdan de la fábula de Esopo, de la mona el oso y el chancho, donde la osa bailaba en el burgos del medioevo y cuando termina el chancho aplaude a rabiar y la mona hace un gesto.... Entonces la osa dice: la mona no aplaude = malo. El chancho aplaude a rabiar, peor. .... (risas) Claro, esto por el silencio del analista... si yo no hubiera interpretado el sueño, el sueño se le transformaba mucho más en superyoico. Pero me acuerdo que se enojó a muerte conmigo, e interrumpió el tratamiento...Justamente el sueño había sido en transferencia además... y me podía dar cuenta que ella estaba muy tomada por un rumor que hay sobre mí, y que en parte es cierto y que además hay un plus que tiene que ver con la forma en que me suelo expresar, de que soy un tipo muy cabrón.... Y a partir de allí ya van unos dos años en que me pide entrevistas, y me doy cuenta de que lo que esta tratando es de doblegarme como analista, de que me salga de mi lugar de analista ... Y nada...eso tiene que ver con mi estilo, con como me le aparecí yo a ella. Durante este tiempo traté de ir trabajando, analizando esas cuestiones y traté inclusive de orientarla a que se busque otro analista. Inclusive la última vez que estuvimos le decía que me parecía que la transferencia había tomado un grado tal de tensión que ya se le estaba haciendo difícil analizarse conmigo. Que entonces, por qué no buscaba otro. Pero esas son las cosas donde uno es, y esas son las cosas difíciles, porque somos maleables pero hasta ciertos límites, hay límites donde ya no podemos, no nos sale...

Alejandro: justo por estos días estaba pensando en la cuestión del estilo del analista, hasta que punto puede ser obstáculo o facilitador. En mi caso particular por ejemplo soy un tipo que tengo muchos sueños, y lo que he notado cuando hablo con otros colegas es que mis pacientes en general traen muchos sueños y esto a otros colegas no les pasa, y les llama el atención.

Sergio R: Ahí, en la cantidad de sueños que traen los pacientes, lo que tengo observado son por lo menos 2 cuestiones. Una, que hay determinadas patologías que tienden menos a soñar, especialmente las patologías cercanas a la psicosis y cuando sueñan suelen ser sueños traumáticos mas que sueños de deseo. Y después, muchas neurosis obsesivas de carácter, me doy cuenta que no sueñan u olvidan los sueños. Ahora, eso del lado del analizante, del lado de los analistas creo que esto tiene que ver con si los sueños son interpretados o no. Si son interpretados, el analizante capta un interés por los sueños de parte del analista. Si los sueños no son interpretados, pasan a ser material de deshecho.

....: (no se escucha)

Sergio R: bueno, suele ser un gusto de la gente a la que le gusta el psicoanálisis. Fíjense que a Freud lo que le hizo inventar el psicoanálisis fue entender los sueños. Él lo dijo cuando dijo lo de la placa en Bellevue en la que debería figurar “que acá Freud descubrió el secreto de los sueños”...eso sobre los chistes o sobre sicopatología de la vida cotidiana no lo dice! El lo dice sobre los sueños!. En ese sentido estoy en desacuerdo, incluso con Freud mismo, cuando plantea que hay sueños que son resistenciales, que se sueña como resistencia. No es que no haya resistencia en muchos sueños, pero cuando se sueña hay algo resistido, hay un deseo allí....(excepto en los sueños traumáticos) hay un deseo que esta haciendo producir el sueño. Creo que son las formaciones del inconsciente mas exquisitas....

Martha Hernandorena: la vía regia.

Sergio R: la vía regia, decía Freud, efectivamente. En ese sentido, es raro que no interprete un sueño. Cuando no interpreto sueño decirle al paciente “mirá, la verdad no lo entiendo”. Uds. dirán “para que se lo confesas, para que se lo decís” y, para subrayarle de que ese sueño quedó sin interpretar, porque ahí sí creo con Freud en que si un sueño no es interpretado vuelve a ser soñado, entonces es como dejarle subrayado “mira...acá...” Claro que no se lo voy a decir en una primera o segunda entrevista! Obvio!
Bueno, hasta la próxima!!!

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