Sección: Desde el Puente
Xuxa parió a Shasha. A primera vista (que no puede ser más que televisiva) cabría la duda. ¿Tuvo una hija o dio a luz una nueva merchandising? Desde la pantalla Mónica Cahen D’Anvers puso su mejor cara de señora genuinamente preocupada y reclamó (mediado por un suspiro) más amor. Verdaderamente conmovía, sino fuera que a algunos (unos pocos) nos resulta cada vez más difícil creer nada de lo que la Te.Ve. muestra, después de que Te Ven a través la mediciones de ráting y de las encuestas de opinión. En su sección opinión, el gran diario argentino, en los mismos días que gozaba (me refiero a la empresa, no a sus trabajadores) registrando el hundimiento de un perfil que quiso competirle, publicó un artículo de Norma Morandini muy pensado. Las opiniones que vierte son elaboradas desde tres pre-supuestos: 1) Xuxa y otras mujeres están teniendo hijos, descartando a los padres. 2) La riqueza es mala por que da poder y torna autosuficientes, aún a las mujeres. 3) Los hombres son más malos aún, ya que: “...lo que los hombres hicieron siempre: (fue) reducir a las mujeres a ser un útero reproductor”.
Creo que las expresiones de estas dos mujeres, muestran cabalmente la simplificación y la impotencia de entendederas a que conduce reducir este tipo de cuestiones, a falta de amor, maldad de ricos y/o explotación y descalificación de las mujeres por Los hombres. Madonna, Xuxa y Jodie Foster son expresiones con alcance mediático (en razón de su popularidad en y por la existencia de la TV, el satélite y la informática) de fenómenos muy complejos que afectan a muchos otros hombres, mujeres y descendencias (anónimos). Sobre dichos dramas se puede echar cierta luz, si no se los analiza desde preconceptos, sean del color que sean, sino desde la letra de lo que dicen sus protagonistas. Por ejemplo: una pregunta pertinente en el caso de Xuxa y que Norma Morandini no se hizo es ¿por qué, pudiendo haberse hecho hacer inseminación artificial y siendo pública su modalidad de elección de objeto sexual, insistió en tener acceso sexual a un hombre, y sin ocultamiento, para quedar embarazada? Algo de la función del nombre del padre, late en esa decisión.
Sé de una mujer a la que le pasaban los años y por razones atinentes a sus dificultades subjetivas no lograba establecer pareja. Pues bien decidió hacerse tratar con inseminación artificial y así logró llevar a cabo su anhelo de concebir un niño. Sin embargo, lo que le dijo a todos sus conocidos, fue que el mismo era el producto de una relación ocasional. O sea instaló un padre imaginario.
Es sabido el reclamo de muchos homosexuales de que se los deje adoptar hijos. Seguramente que para millones de niños que ruedan en los orfelinatos o en las calles de las grandes urbes –desiertos de soledades multitudinarias- tener esos padres sería un destino mucho mejor que el que los maltrata. Sin embargo los preconceptos, lo obstaculizan.
Si siempre fue mejor escuchar en las quejas de la gente, las enunciaciones que nos presentan las letras de sus síntomas, en esta cultura de hiperdensidades de población, de sociedades duales extremas en marginamientos económicos y simbólicos, opinar con simplificaciones sobre la complejidad de los dramas que en la misma se acunan, termina siendo, más allá de las buenas intenciones, una contribución a aumentar las sombras –en vez de echar luz sobre los mismos.
Xuxa parió a Shasha. A primera vista (que no puede ser más que televisiva) cabría la duda. ¿Tuvo una hija o dio a luz una nueva merchandising? Desde la pantalla Mónica Cahen D’Anvers puso su mejor cara de señora genuinamente preocupada y reclamó (mediado por un suspiro) más amor. Verdaderamente conmovía, sino fuera que a algunos (unos pocos) nos resulta cada vez más difícil creer nada de lo que la Te.Ve. muestra, después de que Te Ven a través la mediciones de ráting y de las encuestas de opinión. En su sección opinión, el gran diario argentino, en los mismos días que gozaba (me refiero a la empresa, no a sus trabajadores) registrando el hundimiento de un perfil que quiso competirle, publicó un artículo de Norma Morandini muy pensado. Las opiniones que vierte son elaboradas desde tres pre-supuestos: 1) Xuxa y otras mujeres están teniendo hijos, descartando a los padres. 2) La riqueza es mala por que da poder y torna autosuficientes, aún a las mujeres. 3) Los hombres son más malos aún, ya que: “...lo que los hombres hicieron siempre: (fue) reducir a las mujeres a ser un útero reproductor”.
Creo que las expresiones de estas dos mujeres, muestran cabalmente la simplificación y la impotencia de entendederas a que conduce reducir este tipo de cuestiones, a falta de amor, maldad de ricos y/o explotación y descalificación de las mujeres por Los hombres. Madonna, Xuxa y Jodie Foster son expresiones con alcance mediático (en razón de su popularidad en y por la existencia de la TV, el satélite y la informática) de fenómenos muy complejos que afectan a muchos otros hombres, mujeres y descendencias (anónimos). Sobre dichos dramas se puede echar cierta luz, si no se los analiza desde preconceptos, sean del color que sean, sino desde la letra de lo que dicen sus protagonistas. Por ejemplo: una pregunta pertinente en el caso de Xuxa y que Norma Morandini no se hizo es ¿por qué, pudiendo haberse hecho hacer inseminación artificial y siendo pública su modalidad de elección de objeto sexual, insistió en tener acceso sexual a un hombre, y sin ocultamiento, para quedar embarazada? Algo de la función del nombre del padre, late en esa decisión.
Sé de una mujer a la que le pasaban los años y por razones atinentes a sus dificultades subjetivas no lograba establecer pareja. Pues bien decidió hacerse tratar con inseminación artificial y así logró llevar a cabo su anhelo de concebir un niño. Sin embargo, lo que le dijo a todos sus conocidos, fue que el mismo era el producto de una relación ocasional. O sea instaló un padre imaginario.
Es sabido el reclamo de muchos homosexuales de que se los deje adoptar hijos. Seguramente que para millones de niños que ruedan en los orfelinatos o en las calles de las grandes urbes –desiertos de soledades multitudinarias- tener esos padres sería un destino mucho mejor que el que los maltrata. Sin embargo los preconceptos, lo obstaculizan.
Si siempre fue mejor escuchar en las quejas de la gente, las enunciaciones que nos presentan las letras de sus síntomas, en esta cultura de hiperdensidades de población, de sociedades duales extremas en marginamientos económicos y simbólicos, opinar con simplificaciones sobre la complejidad de los dramas que en la misma se acunan, termina siendo, más allá de las buenas intenciones, una contribución a aumentar las sombras –en vez de echar luz sobre los mismos.
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